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  • Un ceviche con Diles que no me maten

    Un ceviche con Diles que no me maten

    Producción y foto por Iván Gutiérrez

    Tuvimos una entrevista con los amigos de Diles que no me maten mientras se aventaban unas tostadas de ceviche vegano en Seta Rosa, un cotorreo de compas en el que exploramos su sonido, el origen de algunas de sus canciones, qué los motiva a levantarse por las mañanas, su experiencia en Baja California, entre otros temas aderezados con buenas risas. Pásenle a escuchar a estos maestros del sonido en el nuevo episodio de Odisea Independiente.

  • Chicano Batman, buscando la voz que no se escuchó en el Tecate Península 2022

    Chicano Batman, buscando la voz que no se escuchó en el Tecate Península 2022

    Redacción y Fotos por Iván Gutiérrez

    Esto empezó como una cobertura “común” de un festival musical, pero en el camino se convirtió en una crónica gonzo sin quererlo. El detonador: un gallo y un show de Chicano Batman donde no pudimos disfrutar la voz de Bardo. Pero vamos al inicio.

    INTRO

    Tras una noche en la que no dormimos mucho pero sí disfrutamos bastante, mi amigo Alex y yo nos lanzamos de nuevo a la carretera. En Tecate habíamos visto a Mi Banda El Mexicano la noche anterior, en un show un tanto extraño, pues si bien los trajes dorados lucían espectaculares, la energía actual del vocalista no es la que uno esperaría de la potencia festiva de esta banda.

    Por igual el hijo del vocalista tiene bello rostro, muchas fans quedaron encantadas con las fotos que se tomaron con él cuando bajaba del escenario para entregarse a ellas, pero unas clases de canto no le vendrían mal, si es que, como aparenta, pretende reemplazar a su padre al frente de esta icónica banda dentro de poco. En fin, creo que a pesar de la calidad intermdia del show, la gente quedó complacida con esta 1era edición del Festem, un festival musical organizado por el municipio de Tecate donde días antes también tocó Café Tacvba.

    Mi Banda El Mexicano en el FESTEM. Foto por CNR Tecate

    De vuelta al presente. Omeprazol, agua, un gallo, cargadores, cámara, memoria, dos lucky strikes y stickers de Ay Gregorio! son el equipaje para hoy. Tras una hora aproximada de viaje llegamos a Playas de Tijuana, poco antes de las 3pm. Arriba del Escenario Tecate toca The Warning y no suena para nada mal. Me lamento por no haber alcanzado a escuchar a las Margaritas Podridas, pero pienso que ya llegará el momento de verlas en acción. Damos una ronda general por la Plaza de Toros, ubicamos escenarios, área de comida, baños y área de prensa, justo donde está por iniciar una entrevista con Bruses.

    Tras un par de minutos empieza el cuestionario en vivo con la joven compositora, quien este año fue nominada a dos Grammys tras 11 años de carrera artística independiente. Su maquillaje está impresionante, me recuerda al David Bowie del Aladdin Sane. “Estamos muy contentos por estas nominaciones. Es difícil mantenerse independiente, pero se siente genial no tener que vender tu alma a una disquera por un adelanto mediocre, y sentimos que esto es prueba de que hay otros caminos para los artistas. Hace poco logré empezar a apoyar a mis padres económicamente, eso para mí es un verdadero éxito, porque mi familia es de clase trabajadora, y me siento muy contenta de poder regresarles un poco de todo lo que me han dado”.

    Bruses comparte que se siente muy feliz de regresar a Tijuana, su ciudad natal, y comenta que a su parecer la industria musical se encuentra en un punto muy interesante para quienes crean música en su cuarto, pues las plataformas digitales y redes como TikTok permiten que uno conecte y construya una comunidad en línea como nunca se había podido hacer: “Con Internet las oportunidades están ahí. Nosotros como Bruses no seríamos nada sin el fandom. Gracias a ellos estamos donde estamos”, concluye la joven tijuanense.

    Bruses, de las pocas artistas del Tecate que se dignó a dar entrevista a la prensa

    GONDWANA Y CAMILO SÉPTIMO: RECUERDOS DE OTROS TIEMPOS

    Gondwana empieza y me llegan recuerdos de cuando los vi hace años en el Parque Morelos de Tijuana, en una ocasión en que un amigo metió un gallo gigante entre sus rastas, mismo que roló entre decenas de asistentes. Armonía de amor sale de los speakers y es coreada por el público. Cae algo de neblina que refresca la tarde. La gente ondula. Morras con los ojos cerrados bailan con “Felicidad” de fondo y cantan “ya no estoy triste”.

    Terminan los argentinos y a los 10 segundos se escuchan los gritos de “¡Camilo!, ¡Camilo!, ¡Camilo!” en el Escenario Tecate. El público clama por una de las bandas de indie pop mexicano que más seguidores han conseguido en los últimos años, y la respuesta llega pronto. Se encienden luces y sale a escena la voz impresionante de Manuel Coe, vocalista de Camilo Séptimo.

    Manuel Coe, de Camilo Séptimo, “vibrando alto” en el Escenario Tecate

    Cuando inicia “No Confíes en Mí” vuelven algunos recuerdos de cierta aventura amorosa muy caótica, por allá del 2017, en aquellos tiempos cuando tendía a vincularme con personas conflictivas sin pensar mucho en las consecuencias, muy ad hoc con el tema de Séptimo: “No confíes en mí, aún puedes escapar, aún puedes librarte, de conocerme más”.

    Manuel se desenvuelve muy bien en el escenario, juega con el deseo que despierta en el público: los hace aplaudir y gritar. Los visuales también están chidos, y los bajos se escuchan potentes, con una base funky que te pone a mover las caderas. Pienso que es música para coger y enamorarse, para dejarse llevar un rato por las energías intensas del amor.

    Terminan los Camilos y me encamino a la rueda de prensa con Chicano Batman. Las áreas de la Plaza de Toros antes vacías comienzan a llenarse poco a poco. La tendencia es clara: esto va a reventar en las próximas horas. 

    SEN SENRA Y CALIGARIS: UN POCO DE LO BUENO NUEVO Y LO BUENO VIEJO

    Al llegar al área de prensa se nos revela que fue cancelada la entrevista con Chicano. Pregunto por qué, pero no encuentro muchas respuestas. Saludo a una colega cachanilla que viene cubriendo el evento para Revista Machin y platicamos un rato de esto y aquello. Nos vamos juntos a ver el show de Sen Senra, músico español que me recuerda a compositores como Rosalía y C. Tangana (con quien ya tiene una colaboración), esa nueva ola de músicos ibéricos que están creando (y exportando) sonidos pop que se nutren del R&B, el trap, el Hip Hop, la canción de autor y demás géneros varios.

    El Escenario Monumental es el más pequeño de los tres. Tiene forma circular y está rodeado por gradas. Empieza el show y Sen Senra se adentra al escenario caminando lentamente. Empieza un beat sensual y una guitarra con delay que le pone una textura espacial a la base armónica. Los gritos de las fans de veintipocos años reflejan que es uno de los músicos que más prenden a esa generación.

    Sen Senra dando show en el Escenario Monumental

    El músico de 26 años se mueve muy bien por el escenario. Baila, toma el stand del micrófono y lo balancea mientras se sujeta el pantalón negro tumbado. Lleva el número diez en la espalda y unas gafas oscuras para ocultar la mirada. Varias chavas que están recargadas sobre la valla metálica bailan y gritan bajo las luces guindas.

    Termina el segundo tema (Baby no me sueltes más) y al fondo gritan con euforia “¡Sen Senra, Sen Senra!”. Lo acompaña una batería con una caja de beats que le dan ese toque hiphopero-trapero a la música, y una guitarra que toca acordes de un solo rasgueo prolongado con su necesario delay, poniéndole el toque seductor a la música. En cierto momento el músico se avineta un solo vocal imitando una trompeta, que con el autotune suena bastante bien. Me despido del español tras un par de canciones más, decidido a encontrar un buen lugar para ver a la banda que más me emociona de este festival: Chicano Batman.

    Camino al Escenario Tecate me toca escuchar unas buenas rolitas de Los Caligaris, justo cuando un rayo de luz logra filtrarse entre la nubosidad de los últimos días, coincidiendo perfecto con la música festiva de la banda argentina. El público que está frente a los banda está en pleno éxtasis.

    “Vos sos esa simple razón, por la que volví a sonreír, por la que levanto la vista y veo lindo el cielo, aunque esté todo gris…”. Para terminar de hacer más cursi la imagen hay un arcoíris atravesando el cielo. “Queremos que todos cierren los ojos, respiren y piensen en esa razón que los hace estar acá”, dice Martín Pampiglione por el micro. “¡Estos son los recuerdos que no se olvidan nunca! ¡Gracias por este enorme regalo, a cambio les vamos a dejar este hermoso momento!”, dicen los pibes con la cara pintada de payaso, antes de reventar la fiesta como solo ellos saben. La raza agita camisetas en el aire, baila y disfruta como nunca.

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    CHICANO BATMAN: LA DESILUSIÓN

    El resto del show de Los Caligaris lo presencio desde el Escenario Tecate, pues he decidido adelantarme para agarrar buen espacio en el show de Chicano Batman. Por acá la emoción se siente en el aire. Todo show en vivo de un artista que uno admira siempre condensa la magia de todas esas veces que lo escuchaste en diferentes momentos, planos y estados emocionales de tu día a día, instantes en que estuvieron contigo a través de tus oídos. Y bueno, si se trata de Chicano Batman, es bien sabido que escucharlos en vivo es otro pedo… o al menos eso imaginaba.

    Se prenden las luces (yo prendo un gallo) y salen a escena los Chicanos. El público grita de emoción. Camarógrafos nos aventamos frente al escenario para hacer nuestro trabajo. Entonces inicia la catástrofe. Hay fallas en el audio y la voz no se escucha para nada como debería. Pareciera que algo falla, que el micro o las bocinas o el auto-tune fallan, dando como resultado un efecto muy raro en la voz: un auto-tune mal ajustado que sube y baja el volumen de la voz de Bardo y que no permite que se entienda nada de lo que dice. El resultado es un sonido terrible, ininteligible, como un idioma extraño y confuso.

    Termina la primera canción y tanto público como prensa le intentamos avisar a Bardo de la situación, pero trae puesto un earphone y no capta nuestros mensajes (o eso parece). Considero la opción de arrojarle una botella de agua que traigo en la mochila para avisarle que no se escucha, pero pienso que por ello podrían sacarme del concierto antes de alcanzar a decirle algo.

    Bardo cantando sin que podamos escucharlo

    Pasan tres canciones igual. Inconforme con lo que pasa le digo a un sujeto que está en el backstage que no se escucha el vocalista. Asiente, como saliendo de la esterilidad de no saber si esa falla en la voz era real o venía de su imaginación. Dice que irá a avisar. Bardo sigue entregándolo todo, a pesar de que en los speakers delanteros no se escucha absolutamente nada, solo gritos ahogados. Me pregunto si en los speakers de atrás se escuchará igual.

    Empieza el bajeo característico de Freedom is Free y todos gritamos de emoción, pero parece que no podremos disfrutar el tema como quisiéramos, pues el problema de la voz persiste, si bien Bardo se mueve en guitarra y piano con toda la actitud: es un verdadero rockstar, como demostrará dentro de poco cuando se quite la camisa, a pesar del tremendo frío que debe hacer allá arriba. De fondo se escucha la voz de la otra vocalista, quien rescata un poco (pero muy poco) la situación.

    Bardo pregunta entonces “Do you hear me?”, a lo que la gente a mi alrededor grita que no, luego le pregunta a los del otro lado y todos gritamos que no, entonces dice: “Les dije que subieran el volumen del micro, pero no hacen caso, ¡pero vamos a seguir este show!”. Los californianos prosiguen con Run, y es una verdadera lástima porque la música es realmente buena, la batería, la guitarra, los synthes, todo se escucha estupendo, pero necesitamos la voz que falta para que nos acaricie el alma.

    Revienta la parte final de Run y los synthes nos perforan el corazón. Empieza a llover y Bardo dice que tiene algo que compartimos. Se sienta al borde y empieza “Invisible People”, una canción de resistencia al sistema con esa vibe nostálgica muy Chicano Batman. No sé si soy yo proyectando mi interior alrededor, pero siento que en el ambiente hay una emoción de tristeza, obvio por el vibe de la rola, pero también por la desilusión de no escuchar ni entender nada de lo que dice el amigo del micrófono.

    Bardo sin camisa… ¿y sin voz?

    Empieza Itotiani y no nos queda más que cantar todos juntos a pesar de que nos falta la guía, pues con esta canción es imposible no navegar por la chicano-vibe. “¡Ella tiene aire a Teotihuacán, su piel tiene el color del mazapán!”. Bardo toma los synthes, checa que el amplificador esté bien modulado y empieza a improvisar en la parte final de la canción mientras sube el ritmo, ¡esto es un Jamm y ahora sí se siente la música llegar hasta el fondo del alma! Se acaba la rola y el grito del público se siente diferente, más vivo.

    “¿Quieren una canción en español?”, pregunta Bardo por el micro. El guitarrista pasa al frente para iniciar “Manzanita” y milagrosamente sí se escucha su voz al cantar. Bardo se queda al fondo tocando el bajo de espaldas al público al lado de la batería. “¿Significa esto que todo este tiempo Bardo no tuvo voz y solo fingieron una falla técnica?”, me pregunto, pensando en el por qué no intentaron cambiarle de micrófono. desde el inicio Me siento confundido ante la incógnita, y pensarla solo me llena de coraje por la posibilidad de que sea cierta.  “Quizás se enfermó de último momento… y por lo mismo fue que cancelaron la rueda de prensa”, medito mientras el show continúa.

    Bardo se quita la camiseta y empiezan los teclados de Black Lipstick. “This is our favorite song! Are you having a good time over there?”, consulta Bardo al público. “Can we have some fucking volume on this microphone over here?!”, exclama, conectando nuestros sentires con el suyo. Empieza la música y nuevamente la falla técnica. Hay un sentimiento que quiere salir y conectar, pero no está el puente: la voz. Es como algo muy bello que pudo ser, pero no fue; otra desilusión más a la lista. En ese momento Bardo hace un último intento por hacernos vivir una gran experiencia: baja del escenario y se entrega al público, que lo abraza sin dudarlo.

    Tras un minuto el vocal chicano sube de nuevo al escenario y dice “we have a last song for you and its called Magma!”. Bardo comienza a cantar y el sonido de nuevo es una enorme decepción. Estamos a un paso del éxtasis, pero nos quedamos a eso, a una voz de distancia. Chicano Batman cierra con un jamm potente, destructivo, performático. Dicen algo como “¡Adiós Tijuana!” y concluyen. Después, el silencio.

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    EN BUSCA DE RESPUESTAS

    Concluido el show sólo puedo pensar que, a mi manera de ver, Chicano Batman nos debe un concierto. No sé si por culpa del Tecate Península, por culpa de la banda o por culpa de algún ingeniero. Lo que sí sé es que mi pulso periodístico está ávido de descubrir la verdad y que no me sentiré cómodo hasta saber qué chingados pasó.

    Mis amigos no conocen a la banda y me comentan que pensaron que se escuchaba de esa manera porque así era el estilo. Caminando en búsqueda de respuestas me encuentro a un colega de Ensenada, quien me comenta que Chicano no traía ingeniero de sonido, que él lo conoce (porque es de Ensenada) y nunca lo vio al lado de los ingenieros.

    Me acerco a los ingenieros del festival en una base ubicada en la parte trasera de la zona VIP. Me dicen que el ingeniero de chicano no está chido, que ahí estuvo la bronca (ah caray, ¿no que no había estado presente?). Otro dice que solo yo escuché las fallas, que para ellos todo se escuchó perfecto. Empiezo a sentir que se quieren desentender de la responsabilidad porque olfatean que soy reportero y no quieren meterse en problemas. Al salir de la zona VIP un morro dice que allá sí se escuchaba la voz, pero que a ratos se le bajaba el volumen. En el otro escenario Justin Quiles empieza a cantar sobre culear y fumar marihuana en un trap latino sabroso. Yo sigo aferrado: ¿Qué carajo pasó con Chicano Batman?

    Pienso que es hora de ir a prensa. Nadar por el mar de gente comienza a ser una experiencia turbulenta; se siente subir la afluencia de público ante la proximidad de los Fabulosos Cadillacs en escena. En el área de prensa platico con una colega y me comenta que en la parte trasera sí se escuchó Chicano bien. “Solo adelante no había sonido… pero traen un cagadero con los ingenieros en todo el festival”. Otro colega periodista me dice que también traen un desmadre con las ruedas de prensa, pues aparte de Chicano, también canceló Camilo, y Sublime va tarde.

    “Chicano Batman no quiso rueda de prensa, que mejor hacían una prueba de sonido”, dice una morra del staff luego de preguntarle sobre por qué no hubo entrevista con los californianos. Bueno, ¿entonces qué pasó con esa prueba de sonido? ¿Qué pasó en Chicano?

    Bueno, ahora sé que adelante hubo sonido bueno, enfrente nada. Pero la duda persiste, ¿de quién fue la maldita culpa de que cientos no disfrutáramos este concierto? Todo apunta a que hubo un ingeniero que no hizo bien su trabajo. Se empiezan a agotar las fuentes informativas al alcance para encontrar respuestas, pero me niego a quedarme con la duda. Se me ocurre entonces una idea.

    Me meto a los baños de prensa, me lavo la cara y me veo al espejo: me siento seguro de quien soy. Me quito el gafete de prensa. Me recuerdo músico. Salgo del baño y entro con total normalidad al área de los artistas. Traigo el outfit. Traigo la energía. Traigo la vibe. Me mezclo. Soy uno de ellos y ellos son de los míos.

    Pido lumbre para un cigarro. Hablo con el guitarrista de Bruses un momento. A la sorda busco la carpa de Chicano Batman. Paso al lado de Sen Senra, quien está platicando con algunos de sus compas. El guitarrista de no sé qué banda dice que se irá a practicar unas rolas antes de salir a escena. Me acerco a un par de músicos jóvenes que están por ahí, pero no conocen a Chicano, no saben quiénes son. Otro sujeto me apunta en cierta dirección, diciendo que por allá está su carpa.

    Paso lado de la carpa de Siddhartha. Escucho que ya es hora, que faltan diez minutos para el show. No encuentro la carpa chicana por más que busco y busco. Me resigno un momento y me siento. No quiero parecer desesperado y que alguien me identifique como prensa. A fin de cuentas, traigo cargando la mochila de mi cámara en el costado y una pulsera color rosa que me identifica como tal.

    Me paro y sigo. Me hago pendejo cerca de Sen Senra. Veo de nuevo al tipo que antes me indicó donde estaba Chicano y le pregunto de nuevo, me apunta la dirección otra vez, pero ahora la veo bien, le digo bromeando que me disculpe, que estoy ciego, a lo que se ríe y se va. Por fin llego y ahí está Bardo afuera de su carpa, platicando con un wey de los Caligaris que lleva rastas; la voz de Bardo se escucha impecable, así que descarto aquella idea de que estuviera enfermo. El músico de la banda argentina dice que mañana tendrán otro show en Guadalajara de dos horas, que ahí sí van a desquitar.

    Terminan su conversación y me preguntan si les puedo ayudar tomándoles una foto. Les digo que claro que sí. Tras la foto llega el momento de improvisar. Le digo a Barto que soy guitarrista de otro proyecto que tocó más temprano, uno que se llama Sen Senra, de España, pero que yo soy de aquí de Tijuana, y que también tengo un proyecto solista que se llama Ay Gregorio! Le doy un sticker del Otro Caguamón a Bardo. “Es de folk, indie folk-punk. ¿Conoces a Juan Cirerol?”. Y así vamos platicando hasta que llegamos al “¿andan de gira ahorita? ¿Cómo viste este show? Yo los vi desde enfrente, y como que no se escuchaba muy bien fíjate…”, le comento.

    “Pues no paré, no paré, a veces uno no siente a la gente, pero uno tiene que seguirle” …, dice Bardo.

    “¿No crees que haya sido por lo del sonido?, le pregunto.

    “Puede ser, puede ser…”, dice, “¿no se escuchaba la voz?”, me pregunta curioso.

    En eso el wey que anteriormente me apuntó donde estaba la carpa de Chicano aparece y yo siento que ya se dio cuenta de que soy prensa y me cago porque estoy a un paso de descubrir que pasó. Para mi suerte el tipo dice “Bueno, ya que te dije donde estaban estos cabrones, ¿nos puedes tomar una foto?”, y pues va la foto con su celular. Sigo la plática con Bardo; todo apunta a que fue culpa del ingeniero de sonido del festival, o esa será la versión chicana.

    “Ah te decía, no se escuchaba nada, se subía y bajaba el volumen, no se entendía… hasta pensé que estabas enfermo de la garganta”, le comento.

    “Jajajaja, no para nada. Sí me di cuenta después, de hecho sí te vi desde el escenario, que me hacías señas, y la gente me lo dijo, y yo dije en el micrófono que le subieran al volumen, pero los cicles (o algo así, ininteligible en el audio que grabé) no estaban conectados, y pues ya arriba en medio del show no había mucho que hacer”.

    Siento una especie de éxtasis correr por mi columna. Comprendo que el error fue técnico, aunque no me queda del todo claro si fue responsabilidad del equipo del festival o de la banda. Seguimos platicando un rato más. Bardo me cuenta que ahora están dando shows grandes en Nueva York, para 5000-10,000 personas. En eso recuerdo que traigo los restos del gallo que prendí cuando comenzaron a tocar y le pregunto si quiere un poco. Me dice que él no, pero quizás su bajista sí. Pasamos dentro de su carpa y les ofrece a los chicos y ellos dicen que simón. Nos saludamos y de nuevo me presento como el guitarrista de Sen Senra, con sede aquí en Tijuana. Fumamos el bajista, una morra con sombrero y yo.

    “¿Cómo están, cansados?”, les pregunto para romper el hielo. “Pues una madre”, dicen. Empiezan a hablar de cuanto han dormido. Uno de ellos me ofrece unas uvas, “recién lavadas, bro”. Las acepto con agradecimiento. Hablamos en español. Les digo que el show que (en teoría) di con Sen Senra estuvo chido, que el escenario es más pequeño, “más íntimo”, dice el bajista, y yo digo que simón, que se siente la gente más cerca. “Claro, allá en los otros es como un mar de gente”, comenta.

    Decido que es momento de partir: ya tengo lo que buscaba. Antes de eso les regalo un par de stickers del Otro Caguamón y los invito a escuchar las rolas gregorianas en Spotify. Nos despedimos y me siento liberado, esa libertad que te ofrece la verdad, o por lo menos, la idea de se que tiene la verdad. 

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    SIDDHARTHA Y LOS FABULOSOS: YA ES HORA DE CERRAR 

    Salgo a la multitud y me siento algo abrumado, en parte por la desvelada y toda la energía que implica cubrir un festival como éste, en parte por tanta gente, en parte por el psicoactivo circulando en mi cabeza. Pienso que lugares como los festivales musicales son perfectos para perderse en el caos: es una experiencia de perderse, buscarse y encontrarse en la música, en los escenarios, en la fila del baño, en el “ya me cansé pero aquí voy a seguir hasta que salgan los cadillacs alv”.

    Me dirijo al Escenario Tecate a ver lo que resta del show de Siddhartha, a quien ya he visto en dos ocasiones previas (publicando en su momento una crónica de ello acá), y pienso que es interesante ver cómo va madurando y envejeciendo un músico, y uno con él, por supuesto.

    Cuando Siddhartha conquistó Ensenada

    Empieza “Ser Parte” y una chica se pone a bailar frente a uno de los puntos de venta de Tecate, fluyendo al ritmo de Siddhartha. Me sonríe y se da otra vuelta. Ya es esa hora de la noche al parecer. La cerveza y la música han hecho su efecto.

    “¡Esta noche estamos aquí para pasarla bien, están todos invitados a bailar con nosotros!”, nos dice Jorge Ibarra, quien siempre logra hacerte sentir que estás en una noche especial. Me pregunto por dónde estarán mis amigos, pero bueno, tratar de encontrar a alguien en el mar de gente sin una mediación digital es toda una odisea. Pienso entonces que la forma más fácil de medir la energía de un concierto es a través de la dificultad para internarse entre el público hacia la parte delantera; en esta ocasión, está bastante complicado el asunto. “¡Gracias Tijuana, sean felices, nos vemos hasta la próxima!”, concluye el músico jalisciense. 

    Entre la conversación con un par de compas descubro que al parecer Snow Tha Product reventó, que subieron gente al escenario y la pusieron a bailar, y que la vocalista le escupió brandy o whisky o algo de una botella a la gente. Otros compas me comentan que para ellos Los Caligaris se robaron el festival. “Esa madre con el sol y el pinche arcoíris fue otro pedo wey”, dice uno ellos.

    En el Escenario Viva Aerobús toca Sublime With Rome, mientras miles aguardan la presentación de Los Fabulosos en el Escenario Tecate. Pienso que es interesante como un proyecto puede resurgir con otro vocalista. Supongo que crea muchos sentimientos encontrados entre los seguidores, pero de acuerdo a lo que leí en prensa, si bien se trata de las mismas canciones de Sublime, Rome Ramírez le mete un estilo totalmente diferente.

    Termina Santeria y se empieza a sentir la efervescencia por Cadillacs. Hay gritos que convocan a pasarla bien todos juntos. El festival está a reventar. Pienso que también me hubiera gustado ver a Sabino en vivo, pero bueno, uno no puede partirse en dos: hay que saber decidir.

    Vicentico dándonos cátedra musical en el Escenario Tecate

    Empiezan los Fabulosos y la música nos absorbe. Ver de tan cerca a artistas tan legendarios siempre me recuerda que, a fin de cuentas, se trata de seres humanos como nosotros. Claro, seres humanos con mucha magia y talento en el espíritu, pero seres humanos.

    Empieza Siguiendo la Luna bajo la lluvia y se desliza el sentimiento Cadillac por los acordes menores. El coro es un llanto impresionante, liberador como las gotas que nos arropan. Me acuerdo entonces de la vez que terminé en la cárcel por fumarme un gallo afuera del Paris de Noche con un compa. Me acuerdo mucho de las strippers bailando Siguiendo la Luna al compás de Vicentico. Pero esa es otra historia.

    Ondulando al ritmo de la canción decido internarme de nuevo a la marea de gente y sentir esa bella experiencia de conectar en vivo con desconocidos a través de un sentimiento musical en común. Porque si algo saben hacer los Cadillacs es crear comunión. Corrección: si algo saben hacer los músicos al tocar en vivo, es conectarnos. Me siento agradecido de estar aquí, y me voy, siguiendo la luna.

    “Siguiendo la Luna no llegaré lejos

    Tan lejos como se pueda llegar

    Son casi las cuatro de la madrugada

    Mi casa brillaba

    Cruzando ese mar”

    Locura al estilo Cadillacs

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    PUNTO FINAL

    Cubrir un festival implica prepararse para ir en busca de lo que ese día será excepcional. A veces es una adivinanza: no puedes saber con certeza quien dará EL show. Pero puedes informarte sobre quienes están sonando en ese momento, preguntarte en qué punto de su carrera está el artista. En esta ocasión, mi visión se centró en Chicano Batman por la expectativa que tenía, y finalmente el asunto resultó como resultó. Entiendo que no todos los shows serán buenos, y así como yo no pude disfrutar su show, seguro las personas en la parte trasera sí lo hicieron; a fin de cuentas, esta crónica fue sólo una de miles de perspectivas que se vivieron en este evento masivo.

    El Tecate Península me parece un festival que es nuestro, de los bajacalifornianos, donde podemos escuchar bandas que de otra manera no llegarían a la península. Por lo mismo se agradece todo el esfuerzo que hay detrás. Dicho esto, también hay que apuntar que, según lo que pudimos investigar, hubo un problema técnico que fue responsabilidad del festival, que como podrá haber figurado el lector, no permitió vivir la experiencia chicano como se esperaba.

    El vocalista suele ser el alma de muchas bandas, es el que refleja cómo está la energía vital de la agrupación; cuando ya no funciona como antes el instrumento vocal, es difícil disimularlo, mucho menos reemplazarlo, porque cada voz es única (claro, hay excepciones en que se logra una adaptación del grupo, ejemplo que pudimos ver con Sublime). Por eso cuando quitas la voz dejas sin cabeza a bandas como Mi Banda El Mexicano, los Fabulosos Cadillacs o, en este caso, Chicano Batman.

    Somos de la idea de que un periodismo musical crítico debe hacer un análisis del show e ir más allá del fanatismo (algo que no es fácil y que en realidad seguimos trabajando). Para ello siempre sirven las preguntas. ¿Cómo se siente el show? ¿Qué transmite la banda? ¿Están bien ensayados? ¿Cómo se escucha la voz? ¿Cómo está cantando el vocal? ¿Y los demás instrumentos? ¿Cómo es la interacción con el público? Para la ocasión pusimos algunas de estas incógnitas en marcha, y aquí tienen el resultado.

    Esperamos que esta pequeña aventura sirva para cuidar más los detalles de futuros festivales y que los organizadores no se lo tomen a mal, sino por el contrario, se motiven a seguir creando estas grandiosas experiencias para los miles de amantes de la música en vivo. ¡Hasta pronto y nos vemos en el siguiente!

    POSDATA

    Un par de semanas después de este festival tuve la oportunidad de conversar con una amiga del DF, quien también asistió en esta ciudad a un concierto de Chicano Batman. Su testimonio fue muy parecido, por no decir igual al que aquí compartimos, lo que me lleva a pensar que, o el problema técnico no fue responsabilidad del Tecate (ups), o Bardo está teniendo complicaciones con los efectos que le ponen a su voz, o quizás, sólo quizás (y citando a mi amiga), “al vocalista le quedaron grandes los músicos”. ¿Ustedes qué piensan? ¡Los leo!

  • En el camino con Ay Gregorio!

    En el camino con Ay Gregorio!

    Ay Gregorio! lleva toda la vida soñando que muere: ha perdido la vida de un millón de maneras, sintiendo el vértigo de ser arrojado al vacío del que todos venimos y en el que todos terminaremos. Un día despierta de un sueño en el que está sobre un escenario cantando una canción, un sueño en el que por igual muere, pero despierta en paz. Al regresar al mundo lúcido percibe cómo está viviendo a contratiempo en un mundo que se evapora, una realidad que se hunde en la peste, el capitalismo hetero-normativo, el COVID, la rutina, la falta (y exceso) de emociones y la incapacidad de vivir fuera de uno mismo.

    Decide entonces que no se va a morir sin dar un grito de resistencia contra los demonios que habitan fuera y dentro de él. Toma el instrumento que había dejado olvidado hace años, su arma para luchar contra la muerte lenta, y empieza a contar las historias y relatos que lo atraviesan, con la visión de tener un preludio que valga la pena experimentar y compartir, antes de que su cuerpo y su memoria agoten la poca existencia que les ha otorgado el universo.

    Compositor porteño forjado por relatos reales e irreales, les presentamos a Ay Gregorio!

    No olvides seguir a Ay Gregorio! en sus redes sociales para que no te pierdas sus próximos estrenos

    Facebook: https://www.facebook.com/aygregorio

    Instagram: https://www.instagram.com/aygregorio/

    Spotify: https://open.spotify.com/artist/7JWYz76kcuMX1ZpdgQKGhs

    YouTube: https://www.youtube.com/@aygregorio4290

  • Noches de Cantinas y Folk en San Luis Río Colorado

    Noches de Cantinas y Folk en San Luis Río Colorado

    Redacción por Iván Gutiérrez (Ay Gregorio!)

    “Todo viaje es una danza”, nos canta Juan Carlos Bon esta noche en Rock & Steaks, restaurante de carnes y vinos en San Luis Río Colorado cuyo segundo piso posee un escenario que músicos locales y foráneos llenan de música; en este caso, recibiendo el Otro Caguamón Tour en el evento “Ruta del Folk”, con un line-up integrado por Juan Carlos Bon, Walter Buratti (ambos oriundos de SLRC), Medio Volumen (Mexicali) y quien esto escribe firmando como Ay Gregorio (Ensenada). 

    En la mesa que ocupamos se encuentra un amigo del músico en escena, de nombre Felipe, quien comenta ser aficionado al arte contemporáneo. Desde que llegó (ya con algo de alcohol en la sangre) ha mostrado un sentido del humor muy divertido. Aferrado a su caguama escucha a Bon cantar sobre cómo se va en bicicleta a trabajar, y con ello la mala vibra se le va; su estilo me recuerda bastante al de Rubén Albarrán (Café Tacvba).

    Juan Carlos Bon en una presentación en Plaza Artesanal (Ensenada, 2017)

    Andar de gira es una experiencia musical que me ha gustado bastante. Vives mucho en el camino, y la cantidad de aprendizaje es invaluable: conoces gente impresionante, cada escenario es distinto, cada voz tiene un mensaje que dar, cada carretera te regala cientos de pensamientos nuevos y te presenta personajes con historias fascinantes.

    El concierto de anoche en Cine Curto (Mexicali) estuvo genial por igual, compartiendo escenario con los cachanillas Medio Volumen (con quienes hoy vamos a repetir show), Raúl Díaz y Los Shangris. Ya al terminar llegamos a Malgro Cervecería para escuchar a Frnce en  su Serendipia Tour. Muy chido poder cotorrear con tanto músico en este espacio, disfrutando cerveza de la casa mientras nos arropaba el talento cachanilla.

    Ya en casa con Héctor escuchamos algunas canciones de Nacho Vegas, y por una foto en su pared tomada en el concierto que este músico español dio en Tijuana en marzo pasado, descubrimos que su mano aparece sosteniendo una cámara Polaroid en una foto que yo tomé en el mismo concierto. Me hizo pensar que nuestros caminos ya estaban destinados a cruzarse.

    Entre el Dolor y la Nada, elegí a Nacho Vegas

    Bon ahora se avienta un remix de “Aquí no hay novedad”, muy buena la adaptación a su estilo, muy pasional, y de ahí le sigue una canción con sonidos de 8bits inspirada en la música de Game Boy. Continua con una versión del bolero clásico “Gema” en Ukulele que nos hace cantar juntos. En el intermedio Felipe empieza a preguntar a gritos quién tiene su tablet; tras un momento de tensión uno de los meseros le dice que la dejó en uno de los bancos y se la alcanza.

    Un wey a mi derecha me habla de que intentó darle a la música en su momento, pero luego se casó y tuvo un hijo y vendió sus instrumentos y ahora está divorciado, aunque todavía le quedan un par de guitarras empolvadas en casa. Felipe, a punto de quedarse dormido, deja caer su tablet y ésta da un fuerte golpe en el suelo que desvía la atención de todos hacia allá.

    Sigue el turno de Walter Buratti, a quien más tengo ganas de escuchar esta noche, ganas que se incrementaron tras nuestra reciente entrevista en el piso de abajo. “Yo también me voy, como mi guitarra, que algún día se irá”, nos canta este maestrazo argentino-mexicano del folk sonorense; que haya pegado un sticker del Otro Caguama en su guitarra me llena de orgullo.

    Walter Buratti, ¡folk acelerado Entre Mundos!

    Las letras de Walter y el swing con el que rasguea su guitarra es impresionante, tiene una vibe de rocanrol que me hace percibirlo como un mago del desierto. Es el canto de alguien que se ha arriesgado, que ha viajado, que ha vivido: alguien que canta con el corazón desnudo sobre el tiempo y espacio que le rodea. “Tec-no-logía… sin igual, puedes digitalizar todos tus sueños”, canta Walter.

    Desde mi punto de vista, esta noche nos hemos reunido puros locos en medio de esta cantina desolada para escuchar nuestras historias. Walter toca una tras otra. Dice pocas palabras entre canción y canción, todo lo dice con música. Su tono de voz me recuerda a la fusión de dos músicos, uno argentino y el otro de tierras sonorenses: Andrés Calamaro y Chino Marcial. “No eres lo que tienes, eres lo que das”, recuerda Buratti, quien a pesar de haber tenido una operación hace dos días, aquí está, firme, listo para cantar hasta el final.

    Hablando con Bon pienso que San Luis Río Colorado es una ciudad muy rara, pues al parecer aquí la raza sale a cotorrear a partir las once de la noche, dinámica que me recuerda a la vida nocturna de Buenos Aires, donde la vida nocturna en los boliches se daba hasta las doce o una de la noche.

    Es el turno de los compas de Medio Volumen, con quienes también compartimos escenario ayer en Cine Curto. “Duele más cuando no puedes decir lo que sientes”, arrancan los cachanillas con su sonido folk de tintes countrys. Las letras de Héctor te llevan por un viaje introspectivo, mientras que el sonido de la armónica y el requinto de Benjamín te transportan a una visión del viejo oeste, y entonces se vuelve preciso encender un cigarrillo, porque hoy esta cantina es para echar un whiskey y saborear que, contra todo, estamos aquí, respirando música.

    El armonizador de voz de Héctor le da una atmósfera surreal a los cantos de estos perros de cantina. Felipe baila como puede en su silla, ya poseído por el poder de las sustancias etílicas circulando por la sangre, el ritmo lo lleva a querer danzar el blues: “…de este pobre soñador (…) sabes le dicen el Señor Galante”. Al fondo se ve a un morro recargado en el balcón de afuera, pensando en quién sabe qué cosa.

    Me parece muy genial que tanto Héctor como Ben se metan de lleno en la canción: en este momento los dos tocan y cantan con los ojos cerrados, sumergidos en el universo western que los habita y que esta noche se manifiesta en estas “Cantinas de Fiar”. Canciones de amores trágicos y otros vicios, de las lecciones que nos arroja la vida.

    Ahora Héctor activa una función de su armonizador que le pone una voz paralela a la suya, pero una octava (o dos) más arriba, creando un efecto de coro grandioso; eso y los requintos de Ben, que sube y baja haciendo escalas limpias, te envuelven en una emoción que refleja a un personaje (El Bandolero) sentado en una cantina en medio del desierto, pensando con melancolía en ese pasado que se fue. Algo así como lo que hacen los pescadores en El Pirata (Ensenada) o los hombres solitarios en El Belmont (Durango), personas que se hermanan por llevar la experiencia del sufrimiento de toda una vida en los ojos.

    “Uno puede imaginar muchas cosas cuando está en la locura”, dice Héctor con acierto antes de empezar su último tema, mencionando que dentro de poco lanzarán un EP de 7 canciones donde contarán la caída y levantamiento de un peculiar personaje.

    San Luis Río Colorado es una ciudad muy extraña, pues si bien está a unos cuarenta minutos (o menos) de Mexicali, aquí los relojes marcan una hora más. Pero es sorprendente cómo el público se aferra, pues aquí sigue firme, escuchando a estos músicos vagabundos a pesar de que ya son la 1:40 de la mañana. Ha llegado el momento para que el Ay Gregorio comparta sus cantos gregorianos. Momento de cambiar libreta por cuerdas: estamos listos para dar show.

    POSDATA CULINARIA DESDE LOS PRIMOS EN SAN LUIS RÍO COLORADO

    Caminar una ciudad te permite sentir el pulso de su urbanidad, ver con calma sus edificios, sentir cómo se desenvuelve la gente. “De pronto yo te vi”, cantan los Alameños de la Sierra, al interior de Taquería Los Primos. “Cuántos le damos pariente”, pregunta el taquero. “Écheme uno de cada uno por favor”, le respondo.

    Viajar también es una forma de mantenerte presente, es un presente constante, un estar enfocado en la aventura de explorar y descubrir nuevos caminos. El taquito de tripa está poderoso. Pero sí, hay que conocer la calle, hablar con la banda, mezclarse, perderse un rato para en medio de esas transformaciones encontrar qué es lo que permanece , qué es lo que no desaparece: eso es lo que eres.

    San Luis Río Colorado me recuerda mucho a Guerrero Negro, un pueblo que pude visitar a mediados de año, ambos de muy poca gente, lo que puede implicar mucho hermetismo o mucha familiaridad. “¿Le pongo verdura pariente?”. “Sí, si es tan amable”. Los tres tacos tienen su buen sabor, pero creo que el de tripa se mantiene como el favorito, luego le sigue el de asada y al final el de adobada. Los parientes despachan estómago tras estómago. De fondo la televisión pasa música norteña y cumbias. Afuera también hay personas comiendo en la barra donde cada tarde se sienta el sol. Casi todos venimos solos y comemos en silencio.

    De vuelta a la calle pienso en el doble impacto que puede tener la soledad: por un lado representa una libertad absoluta, sin ataduras, pero eso mismo puede llevarte a sentir un profundo vacío, un ilusorio “no le importo a nadie”. Creo que lo prudente es el equilibrio: piérdete un rato, y ya que te encuentres, acá te esperamos.

    Ya se siente el viento helado llegar. El sol está por ocultarse. Regresa la noche. Mirando lo desolado de las calles pienso que San Luis tiene el aire de esos poblados desérticos que luego aparecen en series como Breaking Bad. Su gente muy honrada, muy buena onda. Espero regresar pronto. De momento vamos de vuelta al puerto: nos espera otro show en casa.

  • Walter Buratti, ¡folk acelerado Entre Mundos!

    Walter Buratti, ¡folk acelerado Entre Mundos!

    Trotamundos que ha viajado por varios rincones del planeta con su guitarra y una gran pasión por experimentar la vida, Walter Buratti es un compositor argentino-mexicano que lleva en su voz grandes historias de folk, relatos que te harán disfrutar la libertad de estar al lado del camino.  

    En este episodio de Odisea Independiente tuvimos una entrevista con Walter sobre la vez que vio a Los Ramones en vivo, sobre su amor y entrega por los animales, sus procesos de composición, su álbum “Entre Mundos”, sus músicos favoritos, su visión social y algunos consejos que ha aprendido como vagabundo del mundo.

    ¡Desde San Luis Río Colorado llega a tus oídos Walter Buratti!

    Síguelo en sus redes sociales para que estés al pendiente sus estrenos

    https://www.facebook.com/walterburattimusica

  • Festival + Ruido, ¡dándolo todo por el Punk Rock! (Foto-crónica)

    Festival + Ruido, ¡dándolo todo por el Punk Rock! (Foto-crónica)

    Fotos y Redacción por Paulina Lazcano

    El Festival + Ruido en Tijuana, es el evento de punk rock que une al noroeste de la república. El pasado 1ro de octubre del 2022, después de 2 años de ausencia, finalmente pudimos disfrutar de este evento. En su diverso lineup nos encontramos con El Grito (Hermosillo, Sonora), Biocrisis (Tijuana), DFMK (Tijuana), Renkor (Hermosillo, Sonora), 22 Missiles (Tijuana), Los Milfs (CDMX), Boo (Mexicali), Mutant Beans (Ensenada), Verbal Desecration (Tijuana), Los Rattlesnakes (Tijuana), Fallidos (Tijuana) y Salvicious (Los Ángeles, California).

    El evento fue un encuentro muy nostálgico, pues muchas de las bandas participantes tienen más de una década tocando, y la mayoría de los integrantes de las agrupaciones tienen eso y más en la escenilla del punk.

    ¡A continuación una crónica fotográfica de lo que se vivió en este grandioso evento!

  • Mercadito de Bandas 3era edición: conectando la música independiente desde la autogestión

    Mercadito de Bandas 3era edición: conectando la música independiente desde la autogestión

    Fotos y redacción por Iván Gutiérrez

    Los últimos años han sido una época muy particular para la música en Baja California, pues pareciera que durante la pandemia, muchos músicos se hubieran enfocado en crear nuevas composiciones aprovechando el encierro. A la par, la vuelta a los escenarios ha motivado que tanto proyectos nuevos como los que llevan trayectoria compartan su música con mayor ímpetu. Es en este contexto que nace el “Mercadito de Bandas”, una iniciativa auto-gestiva que busca integrar a lxs artistas independiente de la región en un mismo espacio.

    El pasado 1ro de octubre se llevó a cabo la 3era edición de este evento, a nuestro parecer, todo un “mini-festival de música independiente”, contando entre los organizadores a talentos como Jesús “Chuy” (Ramona), Rommel Durán (Entre Desiertos) y Marco Augusto (compositor).  

    Con un Line-Up distribuido en dos escenarios que llenó de música a los asistentes desde las 2pm a hasta las 2:30am, la experiencia de este evento cubrió todas las áreas esperadas. El evento contó, además de múltiples stands de mercancía artística, con puestos de diferente tipo de prendas, equipo musical, accesorios y curiosidades, espacio de tatuajes y venta de diferentes tipos de comida (info de esto más adelante).

    El Mercadito también tuvo un espacio para lecturas de Tarot, y una exposición a cargo del artista plástico Fide. Al llegar la noche los visuales que cubrieron el escenario estuvieron a cargo de Krystel Rascón (Ensenada). Además, hubo venta de café por parte de los amigos de Brewja Café, cerveza artesanal a cargo de Bruikka y barra de mixología.

    Aparte de darnos a la tarea de escuchar toda la gama de propuestas disponibles en esta diversa experiencia musical, también conversamos con algunos de los organizadores del evento, entre ellos Marco Augusto, quien nos compartió que uno de los objetivos del Mercadito es que crear una integración entre los diferentes proyectos de La Baja y la escena independiente nacional.

    “Nuestra idea es que vengan bandas y músicos de Mexicali, de Ensenada y de todas partes. Hablando a nivel nacional, en esta ocasión vino Cuau de Puebla, de Monterrey los Catedrales y de Ciudad de México Iván de la Rioja (integrante de Daniel Me Estás Matando) con su proyecto solista Dj Diablo; entonces lo vemos como una plataforma de conexión, conexión entre bandas con trayectoria y bandas nuevas, entre bandas de La Baja y bandas nacionales”.

    Marco agregó que en el evento no hay una limitante en cuanto al tipo de géneros de las bandas, pues han tenido proyectos de R&B, Jazz, Trap, Rock Psicodélico, Pop y demás. “La única digamos condición para formar parte es que sean proyectos que se estén moviendo en la escena. Y bueno, la idea es que no sólo sea un bazar, sino que el Mercadito se convierta en una plataforma para hacer eventos y actividades relacionadas con la industria musical. Por ejemplo, para esta ocasión tuvimos una plática sobre gestión cultural, de cómo mover tu proyecto Do It Yourself”.

    Sobre futuros eventos, Augusto comentó que no descartan la idea de realizar ediciones en otros municipios de La Baja, como Ensenada o Mexicali, siguiendo la idea de integrar las propuestas musicales de la región. Si bien, por el momento se tiene planeado mantener la dinámica con la que nació el evento: que sean House Partys.

    Dando un paseo con Rommel por los diferentes espacios del Bazar también conversamos sobre el nacimiento del Mercadito: “En lo personal, la idea vino con referencia del Bazar de Bandas de Ciudad de México, y fue también por una necesidad, pensando que necesitábamos un espacio para crear comunidad, y a la par poder vender mercancía, tanto merch como boletos para otros shows”.

    Duran también comentó que el equipo que han ido integrando permite una sinergia impresionante, con la que han logrado armar ya tres ediciones de este evento: “El equipo de trabajo somos amigos, somos como una banda pero que se dedica a la gestión, y los roles también han ido cambiando, hemos ido tomando diferentes responsabilidades. Empezamos Chuy, Marco y yo, pero somos un montón que estamos en las diferentes áreas del proyecto, que son varias. En lo personal me emociona mucho, me parece sorprendente ver mucha gente que no conozco, creo que estamos logrando crear un gran punto de encuentro entre creadores y raza que le gusta la música independiente”.

    HAY QUE PONERLE SABOR A LA MÚSICA, Y POR QUÉ NO, ALGO DE PIQUETE

    Entre las propuestas gastronómicas que pudimos conocer en esta edición del Mercadito estuvo la cocina de Panta Rey, integrada por Emanuel Rosales (@emmanuel0891) con el apoyo de Manuel del Orbe. Rosales —quien lleva más de 10 años trabajando en San Diego, pasando por más de 14 restaurantes y dominando cocinas como la tailandesa, mexicana, italiana y demás — comentó que el menú de este proyecto es de naturaleza cambiante: “nos gusta adaptarnos, según el tipo de cocina que nos solicitan, la hacemos, para que la onda siga fluyendo. Y buscamos manejar nuestras creaciones propias lo más posible”.

    Si bien esta es la filosofía que Rosales lleva por delante al momento de ofrecer servicios de cathering, para la ocasión presentaron un Pantay, elaborado con fideos de arroz y vinagreta de cebollin, jengibre, ajo y todorachi, con pepino, zanahoria y hojas de pescado bojito deshidratadas. Además tuvieron en venta Smoke Toasts, un platillo hecho de marlin ahumado con crema, cebolla, alcachofas y perejil en un pan tostado, acompañado con un huevo y un shot de ostión.

    En el área de la bebida conversamos con Erick Gutiérrez (@erick_demian), quien estuvo al frente de una barra de mixología independientes: “tratamos de brindar en el mercadito esta experiencia que actualmente está teniendo en un boom en Tijuana”, comentó el joven.

    En su menú se estuvieron sirviendo Dos bebidas: un Gin con infusión de cítricos, agua tónica, blueberries y menta; y el Mezcalito fresh, trago elaborado con mezcal Unión Silvestre, maceración de guayaba, jugo de toronja, jugo de limón y un twist de naranja. Y para los amantes de la cerveza no pudo faltar una Session IPA, elaborada por cervecería Bruikka, muy cítrica y lupulosa.

    UNA CASA CON HISTORIA (Y SU RESPECTIVA NOSTALGIA )

    Ya entrada la noche (y las sustancias) fuimos detrás del testimonio de Bryan Ruelas, ya que Rommel y Angela Bloem nos compartieron que la casa en la que se llevó a cabo esta edición del Mercadito de Bandas, se trata de un espacio con mucha historia para varias de las bandas que actualmente se mueven en la escena independiente. A continuación, la entrevista completa:

  • Sendero al Alma: danza y memoria para sanar el corazón

    Sendero al Alma: danza y memoria para sanar el corazón

    Redacción por Iván Gutiérrez
    Fotos por Iván Gutiérrez y

    La danza como libertad: el movimiento corporal como una vía para conectar con nuestro espíritu, con el ser interior, con el flujo orgánico de la tierra y a la vez con la experiencia natural de nuestro pasado: bailar al ritmo de los recuerdos que nos pintan una sonrisa cada vez que los traemos al presente.  

    Bajo el nombre de “Sendero al Alma: Amor a los recuerdos” es que la nueva puesta en escena de la Maestra Rachel Robles —o “Loba”, como es mejor conocida en el gremio artístico— llega al Foro Experimental de CEARTE, una obra para activar los caminos de la memoria y evocar esos momentos de plenitud envueltos en la naturaleza. Docente con más de diez años de experiencia en la disciplina dancística y fundadora de “Alternativa Performance Studio” —misma que cumple 8 años de nacimiento este 1ro de noviembre—, Rachelle nos comparte que esta puesta en escena fue el resultado del Taller Danza Postal, y su objetivo principal es dejar claro que los senderos del corazón son siempre profundos: es ese mundo interno el que nos va a llevar al autoconocimiento, la plenitud y la sanación.

    Esta obra aborda la historia de un grupo de senderistas que se interna en un paisaje (mismo que queda abierto a la imaginación del público, pudiendo ser montaña, bosque, playa, desierto, etcétera), y busca evocar una experiencia que nos recuerde lugares donde podemos descargar nuestro equipaje citadino: “es esa búsqueda por desconectarnos del estrés, de la ansiedad, de las redes; alejarnos completamente de la ciudad y del ruido nos da la oportunidad de escucharnos y prestar atención a lo que pasa dentro de nosotros”.

    De acuerdo a la directora, la obra consta de siete fragmentos: llegada, descargue, ritual de sanación, amor a los recuerdos, regocijo, simbiosis de cuerpo-paisaje y despedida. De tal manera que la obra se vale del senderismo y la naturaleza para crear una metáfora sobre el poder que los recuerdos pueden tener en nuestro espíritu: “Cada quien tiene su propio paisaje y entorno favorito”, explica Rachelle. “Anclamos esto con la medicina que pueden representar los recuerdos. En la vida contemporánea solemos darle mucho lugar a las malas experiencias, malos momentos que nos asaltan por la noche y no nos dejan dormir, y dejamos de lado las buenas vivencias, siendo que las experiencias lindas son las que nos otorgan bienestar al traerlas al presente: es un recurso que tenemos a la mano que podemos usar para sanar”.

    Para la presentación de Sendero al Alma se contó con la participación de diez danzantes en total, quienes desarrollan coreografías influenciadas por ritmos de flamenco, hip hop, ballet clásico y danza contemporánea, dándole vida a personajes que llegan a la naturaleza cargados de rocas y diálogos internos pesados: “Trabajamos con las rocas —que son su pasado, presente activo y el futuro— para reflexionar qué les genera estrés, ansiedad y depresión. Ellos van verbalizando y sacando de su equipaje estos motivos, que son los que generan una fogata que sana todo esto”.  

    Cabe agregar que Sendero al Alma tiene un primer antecedente previo a la pandemia del COVID-19, y que la actual es una remasterización del proyecto, a la que se suma la premisa de amar los recuerdos: “La primera ocasión que se presentó fue con una caminata de Indómita —integrada por Moisés Santos (narrador de la versión actual), Claudio Leyva, Edgar Lima y Horacio Moncada—, en una visita a Barra Estéreo donde nos fueron explicando sobre la fauna, flora e historia del lugar, imágenes con las que trabajamos e hilamos con la narrativa de la obra”, comenta Robles.

    “Ahora sumamos el amor a los recuerdos como otro regalo que nos ofrece la naturaleza. Llegas a tu paisaje favorito, que quizás visitaste de niño, y al pisar ese terreno te invade una especie de bienestar. La psiquiatra Marian Rojas dice que los buenos recuerdos generan oxitocina, hormona de la felicidad que nos da alegría y bienestar, que incluso pueden tener un poder mayor que la experiencia misma”.

    Loba concluye mencionando que la selección musical de Sendero al Alma es el resultado de recopilar diversas piezas a lo largo de los años, e incluye música del colectivo sudamericano ZZK Records, especializado en crear música electrónica con influencias autóctonas.

    “En el Taller de Danza Postal llevamos mucho tiempo trabajando con la memoria y el cuerpo. Ahora en esta puesta en escena hemos condensado toda esa experiencia. Con todo esto en mente es que buscamos activar el camino de la memoria del público, traer los recuerdos que marcaron sus vidas al presente y ayudarlo a dibujar esos paisajes que guardan en su corazón”, finaliza la maestra Loba.

    La próxima presentación de Sendero al Alma se llevará a cabo el próximo 22 de noviembre del 2022 en el Foro Experimental de Cearte. Para adquirir entradas gratuitas puedes acceder al siguiente enlace:

    https://www.facebook.com/events/1068398317183540

  • Las embestidas del Carnero Rojo

    Las embestidas del Carnero Rojo

    Fundado en 2019, Carnero Rojo es una banda que mezcla influencias metaleras, progresivas y rockeras (de los 70s y 80s hasta el alternativo), dando como resultado una propuesta tan auténtica como poderosa. Con canciones como “Lluvia Muerta”, “Perdidos en la cumbre”, “Ruinas” y “Bienvenidos a América”, sus distorsiones eléctricas, cambios progresivos y letras llenas de historias épicas seguro te harán agitar la cabeza con fuerza. ¡Conócelos a fondo en el nuevo episodio de Independiente!

  • Amores Confinados: llevando el espejo del teatro a su máxima expresión

    Amores Confinados: llevando el espejo del teatro a su máxima expresión

    Por Iván Gutiérrez

    El teatro, esa manifestación del drama humano en el que podemos vernos reflejados e identificarnos con los sucesos, emociones y personalidades que hay en toda puesta en escena. Lo común es apreciar obras de este tipo en los teatros, foros culturales y universidades, espacios donde intervienen escenografías prediseñadas para dotar de verosimilitud a lo que se desarrolla en el drama. Pero, ¿qué pasa cuando la puesta en escena se desarrolla al interior de nuestra casa, en ese espacio íntimo que habitamos cada día, donde nos bañamos, dormimos y nos recreamos? El resultado es una transformación de lo cotidiano en extraordinario, o más bien dicho, la identificación de la vitalidad y el drama que hay en cada momento que habitamos, por más cotidiano o rutinario que llegue a parecer.

    Es el 9 de octubre del 2022. Domingo. En este momento los actores ensayan el tránsito por la puerta de entrada de la casa. “Ahí, después… aquí yo te rechazo, y después así”, dicen mientras giran sus cuerpos y van midiendo las dimensiones que tienen para darle vida a sus personajes. Estamos en el preámbulo de la puesta en escena de “Amores Confinados”, una obra de teatro a cargo de Fernando Rojero y Virginia Hernández (más información sobre el origen de la obra en esta entrevista que tuvimos con ellos hace unos meses).

    Para la ocasión el departamento que solemos habitar Laura y yo ha tenido ligeras transformaciones. Movimos una cama, reacomodamos sillas y mesa y los gatos están guardados en una habitación. Actores, director y técnicos hacen los últimos ajustes de sonido y disposición de espacio. Parte del reto de esta obra itinerante es precisamente eso: al ir cambiando los hogares donde se presenta, hay que readaptar las escenas, interpretaciones y detalles técnicos para embonarlas con las especificidades de cada lugar. De tal manera que ahora presenciamos lo que por lo general ocurre “tras bambalinas” previo a una presentación, uno de los cambios en la forma de experimentar el teatro ahora que éste se presenta en vivo dentro de nuestra casa.

    Los protagonistas son tres: Él, Ella y El Inquilino. El drama que están por interpretar tiene como personajes centrales a una pareja que, tras la presión y ansiedad de vivir encerrados durante el confinamiento en los primeros meses del COVID-19, empiezan a experimentar una profunda distancia emocional, aun teniendo una vida juntos donde comparten casi toda la rutina.

    Empieza la obra y lo primero que podemos observar es que los personajes no logran abrazarse. Hay un vínculo de amor claro entre los dos, pues se nota la intención de querer fundirse en el otro, pero se siente una fractura, como si las piezas no pudieran terminar de embonar. Por su parte, El Inquilino funge como narrador externo-interno del drama, quien va describiendo lo que ocurre fuera y dentro de los personajes. Con prosa poética describe la aventura de vivir como pareja, en ese ciclo repetitivo donde se persiste junto al otro, más por rutina que por verdadera satisfacción de las necesidades amorosas.

    Conforme se presentan los diferentes números de la obra (escena de la Cocina, del Dormitorio, de la Sala, del Patio), la obra va presentando un mosaico interesante de emociones, pues hay escenas de humor inverosímil (con una banda sonora que le pone el toque perfecto a la irreverencia que presencias en tu cocina), hasta interacciones pasionales que terminan por convertirse en tedios cotidianos.

    “¿A dónde te fugas para reírte sin consecuencias?”, dice en cierto momento El Inquilino, quien se apodera del lenguaje verbal durante la obra, dejando solo un par de diálogos a la pareja protagonista. A momentos uno puede percibir como la relación de ambos se percibe como una prisión de la que se desea escapar, pero de la que a la vez se es dependiente.

    Momentos catárticos en la obra hay de sobra, y más cuando los actores rompen la cuarta pared e invitan al público a ser partícipes de ciertas acciones dentro de la puesta en escena. De todo esto se desprenden múltiples reflexiones. Quizás la más interesante es valorar las formas de relacionarnos con el otro en los mismos espacios que habitamos en nuestra cotidianidad. Es decir, al convertirnos en público espectador de una ficción que se desarrolla en nuestra propia cotidianidad, la función de espejo/identificación que posee el teatro llega a su máximo nivel: nosotros somos esa persona lavando los platos, esperando un abrazo que no llega, somos esa persona recostada en la cama (nuestra propia cama) que ya no siente el cariño de quien alguna vez nos amara con pasión.

    Amores Confinados es una obra que vale la pena experimentar en directo, pues no sólo es una forma innovadora de disfrutar el teatro, sino que todos los procesos de involucramiento en la obra (el fungir como anfitrión, el ver la transformación de tu propio hogar en escenario y el ver la representación del drama en tus espacios íntimos) dan directo con lo que Rojero llama el “Teatro Vivo”, una vía para crear un puente emocional íntimo entre actor y espectador. Claro que, a mi parecer es, sobre todo, una herramienta para reflexionar en primera fila si nos sentimos solos, estando acompañados.