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  • Antimateria y la renovada crudeza sonora de su álbum Profanity

    Antimateria y la renovada crudeza sonora de su álbum Profanity

    Redacción Polo Bautista. Fotos cortesía de Alberto González y Antimateria

    Nuestra intención fue dar un paso hacia adelante. Hacer que el sonido fuera más sólido y definido, y decir que esto somos nosotros.

    Durante el transcurso del año pasado, la banda poblana Antimateria atravesó por importantes adhesiones en su alineación que desembocaron en la renovación y el fortalecimiento de su impronta musical, la cual entrevera géneros estrepitosos propios de los años ochenta y noventa (grunge, metal y hard core) con paisajes dancísticos e hipnóticos de influencia caribeña (drum and bass, dub y reggae). La consecuencia de aquella reestructuración interna es el lanzamiento de su tercera y hasta ahora más lograda producción discográfica titulada Profanity (2024, Hyper Records, disponible en plataformas y en formato CD).

    A lo largo de sus trece años de existencia, el proyecto originalmente instrumental que fundaron el bajista Isaac Rivera (también baterista en la agrupación Los Guanábana) y el guitarrista Juan Pablo Flores, sorteó infinidad de inconvenientes y dilaciones; sin embargo, tales circunstancias parecen haberse revertido con la integración de Salvador Gómez (percusión y sintetizador), Beto Drummer Duck (batería) y particularmente Gabriel Oveja Project (producción y voz), quien con la implementación de sus líricas controversiales, atronadoras y rabiosas ha transformado sustancialmente la faz del grupo.

    “Llevábamos tiempo conceptualizando la idea de introducir una voz y evolucionar nuestro discurso y sonido” dice Rivera, quien agrega: “Ahí fue que se incorporó acertadamente Gabriel. Por otra parte, Beto y yo nos conocemos desde hace más de veinte años y siempre me gustó mucho su estilo poderoso de hard core y rock. Por último, Salvador ya había participado en los discos anteriores (Megaterium y Prehumano), pero hasta ahora se encuentra oficialmente con nosotros y se encarga de sondear lo orgánico y lo electrónico”.

    Si bien, Profanity rescata composiciones surgidas en anteriores producciones como es el caso de “Jihad”, “H24 (unborn)” y “Crash (insectoid)”, estas no se ajustan solamente a reversiones fáciles y artificiales, ya que además de alcanzar sus respectivos cúlmenes sonoros sustentados en motivos de medio oriente y vehementes riffs de guitarra, igualmente se acompañan de letras que abordan la guerra, el aborto y el terrorismo.

    No obstante, la pieza inaugural del álbum, “Krakatoa”, es la que consigue perfilar gran parte del objetivo actual de sus autores, al intercalar en proporciones equilibradas sus destrezas y mensajes. Al respecto, Flores dice: “Esa canción resume de alguna forma el álbum, porque contiene la fuerza y el groove que quisimos imprimirle. Además, la letra aborda temas como la violencia, las drogas, el consumismo o la política. La realidad de hoy en día”.

    En contraste, se hallan aquellas piezas que principian de manera sosegada y escalan progresivamente en intensidad. Tal es el caso de “Mistake Hill”, “Cum & Bloom” o “Goodbye after death”, que mediante lentos arpegios, riffs contenidos o efectos de sintetizador evocan la pesada sapidez, intranquilidad y melancolía de numerosas bandas norteamericanas de la década noventera. Finalmente, para “Reincarnation in Mozambique”, los matices tribales y de ascendencia africana se encuentran con mayor claridad y firmeza, aunque estos realmente están diseminados variablemente a lo largo de la obra.

    “Para este año tenemos muchos pendientes, entre ellos la presentación formal de Profanity y el lanzamiento del videoclip correspondiente al tema ‘White trash dog’, por lo que estaremos muy activos y de promoción”, concluye Flores.

  • Johnny Saico y La Malilla Vol. 1, canciones reales pa´ los reales

    Johnny Saico y La Malilla Vol. 1, canciones reales pa´ los reales

    Entrevista por Iván Gutiérrez
    Fotos por Verebruja

    En los tiempos contemporáneos, donde el exceso de entretenimiento (música, películas, series) es abrumador, siempre es reconfortante encontrar y escuchar proyectos artísticos que, a la par de su naturaleza independiente, siguen manteniendo un espíritu “real” y una propuesta auténtica que no obedece a intereses mercantiles o de “industria”. Tal es el caso del compositor Jonathan Aguilar, mejor conocido en el mundo “under” de Tijuana como Johnny Saico, cantautor de líricas críticas que aborda en sus canciones los problemas internos y externos que le presenta el día a día en esta controvertida frontera. 

    “No busco abordar ciertos temas directamente, sino reflejar lo que me rodea”, nos comparte el músico al conversar con él vía Zoom, en una entrevista realizada para conocer más a fondo el origen de su proyecto musical y profundizar en los detalles de su nueva producción, “Johnny Saico y La Malilla Vol. 1”, un total de 4 canciones que tocan desde temas románticos hasta problemáticas sociales como los desaparecidos en México. A continuación el diálogo que desarrollamos con el autor.  

    Iván: Tengo entendido que eres de Culiacán, ¿cuándo y por qué llegas a Baja California? 

    Johnny Saico: En realidad soy nacido en San Diego California, pero criado en Culiacán Sinaloa. Hace unos años venía a una corta misión a San Diego, ésta falló y me tuve que mudar a Tijuana, llegando a establecerme en el 2020 sin la intención de fundar un proyecto ni nada, pero estando en el encierro de la pandemia, en una ciudad que no conocía, sin amigos, sin parientes, ahí poco a poco me brotó la necesidad de crear música. El proyecto empezó a sonar en vivo en el 2023 y de ahí pal real. 

    I: Platícanos sobre las canciones que integran este EP, ¿son de un periodo en específico?

    JS: Fueron escritas en el 2020, 2023 y 2024, en un principio quise meter las primeras canciones compuestas pero después dije que no era necesario, lo acomodé como mejor me gustó. Sale con 4 canciones principalmente por motivos económicos, tengo muchísima música para exponer, regalar, vender, compartir, pero no quiero cometer el error que había cometido en el pasado, que fui a grabar a lugares y me daban un resultado con la música que no me encantaba la producción. 

    Además del EP tengo otras 3 canciones grabadas medio producidas, siguen en plataformas porque a pesar de que a mí no me gustan del todo, ya que a la gente les gustó y están ahí para su deleite. 

    I: ¿Dónde se realizó la producción de este álbum y quiénes participaron? 

    JS: Este álbum se grabó en un estudio independiente que manejan los integrantes de la banda Entre Desiertos (Tijuana), el encargado fue Mauricio Ruiz (bajista de Entre Desiertos), él se encargó del tracking y el mixing, además del bajo en una de las producciones. En grabación estuvo su servidor en voz y requinto, Edgar del Rosario (alias el Tribi) grabó la guitarra eléctrica y en el bajo nos acompañó Mario Villegas —él no tocaba el bajo, pero decidió darse un aventón y lo hizo muy bien, grabó 3 de los 4 temas del bajo. Además también se involucró un muchacho muy talentoso en percusiones, Gad Robles, él toca la batería y nos apoyó con todo los ritmos. Empezamos a grabar en septiembre del 2024 y terminamos en enero del 2025. 

    I: Me parece que el sonido de este EP es increíble porque trae como una fusión de diferentes géneros… he escuchado en tus presentaciones en vivo que lo tuyo es “regional mexicano”, ¿podemos ahondar sobre eso?

    JS: Lo que toco siempre me causa conflicto delimitarlo, porque se me hace más fácil decir que es una suma de todos mis gustos musicales, es una suma de todo el jazz, el funk, el afrolatino, el regional, el rock, etc., todo está ahí aglomerado. En los arreglos y secciones de las canciones hay de repente Fleetwood Mack o de repente Ska-P, pero le digo regional mexicano porque una vez me dijeron que los instrumentos hacen el género, entonces como abarcan muchos géneros que se tocan en México usando instrumentos de música mexicana (como la Docerola), pues regional mexicano. 

    I: ¿Tienes algún tema que sea tu preferido de este EP? 

    JS: Creo que sí, es difícil, pero si me apuntan con una pistola y tengo que elegir, diría que Selectivo, porque es un tema que ya lancé en el pasado, pero la producción no cumplió mis expectativas, no le hacía justicia, y esta segunda versión, ya con los músicos en su lugar y una producción más firme, me hace sentir satisfecho y me da mucho gusto ponerla donde se merece. 

    I: El tema de “En Dónde Están” hace referencia a los desaparecidos, ¿cierto?

    JS: Es una canción que me urge internamente que no tenga sentido, quisiera que la gente al escucharla no supiera de qué se trata, pero actualmente, con la problemática de desaparecidos en el país, es algo muy vigente, si bien la escribí en el 2020. La compuse una mañana que estaba navegando en redes sociales y vi alguien que compartió una fotografía de una madre buscadora que decía “Feliz cumpleaños mi niño, donde quiera que estés”, y con ese dolor me fui a trabajar, y a lo largo del día las palabras y la tonada empezaron a llegar. 

    Es una canción que no dice ninguna verdad específica, pero dice la mera verdad al mismo tiempo. Trato de ser muy sincero con mi música, en este caso hablo de una tal Leila y Victor, éstas no son personas reales que conozca o estén desaparecidas, pero ejemplifican uno de los miles de casos existentes en nuestro país. 

    I: ¿Cómo te ha ido en Tijuana, alguna opinión sobre la escena musical de la frontera que quieras compartir? Qué está chilo, qué le falta, etc… 

    JS: En Tijuana siento que me ha ido bien, es una ciudad a la que se viene a chambear, la gente no viene a tirar weba. En cuanto a la escena, siento que es lo mismo en todo el país, todo el mundo tiene el síndrome de “no me merecen”, la gente solo apoya a los amigos cercanos… he tocado en Ciudad de México en un foro grande pero vacío, pero también en Zihuatanejo en un lugar a reventar. La ciudad no importa, si tienes la oportunidad de exponer tu música, tómala, sea una o mil personas y da lo mejor de ti, esa es mi filosofía. 

    I: ¿Qué presentaciones tienes en camino? 

    JS: La más próxima es este domingo 13 de abril en Ediciones Caradura, compartiendo escenario con varios talentos que son grandes amigos y conocidos, será una tardeada, empieza a las 3:30pm en la zona centro de Tijuana, ahí estaremos junto con Ay Gregorio! (Ensenada), El Juan de Tijuana, La Realidad Alterada (Tijuana) y Héctor el de Arriba (Mexicali). 

    I: ¿Algún comentario final para nuestros lectores?

    JS: Sean fieles a sus sentimientos y a su arte, no se dejen menospreciar por nadie, si ustedes aman lo que hacen, sigan adelante y el camino se forjará. 

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  • El fragante aroma britpop de Jardín Verneú

    El fragante aroma britpop de Jardín Verneú

    Redacción Polo Bautista. Fotos cortesía de Jardín Verneú y Polo Bautista

    Los compositores, productores y multi instrumentistas oaxaqueños Robért y Danny Van, son unos apasionados de la música desde su tierna infancia. Con The Beatles, la poesía beat y el jazz como sus máximas referencias, los hermanos emprendieron el arduo sendero de la autogestión y la independencia para cristalizar sus respectivas propuestas personales en diferentes sencillos y LP’s. No obstante, actualmente sus esfuerzos confluyen en Jardín Verneú, un flamante proyecto que revive el aroma y la frescura del britpop con el halito clásico del rock. Su EP debut está próximo a lanzarse y en esta extensa entrevista algo se habló de eso, aunque también hubo ocasión de profundizar en otros asuntos como sus primeros pasos, sus trabajos personales, el estudio que manejan, las vicisitudes que enfrentan diariamente y la fragancia de su sonido.

    ¿Cómo fueron sus inicios en la música?

    Robért Van: Ese tema es justamente todo un rollo, porque no tenemos familiares directos que sean músicos o se dediquen a cualquier otro arte. Sin embargo, nuestro compromiso es con la música.  Nos gusta decir que fue algo con lo que conectamos, algo propio, una búsqueda y principalmente un gusto personal, el cual desarrollamos sobre el camino sin mucha influencia de otras personas. Claro que a nuestros padres les gusta la música, pero generalmente en casa escuchábamos tríos, rondallas, música romántica; aunque el rock lo descubrimos por nosotros mismos. Realmente empezamos oyendo a The Beatles. Cuando tenía cinco años encontré la película Help! (1965), y cambió todo. De pronto quise ser como John Lennon sobre el escenario. El cuarteto de Liverpool nos condujo más tarde a The Rolling Stones y de ahí tiramos del hilo con el cual conocimos a todas esas bandas de los años setenta, ochenta, noventa, etcétera.  Por otra parte, nuestros comienzos también fueron un poco raros, porque arrancamos muy chicos en los coros de la iglesia, después participamos en tunas españolas a los siete u ocho años, hasta que a los trece formamos nuestras primeras bandas de rock, que en ese entonces la mayoría eran afines al happy punk. Eso era lo que nos gustaba: beats ágiles, guitarras con overdrive y demás. Años más tarde principiamos un grupo llamado Yesterday, el cual le rinde tributo a The Beatles y justo acaba de cumplir dieciséis años este 2025. En la ciudad de Oaxaca fue el primer grupo tributo beatle y continúa hasta hoy como el único. Hemos tocado en Ciudad de México (CDMX), para distintos festivales y nos ha ido bien con ese proyecto.

    Danny Van: Como empezamos muy chicos nuestros papás pensaron que pronto se nos pasaría la inquietud, pero fuimos creciendo y seguíamos en lo mismo, incluso más adentrados. Queríamos hacer nuestra propia música, así que buscamos la forma de grabar ideas y materializarlas, escribir letras y también enfocarnos en todo lo visual. No tuvimos una guía o alguien que nos orientara para que fuéramos a un estudio o siguiéramos los pasos indicados. Por lo que fue una búsqueda y progresivamente descubrimos lo que se tenía que hacer. Nuestros papás vieron que la cosa iba en serio y nosotros les decíamos que queríamos estudiar música, aprender, hacerlo bien. Desde la ejecución, la creación y la esencia. Leímos mucho acerca de las bandas que nos influyeron y todo eso queríamos para nuestros proyectos. Creo que lo hemos ido logrando poco a poco. Yo soy más chico que Robért y tenía siete u ocho años cuando formamos la primera banda. En ese entonces era el baterista. Mi hermano fue quien me incitó a escribir mis propias canciones. Componer, crear y experimentar en el estudio es lo que más disfruto. Además, desde chicos ambos coincidimos mucho y pasa que la gente a veces piensa que somos gemelos. Entonces en el estudio es muy fácil la comunicación que tenemos. Lo que pensó Robért, seguramente yo también ya lo pensé. Considero que desde que iniciamos Jardín Verneú como un grupo de rock, hemos sentado bien las bases y sobre eso intentamos brindarle a la gente sensaciones, colores, experiencias y una identidad muy auténtica.

    Robért tengo entendido que cursaste tus estudios musicales en Xalapa, mientras que tu hermano Danny permaneció en Oaxaca y se adentró en la producción musical. ¿Cómo fue que decidiste dejar tu hogar? ¿Y de qué manera construyeron sus proyectos estando alejados?

    RV: Nuestros papás han tenido que aguantar algunas cosas y otras los han puesto de cabeza, pero hemos ido descubriendo juntos este camino. A mí me tocó abandonar el bachillerato y como te imaginas, a mis padres eso no les cayó en gracia, pero lo hice para estudiar lo que quería. Dejé mi casa con rumbo a Xalapa e ingresé al Centro de Estudios de Jazz (Jazzuv).  Permanecí allá unos años, pero para eso tuve prácticamente que escaparme. Cuando se dieron cuenta yo ya estaba en Xalapa y les avisé desde un teléfono público. Un año antes mi mamá me acompañó a la CDMX, porque yo estaba buscando escuelas. A comparación de Oaxaca, que era y continúa siendo una escena algo chica, allá conocí muchas bandas y músicos. Entonces ir a la capital fue como una cachetada de realidad y posteriormente en Xalapa, gracias al Festival Internacional Jazzuv que convocaba a músicos de la escena neoyorquina y de otros países, fue que descubrí infinidad de géneros e influencias como la música latina, africana, por supuesto el swing o el cool jazz. Este último nos inspiró para trasladarlo al rock, en eso que llamamos “cool rock”. Admiramos el jazz de los años cincuenta, a Miles Davis e igualmente la literatura beat.

    DV: Mientras Robért estaba en Xalapa, yo aún estudiaba la secundaria. Quise salir también, conocer nuevos lugares y descubrir otras músicas, pero era muy difícil para mí y tuve que quedarme en Oaxaca. No obstante, me enfoqué en la producción musical y empecé a grabarme. Probé lo que podía hacer con la computadora y los sonidos nuevos o raros que le extraía. Así compuse mi primer álbum solista y cada que Robért venía de Xalapa por vacaciones o lo que fuera, le enseñaba mi trabajo. A su vez, yo notaba sus progresos como músico y eso me alentaba a mejorar mis habilidades y conocimientos. Cuando Robért regresó definitivamente a Oaxaca, hablamos más en forma de lo que sería Jardín Verneú. Para entonces ya teníamos las condiciones establecidas: experiencia en el estudio, idea clara de cómo hacer sonar eso que teníamos en la cabeza, el mensaje que queríamos transmitir, los colores, los visuales, etcétera. Salíamos a caminar por la calle o los parques y conversábamos. Llegado el momento grabamos y armamos el espectáculo. Hasta la fecha todo ha ido bien, porque creo que la gente conecta y se adhiere a la propuesta de Jardín Verneú. Creemos que nuestra música es real y denota quienes somos. Cada presentación es especial y así hemos conocido a muchas personas.

    Robért, Paisaje y geometría (2020) es tu disco debut el cual se decanta por un estilo más acústico, con letras intimistas y matices de bossa nova. ¿En qué te inspiraste para hacerlo?

    RV: Antes de ese disco compuse muchos temas, pero ese periodo fue más bien una búsqueda identitaria y un proceso. Ir a Xalapa me mostró que había gente con cosas qué decir u ofrecer y que me nutrieron para crear mi música. En el jazz solía manejar compases compuestos, armonías y demás, pero inevitablemente llegué a un punto de saturación. Entre eso y otros asuntos de mi vida personal como el dejar mi casa, la ciudad donde crecí, terminar con relaciones que no me habían hecho bien, más mi búsqueda por saber quién era, me originaron una depresión bastante fuerte y ese disco es prácticamente una crónica de mi sanación. Hubo un tiempo durante mi estancia en la Jazzuv, que mis asuntos escolares marchaban bien, tocaba estándares de jazz y música académica, pero caí en cuenta de que el camino original que me había llevado a la música era tocar, grabar y presentar mi propia música, la cual se estaba desviando con otras cosas. El punto de quiebre vino y decidí regresar a Oaxaca, supuestamente solo por dos meses para después irme a CDMX e integrarme a algún grupo y conocer más, pero terminé por quedarme nuevamente en mi ciudad natal. Durante ese lapso compuse las canciones de Paisaje y geometría y las grabé con Danny. En lugar de meterle compases compuestos o armonías complejas, opté por algo más simple y que estuviera conectado al origen. Entonces decidí hacerlo acústico. Experimenté con grabaciones de sonidos corporales, agua de los ríos, hojas, etcétera. Me metí en un viaje medio hippie, empecé a sanar mi depresión y cuando lo terminé era completamente otra persona. Había cambiado y aprendido.

    Los últimos sencillos que publicaste son “Abril” (2022), “Zenit” (2023) y “Canción de invierno” (2025). ¿Tienes planeado lanzar un nuevo disco o algún otro sencillo este año?

    RV: Tengo compuestos varios discos que me gustaría lanzar, pero sufrimos mucho por los tiempos. Ahora estamos enfocados exclusivamente a la producción de Jardín Verneú, entonces dejamos de lado momentáneamente mi proyecto. De hecho, Danny también tiene preparado su disco para lanzarlo en cuanto sea posible. Como tenemos que trabajar en la mezcla y las producciones de todo nos cuesta trabajo administrarnos. Quisiéramos dividir el trabajo entre diez personas diferentes y poder centrarnos apropiadamente en cada proyecto. Mis discos ya están compuestos, pero obviamente falta grabarlos, producirlos, instrumentarlos y demás. A lo mejor este año lanzo algunas canciones sueltas.

    Danny, por tu parte debutaste con los sencillos “Portal simulapsis” (2020), “Retro romance” (2021) y el LP con matices electrónicos “Encuentros inusuales” (2021). ¿Qué me puedes decir de estos trabajos?

    DV: Mi proyecto es totalmente distinto al de Robért. Justo lo que dices, está más tendido hacia lo electrónico, el pop, el rock y el indie.  Yo lo catalogo como música retro futurista. Desde un principio quise darle esa esencia al álbum y a mi proyecto. Tomé referencias de música ochentera que me gusta, pero al mismo tiempo quise darle un toque del porvenir, con sintetizadores y guitarras que remitieran al sonido de esa época, pero trayéndolo a la actualidad. En ese tiempo escuchaba proyectos que tenían álbumes conceptuales: The Beatles con Sgt. Peper’s Lonely Hearts Club Band (1967), Pink Floyd con The Dark Side of the Moon (1973)o The Wall (1979). Entonces, desde niño siempre quise hacer un álbum conceptual. Así concebí mi disco que trata sobre los viajes en el tiempo. Al lanzarlo investigamos si en Oaxaca existía algún trabajo previo de este tipo y nos llevamos la sorpresa de que el mío era el primero. Si bien, las canciones no están estrictamente entrelazadas musicalmente hablando, sí guardan una idéntica esencia y van sobre lo mismo. Por otra parte, en los shows en vivo implemento aspectos teatrales en tres dimensiones que resultan muy atractivos para el público. Hicimos unos vinilos de Encuentros inusuales, con código descargable, portada y todo el arte en colores y efectos RGB-3D, para que pueda apreciarse en plenitud con ayuda de unos lentes 3D, como los que uso al tocar esas canciones. Posteriormente saqué “Nicteria” (2023), que funciona como el puente de mi siguiente álbum Hologramatic, del cual solo he lanzado la primera canción con el mismo nombre. Tengo boceteado todo el álbum, pero como comentó mi hermano, estamos actualmente avocados en Jardín Verneú. Ambos discos LP’s forman parte de una trilogía musical que estoy preparando, pero que debo darme espacio y tiempo para terminarla y publicarla.

    Supongo que este año tienes pensado lanzar algunos sencillos más.

    DV: Esa es la idea. Después de sacar el EP de Jardín Verneú, lanzaré temas de mi proyecto personal. Asimismo, voy a programar algunas fechas, tal como hice en 2023, cuando llevamos mi espectáculo a CDMX, Monterrey, Estado de México (Edomex) y por supuesto aquí en Oaxaca. Observamos una muy buena respuesta hacia ese tipo de música. Ocurre que la gente que se adhiere a alguno de nuestros proyectos generalmente termina escuchando el resto de nuestros discos. Hay mucha música y aunque todo es distinto, nos complace ver cómo las personas se vinculan con cada parte.

    ¿Cómo y cuándo nació Jardín Verneú? ¿A qué se refiere su lema: “El nuevo aroma del rock”?

    RV: No tenemos una fecha precisa, pero creo que la idea comenzó aproximadamente desde el dos mil quince o dieciséis, cuando todavía estaba en Xalapa. Desde entonces pensábamos en algo con las características que ahora ostenta Jardín Verneú, pero sentíamos que todavía necesitábamos crecer en muchos sentidos para transmitir o plasmar lo que realmente deseábamos. Nos fuimos preparando, trabajamos, generamos conceptos y poco a poco se nutrió el proyecto. Revisamos demos y canciones que ya teníamos. Después empezamos a montarlo y la primera vez que tocamos fue en el 2023, al lado de una banda que vino de CDMX. A partir de ahí, empezamos a presentarnos en vivo y salieron oportunidades de tocar fuera de Oaxaca. Con respecto al lema de la banda, resulta que colaboramos con gente que se dedica a lo visual, el diseño gráfico, el cine y todas las artes en general. Pero algo importante que queríamos infundirle a Jardín Verneú era una esencia aromática u olfativa. De esa forma llegamos a la conclusión de que queríamos hacer un grupo de rock que fuera similar a una fragancia.

    DV: Que oliera a éxtasis de rock.

    RV: Me gusta plantearlo como la experiencia de atravesar el pasillo departamental de una perfumería y enseguida percibir ese aroma fresco, el cual incita a la libertad, el momento, el querer comerse al mundo, el sentirse bien con uno mismo y darle sentido a la vida. Que pese a lo que dicten las tendencias uno pueda hallar su propio ritmo y ruido.

    ¿El nombre de la banda encierra alguna connotación especial?

    RV: El nombre nació sin un significado y se lo añadimos posteriormente. Verdaderamente queríamos un título que fuera auténtico y propio. Sin embargo, la palabra “jardín”, más que su acepción concreta, lo que visualmente nos gustó fue su grafía, la cual encierra el aura de una banda de rock y de los rockstars.

    DV: Es lo que la palabra te provoca. Despierta mucho la imaginación y las percepciones.

    RV: Ya teníamos “jardín”, pero quisimos complementarla con algo más. Como siempre nos ha gustado la poesía existencialista, la literatura beat y los poetas malditos, optamos por otra palabra que de solo verla u oírla le añadiera un cariz francés o inglés. “Verneú” salió de un juego de palabras. En ese sentido, también la estética que manejamos en el grupo proviene o se inspira en esta onda beatnik.

    ¿Quiénes más los acompañan en este proyecto?

    RV: Danny y yo siempre nos hemos sentido bien trabajando como dupla, pero queríamos que esto fuera una banda de rock, ya que consideramos que se ha perdido gran parte de esa esencia. Por eso está con nosotros nuestro amigo David Tormenta en el bajo y Alfonso Lobera en la batería. Este último es originario de la CDMX y anteriormente tocaba con Los Dee-pers. Alfonso fue un hallazgo, porque nosotros lo conocimos con su banda en la primera presentación de Jardín Verneú y posteriormente coincidimos en otro compromiso dentro del Edomex. En ese entonces realmente no teníamos músicos, por lo que platicamos con él y primero entró como tecladista, para luego pasarse a la batería. David, Danny y yo vivimos en Oaxaca, pero a Alfonso lo vemos cuando tenemos compromisos fuera, como al que acudimos recientemente a Guadalajara.

    ¿Qué dinámica de composición utilizan?

    RV: Solemos vernos como una sola persona, porque nos complementamos. Anteriormente mencioné que nos fascina The Beatles y nos gusta pensar que somos una especie de Lennon-Mccartney. Es decir, somos un dueto donde a veces no se sabe quién compuso más que el otro, pero que a fin de cuentas tenemos el mismo producto. En mi disco acústico, Danny grabó varias guitarras y percusiones. Igualmente, yo en su disco grabé guitarras, bajos y aporté ideas. Por lo general, cada quien lleva toda la pieza hecha, pero los riffs, la batería y el resto lo vemos en el proceso. Sucede también que a veces yo tengo una melodía y Danny le pone la letra.

    DV: Si Robért tiene una idea empezamos a trabajar sobre ella. Lo mismo en mi caso, si yo tengo una canción que considero podría funcionar para Jardín Verneú la abordamos. A veces uno aporta más que el otro, pero sin duda ambos cooperamos para el mismo resultado. Entonces no vemos este asunto como si alguno fuera el compositor principal. Eso sí, Robert canta las canciones que propone y yo las mías, pero siempre intentamos elaborarlas entre los dos. Ahora nos dividimos el trabajo a causa del poco tiempo, ya que no nos abastecemos para hacer todo lo que quisiéramos. Yo me encargo de la mezcla, el audio y las grabaciones. En tanto Robért se ocupa más de los aspectos visuales, las portadas de los sencillos y los videos.

    Veo el gran esfuerzo y la completa dedicación que le imprimen a sus proyectos. Lanzar y promover todo lo que implica Jardín Verneú desde la independencia o la autogestión es muy complicado. ¿Además de la falta de tiempo qué otros obstáculos tienen que sortear?

    RV: Creo que mencionas una parte muy interesante, porque desde el principio y por nuestras circunstancias familiares hemos tenido varias bardas que saltar.  Abrazamos la cultura del “hazlo por ti mismo”, ya que no tuvimos otra opción. Si queríamos producir nuestras ideas no había otra manera más que ir echando a perder algunas cosas y aprender en el camino. Todavía tratamos de observar y crecer junto a otros proyectos que tienen más experiencia. Pese a que requiere bastante dedicación hacer esto, no nos vemos en otra cosa y realmente lo disfrutamos. No contamos con un “Plan B”. Efectivamente, nosotros también tenemos grupos de covers y tocamos todos los fines de semana. Vivimos de la música desde hace años. Lo desconocido a veces supone equivocarse, pero lo importante es hallar nuevamente el camino y no quedarse estancado. No obstante y volvemos al punto, por el momento el inconveniente más grande es el tratar de darnos el tiempo para todos los proyectos que queremos hacer. Otra complicación relativa es el vivir en la ciudad de Oaxaca, pues indudablemente es un estado culturalmente rico y aporta mucho a las tradiciones como la música regional, la Guelaguetza, etcétera. Sin embargo el rock está un poco en el subterráneo. El público y la gente que goza con este ámbito está totalmente ajena de las cuestiones gubernamentales. Las oportunidades que hemos tenido de viajar a otras entidades las recibimos de apoyos diferentes o externos, más que de aquí. Es saltar la barrera de lo tradicional. No quiero decir que se quite, sino que se enriquezca con otras tendencias que se hacen desde la electrónica, el rap, el rock, el indie, etcétera. Tenemos suerte de tocar en otros lados y expandirnos.

    ¿Alguna vez han considerado instalarse en CDMX para posicionar mejor su música?

    RV: Estamos dispuestos a dirigirnos hacia donde nos lleve el proyecto. Aquí en Oaxaca tenemos nuestro estudio. Yo ya estuve algunas temporadas en CDMX y Xalapa, pero si debemos movernos lo haremos en algún momento.

    DV: Otra posibilidad es hacer temporadas fuera de Oaxaca. Ahora estamos ocupados en los nuevos sencillos y en cuanto terminemos queremos seguir girando. Es complicado ya que tenemos aquí las herramientas, los instrumentos y todo. Afuera nos sentimos un poco desarmados, porque solo podemos llevar nuestras mochilas y las guitarras. Por eso queremos terminar este EP y después lo que venga, trasladarnos a donde sea.

    ¿Cuál es el nombre de su estudio y cómo lo armaron?

    DV: Cuando comenzamos a registrar los primeros demos hace más de diez años, por ahí de dos mil diez, fue Robért quien descubrió un programa para grabar en multipista.

    RV: Al iniciar nuestras composiciones nos tocó esa etapa de cuando las disqueras estaban cuesta abajo. En algún momento yo dude si invertir mi dinero en comprar equipo para grabarme o ir a un estudio. Recuerdo que en un cumpleaños mi mamá me regaló una grabadora de reportero. Grababa alguna cosa, cantaba y tocaba el bajo encima. Entonces, buscando por internet me topé con un programa súper básico de edición de audio. Lo descargué y grabé la batería, el bajo, las guitarras y la voz. Admito que quedó todo feo, pero me sentí muy contento al escucharlo, porque era la primera vez que estaba todo en una pista. Fue como si hubiéramos descubierto el fuego. De hecho, quemé el puerto de mi computadora, porque no sabía que necesitaba una interfaz de audio y conecté directamente los instrumentos.

    DV: No conocíamos nada de ese mundo y así iniciamos. Como dije antes, yo me involucré un poco más y en mi cuarto monté un home studio, que en realidad solo era mi computadora, un micro y una interfaz. Pasaron varios años y fuimos aprendiendo a grabarnos mejor. Después pensamos que ya era hora de formalizar el estudio e infundirle un sello propio que identificara todos nuestros proyectos. Invertimos en equipo y logramos formalizarlo hace tres años. Finalmente teníamos un espacio dedicado especialmente a nuestra música. Se llama Van Records Studios.

    RV: Una temporada tocamos bastante con muchas bandas de los años sesenta y setenta (La Resurrección, El Gruhpo y Los Beethoven’s), acá en Oaxaca. Nos empezaron a jalar como bajistas o guitarristas y nos fue bien. Tocábamos toda la semana y nuestra paga la invertimos en el equipo. Nos gusta mucho las sonoridades de los instrumentos sesenteros y setenteros. Prácticamente eso es lo que grabamos en Jardín Verneú, lo que le da parte de su identidad sonora.

    Jardín Verneú tiene tres sencillos lanzados: “Mañana”, “Error” y “Cada día”. ¿Cuál es su próximo sencillo en publicarse?

    RV: Desde el año pasado ya casi lo teníamos listo, pero por estar de gira lo aplazamos. En este momento nos encontramos trabajando dos nuevos tracks, más el próximo sencillo y con eso completamos el EP. Adicionalmente en unas semanas estrenaremos el videoclip de “Cada día”. Es una propuesta visual que abraza un redescubrimiento de nuestra mexicanidad y lo divino. Lo vamos a presentar con un show acústico aquí en Oaxaca. Antes de que acabara el año pasado lamentablemente nos quedamos roncos, se nos fue la voz y eso retrasó los planes, pero sirvió para aprovechar el tiempo en el estudio. Lo único que nos falta del siguiente sencillo es grabar unas partes de la voz, pero estamos esperando a que Dany se componga para que pueda cantar. En un mes o mes y medio estará listo e inmediatamente después lanzaremos el EP.

    ¿Qué detalles pueden adelantar sobre el EP debut de Jardín Verneú? ¿Planean una edición en formato físico?

    RV: Sigue la línea de lo que se ha escuchado hasta ahora, la misma esencia, guitarras con overdrive, sintetizadores y también cierta influencia de música francesa. Nos recuerda al cine galo de los setenta, en blanco y negro y al género noir. Las letras están inspiradas en la poesía beat, con alusiones celestiales o divinas. Solo podemos adelantar eso, el nombre está encaminado hacia tales temas y una vibra britpop.

    DV: Las pocas personas que ya escucharon el próximo sencillo dicen que les ha gustado mucho. Que de todas las canciones de Jardín Verneú, es su favorita y en vivo seguramente irradiará abundante energía. En efecto, estamos considerando lanzarlo también en formato físico, ya que apreciamos el arte que contienen los discos. Escucharlos mientras uno observa el contenido.

    ¿Además del EP qué otros planes tienen para este año?

    RV: Con el lanzamiento del videoclip vamos a estrenar nueva mercancía: playeras, posters, etcétera. Durante las giras a veces no podemos llevar mucho, pero vamos a preparar nuevos souvenirs centrados en los lanzamientos. También planeamos salir de gira y presentarnos en donde haya espacio para la nueva música. Igualmente quisiéramos participar en algunos festivales. Buscamos ampliar los escenarios, que la gente conozca nuestra música y lo que pasa en la escena oaxaqueña.

  • Madre Andrómeda y su Nube de Azophi

    Madre Andrómeda y su Nube de Azophi

    Redacción Polo Bautista. Imágenes cortesía de Madre Andrómeda

    Inspirado en los confines del espacio sideral, las misteriosas galaxias y la energía que nos une al todo, el proyecto nacido hace un lustro por iniciativa del baterista y artista visual Abraham Espinoza, bajo el nombre Madre Andrómeda, comenzó y sigue siendo hasta hoy en día una extensa familia que reúne y cobija a muchos de los valores más destacados de la escena subterránea poblana reciente. Entre sus filas se cuentan músicos provenientes de estilos tan diversos como el afrobeat, la house music, el acid jazz, el hip hop, el reggae-dub, etcétera, quienes le han insuflado paulatinamente a la esencia sonora del grupo rasgos eclécticos, mutables, dinámicos y orgánicos.

    “La mayoría de los músicos somos poblanos, en este colectivo que ha visto pasar y retornar infinidad de instrumentistas. Sin embargo, desde el principio me llevé a muchos compañeros rumbo a las costas oaxaqueñas, donde tengo amigos y observé que había turismo, jazz, electrónica y demás. Pasábamos buenas temporadas y luego volvíamos a Puebla, aunque hubo una vez que me quedé casi dos años y por eso solíamos presentar la propuesta como originaria de Oaxaca, porque allá encontramos refugio y aceptación. Prácticamente Madre Andrómeda se hizo allá, aunque realmente pertenecemos a la Angelópolis”, cuenta Espinoza.

    Efectivamente, el listado de participantes dentro de Madre Andrómeda es extenso y seguramente seguirá aumentando con el transcurrir del tiempo; no obstante, para el disco debut del grupo, La nube de Azophi (nombre que remite a la descripción de la galaxia de Andrómeda que hiciera el astrónomo persa Abd Al-Rahman Al Sufi o también llamado Azophi), solo un puñado de instrumentistas junto con algunos colaboradores pueden jactarse de su creación. Entre ellos están Javan Avilés (teclado y sintetizador), Rodrigo Alí (teclado y bajo), Ángel Hernández (teclado), Julio Arcos (sintetizador y bajo), el ya mencionado Espinoza y los norteamericanos Johnny Sue (guitarra, sax y voz) y Anne Moon (voz), más la intervención puntual del grupo afroamericano The Narcotix, el percusionista angelino Chango Lindo y el misterioso Serval Eyes en el tema “Keep moving with it”.

    Este LP que orbita los linderos libres del jazz y otros tantos géneros afrocaribeños, electrónicos y psicodélicos consta de cinco cortes mayormente instrumentales, enérgicos y extensos en cuanto a duración, los cuales se grabaron en las instalaciones del Bar Neon, de Zipolite, y posteriormente se mezclaron y masterizaron con ayuda del DJ, MC, productor y músico Mr. Jungle.

    “Hicimos un home studio entre todos y grabamos. Fue un trabajo de meses, pues esas tomas las elaboramos con tiempo y muchos ensayos”, dice el baterista quien agrega: “Las canciones que ahora están en el disco son las que para nosotros ya quedaron asentadas, pero antes improvisamos mucho y fuimos bastante libres. Cada composición se registró varias veces, pero a nuestra consideración la primera toma fue la mejor debido a la espontaneidad y el lenguaje musical que alcanzamos”.

    “Amanecer púrpura”, lleva por título el track inaugural de la placa, el cual principia de forma acompasada y relajada, con un acompañamiento base conformado por la batería, el bajo y el teclado, a los que se le suman posteriormente las vocalizaciones de Moon, el sintetizador y el sax. Esta parte introductoria contiene elementos jazzísticos, que al mismo tiempo se entreveran con matices de reggae y demás géneros jamaiquinos. Las aterciopeladas entonaciones conducen hasta la siguiente sección del corte, en donde la base rítmica se acelera y fortalece, pero sin perder el desenfado, la frescura y el brillo. Rumbo al cierre los instrumentistas hacen gala de sus habilidades y establecen un diálogo fluido, circular y apasionado, que oscila principalmente entre el sintetizador y el sax, y transforman a la pieza en un llamado directo al baile.

    En “Keep moving with it”, única composición con letra de la placa, el bajo se manifiesta con claridad y presteza, aunque es secundado muy de cerca por los teclados y la batería. Enseguida se manifiestan los punteos de la guitarra, hasta que el mismo Johnny inicia una parsimoniosa y seductora lírica que remata repitiendo el título de la canción. El ritmo se acelera y la pieza crece en vigor e intensidad, pero cuando pareciera volverse una estampida melódica, vira y recompone la cadencia con las notas rítmicas provenientes del sintetizador y abre paso a los versos femeninos de The Narcotix. Después el sax irrumpe y reanuda los bríos sonoros de sus compañeros por un breve lapso, hasta que las afro cantantes vuelven y cierran tranquilamente mediante sus suaves entonaciones.

    Con casi diez minutos de duración, le prosigue “Lunar”, en la que nuevamente Moon hace acto de presencia mediante un breve monólogo en francés, el cual es acompañado sutilmente por las maniobras del teclado y la batería. Las palabras cesan y una robusta, pero sugestiva línea de bajo se yergue y sostiene momentáneamente al resto de sus compañeros, quienes juguetean y deambulan grácilmente, para luego retomar el protagonismo y acoplarse a las vociferaciones hipnóticas de la cantante. El subsecuente segmento es un encuentro tendido entre sonidos que se acompañan y retroalimentan, hasta que Sue acomete y dirige velozmente con su sax el torrente musical que por momentos fluctúa de intensidad hasta que desaparece lánguidamente.

    A diferencia del resto de tracks, “La nube de Azophi” se caracteriza por su corta duración (tres minutos con cuarenta segundos) y las dinámicas intervenciones introductorias coordinadas al unísono por parte de los instrumentistas. Nuevamente la energía circula entre las notas. Los tintes jazzísticos regresan en parte gracias a las ejecuciones inquietas del sax y el bajo, pero a mitad de la composición la batería se vuelve fluida y ágil, lo que provoca nuevamente un frenesí armónico que concluye muy similar al inicio del tema.

    Por último, en “Barrio mosquito” los integrantes del grupo arrancan a un tiempo su vehemente preludio, el cual se disipa prontamente. La batería se ralentiza y recupera un tono más cadencioso, a la vez que el resto de los músicos dan principio a sus habituales maniobras conjuntas que apuntalan ese entorno sedante, imaginativo y ligero. Posteriormente se suscitan periodos de arrebato y otros de calma, donde la guitarra, la flauta o el sintetizador cobran cierta preponderancia, hasta que acontece un largo y tenso silencio, para luego reemprender al unísono el preludio. En la recta final del corte los instrumentistas recrean varias veces dicha introducción, a la que jocosamente le intercalan bases rítmicas más cercanas o similares a los bailes populares.

    “Al principio teníamos una dinámica muy diferente que fue cambiando poco a poco. Ahora la banda es muy colaborativa y pueden pasar muchas cosas entre todos. Últimamente hemos tenido demasiada conexión. Llevamos tres meses con esta alineación y andamos sonando bien, todas son canciones nuevas, las cuales vamos a grabar en los siguientes meses. Pronto lanzaremos un nuevo disco. Tuvo que pasar este largo proceso para que surgiera la actual familia y su forma especial de producir música”, concluye Espinoza.     

  • Tres generaciones de rock pesado en concierto

    Tres generaciones de rock pesado en concierto

    Redacción y fotos Polo Bautista.

    Varios meses han transcurrido desde que el Foro Alicia reabrió las puertas en su actual sede, domiciliada en la colonia Santa María la Ribera, de la alcaldía Cuauhtémoc, y como si el tiempo o los vaivenes de la vida no ocurrieran, nuevamente me hallaba ante ese umbral que divide al más ordinario bullicio citadino de la escena underground nacional.

    Desde luego, el nuevo inmueble dista mucho del anterior y arrastra ligeramente los aires de la modesta parroquia que alguna vez fue, con sus níveos muros elevados y tejado a dos aguas. Sin embargo, la estridencia que de allí emanaba permanecía inalterada e inclusive más vehemente que en épocas anteriores, gracias al atractivo cartel programado para esa noche el cual anunciaba tanto a bandas provenientes de la “vieja escuela” vinculadas al rock progresivo, el stoner y la psicodelia, como a otras similares o cercanas, aunque de reciente cuño.

    Una vez adentro, el novel proyecto de spacerock Escarabajo, interpretaba con vigor algunas composiciones que formarán parte de su placa debut Scarabeus I, más específicamente los temas “Supernova explosión”y “Perdido en el silencio”. Las vestimentas de Alejandro Delgadillo (guitarra y voz), Jorge Avilés (guitarra), Iván Chávez (batería) y Miguel Vázquez (bajo) resaltaban por su estilo netamente setentero, con camisas coloridas, gruesas hebillas, pantalones acampanados y largas cabelleras. Aunque por sobre todo destacaron las firmes vocalizaciones de Delgadillo, junto a las diestras y dilatadas ejecuciones de sus compañeros.

    Al ensamble del insecto, las sonoridades se decantaron por el rock progresivo, el blues, la psicodelia y el jazz en la laureada y también joven propuesta llamada Rostro del Sol. Este sexteto conformado por Mitch García (guitarra), Alejandro Díaz (percusiones), Jorge Trejo (bajo), Cassiel Chacón (batería), Miguel Martell (teclado) y Joel Franco (sax), en todo momento le imprimió a su set instrumental matices de epicidad y grandilocuencia.

    Los preludios extensos, ricos y coloridos, se enlazaban con vívidos paisajes trepidantes y otros más calmos que se antojaban interminables y propios de mundos fantasiosos u oníricos. “Argonne” fue la pieza abridora de aquel acto, perteneciente a su todavía inédita tercera producción discográfica Universo 25. En tanto que del resto de composiciones ninguna pude reconocer a bote pronto y posiblemente también estén inscritas dentro de su álbum pendiente, el cual desde ahora da muestras alentadoras de creatividad y preciosidad.    

    Luego de los conjuntos más lozanos, el veterano guitarrista y cantante Carlos Matta, al frente de la banda Nuevo México, ocupó su respectivo sitio sobre el amplio proscenio. Los blancos y largos cabellos que se asomaban bajo su sombrero, al igual que la crecida barba que le pendía del rostro, denotaban inequívocamente los cuantiosos años transitados por la azarosa senda del rock nacional. En 1975, Nuevo México lanzó su primer LP titulado Hecho en casa y desde entonces se ha mantenido sobre la palestra musical, con una seguidilla de discos y conciertos inmersos en el rock progresivo y el hard rock, volviéndose así un referente viviente.

    De sus robustas manos y entonaciones se despacharon una decena de canciones que recorrieron parte de su discografía. Entre las primeras se contaron “Los tiempos cambian”, “Violencia en las calles”, “Siempre lo mismo” y “Cerámica”. Pero fue con “El talón de Aquiles”, que Matta provocó el aullar frenético de los presentes, al intercalar los riffs de su guitarra Fender con las largas cadencias provenientes de la flauta transversal sujetada a sus hombros (“Una leyenda, relataré / De un personaje, de Aquiles del talón / Aún no puedo comprender / Sin dinero él tener / Cómo lo pudo obtener, Aquiles”).

    Transcurrido el culmen, las últimas composiciones de su intervención (“La radio comercial”, “Escritor” y “En la ciudad”) retumbaron por las acolchadas paredes del auditorio y el cantante se retiró definitivamente del tablado, no sin antes agradecer a sus leales seguidores por las tantas satisfacciones cosechadas durante todo este tiempo.

    Cerca de la media noche, el curtido y fecundo proyecto nuevoleonés bautizado como HUMUS, fundado y liderado por el guitarrista Jorge Beltrán, hace casi cuatro décadas, emprendió con renovados bríos las estridencias emparentadas al stoner y la psicodelia.

    El trío completado por José Luis González en la batería y Arturo García al bajo, cimbró primeramente el foro con una adaptación del tema “Jolene”, interpretada originalmente por la cantante norteamericana Dolly Parton. Posterior a ese denso y estimulante ejercicio de crisopeya musical, le continuaron tres piezas de novedosa manufactura: “Fountain dolls parkour”, “Reflect something” y “Stone core”, las cuales despertaron entre los asistentes encendidas ovaciones que complacieron grandemente a los músicos.

    Al contrario de sus más sosegados y refrenados acompañantes, la figura corpulenta de Beltrán se contraía continuamente en correspondencia a las maniobras que sus dedos ejercían sobre la guitarra escarlata; mientras que su faz, habitualmente sonriente y bonachona, mutaba por instantes en gesticulaciones colmadas de éxtasis, a causa de las potentes vibraciones que emanaban de los parlantes.

    La música de por sí ya imbuida bajo fuertes dosis de acidez, pareció incrementar su concentración y alcance mediante “More animated level lof bad” y “Un tiempo después”. Esta última melodía incluida inicialmente en el álbum “Siéntate y escucha”, de 1988.

    Una vez cubierto gran parte del repertorio preparado para esa velada, la terceta perfiló el cierre de su participación en medio de vítores y agradecimientos con las piezas “Shark ballet” y “Come to your senses”, para posteriormente acercarse a sus seguidores y convivir brevemente con ellos. Así concluyó el grato concierto que logró congregar a varias generaciones amantes del rock pesado, el progresivo y la psicodelia creada en este país.

  • “Hacia la Camanchaca”: un viaje de nostalgia Indie con Simón Lara

    “Hacia la Camanchaca”: un viaje de nostalgia Indie con Simón Lara

    Por más que queramos, el tiempo nunca se detiene, al contrario, la vida sigue pasando frente a nuestros ojos con experiencias nuevas e irrepetibles cada día. En ese fluir de los días, de vez en cuando dan ganas de sumergirse un rato en el pasado y envolverse en la triste alegría de la nostalgia. Para esos momentos neblinosos el nuevo álbum del compositor chileno Simón Lara es el compañero ideal. 

    Artista chileno recién radicado en México, Simón Lara posee una propuesta marcada por sonoridades del rock-folk latino y setenteras, con letras directas que recuerdan a clásicos cancionistas sudamericanos. De texturas indie cálidas, armonías instrumentales fascinantes, melodías deleitables y líricas poéticas para reflexionar, “Hacia la Camanchaca” es un álbum que de principio a fin nos invita a un emotivo viaje nostálgico. Para profundizar más en los detalles de esta producción musical conversamos con su autor, ¡dale play a este discazo y explora con nosotros los datos curiosos detrás de su creación!

    I: Nos puedes compartir una breve semblanza tuya, cuántos años tienes haciendo música, si haz publicado material antes, giras, etc. 

    S: Llevo ya bastantes años en la música. Mi primera banda la formamos en el 2010, se llamaba San McKenzie y la fundamos en Coquimbo, eventualmente nos mudamos a Santiago; con esa banda logramos publicar 2 álbumes. En 2020 inicié mi proyecto solista, Simón Lara, publicando un total de 7 singles y ahora mi primer disco “Hacia La Camanchaca”. 

    I: ¿Cómo nace la idea de hacer este álbum?


    S: En lo personal siempre estoy escuchando discos, si voy a escuchar algo, pongo un álbum, soy de la vieja escuela en ese sentido. Es lo que hago y lo que me gusta. Estuve sacando singles un rato, porque es lo que hay que hacer ahora, pero si puedo elegir prefiero un álbum. Para esta primera entrega quise sacar algo más conceptual, pensando en que funcionara completo, de principio a fin. Un amigo productor me dijo “tu música es para personas que escucha discos”, y me motivó justo a hacerlo en ese formato. 

    I: ¿En qué años salieron estas composiciones? ¿Comparten un mismo tema o periodo histórico? 

    S: Son canciones compuestas de finales del 2022 hasta 2023, lo que tienen en común es que identifican ese periodo en mi vida. Para este álbum intenté hacer canciones que no fueran puros temas de amor, que siempre ha sido un tópico que abordo con mucha constancia; en este caso solo incluí 2 canciones de amor, buscando diversificar la temática. 

    I: Platícanos detalles de la producción, ¿dónde lo grabaron? ¿Cuántos músicos e instrumentos participaron? 

    S: El proceso fue entre 2023 y mitad del 2024, entre grabación, mezcla, máster. Los productores Coco Godas y Seba Casanova colaboraron conmigo para la producción del álbum, en lo que fue un proyecto suyo llamado Estudio Par, en la Colonia Anzures de Ciudad de México. En lo particular tenía la idea de cómo quería que sonara, pero por igual ellos participaron completamente en el álbum; fue algo que hicimos entre los tres, desde los arreglos hasta ciertas melodías, manteniendo la base compositiva y las letras. 

    Los músicos participantes fueron:

    Sebastián Casanova en edición, grabación, producción y percusiones.
    Coco Godas en grabación, producción, mezcla y bajos.
    Vicente Sanfuentes en masterización.
    María Alejandra Granados Medina en la Viola.
    Mariana Cervantes en el Violín.
    Sofía Escaramilla en el Cello.
    Hortensia Fuentes en el Cello.
    Hanny Cortés en el Corno francés.
    Jorge Bolaños en la Trompeta.
    María Natalia en la voz.
    Isamary García en la voz.
    Adilson Da Silva en la Batería.
    Nano Padua en la Batería.
    Giancarlo Bonfanti en el Piano.

    I: Si tuvieras que asociar el sonido de tu álbum con el de otros músicos, ¿quiénes serían? Algo así como “si a las personas les gustan estas bandas, les va a gustar este álbum”

    S: Creo que Coles Corner y Richard Howley, que tienen un sonido cálido y muy agradable de escuchar, además de Los Tres de Chile, que me gustan harto y tengo mucha influencia de ellos. Y los Ases Falsos también son parte de mis influencias, no sé si suene así mi álbum pero me parece que tenemos sonidos en común. 

    I: Cuáles serían tus 3 canciones preferidas de este álbum que te gustaría recomendarle a alguien que no te ha escuchado 

    S: Diría que los 3 singles, que son canciones representativas del álbum, con buenos arreglos. Me gusta mucho una que se llama “La Pajarera”, y ahora que la estoy tocando en vivo es la que más levanta la emoción. 

    Diría también “Me Dejo Doler”, fue una canción que desde el inicio les gustó a los productores y que está muy bien estructurada, fue la primera a la que le hicimos arreglos y a partir de ahí estaba la mano de los tres confluyendo.

    También “La Tregua” siento que es muy importante para mí, es una canción distinta a las demás, es la única con arreglos de piano y cuerdas, con una letra que habla de detenidos-desaparecidos, un tema sobre el hay que ser muy responsables al abordarlo. 

    I: ¿Nos puedes explicar el nombre del álbum, “Hacia la Camanchaca”?

    S: Camanchaca es una niebla que hay acá en mi ciudad, es una niebla que nace del mar, todas las mañanas aparece nublado. Pasa por el lado de los cerros, es una niebla muy de mi infancia, es el hogar. Tiene cierta tristeza, pero lo homologué con el sentido de volver al hogar, volver a la casa, mirar hacia atrás con cierta melancolía. 

    I: ¿Si tuvieras que describir tu álbum en 5 adjetivos cuáles serían?

    S: Cálido, Chileno, Introspectivo, Acogedor, Nostálgico

    I: Algún artista o álbum que quieras recomendar 

    S: Aire al Verso, es un disco de un compositor chileno llamado Trostrigo, que ahora se llama Verdor, lo conocí en el 2015, y de ahí me nacieron ganas de componer canciones, pues se nota que crea con pasión. Lo recomiendo muchísimo.

    ¡No olvides seguir a Simón Lara en sus redes sociales para que no te pierdas sus próximos lanzamientos!

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  • Tijuana Fuzz Festival 2024: El retorno de la distorsión

    Tijuana Fuzz Festival 2024: El retorno de la distorsión

    Tijuana Fuzz Festival se colocó rápido en el mapa hace un año cuando en su primera edición los organizadores trajeron como headliner a las Margaritas Podridas, banda aclamada de neo-grunge/shoegaze de Hermosillo. Este año vimos un cartel muy prometedor y diverso en géneros y generaciones porque los headliners del Fuzz Festival de 2024 fueron Los Dug Dug’s, banda de rock psicodélico, veteranos de Avándaro, pioneros del rock and roll nacional. 

    La entrada estaba ubicada de manera discreta, directamente frente a un carrusel que se instaló en la calle revolución. Un torrente de gente de negro y la lona del evento fueron la única señal de que el ritual del rock se llevaría acabo esa noche. 

    Atravesé el umbral dejando atrás el remolino de luces doradas del carrusel para penetrar en la caverna azul morada de Club Safari, casa del segundo Tijuana Fuzz Festival. La primera aparición 666 fue el display dinámico de la marca tijuanense de de pedales de efectos originales, Paradox Effects. Su espacio estaba abierto al público para samplear su pedales y un easter egg: los gabinetes que usaron para este rincón pop up, fueron de Tamayo, marca mexicana de amplificadores fundada por integrantes de una de las bandas presentes, Vinnum Sabbathi.

    La leyenda del desierto se hace presente con sus riffs de protección para bendecir los pedales de efectos.

    Visualicemos brevemente el venue, porque me pareció muy buena la gestión del festival: Pasando el área de Paradox, se encontraba un tiki bar reutilizado como área de merch (entre la memorabilia hubo Café Fuzz Festival adicionado con Taurina. Lo he washado hoy en día en café Praga). Después del los merch stands, entramos a un área configurada como una letra ‘’L’’ y en cada extremo de la ‘’L’’ se encuentra un escenario de música ya armado. Al fondo del Club Safari, había un área destechada donde había venta de pizzas. Cada 30 minutos se enchufa una banda distinta alternando los dos escenarios. De esta manera la música sonó sin parar y sin cuartel desde las 6 pm hasta pasada la medianoche.

    Abriendo el lineup comienzan los Smokez. Sólo llegué a escuchar su última canción. Me gustó su enfoque experimental, con algo de King Gizzard en la voz. Les siguieron Dogs on the Rooftop quienes tocan grunge contemporáneo, con una escuela muy apegada a Soundgarden, Pearl Jam. Esto es aún más subrayado por su talentoso vocalista.

    La tercera banda fueron los stoner/doom Soul Coven. Me gusta mucho que estos chavos dejan a su bestia interna salir en el escenario. Son muy pesados, muy groovys y los integrantes muestran mucho carisma en el stage.

    Continuamos con Le Ra. Banda binacional reminiscente del grrrl riot de Kathleen Hanna con un vibe californiano. Me dio gusto ver a Le Ra una vez más, teniendo la oportunidad de escucharlos en 2016 en Ensenada (Recuerdo esa guitarra Rickenbacker). Retoman el lineup Sunset Images con un tipo de noise/electrónica con una batería brutal en contraste con la voz inmutable del vocalista.

    Poco antes de las 9 pm subieron a tocar Vinnum Sabbathi, una de las bandas que representa a México en la escena internacional del stoner doom. Su sonido en vivo tienen filo, está perfeccionado y electrizante en sus composiciones ambientales/cósmicas. (Dato curioso: una de las canciones está inspirada en el primer astronauta mexicano: Rodolfo Neri Vela. Ese dato que compartieron me pareció muy cool).

    Posterior a Vinnum, continuó The Fire Mystical, compartiendo sus rolas de desert rock y de ahí escuchamos a Vondré, una banda de rock alternativo mitad mexicana mitad venezolana. Difíciles de categorizar, tienen un sonido derivado en parte del grunge y del garaje. Vondré presentó el show más intenso de la noche, ambas guitarristas y su bajista canalizan la pasión que hay en su música y su frontwoman infunde energía visceral en su cantar.

    La penúltima banda de la noche es Octopoulpe (que me parece bestial poner como actos seguidos a Octopoulpe y a Los Dug Dug’s, es un baño de contraste definitivamente).
    Originario de Francia, Octopoulpe es un one semi-naked man band, pero no te dejes engañar por este dato. Es un ingenioso acto de balance entre humor, videos DIY y música sin fronteras (dato curioso: Octopoulpe ha sido interceptado por la patrulla espiritual). Si te lo perdiste, podrás verlo este 14 de diciembre tocando junto con Mondo Generator y Axxident y definitivamente su show es un must-see 1000%.

    El momento culminante del segundo Tijuana Fuzz Festival fue la presentación del headliner Los Dug Dug’s. Se suben al escenario y un aroma a pachuli proviene del stage. El público rápidamente llega a tomar su lugar en cuanto Octopoulpe acaba de salvar al mundo cerrar su show en el otro escenario.

    Recapitulando, Los Dug Dug´s es una de las bandas que tocó en Avándaro en 1971 (fue el Woodstock mexicano y mi calculadora informa que ocurrió hace 53 años). Este Fuzz Fest se presentaron, solearon y cantaron, hubo baile y las cabezas de los espectadores se menearon. Armando Nava, vestido de camuflaje, en momentos se mira severo y en otros reminiscente. Antes de cada canción nos cuenta un poco de la historia de Los Dug Dug´s y de sus compañeros de banda (Rolas memorables: Cambia, Cambia, Stupid people, La Gente, Smog, Lost In My World).

    Ver en vivo a una banda con esta historia y longevidad (catalogados pioneros) me parece todo un trip porque realmente no es algo común (¡Y por $420 pesos! A mediados de año busqué el precio del boleto para ir a ver a Robert Plant en California y rebasaba los $100 dlls. Patti Smith tampoco se queda muy atrás). Siento que hay algo reconfortante de ver a los artistas de generaciones previas porque a fin de cuentas que son los maestros sino personas que nos muestran hasta dónde podemos llegar y observando a tantos músicos entre la audiencia esa noche, me fue imposible no pensar ‘’Seguramente esto es los que todos desean: no dejar nunca de tocar.’’

    ‘’Como me ves te verás’’ es una frase que hemos escuchado en ocasiones por parte adultos mayores a nuestro alrededor, dicha como una advertencia. Curiosamente la frase me regresó justo en ese momento en loop. Yo creo que en este contexto sí la compro.

    Para cerrar no queda más que mencionar nuevamente que la organización es impecable y lo único que hace falta es que se corra más la voz de este festival, que cuente con el crecimiento que merece. Muchas gracias por leer y no olviden pasarse por los instagrams de los fotografos (Viktor Plissken, Paulina Lazcano) para topar muchas más pics del evento.

  • El experimento de improvisación libre Ensamble Vanguardia 4:33

    El experimento de improvisación libre Ensamble Vanguardia 4:33

    Redacción Polo Bautista. Fotos cortesía de Antonio Cedeño

    Puebla, junio de 1993. Fragmento del manifiesto que enarboló el osado y efímero proyecto sonoro de improvisación libre contemporáneo Ensamble Vanguardia 4:33:

    En nosotros no late la música-basura. No la queremos dar y recibir. Queremos sumirnos en el movimiento ascendente de la espiral, ser la vanguardia, la guardia de adelante para darnos la oportunidad de escuchar los sonidos desde otra referencia… No hay error porque todo es creación. No hay reglas, estas se meten en el camino. La mayoría piensa en términos de melodía, armonía y ritmo cuando se disponen a escuchar música. La práctica musical de occidente nos dice que la música está compuesta de esos tres elementos, pero son solo una pequeña parte de un todo más vasto… Este Ensamble invita a todos los que quieran ver, oír y sentir lo mismo, solo que desde otro punto de vista”.

    Como muchos saben, la música no es asunto fácil, menos aun cuando se trata de composiciones originales y ni hablar de aquello que se ostenta bajo el marbete de “improvisación”, pues esta vertiente pese a que busca la máxima expresión del albedrío musical y al mismo tiempo reflejar el conflicto entre contingencias y pronósticos, no logra permear en todos los músicos, quienes suelen mayoritariamente inclinarse por los más confortables flujos de la norma comercial y popular. Sin embargo, a mediados del año antes referido una camarilla de inquietos jóvenes poblanos se encontraba deseosa por experimentar y aventurarse en nuevos territorios.

    Antonio Cedeño, fundador, contrabajista y bajista del grupo cuenta: “Cierto día estábamos Ricardo Shields (guitarra), Federico González (teclado y sintetizadores) y yo en mi casa, junto con todo el equipo musical de la hoy extinta banda roquera Metáfora. Empezamos a tocar y nos fuimos intercambiando los instrumentos por alrededor de dos horas ¡Fue una locura total! Es una pena que no pudiera grabarse, pero ocurrió espontáneamente. Pensé que eso había sido increíble y teníamos que presentarlo en vivo, por lo cual organicé la tocada en la Casa de la Cultura”.

    Al comienzo solo eran tres instrumentistas, pero a estos pronto se les sumaron Pablo de la Rosa (flauta transversal y saxofón), Carlos Nava (batería), Gerardo Navarro (bajo), Roberto Rivadeneyra (violín), Gustavo Mauleón (flauta dulce) y Rafael Sánchez (efectos de sonido). No se puede afirmar que todos abrevaban de las mismas fuentes musicales, ya que el curioso conjunto oscilaba principalmente entre el rock y la academia. En el caso del guitarrista, baterista y sonidista su impronta provenía entre otras cosas del rock en oposición y el avant prog; mientras que los demás era músicos con formación académica e inclinación por la vanguardia norteamericana y europea. Aunque por encima de esas diferencias se impuso su pasión por la improvisación libre y la experimentación.

    Si bien, el nombre del Ensamble se le atribuye al ingenio del entonces director de la Casa de la Cultura, Gilberto Castellanos, este a su vez se inspiró en la afamada y controvertida pieza del compositor estadounidense John Cage, titulada 4’33”, la cual es comúnmente recordada por exponer precisamente cuatro minutos y treinta y tres segundos de absoluto silencio.

    El concierto en la Casa de la Cultura se efectúo al interior de la Sala Luis Cabrera, un siete de julio de 1993. Así lo atestigua el registro videográfico que afortunadamente realizaron familiares y amigos de uno de los músicos. En él se observa al tecladista González ocupar su sitio sobre el escenario y principiar su ejecución, para después seguirle Navarro al bajo y Rivadeneyra con su violín. A estos le continuaron Shields, Nava, de la Rosa y por último Cedeño, quien fungió como director e instrumentista al mismo tiempo.

    El Ensamble deleitó por casi dos horas a sus invitados, quienes ovacionaron en repetidas ocasiones las maniobras y los diferentes sets exhibidos, mismos que corroboraron las diversas tendencias y gustos de sus integrantes con los sonidos de la vanguardia, el progresivo, la clásica, el rock, un poco de heavy metal y demás. Según el programa, se interpretaron catorce piezas en total, la mayoría composiciones colectivas, otras de Cage e inclusive una de José Alfredo Jiménez.

    A esa exitosa presentación le sucedió una más celebrada el nueve de octubre en el Planetario, con la cual se inauguró el Magno Festival Palafoxiano (antecesor directo del Festival Internacional de Puebla y otros eventos similares). Pese a las satisfacciones cosechadas, el Ensamble Vanguardia 4:33 no prosperó debido a las dificultades que conllevaba volver redituable su ejercicio, pues la propuesta todavía resultaba incomprensible para muchas personas y colegas; sin embargo, luego de treinta y un años transcurridos resulta imprescindible su remembranza como el primer concierto de improvisación libre y el germen de otros proyectos análogos en la Angelópolis.

  • Tecate Peninsula 2024: vamos a revivir el verano

    Tecate Peninsula 2024: vamos a revivir el verano

    Tengo una confesión peculiar: Son pocas las ocasiones en que he escuchado a los artistas de la gran mayoría de los shows a los que he asistido. Será flojera o probablemente un muy mal hábito pero a conveniencia lo miro como que me gusta dejarme sorprender por la vida. Comento esto brevemente porque el lineup de Tecate Península se ha volado la barda este año: Maná, Los Auténticos Decadentes, Allison, Los Pericos, El Mató A Un Policía Motorizado, División Minúscula, entre muchos más artistas y bandas inescapables que han sido fixturas sonoras importantes en la vida de casi todos los mexicanos. En esta familiar pero nueva escena realizamos una curación, una lista, de los artistas que iríamos a ver: Insite, Los Mesoneros, Enjambre, Mon Laferte, El Cuarteto de Nos y Café Tacvba.

    Nos zambullimos en esta gran aventura el sábado 19 de Octubre del 2024. Para ello intercambiamos nuestro hábitat natural del bar cavernoso y ahumado por la amplia y soleada explanada de la Plaza de Toros Monumental.

    Llegamos pasando el mediodía, justo al inicio del festival. Si alguien tiene curiosidad sobre cómo acomodaron tres stages en este punto de Tijuana, aprovecharé este momento para explicar. En la plaza circular de Toros tenemos el Stage Monumental, mientras que la gran explanada que usualmente se usa como estacionamiento ahora contenía los otros dos escenarios: el Stage Península y el Stage Tecate, así como una cantidad de elementos importantes para el festival: una enorme rueda de la fortuna, áreas techadas para sentarse a comer, una larga hilera de puestos de comida y muchos stands pop-up de chelita, pisto y actividades de los sponsors para el público/futuros consumidores.

    Tecate Península es como un último estirón del verano. Ya estamos a mediados de Octubre, pero no importa, el día fue hermoso, despejado, muy soleado y los personajes marinos cute del branding del evento complementaban la ilusión de permanecer en esta pequeña burbuja de verano robado: una mantarrayita, un tiburoncillo martillo, palmeras, delfines, y hasta una lunita feliz en el éxtasis del party.

    Después de reconocer el terreno nos plantamos frente a uno de los escenarios para ver a Insite, la primera banda de nuestra lista. Originarios de Mexicali, Insite trae a la mesa el rock alternativo emo de los 2000s y por lo tanto era lo más afín a nuestra rotación cotidiana de música. Me gustó la particular pasión de la voz principal, así como los acentos armónicos cuando coreaban otros integrantes, las guitarras alternando entre riffs melódicos y otros más heavys, y la intensidad de la batería aumentaba esa sensación de tener un rock alternativo un poco más pesado.

    Entre el set se escuchó tocar Cielos que lloran, Me amarás al amanecer, Piensa en qué, Protagonista, entre otras.

    Aprovecho aquí para comentar un trágico paréntesis, algo muy bobo. Fui al festival con la cámara que tengo, una cámara para venues con un único lente de 50 mm (sin zoom, sin telefoto… ¡no lo hagan!). Sin acceso a las barricadas de fotógrafos, verán a lo largo de esta crónica mis fotos de músicos-hormiga.

    Después de Insite fuimos a comer para estar bien pilas el resto de la tarde. Durante este interludio escuchamos desde el otro extremo de la explanada a Clubz, con sus rolas dance, funkies muy bailables, muy agradables, muy saxys.

    Un punto muy importante que hacer sobre el festival: No sólo los escenarios Península y Tecate están inmensos y súper increíbles, con grandes pantallas que transmiten el show al resto de la explanada, también la música se escucha perfectamente bien desde cualquier punto, así que salir del crowd no representa sacrificar la experiencia auditiva.

    Por otro lado, la experiencia gustativa es amplia: tortas de chilaquiles, tostilocos, burgers, hot dogs, costillas incluso nachos y palomitas del cine. Optamos por un jugoso par de brochetas del puesto chileno porque la proteína llena más que los carbohidratos.

    Los Mesoneros fueron la segunda banda de nuestra lista. Cuentan con un repertorio de bop tras bop tras bop tras bop. Canciones memorables fueron Te lo advertí, Dime como tú quieras y una que en lo personal me pareció muy catchy fue Dos.

    Heartbreakers revestidos de 70s vintage con safari, Los Mesoneros son jóvenes y guapos, con mullets y mostachos e invocan perfectamente ese espíritu de verano robado: son catchys, retro y frescos al mismo tiempo, algo así como MGMT, que se antoja escucharlos en una fiesta de playa, con ritmos de rock muy bailables, poperos y con una personalidad atrevida.

    Para las cinco de la tarde ya había una cantidad significativa de personas en el festival. Nos alejamos del escenario para satisfacer necesidades fisiológicas (error). Al regresar la gente se había multiplicado. Observar a Enjambre (y hacer las fotografías de músicos tamaño hormiga) parecía una posibilidad perdida.

    A la orilla de la multitud, un par de vendedores de cerveza y tragos se preparaban para atravesar las masas. Aprovechamos el ride de los meseros abriendo la multitud, como los carros que siguen a una ambulancia en CDMX atravesando el tráfico de la hora pico, para infiltrarnos nuevamente a un buen lugar.

    ¿Se te acabó tu drink? No hay problema, el alcohol llegará a tí. Desgraciadamente la misma operación no se puede aplicar para evacuar todo este líquido ingerido y uno se ve forzado a salir.

    Héroe sin capa.


    Permite acostarme a tu lado…enemigo ♪ Canta Luis Humberto de Enjambre con voz de crooner, invocando el aura de un dandy mientras se pasea con lentitud por el escenario, cantando baladas de garage rock.

    Con un ritmo firme, intenso pero minimalista, que carga el flow de la letra y la melodía, una nostálgica guitarra con la más ligera de las distorsiones y un showman tan cautivador, la multitud se unió a corear Dulce Soledad, Visita, Vida en el Espejo, Egohisteria, Enemigo, Manía Cardiaca, entre otras.

    Para las seis de la tarde ya habíamos descifrado la técnica ideal para navegar por las masas de personas durante el festival. Los escenarios Tecate y Península no tienen shows simultáneos porque están lado a lado y cuando un artista/banda termina en uno de los escenarios, en el lado opuesto comienza inmediatamente el número musical que sigue. Es entonces que la gente cambia de un escenario a otro PERO es crucial navegar el intercambio una hora entera antes del turno del artista que uno quiere ver de cerca. Fue así como vimos la presentación de Iván Cornejo desde las pantallas, en lo que esperábamos el inicio de Mon Laferte.

    Iván Cornejo es un joven de 20 años haciendo música regional mexicana. Interpretando sus temas con una voz invariable, Iván explora, al igual que otros artistas, las angustias del amor, oscilando entre lo moderno y lo tradicional. Escuchamos un sierreño para el corazón roto, con dedicaciones a la tóxica y al que se quedó solo como perro.
    Desde nuestro lugar escuchábamos los gritos de mil adolescentes, emocionadas por ver a esta joven estrella, mientras sobre el escenario llovieron cientos de estrellitas de confeti de plata en el emotivo final de su presentación.

    Finalmente llegó uno de los momentos que esperaba toda latinoamérica unida, y la verdad es que de Mon Laferte había escuchado únicamente Amárrame, Pa’ Donde se Fue y Tu Falta de Querer (que cantó esa noche) y no estaba preparada para ser cautivada por el inicio de su set.

    Con un fondo aesthetic de azul y nubes, se abre el telón (figurativamente) con Tenochtitlán una balada noir-pop, con un aire de 007 mexicanizado. Sigue con la cumbia rebajada de Te Juro Que Volveré, con un efecto de voz grave (una pizquita de ultratumba) y un ritmo pausado (¿Es acaso esto noir-cumbia?). Escuchamos Pornocracia y Antes de Tí, otra poética balada vintage (con frases irresistibles como: ♪ Transitaba el lado oscuro de la luna ♪) que culmina su coro con un largo juego de notas en ascenso que exhibe el gran talento de voz de esta artista.

    Mon Laferte inunda con feminidad. Siento que es como un gran corazón rojo pero luego la música toma tonos oscuros, misteriosos, melodramáticos que fusionan el pop con salsa y cumbia y porta una personalidad coqueta que evoca a las divas tropicales de las películas viejitas o como una fraulein arquetípica de Ellen von Unwerth: una mujer fuerte que rechaza la timidez, que abraza y utiliza su sexualidad, independiente y creativa.
    Sus visuales son igualmente fascinantes y kitsch (en el buen sentido), sumando teatralidad a lo ya expresivo de su música. A lo largo de sus canciones vemos fondos de de marcos ornamentados rococó, una concha como en el nacimiento de venus, pinturas idílicas del siglo XVIII y miradas llorosas de la virgen.

    Tras Mon Laferte buscamos resguardo en el escenario monumental, donde pudimos apoyar la espalda contra las gradas de cemento mientras mirábamos el inicio explosivo de los uruguayos El Cuarteto de Nos.

    Aquí estoy, esperando que cambie el mundo, comienza a cantar/rappear el frontman Roberto Musso, para luego seguir con el tema Flan, que es igualmente la canción con la que abren su más reciente álbum Lámina Once. En un mega contraste con toda la música anterior, El Cuarteto es un respiro de aire fresco dentro de la saturación de canciones sobre amor y más amor. Es la banda de rock que protesta el hastío que les causa el mundo moderno, el capitalismo, las redes sociales, la religión (gracias a Dios soy ateo, canta Musso en En Lo Malo De Ser Bueno), sus canciones están llenas de letras críticas y mordaces así como de un humor oscuro.

    Pero no hay un refugio adonde correr, Ni una voz transparente en la que creer, Y para colmo, aguantar la publicidad, Del tipo que se ríe mientras comen flan.

    Durante el enérgico set, que fue el cierre de su gira por México, los fans en la zona VIP gritaban una y otra vez ¡Cuarteto! ¡Cuarteto! ¡Cuarteto! Entre la legión una gaviota inflable subía y bajaba con los saltos de la multitud.

    Salimos del área del escenario Monumental para dirigirnos una última vez al escenario Península a ver a la última banda de nuestra lista, Café Tacvba. Reverberaron las últimas y climáticas notas de Tu Falta de Querer en el stage de al lado y se apagaron las luces.

    Para entonces ya tenía un par de horas que había comenzado la segunda parte del festival: La noche. De aquí en adelante inició el party en serio. Se escucharían desde este punto hasta pasada la una de mañana a los músicos que con su labor artística han impactado décadas enteras: Maná, Miranda, Los Auténticos Decadentes, Allison, Los Pericos y por supuesto, la oda a la mexicanidad que trasciende géneros, Café Tacvba.

    Comienzan con la nostálgica María (siento que es una canción perfecta para traer de noche en el carro) y aligeran el mood con Volver a Comenzar, Rubén Albarrán con su icónica voz alta y su famosa autenticidad canta:

    ♪ Si hiciera una lista de mis errores, de los menores hasta los peores, que expusiera todas las heridas, los fracasos, desamores y las mentiras

    A su propia manera, Café Tacvba también son muy cautivadores, como artistas/performers natos y por su longevidad en la escena musical, cultivados. Ellos me parecen no sólo artistas que corren con su arte sin limitaciones, siento que siempre obran en su música en servicio a los demás con un gran gusto por compartir.

    (En un momento César me comenta ‘’Ese vato es bien barrio ¿no?’’ cuando suben a un organillero al escenario para una canción. Más tarde esta pregunta quedaría aplastantemente confirmada con el render de la Chilanga Banda)

    Algunas de las rolitas que escuchamos de la Cafeta fueron La Locomotora, Mediodía, El Futuro, Las Flores y dedicada a los migrantes de la frontera norte, La Bas(e) ( ♪ Por todos mis valedores formando un jardín de flores ♪).

    Ocho horas después de que abrieron las puertas, cerca del final del set de Café Tacvba optamos por partir. La realidad es que ya no somos chavos. Estábamos cansados, viejos y decrépitos, las rodillas nos dolían y también la espalda baja ¡Adiós Tecate Península! ¡Gracias por este día extra de verano lleno de música y calorcito!

    La mañana siguiente, aprovechando mi conciencia despejada post-fiesta, estaba muy emocionada por sentarme frente a mi computadora a escribir esta crónica acompañada de un cereal con leche en mi vaso conmemorativo de Tecate Península 2024, cuando me enteré de que César, al salir del venue, lo tiró 🙁

  • Valgur y su Apocalipsis en concierto

    Valgur y su Apocalipsis en concierto

    Redacción y fotos por Polo Bautista

    “Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.”

    Apocalipsis 21: 8

    Antes de que se formara una pequeña aglomeración alrededor de los productos y mientras el cuarteto local The Brujas terminaba de instalar sus enseres arriba del proscenio, rápidamente me acerqué a la esbelta y pálida joven para que me autografiara unas copias de los LP’s Zapandú (2019) y Armaggedon (2023). Ya trazadas las rúbricas, alguien me comentó que Hugo estaba sentado afuera del establecimiento, aguardando pacientemente y en solitario el momento de su ingreso estelar. Por tanto, salí a su encuentro y de igual forma complació amablemente mi ruego de coleccionista.

    Resultaba difícil imaginar que apenas la noche anterior, los carnales Valdivieso Gurrión (de ahí el nombre del grupo: Val – Gur) se encontraban a casi cuatro mil kilómetros de distancia, más específicamente en el Fonda Theatre, de California, para abrir por segunda ocasión el espectáculo del dúo estadounidense de synthpop Magdalena Bay. Aunque ni el cansancio, las correrías por los aeropuertos o estaciones de autobuses y los imponderables pudieron detener su largamente pactado compromiso.

    En ese y otros tantos asuntos me encontraba divagando, cuando el conjunto conformado por Leo (voz), Rob (guitarra), Eidan (bajo) y Pachi (batería) principiaron su acto mediante las canciones “Escape” y “Scarlet”. Al instante, quedó claro que la mixtura sonora procedente de las bocinas evocaba fuertemente el estilo roquero de los años sesenta y setenta: acordes y solos de guitarra vigorosos, redobles de batería brillantes, líneas de bajo sólidas y una voz juvenil expresiva. Parecía como si alguien hubiera puesto en la consola alguna melodía olvidada a medio camino entre Creedence Clearwater Revival y The Doors, pero con letras al castellano.

    Luego de aquellas composiciones introductorias, prosiguió el que hasta ahora es su mayor éxito y carta de presentación preferida: “La banda del Jar” (“Vámonos a viajar, con la banda del Jar / Tienen juegos & secretos que te gustarán / Adentro en la oscuridad, tu mente cambiará, luces & colores te alucinarán / Pero no, no lo quieres mi amor / No quieres conocer los secretos de la banda del Jar”). Según palabras del cantante, estas y otras piezas como “Caníbal”, constituirán parte de su producción discográfica debut.

    Posteriormente, The Brujas cedió su lugar al tándem principal de la noche. Hugo se abrió paso entre los asistentes hasta el escenario y con él venía una pesada maleta de viaje, de la cual extrajo artículos diversos como una cogulla oscura, varios cables, una Macbook, una interfaz y su inseparable drum machine. Luego de algunos minutos de ajuste, su hermana apareció con micrófono en mano e igualmente se disfrazó a la usanza religiosa. El músico oaxaqueño pronunció cálidos agradecimientos, un pasaje del libro del Apocalipsis y finalmente de sus manos brotaron los temas “Hijos del caos” y “Desbarajuste”.

    Entonces la esencia performática de los Valdivieso se manifestó y enseguida tanto ropajes, como música y líricas se alinearon en un contexto sacro, dramático y anárquico. Trazos de aflicción, creatividad, traumas del pasado, excesos y demás vicisitudes tomaron forma en eso que los hermanos bautizaron en su último disco como Armaggedon. Los dedos rápidos y precisos de Hugo se movían entre botones y perillas, mientras que su hermana entonaba con aterciopelada, aunque pesarosa voz las estrofas de “Vanidad” y “Bola de Oro”. Esta última melodía versa así: “Trifulca en la sala / La cena está puesta / Personas que tragan / Lamentos y quejas / No culpo a mi madre / Entiendo su histeria / Pálidos rostros que se enfrentan, mmh-mmh / Bola oro / Bola oro / El tren gruñó marcha atrás / Pasó por mi ventana / En un vagón niñas van / Con la cabeza gacha”.

    Entre ese alud musical inorgánico conjurado por aquellos dos chicos me cuestioné sobre la naturaleza de su arte, pues ¿dónde encaja? ¿cómo describirlo? Verdaderamente hay en sus composiciones elementos de synthpop, vaporwave, pop experimental e inclusive city pop, pero ninguna de esas etiquetas satisfizo mi curiosidad y entonces terminé por asumir que son dueños de un estilo muy particular; es decir, además del sonido electrónico y el performance que exhiben, también abordan temáticas vinculadas al folclor mexicano, la familia, los conflictos sociales y como ya se refirió varias veces, la fe.

    Con profusas gotas de sudor en la frente y el cabello enmarañado, Elizabeth sacó de entre sus implementos un sucio oso afelpado, el cual sostuvo fuertemente entre sus brazos al tiempo que con muecas infantiles les dirigía a sus oyentes “Muñeca mecánica” y “Máscara de niña”. No obstante, la pareja también optó por ejecutar algunas piezas de Zapandú, por ejemplo “Infancias trágicas”, “Desnudx” y la muy aplaudida y coreada “Vampiro”: “Pobre de mí / Pobre de mi suerte / Desdichadamente tengo mala vida / Pobre de mí / Pobre de mi cuerpo / Ya se muestra enfermo, yo no me arrepiento / Por las calles salgo a madrugar / Toda la ciudad es mi hogar / Por la esquina veo pasar / Desventuras de horror, taloneando por ahí / ¿Tú qué harás cuando Dios se muera?”.

    En el tramo final de la velada, los Valdivieso retomaron las piezas de su más reciente placa y de forma histriónica interpretaron “El castillo de la pureza” y “Armaggedon”. Para la segunda canción, Elizabeth dispuso sobre el suelo una biblia de buen tamaño y sin empacho la apuñaló varias veces con una resplandeciente espada de utilería. El sacrílego acto causó entre sus seguidores la respuesta esperada, puesto que aullaron y aplaudieron estruendosamente. Aunque en contraposición, el semblante de sus preciados artistas ya exudaba agotamiento a causa de la extenuante y dilatada jornada.

    Finalmente y a solicitud del público, la dupla cerró el evento con otro de sus controvertidos éxitos: “El pozo” (“Cuando los demonios me soltaron en el pozo / Salto, salto mortal / Desolador / Tragedia negra / Matiné de terror / Todos callan, qué mal / No aparezco en los diarios / Todos callan, qué mal / No aparezco en la radio”).

    El reloj aún no marcaba la media noche y para muchos quizá era el momento de buscar otras aventuras de parranda, mas en el caso de los carnales Valdivieso eso solo indicaba dos cosas, una cena frugal y una corta noche de descanso en algún hotel local, pues Valgur tenía otra fecha por cumplir al siguiente día, esta vez para el Festival Sinergia, de la bulliciosa Ciudad de México.