Verbena Cultural 2025: el arte que madura

Redacción por Iván Gutiérrez

*Nota aclaratoria: Si bien la Verbena de Ensenada es un evento que tiene como raíz la celebración del florecimiento de la vid y el vino que se produce en la región, este texto está ENFOCADO en la propuesta musical que hubo en el evento. No significa que la propuesta gastronómica, parte central del evento, no tenga importancia, solo que este espacio lo enfocamos a la música. 

Ahora bien, la Verbena Cultural de este año rifó en grande, y lo hizo, desde mi perspectiva, por la nutritiva y madura propuesta artística que se pudo disfrutar en el evento. La oferta musical tuvo de todo: banda sinaloense, intérpretes fascinantes de bolero, bandas impresionantes de rock independiente, grupos con los mejores covers de pop mexicano, pasando por gran variedad de música electrónica (techno-cumbia, house, techno, etc), por mencionar algunas de las propuestas. 

Esta diversidad en escenarios simultáneos le dio al evento la sensación de ser un Festival de Música Ensenadense (como ha llegado a ocurrir en algunos otros eventos como el Ensenada Beer Fest), pues al igual que sucede con estos magno-eventos, la oportunidad de poder moverte de un escenario a otro y encontrar propuestas tan variadas en cada momento del evento fue una experiencia que, al menos para los melómanos, siempre es un gozo total. Podías pasar de bailar la Boda del Huitlacoche a mover la cabeza con un noise estruendoso que te eriza la piel.

Que por cierto, increíble el show de Lorell Meets The Obsolete, solo por ese show habría pagado hasta más de lo que costó el boleto de entrada al evento. La calidad del audio, las luces, la interpretación y el show en general estuvo magnífico, una bendición tener a semejante banda en el puerto de Ensenada, ¡aplauso a @bloodlust por hacerlos sonar tan increíble! 

Me gustaría añadir que el BunKer también fue un espacio alternativo muy bien armado, con los visuales interactivos a cargo de Sensitive Synesthesic, un line-up de techno que incluyó a maestrazos como Barthes, Velvet, Astroscuro e Hiram, y hasta un pick-up de antaño como escenografía al lado de los barriles gigantes de las bodegas.

La muestra internacional de video-danza proyectada por La Perlita en la pantalla gigante también estuvo de primera. Genial la iluminación del pasillo entre ese punto (La Perlita) y el Bunker, parte del atractivo de desplazarse de un lado a otro del evento. El Bazar al interior también daba cosas interesantes que ver, como la pintura en vivo que realizó un artista plástico de quien desconozco el nombre. La Banda que tocó en el centro de la Plaza puso un ambientazo, y sus músicos se aventaron unos solos tremendos, sobre todo los trompetistas y clarinetistas. Y así todas las áreas de la plaza rebosaban de arte, música: vida.

En conclusión, quisiera felicitar a los organizadores y curadores del evento, creo que la diversidad de la oferta artística y la consecuente sensación de que este evento fuese un “mini-festival” de música local, habla de la madurez de la escena artística de la ciudad, donde no solo hay creadores de gran talento (con visión artística y mucho trabajo detrás) haciendo arte de calidad, sino también la formación de un público que gusta de apreciar, conocer y experimentar dichas obras. 

Se dice que el arte es el alma de un pueblo. Ojalá que las autoridades presten atención a estas apuestas del sector cultural en el puerto, y que vean como este tipo de sinergías artísticas pueden posibilitar el desarrollo de una industria y economía cultural más fuerte, que refrende la vocación de Ensenada y su gente como un puerto mucho más valioso que un estacionamiento de contenedores de carga.

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