Arte para tocar: Contracorriente y Barco reinventan la experiencia museográfica

Redacción por Mariana Camacho
Fotos por Andrés García

¿Una exposición artística que puedes tocar? Suena como un sueño, pero Contracorriente y Barco lo hicieron realidad. Con su exposición táctil “Favor de tocar”, crearon una experiencia única que busca cuestionar la relación tradicional entre el espectador y la obra de arte.

Usualmente, cuando vas a un museo o una colección privada no puedes tocar las piezas, ya sea por su valor, por el derecho de posesión o por las limitaciones del espacio. Convocamos de manera explícita a artistas que prestaron su obra con el permiso de permitir al público vivir una experiencia que fuera más allá de lo común, creando un espacio de reflexión sobre la distancia que mantenemos con el arte y cómo, al romperla, podemos crear una conexión más profunda”, explica Elsa Alexandra Magaña Lucero, directora de Contracorriente.

La exposición se llevó a cabo en el sexto aniversario de La Oficina, espacio que en sus primeros años funcionó como galería y que, con el tiempo, evolucionó hacia un centro de talleres artísticos. Por su parte, Barco —conformado por Andrea Lomelí, Cristina García, Matilda Ulloa y Daniela Gutiérrez— nació como un proyecto escolar: un sitio web con la intención de crear puentes entre artistas y público, acercando el arte local a la comunidad bajo el lema “Volver accesible el mundo del arte creando una comunidad en Ensenada”.

En 2025 comenzó su colaboración con Contracorriente para atender la necesidad de abrir un espacio expositivo con dinámicas museográficas, iniciando así la historia conjunta de ambos proyectos.

Entre las obras que integran la muestra se encuentra “Romperse en caso de ser necesario”, de Dalí García, una pieza de cerámica de alta temperatura que guarda fragmentos escritos en su interior. La obra propone un gesto de liberación contenida y explora la vulnerabilidad y la destrucción como caminos hacia la comprensión y la reconstrucción emocional. Al romper la cerámica, el espectador accede a los textos escondidos dentro de ella, reflexionando sobre la belleza de lo imperfecto, la narrativa del dolor pasado y su transformación a través del lenguaje material.

La exposición también reúne bitácoras de arte y poemas digitales cargados de momentos personales, esculturas sonoras que invitan a jugar con el sonido, una instalación que refracta, un cojín lleno de objetos, una pieza que aborda la crisis de feminicidios, y un camino diseñado para coleccionar los restos simbólicos de quienes lo recorren.

El proyecto fue un éxito rotundo: en una de las visitas guiadas, cerca de 50 personas interactuaron simultáneamente con las obras, generando una experiencia comunitaria en la que el tacto se convirtió en lenguaje. Para Elsa, esto abrió una reflexión necesaria sobre los modos de hacer museografía.

Contracorriente busca acercar el arte a la comunidad de forma original, alejándose del elitismo y fomentando un arte socialmente consciente. Su objetivo a largo plazo es seguir produciendo exposiciones que desmitifiquen las dinámicas arcaicas del mundo del arte, generando conocimiento desde la práctica. Actualmente, el espacio ofrece clases de pintura y cerámica, visitas guiadas, una tienda de arte accesible y una ventanilla de bebidas inspiradas en las mascotas de los artistas.

Hoy, Contracorriente se ha convertido en un refugio para artistas jóvenes: un lugar al que pueden acercarse quienes están iniciando su carrera en Ensenada. El equipo mantiene las puertas abiertas para generar vínculos, colaborar y compartir con cada visitante.

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