¡Noche de Tranzas! Crónica de una noche sin Ratigan
Redacción y fotos por Iván Gutiérrez
Cotorreo Xibalbero en la Noche de Tranzas. Esta noche la lista de reproducción la ponen los ensenadenses Smith Wills, Shamán Bombay y A Mexican Banda, de Mexicali nos acompaña Isr Sach y desde Tijuana viene Ratigan a echar desmadre.
I. LA PUTA DEL PROLETARIADO
Las almas condenadas a los estragos del cambio climático y la lenta pero segura escasez de los recursos (¡Gracias humanidad capitalista voraz!) se reúnen una vez más en uno de los hogares de la contracultura ensenadense para compartir lo que el paso de los días ha dejado en sus vidas.
Tras saludar a los camaradas de costumbre dos amigas me comparten sus más recientes creaciones artísticas: un par de pinturas en acuarela donde la psicodelia florece y cultiva formas y escenarios surreales. “Fue un dibujo colaborativo, lo fuimos haciendo entre las dos, estuvo bien chido”, me comenta Fátima, una de las creadores de la obra; no oculto mi sorpresa, pues las colaboraciones son raras en este tipo de arte, al menos en Ensenada.
Timna, la otra responsable de la pintura y también vocalista de Palomazo Cósmico, me recuerda que mañana (domingo 28 de enero) inicia una serie de conciertos para juntar fondos que les ayuden a sustentar una gira por la república mexicana junto con las chicas de Melbeat.
“¡Idiotas, ilusos!”, comienzan a proferir los Smith Wills mientras la vibra gótica post-punk se escabulle por los pisos y paredes de los cuerpos. “Si tú me odias, ¿por qué no puedes verme?”, pregunta el bajista de la banda mientras los compases oscuros del power trío expresan ecos y heridas permanentes, esos traumas que todos ocultamos en la vida cotidiana para no caer en crisis existenciales ni afectar la mecánica productividad.
Bajo y guitarra cantan con un solo micrófono, desconozco si por falta de más equipo en el bar o qué razones hay detrás de la escena, pero la imagen me pone a pensar en la sincronía necesaria para que una banda haga buena música.
“Animales enjaulados, ¡sin cuestionar!”, es la protesta de esta familia de músicos. Los gritos, inquietudes, frustraciones y mundos de una parte de la juventud porteña cobran vida aquí al ser enunciadas, manifestadas, expresadas; en este caso, la farsa que interpretamos cada uno a nuestro estilo y manera, al jugar con la variedad de máscaras que describiera en su momento Octavio Paz.
Mientras continúa el primer número de la noche le pregunto a tres compas músicos su opinión sobre la banda; todos concuerdan en que está chida.
Coincido con ellos, pero asoma una pregunta. Si no sólo la música, sino también el ambiente y el espacio están chidos, ¿por qué no suele llenarse este lugar? Creo que es una mala señal que del 75% de los tokines xibalberos, el 80% de los asistentes sean los músicos de otras bandas.
Carlos, guitarrista de Boreal Magma, me da una posible respuesta: “Yo no sabía del tokin”. “¿Y cómo te enteraste?”. “Porque fui primero a otro tokin”, comenta, refiriéndose al evento de despedida del Spirit Lounge, una “tardeada” seguramente parecida a la del 7 de enero; lástima que los más jóvenes se queden sin el espacio que apenas comenzaban a apropiarse.
Sigue la “paranoia” de Smith Wills y quedo sorprendido al prestarle atención a la destreza de Meredith, baterista del grupo que maneja múltiples cambios y ritmos que le dan buena potencia a las rolas (a veces el vocabulario y el conocimiento no da para hacerle justicia a la descripción de la música).
Vuelvo a la reflexión anterior: ¿es que hacen falta más espacios de difusión? Quizás como generación no hemos sido capaces de ver el potencial de tejer redes virtuales, de crear verdaderas condiciones para que la información fluya como lo hacen los memes.
La última canción de la banda es “La Puta del Proletariado”, manifiesto de inconformidad contra un sistema diseñado para enajenar las almas de las clases trabajadoras. Al terminar me entero que hoy no tocará Shamán Bombay porque “les salió un jale”.
II. ¡SATANÁS MALDIGA A LOS ROCKEROS POR REVIVIR A LOS MUERTOS!
Mientras espero a que inicie la siguiente banda recuerdo el último tokin del Spirit Lounge. Aquella vez tocó una bandita de morros de nombre “Toxic Vibes”, nueva generación de músicos que escucha y toca Nirvana, Pearl Jam y demás grupos noventeros. Guste o no el género, el talento del vocalista es innegable: escucharlo es volver a sentir el grito del grunge.
Converso con el Chava, administrador del Xibalba, sobre ideas del porvenir y le pido ayuda para la entrevista con Ratigan: “pregúntale por la Familia Alterada”, me sugiere. Comienza a tocar A Mexican Band, proyecto tributo de integrantes de Envergadura a Gran Funk RailRoad, banda ícono del rock setentero. El ambiente cambia radicalmente y la vibra depresiva-caótica del grupo pasado muta en escena rockera.
El Wong rasga la guitarra con estilo, sabe sacarle el sonido preciso del blues-funk-rock a la vez que sus gritos se disparan con el sentimiento grandfunkero. Si a ello le agregamos el talento de la batería del Chilango (o Josué), desempolvada para bien después de varios ayeres, se tiene la ecuación perfecta para hacer reventar las venas. El bajista por igual es muy bueno, se ve que sabe mover los dedos para que las melodías caigan en su lugar.
Desconozco el nombre de las canciones, y en lo personal no he escuchado tanto Gran Funk, pero me atrevo a afirmar que lo que escucho es un buen tributo. Otros compas opinarán lo mismo más tarde en la azotea, y el Wong me comentará más adelante que algunas de las rolas del tributo son Sin’s a good man’s brother, Inside looking out, I´m your capitan, I can feel him in the morning, All you got is money y Got this thing on the mood.
Alejandro Wong y Josué Domínguez, también integrantes de Envergadura
«Es como si estuvieran tocando rolas hechas para su banda», me comentará el Benja, guitarrista de Shamán Bombay, para luego conversar más sobre la banda tributada, «La rola de “We´re an american band” es el ejemplo de los tiempos de drogas, sexo y rockroll, habla de que llegan a los pueblitos a tirar desmadre en los hoteles y destrozar toda a la verga. Por eso luego nadie los quería recibir, porque sabían que iban a hacer un cagadero en donde se quedaran».
[A Mexican Band en el tokin del euro del domingo 28 de Enero]
Entre las recomendaciones que me llevaré esta noche está la de escuchar “Phoenix”, disco del que «deberían tocar aunque sea una rola» (falta tecladista, excusará Josué), y buscar el concierto con el solo de Don Brewer golpeando la tarola con cabeza afro (en esa búsqueda virtual me encontraré también una entrevista muy interesante que incluye la opinión de los músicos sobre el tabú de las drogas en Estados Unidos [minuto 41]).
Pienso en el origen de este tributo. A uno de estos cabrones, en determinado punto de sus vidas, les llegó un disco, un cassette, una estación de radio, un video o un tokín como éste que les permitió sentir la fuerza del rock-funk de otros tiempos; quizás el ciclo haya iniciado de nuevo con la presentaciones de la banda con las nuevas generaciones reunidas en el Spirit Lounge.
Al final interpretar una rola es darle vida a los músicos que la compusieron, al igual que leer un libro es dotar de presencia y existencia al pensamiento de un escritor. ¡Satanás maldiga a los rockeros por revivir a los muertos! En el caso de Grand Funk, el Benja lo dirá con claridad: “todos eran músicos vergas”.
Termina el tributo vergas y sigue el turno de Isr Sach (o Israel Sánchez), quien trae un proyecto inclinado a la música electrónica Synthpop, Industrial, Dub, Dancehall y Trip-Hop. Curioso es que a la vez que comparte su música, en la azota del Xibalba cobra vida un debate clásico, para algunos áspero, para otros viejo y ridículo: ¿son o no músicos los djs? Los comentarios expresados me los guardo. ¿Usted qué opina?
Al terminar de tocar comparto un cigarro con el Isra, compa de un viaje por Chile de hace años, quien inició su carrera profesional como solista dentro de la música comercial en el 2011. Tras lanzar su primer EP “New age” a través de Soundcloud, en 2016 sacó su primer disco “Dis is ElectroStuff!” en plataformas. Hoy trabaja en su segundo LP, del que esta noche pudimos escuchar algunas rolas.
Siguiendo con una de las incógnitas que más me inquietan le pregunto a Israel por la escena en Mexicali: “Tampoco se mueve como debería, no está muerta pero tampoco muy viva. El pedo es que la gente no se lo toma en serio, no lo ve como un negocio, y no porque el dinero sea lo más importante, pero al final hacer música es una inversión, inversión de tiempo, esfuerzo y también dinero”.
El músico remata con comentarios muy certeros de su propia experiencia: “Creo que no basta con hacer buena música, tienen que encontrar la manera de darse difusión. No basta con invitar a tus compas al tokin, porque tus compas no te van a dar de comer”.
La noche sigue, y entre cigarro y caguama los compas hablan de un posible tributo a Frank Zappa (leyendo del rock y productor en su momento de Grand Funk), de la impresión de camisetas con un nuevo diseño, de los próximos tokines y también de los viejos proyectos, de los ensayos en estados alterados de conciencia, de los efectos de las drogas, del after…
Se acumulan los minutos y lo que al principio parecía como una ligera falla técnica de la consola se convierte en el final del evento: esta noche no toca Ratigan. Por más músicos que se asoman al pequeño aparato necesario para tirar desmadre, es imposible resolver el asunto. Una verdadera lástima, pues más de uno queríamos ver el show en vivo del músico junto con los visuales que tenía planeado proyectar sobre la lona arriba del escenario.
Entre miradas decepcionadas y “ni pedo la vida sigue” me acerco a quien reconozco como “Ratigan” y le pido una entrevista. Me dice que arre y lo acompaño a su carro para dejar los instrumentos. En el camino hablamos de la mala suerte que impidió que tocará hoy, pero me anima ver que a pesar de ello el músico mantiene el entusiasmo arriba: “Qué mal pedo, pero ni pedo”.