Negrø, o cómo una caguama siempre se puede dividir

Fotos y redacción por Iván Gutiérrez

El folk, ese género que no engaña, o que engaña demasiado bien, que canta desde la sinceridad que raspa o arrulla, que duele y mata lo mismo que llena de vida y euforia. O como bien dice un buen amigo, Cantando siento que no miento, aunque desgasto el corazón.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando juntamos este género con el bolero, la trova, la balada? Tenemos como resultado a uno de los compositores jóvenes más interesantes del momento. Basta escuchar un par de sus canciones para reconocer en este Amigo a un canto nuevo de tan viejo, una aventura sonora por las angustias, las delicias y las anécdotas de tal o cual experiencia transcurrida entre nuestro nacimiento y la ineludible muerte.

Walter López, mejor conocido como Negro, es de esos músicos relajados y chidos con los que destapas una caguama para conversar de las buenas cosas que tiene la vida: música, viajes, mujeres, festivales. Al menos esa fue la versión que a mí me tocó entrevistar en El Pasado febrero durante su gira pre-Vive Latino, cuando pasó por Ensenada para darnos un show en el Bar Andaluz.

Por esas fechas tendría unos dos meses de haber descubierto al músico de Morelia, Michoacán, justo en una época en la que mi Inútil Corazón andaba de necio, por lo que sus canciones cayeron como una cheve helada en pleno verano. No dejé pasar la oportunidad y ahora que estuvo por el puerto conversamos más a fondo sobre su camino musical, sus composiciones y su proyecto artístico. Y pues nada, aquí pueden Bajar Avión con el buen amigo Negro.

Walter López, mejor conocido como Negro – Foto: Iván Gutiérrez

Y si el pasado me vuelve a pasar…

Comentaste en una entrevista previa que tu padre tiene una banda de black metal, ¿cómo llegaste desde ese género musical a tus propias composiciones? ¿Hubo algún tipo de influencia?

Claro, influenció que estuviera en los ensayos que mi jefe tenía en la casa, desde morrillo ahí los veía tocar. Más adelante me metieron a una escuela primaria que tenía formación musical, el Conservatorio de Música de Morelia. Por ahí empecé, en clases de apreciación musical de la primaria. Me acuerdo que a los ocho años cantaba en el coro. Ya a los 14-15 años empecé a componer mis primeras canciones, pero creo que eso apenas era el inicio…

¿Dónde y cómo comenzaste a grabar tus temas?

En la prepa… en Morelia quizás no había escena tan rica en bandas, y los sonidos que a mí me gustaban no los encontraba: iba a los tokines y no encontraba algo que me gustara. Había un montón de metal, siempre lo hubo, por eso mi papá tenía su banda de metal, pero a mí me gustaba otras cosas más alternativas, y no las encontrábamos. Éramos un grupo de cinco-seis amigos que nos juntamos a tocar eso que no escuchábamos por la ciudad, o lo intentamos, porque no éramos tan buenos músicos, pero lo intentamos. Teníamos una banda que se llama The Polyesters, con otro compa músico que se llama Axel Catalán, a quien conozco desde la secundaria.

Entonces estábamos en el circuito de bandas que se movían en Morelia. Empezamos a grabar cosillas que en ese momento sonaban chido, pero ya ahorita digo que son horribles. Con las cosas que teníamos a la mano grabamos un EP. Luego tuvimos la chance de grabar en un estudio ya profesional con los weyes de Molotov, creo que esa fue la primera aproximación a un estudio que tuvimos, Tito nos escuchó en MySpace y nos invitó a grabar rolas que nunca salieron, pero ahí están.

Deconstruyendo al compositor

¿A quién le compusiste “Flor”? ¿Cuál es la historia de esta canción tan terrible como bella? Tanto música como la letra hablan de ese instante de muerte que representan los amores que nos obsesionan…

Se la compuse a una chica con la que estaba empezando a salir. Esa rola fue el “me traes cacheteando en la banqueta”, y entonces le regalé la rolita y esa morra ahora es mi novia, se la regalé de cumpleaños hace unos ayeres. Yo encontré en esa morra un bálsamo, pero no sabía cómo decírselo, y la forma fue a través de esta canción.

Eres… flor venenosa… Eres… cosa peligrosa… A la tumba me vas a echar…  

“Amigos” me parece una composición muy interesante, ¿de dónde viene la letra? ¿Crees que las amistades pueden sobrevivir a una deslealtad o una traición?

Cuando salió “Amigos”, quería escribir de amor, pero no hacia la pareja; pensé en mis amigos y pensé en las cosas donde yo la había cagado un poco, y entonces describe varias situaciones con distintos amigos. Tardé un rato recordando en qué momentos había fallado como amigo, y así salió, en un momento en el que estaba escribiendo mucho, y también pensé mucho en cuando sales con alguien y descuidas a tus amigos, te clavas tanto con una persona y te enajenas y descuidas a tus amistades. Entonces la rola va por ahí, habla de ser un mal amigo, pero también un buen amigo. Para que una amistad sobreviva tiene que haber esos momentos, si pasan esas situaciones y se superan, creo que se fortalecen esos lazos.

Pero sabes, me quito el taco de la boca y te lo doy a ti Una caguama siempre se puede dividir De un tiro con tu morra no te vas a morir pero sabes que yo estoy aquí Y sé que todo eso tú lo harías por mí

¿Cómo nació “Vampiro”? Una canción que a mi parecer es un híbrido de muchos géneros, entre folk, música sinfónica y/o clásica, rock alternativo… y una letra oscura

“Vampiro” es la primera canción que escribí para Negro. Todo el rollo de Negro tiene que ver con que vivía en la Ciudad de México; fui con otra banda a perseguir el sueño que persiguen muchas bandas, y estaba trabajando y tenía mi banda de stoner y mi pareja, y de un momento a otro me quedé sin chamba, sin banda y terminé con mi pareja, y tuve que rentar un departamento como de emergencia, pero era un cuarto que no tenía ventanas, entonces Negro sale de ahí, de la oscuridad que había en ese cuarto.

La rola la compuse como a partir de ese encierro, de sentirme desolado. Estaba ahí encerrado a las tres-cuatro de la tarde, completamente a oscuras, entonces llegó la música y luego la letra, e hice la analogía sobre lo que me estaba pasando, porque estaba leyendo sobre vampiros en ese tiempo. Esa fue la primera canción que compuse, y viene de eso, de estar encerrado, y de ahí mismo le di el nombre al proyecto.

Es un fantasma vagabundo, camina entre vida y muerte… Está condenado a sufrir el hambre eterna… Un amor le robó el alma para siempre… y ahora busca poseer a otro cuerpo en lujuria…

El coro de “El último recuerdo” es una bomba atómica… ¿cómo nacieron esos versos?

Muchas de las canciones de esa temporada tienen que ver con la muerte y con la cosmovisión purépecha de la muerte; esta visión del más allá que se ve como un lugar mejor, que no causa tristeza.

Esta canción habla de la espera, es como una despedida y estás esperando a que te alcance la suerte para volver a ver a esa persona especial, en referencia al más allá, después de la vida, y no sé, muchas de esas canciones y esa onda de la muerte, como que la tenía muy resuelta antes, pero ahorita ya no, me causa miedo, pero antes era más indiferente, y nació de esa tranquilidad, de que vamos a morir y nos vamos a encontrar en ese lado.

Mucha de la música michoacana tiene que ver con eso, con toda esa celebración del Día de Muertos, por lo que para mí vino muy natural cuando la escribí. El coro no tiene que ver con una pareja, yo pienso más como despidiéndome de mi madre o de un ser querido.

Ay, y espero que cuando muera seas mi último recuerdo… Cuando de mi último aliento estés tú junto a mí… Para que sepas que solo a ti te amé en esta perra vida… Y sepas que de todo mi amor la única dueña eres tú…

“Dile a tus Ojos” también me parece una excelente pieza… parece un rezo, es una balada muy bella… ¿de dónde vino?

“Dile a tus Ojos” es un cover de un gran compositor que se llama Guti Cárdenas, y la versión salió porque tengo un círculo de amigos que hacen cine, y les interesaba tener esa canción en un corto que se llama La Soledad de las Imágenes, y me costó mucho trabajo hacerla porque la versión original es hermosa. Pero me gustó el resultado, creo que no le falta nada. De ahí empecé a hacer más covers, hice una dinámica de hacer covers y deconstruirlos.

Ojos perversos de tintes vagos… Ojos que hieren mirando así… Ojos que matan y que dan vida tengan clemencia, piedad de mí…

Resulta curioso que en Spotify tienes casi todo tu material como sencillos, ¿no haz publicado un álbum completo?

Todavía no, pero eso va a suceder ahora. Pasa que nunca quise grabar un disco, cuando empecé a hacer el proyecto ni siquiera me veía tocándolo en vivo, luego tuve chance de grabar una rola y la subí a Soundcloud y se fue dando.

Antes no disfrutaba nada grabar, me parecía un proceso muy tedioso y se quedaron muchas canciones ahí sin grabar, pero cuando había chance lo grababa con lo que podía, tengo canciones que grabé con celular, o por ejemplo “Baja Avión” la grabé con un iPad, si prestas atención se escuchan los pájaros afuera de mi casa. De repente empezó a irle bien a las canciones, yo también me lo empecé a tomar más en serio, y este año vamos a sacar seis temas nuevos, con cuatro temas viejos que nunca salieron.

En Spotify podemos encontrar Negro y Las Flores de Enero, ¿es el mismo proyecto?

Sí, Negro y las Flores de Enero son músicos que tienen tres años tocando conmigo, claro que ha habido un par de cambios. Junté yo por primera vez a una banda para el festival Marvin de hace tres años, y cada que hay chance los llevo de gira o a shows donde se puede tocar con ellos. Existe la dualidad del proyecto, de que lo puedo hacer solo o con la banda.

El sonido Negro

Sueles mezclar géneros, boleros, baladas, folk… pero tú, ¿dentro de qué géneros piensas tu música? 

Me gusta pensar que es como un conjunto versátil, como los músicos que tocan en las bodas, pero de música original. A mí me gusta eso, poder tener esa posibilidad de tocar un bolero, luego una pirekua, o un corrido, no limitar el proyecto a “somos algo”, porque escucho un montón de música y hay un abanico tan grande que sería tonto no explorarlo.

¿Has perdido amistades o relaciones afectivas importantes por la sinceridad de tus canciones?

Sí, seguro. Justo la relación sentimental que tengo ahorita se mira afectada porque escribo cosas de antes, porque de pronto sí me gusta revivir recuerdos y desenterrar demonios; y a lo mejor a mucha gente cercano no le gusta.

Tengo una canción que se llama “José”, que es el nombre mi tío, y habla del asesinato de su esposa, y a lo mejor no le hizo mucha gracia a mi familia cuando la escribí, pero tampoco nunca me he limitado: si creo que algo tiene que salir, sale y lo escribo.

¿Qué dirías que hace a una canción auténtica?

Cuando hice este proyecto, me puse como reto intentar escribir como hablo con mis amigos, con mi familia, no hay cosas muy rebuscadas en las letras ni analogías muy complicadas, ni toco temas que no conozco, eso es muy importante para este proyecto, porque a lo mejor llegué a tener otros en los que escribía situaciones ficticias, y en este trato de escribir de cosas que conozco y a lo mejor son cosas más simples porque mi vida es más simple, a lo mejor…

Negro durante su presentación en Ensenada – Foto: Iván Gutiérrez

¿Cómo crees que encontraste tu voz?

En realidad, no sé si ya la encontré. Lo que sí diría es que encontré un oficio, el de escribir, que no es nuevo ni completamente auténtico, pero el ejercicio y la forma es muy mío; el oficio de hacer canciones. No me considero músico, pero sí hacedor de canciones. Aunque tuve una pequeña formación musical, nunca me guío por estructuras musicales, ni escribo o leo música, más bien viene de lo que creo que hace buena amalgama, y ya, tampoco soy un ejecutante muy virtuoso, entonces creo que el oficio que hago es hacer canciones.

¿Dónde te miras en cinco años?

Curiosamente yo me puse cinco años de carrera, que dije me voy a retirar en cinco años, pero si no estoy en un escenario me gustaría hacer algo que tuviera que ver con la música, como producir, le estoy agarrando un cariño a grabar cosas, y si no, nada, solo estar tranquilo, la verdad es que, si no es en la música, donde encuentre tranquilidad, ahí quisiera estar.

¿A qué te dedicarías si no fuera a la música?

Está muy trillada la respuesta, pero me hubiera gustado jugar futbol. Tengo algunos temas que hablan de futbol, pero si no fuera eso, me hubiera interesado mucho estudiar sociología, probablemente, o quien sabe, también pude haber sido carpintero.

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