El experimento de improvisación libre Ensamble Vanguardia 4:33
Redacción Polo Bautista. Fotos cortesía de Antonio Cedeño
Puebla, junio de 1993. Fragmento del manifiesto que enarboló el osado y efímero proyecto sonoro de improvisación libre contemporáneo Ensamble Vanguardia 4:33:
“En nosotros no late la música-basura. No la queremos dar y recibir. Queremos sumirnos en el movimiento ascendente de la espiral, ser la vanguardia, la guardia de adelante para darnos la oportunidad de escuchar los sonidos desde otra referencia… No hay error porque todo es creación. No hay reglas, estas se meten en el camino. La mayoría piensa en términos de melodía, armonía y ritmo cuando se disponen a escuchar música. La práctica musical de occidente nos dice que la música está compuesta de esos tres elementos, pero son solo una pequeña parte de un todo más vasto… Este Ensamble invita a todos los que quieran ver, oír y sentir lo mismo, solo que desde otro punto de vista”.
Como muchos saben, la música no es asunto fácil, menos aun cuando se trata de composiciones originales y ni hablar de aquello que se ostenta bajo el marbete de “improvisación”, pues esta vertiente pese a que busca la máxima expresión del albedrío musical y al mismo tiempo reflejar el conflicto entre contingencias y pronósticos, no logra permear en todos los músicos, quienes suelen mayoritariamente inclinarse por los más confortables flujos de la norma comercial y popular. Sin embargo, a mediados del año antes referido una camarilla de inquietos jóvenes poblanos se encontraba deseosa por experimentar y aventurarse en nuevos territorios.
Antonio Cedeño, fundador, contrabajista y bajista del grupo cuenta: “Cierto día estábamos Ricardo Shields (guitarra), Federico González (teclado y sintetizadores) y yo en mi casa, junto con todo el equipo musical de la hoy extinta banda roquera Metáfora. Empezamos a tocar y nos fuimos intercambiando los instrumentos por alrededor de dos horas ¡Fue una locura total! Es una pena que no pudiera grabarse, pero ocurrió espontáneamente. Pensé que eso había sido increíble y teníamos que presentarlo en vivo, por lo cual organicé la tocada en la Casa de la Cultura”.
Al comienzo solo eran tres instrumentistas, pero a estos pronto se les sumaron Pablo de la Rosa (flauta transversal y saxofón), Carlos Nava (batería), Gerardo Navarro (bajo), Roberto Rivadeneyra (violín), Gustavo Mauleón (flauta dulce) y Rafael Sánchez (efectos de sonido). No se puede afirmar que todos abrevaban de las mismas fuentes musicales, ya que el curioso conjunto oscilaba principalmente entre el rock y la academia. En el caso del guitarrista, baterista y sonidista su impronta provenía entre otras cosas del rock en oposición y el avant prog; mientras que los demás era músicos con formación académica e inclinación por la vanguardia norteamericana y europea. Aunque por encima de esas diferencias se impuso su pasión por la improvisación libre y la experimentación.
Si bien, el nombre del Ensamble se le atribuye al ingenio del entonces director de la Casa de la Cultura, Gilberto Castellanos, este a su vez se inspiró en la afamada y controvertida pieza del compositor estadounidense John Cage, titulada 4’33”, la cual es comúnmente recordada por exponer precisamente cuatro minutos y treinta y tres segundos de absoluto silencio.
El concierto en la Casa de la Cultura se efectúo al interior de la Sala Luis Cabrera, un siete de julio de 1993. Así lo atestigua el registro videográfico que afortunadamente realizaron familiares y amigos de uno de los músicos. En él se observa al tecladista González ocupar su sitio sobre el escenario y principiar su ejecución, para después seguirle Navarro al bajo y Rivadeneyra con su violín. A estos le continuaron Shields, Nava, de la Rosa y por último Cedeño, quien fungió como director e instrumentista al mismo tiempo.
El Ensamble deleitó por casi dos horas a sus invitados, quienes ovacionaron en repetidas ocasiones las maniobras y los diferentes sets exhibidos, mismos que corroboraron las diversas tendencias y gustos de sus integrantes con los sonidos de la vanguardia, el progresivo, la clásica, el rock, un poco de heavy metal y demás. Según el programa, se interpretaron catorce piezas en total, la mayoría composiciones colectivas, otras de Cage e inclusive una de José Alfredo Jiménez.
A esa exitosa presentación le sucedió una más celebrada el nueve de octubre en el Planetario, con la cual se inauguró el Magno Festival Palafoxiano (antecesor directo del Festival Internacional de Puebla y otros eventos similares). Pese a las satisfacciones cosechadas, el Ensamble Vanguardia 4:33 no prosperó debido a las dificultades que conllevaba volver redituable su ejercicio, pues la propuesta todavía resultaba incomprensible para muchas personas y colegas; sin embargo, luego de treinta y un años transcurridos resulta imprescindible su remembranza como el primer concierto de improvisación libre y el germen de otros proyectos análogos en la Angelópolis.