Silverio: sudor, gargajos y techno del que sí pega

Fotos y redacción por Iván Gutiérrez

Una noche vomitiva, grotesca, llena de sudor, escupitajos y techno experimental del que dejó pendejo a Donald Trump. Así sintetizaría el concierto de su majestad imperial Silverio en La Capilla el pasado jueves 16 de octubre 2025, punto de encuentro de subnormales y raza amante del ruido alternativo. 

Alonso Morales “The Jackal” fue el primero en anticiparnos la fiesta y poner a la gente a limpiar la pista de baile desde temprano. Entre los invitados especiales de la noche también estuvieron Abimael Ayeca y Juan Carlos Alvarado, maestros de la cocina y el arte de calmar el munchies nocturno con papas y banderillas exquisitas; y bueno, si de subir la velocidad se trataba, en su menú también tuvieron el brebaje místico de “Horcholoco”, maridaje perfecto para esta reunión en el Salón de Belleza. 

Llegada la hora exacta los parlantes anunciaron la maravilla: “Directamente desde Chilpancingo, Guerrero, su majestad imperial Silverio, YEPA, YEPA, YEPA!”, la gente enloqueció y comenzó a gritar tan enloquecida como los gritos de terror de dicho tema. 

“¡Pura música para bailar como Mongoloide!”, gritó Silverio, prosiguiendo con el bello ritual de los insultos recíprocos, y la tribu obedeció. “¡Hoy hay repartidor de croquetas!”, anunció antes de empezar con un clásico: “Perro, perro, Que baile con el perro”.  

Estalló “El Baile del Diablo” con su poderosísima línea de bajo que te manda directo a la carretera techno, y ya con menos ropa encima Silverio aprovechó para expresarnos su cariño con un “¡Chinguen a su madre, a menear las nalbondigas!”

No faltaron las interacciones directas llenas de amor con los fans, en las que Silverio aprovechó para lamer cachetes, introducir objetos en bocas, escupir a sus invitados y restregar sus genitales en su tornamesa como símbolo de cariño a su público, al tiempo que compartía palabras de afecto como “¡Tus ojos son mis bolas, mi pene es tu nariz!”.

“Me cayó de todo”, dijo A en su momento. J también compartió su testimonio de experiencia tan enriquecedora: “Tomó mi anillo y se lo metió en el culo”. Por su parte, M expresó un “creo que se meo, era demasiado líquido en su tanga para que fuera cheve derramada, yo creo que sí se meo”. Y H afirmaría: “Creo que esto es lo más punk que hemos tenido en la Capilla”.

El bello recital culminó con temas como “Ella Es… un monstruo cuando bebe alcohol” (un tema para atascados, a mi parecer, como todos los presentes), una versión alteradísima de Yepa Yepa Yepa (“¡Motívame hijo mío!”, le dijo Silverio a quien tenía enfrente) y un tema de distorsiones metaleras pesadas mientras Silverio hacía un último y glorioso baile en pelotas.

“¿Y tú, no bailas? No creo, ¡otro pinche puto día!”. Gracias Silverio por llenarnos de fluidos tan hermosos y música para desmadrarse el alma, como Dios manda.

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