En las calles del periodismo musical con Enrique Blanc
Por Iván Gutiérrez
Hace unas semanas estuvimos dando la vuelta por Guadalajara, conociendo sus pulquerías, bares, calles, museos, músicos, y claro, también a sus periodistas musicales. Para quienes nos movemos en el medio, el nombre de Enrique Blanc es de respeto y admiración, pues se trata de un autor que durante varias décadas ha puesto en alto el oficio periodístico orientado a lo musical.
Nacido en Ciudad de México, pero radicado en Guadalajara desde temprana edad, Blanc ha desempeñado labores de narrador, editor, productor, conductor y guionista de programas para radio y televisión con temas musicales y literarios. Es autor de varios títulos de periodismo musical, entre ellos su recién estrenado compendio de crónicas “Qué pasa en la calle”. El tapatío ha publicado entrevistas sobre bandas icónicas nacionales e internacionales en editoriales como Confabulario de El Universal, Día Siete, Diario 29, El Acordeón (fanzine del que fue editor), El Ángel, El Financiero, Graffiti, La Banda Elástica, La Opinión, Los Ángeles Times, Milenio, Signos, Trashumancia, Viceversa y Zona de Obras (España).
A continuación, una charla de varios temas que tuvimos con el maestro Blanc, entre ellos la adaptación del oficio periodístico frente al streaming y la Inteligencia Artificial, y claro, una exploración de su nuevo libro “Qué pasa por la calle”.
Iván: En una época en que las masas le dan preferencia al formato audiovisual más que a la letra escrita, ¿tiene sentido seguir haciendo periodismo musical escrito?
Enrique: La profesión ha cambiado muchísimo, y la realidad es que los periodistas han tenido que reinventarse y asumir otro montón de roles, más allá de la redacción. Ahora somos también curadores, gestores culturales, asesores de producciones audiovisuales… la profesión se ha diversificado, y los periodistas ahora también recurren a los medios audiovisuales, ya no trabajan solo la palabra escrita, sino también la imagen.
Y bueno, el periodismo musical sigue y seguirá vivo por varias razones… una es crear memoria. En el afán de estar contando historias, me he dado cuenta de que en la última década se han publicado libros de música como nunca antes, hay un auge muy claro de memorias que escriben los músicos, todo lo que tiene que ver con el rastreo de ciertos estilos musicales, y bueno las biografìas que siempre fascinan. Hay muchos ángulos de esta profesión que a la par que la industria musical también se está adaptando.
I: ¿Cuál dirías que es el rol que le toca desempeñar al periodista musical en tiempos del streaming, en que hay 100,000 canciones nuevas por día?
E: Creo que cada periodista lo asume a su entender y también a su gusto. Yo por ejemplo que he crecido con una generaciòn que tenías más énfasis en el álbum que en el sencillo, me opongo muchas veces a que se haga tanta promoción de sencillos, también hay una falsa creencia de que el periodista musical solamente escribe sobre discos o sobre canciones, que hace reseñas, cuando en realidad hay muchas cosas por hacer.
El rol del periodista musical yo creo que uno lo diseña, es decir, qué quieres hacer, qué quieres contar. Estoy hablando un poco del oficio, no tanto de la monetización o de las posibilidades para desarrollarse económicamente en un mercado como el actual. El periodista musical atiende la actualidad pero también profundiza no solo en el presente, mucho también es el pasado, ya que hay muchas historias por contar. Es curioso que las dos publicaciones más prestigiosas del Reino Unido (Uncut y Mojo) hacen mucha investigación y basan mucho sus historias en capítulos que tienen que ver con álbumes del pasado.
El periodista también se ha vuelto una herramienta importante en las plataformas, porque Apple y Spotify presentan información que trabajan los periodistas. Entre otros roles del periodista musical, en México tambièn se ha desarrollado el de la curación en festivales y la gestión de conciertos, si a ti te apasiona un músico que escuchas en Brasil y lo quieres traer a México vas y buscas a un promotor, un festival, para que lo conozcan por acá. El periodista musical también se puede volver un educador y capacitar a las nuevas generaciones. Con los medios digitales cualquiera puede emitir una opinión, pero la cosa es pensar cuales son las opiniones que tienen cierta profesionalización detrás, que los puede distinguir de esta sobre oferta de blabla que existe en las redes.
El periodista musical también puede ser autor, puede decir “a mí me gustaría escribir estas historias para que sean publicadas en un libro”, más allá de un formato de revista digital o periódico, es decir te abres el abanico de posibilidades para buscar sobrevivir y sentirte valioso en la profesión. La profesión del periodista musical también roza mucho con la actividad literaria, por ejemplo, en la crónica, la parte de narrar y capturar aquello que no se puede grabar en video, lo intangible.
Y claro, como se recurre a la palabra escrita, y ésta tiene un vínculo muy claro con la literatura, en los textos periodísticos puedes hacer uso de herramientas literarias. La crónica se presta mucho porque es narrativa. En lo personal soy muy admirador de Nick Horby, que es un narrador, que recurre mucho a la música, tiene un libro que se llama 31 canciones, que me parece un ejercicio bien interesante de escribir desde uno mismo, en primera persona, y contar un poco tus predilecciones con respecto a lo musical, claro que sustentado en toda la investigaciòn que ha hecho a lo largo del tiempo sobre la música.
I: ¿Crees que hay algún género periodístico que tenga mayor peso que otro en lo musical?
E: Los géneros son posibilidades, herramientas, creo que algunas exigen más que otras. El reportaje sería digamos el más complicado, pero de cierta manera también la crónica, que ha tenido mucho auge en los últimos años. Y la entrevista también puede ser un género muy demandante, porque no es lo mismo que entrevistes a un artista o a una banda que tiene poca trayectoria, a que te enfrentes a uno de estos monstruos, como Thom Yorke, ahí tienes que investigar, tienes que ser original con las preguntas, conocer la coyuntura, conocer en qué momento de su carrera se encuentra, cómo se ancla con el pasado. ¿Cuál es el género más complicado? Pues el que tú decidas, porque al final es la exigencia del propio periodista, que tan riguroso y original quiere ser.
I: En esta época en que la Inteligencia Artificial está en boca de todos y que ya puedes pedirle a Chat GPT que te haga una reseña musical, ¿cómo crees que va a cambiar el oficio?
E: Yo en lo personal no he jugado con la herramienta, pero no lo vería como algo dañino. Diría Julio Cortázar, es como un juguete más, me gustaría experimentar por ese lado, alimentar a la IA con cierta información y ver cómo se puede involucrar en tu historia, y aplicar conocimientos editoriales para ver qué te gusta y qué no te gusta. Me parece un juguete para obtener nuevos resultados, puede ser un método de aprendizaje, de cómo construyes ciertas frases y cómo lo hace la máquina y aprender.
I: ¿Cuál dirías que debe ser la frontera entre el periodista musical que es fan de la banda que está entrevistando, pero que al mismo tiempo debe mantener el criterio de serle fiel a sus lectores?
E: Siempre he dicho que prefiero que me vean como periodista musical que como crítico. Dentro de mi carrera he sido muy crítico con algunas cosas, pero a veces no tiene mucho sentido atacar por atacar. Tengo algunas anécdotas de editores que me decían “tienes que decir que tal grupo vale madre”. Yo creo que uno debe tener una distancia horizontal con los artistas, porque también, uno no hace textos promocionales (habrá periodistas que lo hacen, a veces te invitarán y te pagarán por ello y tratarás de ser lo màs objetivo que puedas), pero ya depende de la intención.
En “Qué pasa por la calle” se atestigua como a veces te vas volviendo amigo de los músicos, y a veces esa amistad puede ser que te lleve a pensar “cómo voy a escribir mal de fulanito”, pero tú tomas esa decisión, puedes ser objetivo con elegancia, o ser un hijo de puta. Es tan amplio como cada caso que se te presenta en la vida, hay muchas maneras de tener un vínculo con un músico.
I: Muchos de nosotros hacemos periodismo musical para darle difusión a los proyectos independientes que luego no llegan al mainstream, y muchas veces los lectores pareciera que solo se interesan por lo popular, porque siempre hay esa resistencia por lo nuevo, ¿qué consejo nos podrías dar para despertar el interés de las audiencias por propuestas diferentes, digamos más undergrounds?
E: A veces hay mucha preocupación por atender lo que impacta en el momento. Siddhartha iba a mi programa al principio, cuando sacó su primer disco, lo entrevistaba y era un Don Nadie, y durante todos estos años yo le he dado seguimiento. En ciertos momentos me parece extraño que no vuelva a mi programa, pero yo lo conozco y tengo una amistad con él, y entiendo que de repente su agente piense que ya es para que aparezca en otros programas. A mi no me importa, porque siempre hay otro que está viviendo ese momento, no puedes saber si la persona que estás reseñando, cubriendo o entrevistando va a ser hacia el futuro, nadie sabe.
Se habla mucho ahora del caso Peso Pluma, dicen que está arriba en Billboard, yo tengo tres décadas de que lo que está arriba en Billboard me vale madre. Uno tiene un gusto musical al que debe obedecer, eso es fundamental, ser fiel sobre lo que te gusta, escribir sobre lo que te llama la atención e intentar que una o dos o mil personas lo lean y escuchen a ese artista, y así se cierre el círculo, no importa si es un grupo que se fundó ayer o es un grupo que lleva 40 años y a lo mejor todavía no lo conocen. Está el caso de Sixto Rodríguez, completo desconocido y de repente un documental lo puso bajo los reflectores. Uno nunca sabe qué va a pasar en el futuro, pero sí sabes qué te gusta. Cuando escribes de alguien que alimenta tu pasión, los textos son mejores.
I:Platícanos de tu nuevo libro “Qué pasa por la calle”, entiendo que es un compendio de encuentros con diversos músicos a lo largo de los años, cómo decides ensamblarlo de esa manera…
E: Y tenía algunas crónicas escritas, y de repente vi que se podían agrupar, eran tres o cuatro (en realidad hay muchas otras crónicas que he publicado que no están en el libro), y de repente pensé que también me gustaría contar estas historias que nunca he contado. La mayoría son crónicas inéditas, como el seguimiento de la relación con Manu Chao. Es un libro con muchas anécdotas a lo largo del tiempo pero que tienen una unidad, los encuentros de primera mano con los músicos.
I: ¿Te consideras a ti mismo un periodista gonzo?
E: Sí, de cierta manera, porque tengo muchas influencias. Mucho de lo que tiene este libro es de un periodista que ha leído a los Beatniks. No he hecho los textos con el impulso gonzo inicial, a lo mejor algunas crónicas pueden ser consideradas gonzo, pero no lo he hecho con ese ánimo.
I: ¿De dónde sale el nombre del libro?
E: Es el estribillo de una canción de Mano Negra. Cuando hago la cobertura de la relación con Manu Chao hay un verso de Guayakil City, una canción que me gusta mucho, que dice “oye pana, qué pasa por la calle; nada no pasa nada”, y me pareció que la frase aplicaba al concepto del libro.
I: ¿Con qué mirada le recomendarías acercarse a este libro a alguien que quiere incursionar al periodismo musical?
E: Bueno con la idea de pensar que es una carrera a largo plazo, justo como la música, si quieres figurar tienes que estar ahí picando piedra un rato, en el periodismo también, este libro es una cosecha de más de tres décadas de estar ahí como un aficionado. Yo inicié escribiendo periodismo musical para una radio en Guadalajara, haciendo guiones a un programa que salía los viernes que se llamaba “Territorio”, hacía investigación, elaboraba textos, y un locutor leía eso, y de ahí me gustó.
Entonces cuando me fui a vivir a Los Ángeles y venía todo el fenómeno del rock latino, Los Caifanes, Soda Stéreo, Duncan Dhu, hicimos un fanzine para hablar de lo que nos pasaba. Cuando me mudé mi vida cambió radicalmente, porque aquí en Guadalajara era escuchar Serrat y seguía a Gerardo Enciso cuando tocaba cada semana, más allá no pasaba nada, y en LA pasaba todo, veías a Sonic Youth en un sitio y al día siguiente venían los Fabulosos Cadillacs, entonces empezaron a haber muchas historias por contar, era el boom del rock latino, explotó la Maldita Vecindad e hicieron su primera gira por EEUU. Creo que ese es otro consejo, si donde vives no suceden las cosas que te gustaría contar, múdate, busca un lugar que te inspire y donde suceda lo que te interesa.
I: Recomiéndanos tres proyectos que estés escuchando ahorita
E: Me ha gustado mucho CKovi, de aquí de Guadalajara, me llamó mucho la atención desde un principio, investigué lo que hace y la tuve en el programa de radio, y cuando vi su show en vivo me pareció una chica con mucha cabeza y una estética muy madura, con mucha personalidad.
Soy muy fan de los Fontaines D.C., son parte de un movimiento de rock británico en el que estarían también incluidos Shame, Idols, son un poco hijos de los Arctic Monkeys. Fontaines tienen tres discos increíbles, es una agrupación con mucha escuela, es el relevo de varias décadas de música británica.
Me gusta mucho también la música brasileña, estoy muy metido en ella, y en FIMPRO tuvimos hace unos años a una artista buenísima que se llama Luiza Lian, que sacó un disco buenísimo, me parece que lo hace muy bien.
I: Recomiéndanos una banda tapatía para escuchar mientras caminamos por Guadalajara, para sentir algo del pulso de la ciudad
E: Me gustó mucho en su momento Baltazar, era un trío que hacía el vocalista de Technicolor Fabrics, sacaron una serie de EPs que resumen en un álbum, ahora hay una derivación de ese proyecto que se llama Bajo el Roble, me parece muy interesante su propuesta. Otra banda muy buena de Guadalajara es Ray Coyote, me gusta como hacen todo desde la independencia y la autogestión, hacen rock con mucha potencia y convicción.
Escucha el programa de Enrique Blanc “Radio al Cubo” desde el siguiente enlace: