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Surfeando por los sueños de Ola Magenta
Redacción por Iván Gutiérrez
Es sabido que Mexicali posee un carácter bastante contradictorio, pues a pesar de ser un terreno desértico en sus tierras florecen todo tipo de propuestas llenas de talento. Uno de los proyectos musicales que recientemente ha ido ganándose el gusto del público (y el nuestro por supuesto) es Ola Magenta, una propuesta de influencias Indie-DreamPop-Noise-Surf fundada por la cachanilla Carolina Yee, con quien conversamos para conocer más a fondo el origen de sus ondas sonoras.
¿Cómo nace el proyecto de Ola Magenta?
Nace en abril de 2020, durante la cuarentena. Formaba parte de otro proyecto que se llamaba Mijo Mija, pero en la pandemia se complicó todo, se cancelaron eventos al grado de que ya no se hacía nada. Estando meses encerrada tomé mis instrumentos, mi equipo para gabar maquetas, y empecé a hacer canciones. Cuando ya junté suficientes para hacer un EP, se me ocurre publicarlo como solista. Nunca había tenido un proyecto solista, éste es el primero; empecé a formar parte de bandas en 2016, cuando estaba en una banda que se llama Malos Vecinos, pero nunca algo en solitario.
¿Por qué el nombre de Ola Magenta?
Es una onda medio poética, empecé a hacer lluvia de ideas y salieron palabras. Hay veces que cuando escucho música, lo que me hace sentir una canción me recuerda a un color, el azul es algo triste, el amarillo es algo feliz, y siento que las melodías que en ese momento estaba sacando se me hacían cálidas y dulces, me recordó al color magenta, y el “Ola” era como recibir ese color, como si fuera una marea.
¿Cómo se les ocurrió el cover de La Gata bajo la lluvia, de donde la inquietud por tocar esta rola?
Es una canción que me gusta mucho, y que en las fiestas caseras… en cierto momento de la noche, siempre la poníamos y la cantábamos a todo pulmón, se me ocurrió un día solo por diversión sacar el cover. La voz de Rocío Dúrcal está difícil, ese día estuve todo el día sentada con mis instrumentos en la compu y salió eso, se lo compartí amigos y recibí buen feedback, y ya más adelante se me ocurrió grabarlo y publicarlo.
Platícanos de la colaboración que tienes con Niño Viejo, Luces
También fue en pandemia, él me escribió, también estaba lanzando su proyecto, y me mandó varios demos y pedaceros que tenía, me dijo “escúchalo” y si algo te gusta le puedes poner algo encima y me lo mandas de regreso y así lo hacemos, a la distancia. Y así fue, quedamos muy contentos con el sonido, y luego pasó como un año de eso y me dijo “ya lo estoy grabando bien, que onda”, y ahora sí grabamos voces. Él tuvo la idea de que entre ambos podía salir algo padre.
¿Qué gato inspiró tu más reciente sencillo Space Cat?
Un amigo me decía hace poco, que interpretaba la canción como la soledad de una persona. La verdad es que estaba queriendo componer algo nuevo, y tenía una pluma con gatos, me acordé de la historia de la perrita Laika que mandan al espacio, luego me enteré que también hubo gatitos que enviaron al espacio, entonces es de ambas cosas, literal de un gato que va al espacio, pero también de la soledad, y como inevitablemente necesitamos la compañía de otros.
Más que hablar de influencias, quisiera saber qué artistas te inspiran en lo referente a tu sonido
Para el EP de “estamos perdidas” estaba clavada en lo dreamy pop, pero ruidoso a la vez, estaba escuchando mucho a Juana Molina, una morra argentina que loopea con pedales, a veces se presenta ella con un montón de equipo y toca todo y es increíble lo que hace; como estaba pensando en hacer algo sola me inspiré un poco en ella, luego mutó y ahora toco con full band, con bajo y batería. También estaba escuchando una banda noventera que se llama Lush, un shoegaze noventero muy bonito.
Y bueno tengo muchos años siendo super fan de los Pixies y de Kim Deal, la ex bajista de los Pixies, ella también toca en The Breeders. Siempre he sido muy fan de ellos, y a veces me quiero asomar a su sonido.
Platícanos de Llorando sin Limo, ¿qué significa esta expresión?
Es un chiste, se me hace bien curioso que en YouTube hay comentarios de gente cuyo idioma es el inglés y se sacan de onda con el título de la canción. C Tangana tiene una canción que se llama “Llorando en la Limo”, luego hay una banda española que se llama “Cariño”, que le hizo un cover a esa rola, y mis amigas y yo siempre la poníamos en las fiestas, entonces una vez una compa dijo “somos nosotros, llorando pero sin limo”, y se nos hizo bien chido y ya le pedí permiso para usar la frase en la rola y dijo que sí.
¿Si Ola Magenta fuera una película, de qué género sería y de qué trataría la trama?
Creo que sería una comedia romántica (Romcom), pero de esta bolita donde sale Seth Rodgen y Paul Rudd, como muy goofy y ácida pero cheesy, creo que tiene algo de eso, una comedia con marihuana de fondo.
¿Qué planes vienen en camino para Ola Magenta?
Seguir tocando, seguir presentándonos en donde se pueda, darnos a conocer y sacar un disco, yo creo para finales de este año ya estará listo para publicarlo.
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Los caminos compositivos de Pacheco
Redacción por Iván Gutiérrez
Compositor diestro en la creación de relatos líricos y musicales, Miguel Pacheco lleva puestas botas y sombrero para cabalgar en el desierto acompañando por las canciones que suenan en su cabeza, las mismas melodías que expresa en las cantinas del viejo oeste valiéndose de su voz y guitarra para transportar a los presentes a los relatos de romances y besos de medianoche. Decididos a explorar más de cerca la pasión, creatividad e inspiración de este compositor, tuvimos una entrevista con este músico de origen cachanilla.
Platícanos de Pacheco, ¿cómo empezó este proyecto?
Pacheco empieza en marzo de 2022, pero es algo que ya venía maquilando desde hace dos años. Ya tenía varias canciones compuestas y quería armar un proyecto para darles salida. Parte de mi trabajo como compositor es componer para otros artistas, pero a veces también hay canciones que quiero expresar por mi cuenta. Entonces el proyecto nace de una necesidad de expresarme contando historias, haciendo canciones.
La canción de María, ¿cómo nace?
Amanecí un día y traía una tonada en mi cabeza, y me la imaginaba con trompetas, con un mood arrabalero-mexicano, como viejón pero darketón, y así salió. Llegó así nada más, del inconsciente yo creo, y pues es la historia de una morra que está en un bar, que vive en la frontera y es cocainómana.
Las trompetas, ¿las grabaron en vivo?
Las grabó un camarada trompetista cubano muy pesado, su nombre es Andy González. Estuvimos grabando varias capas. Él grabó una vez, pero las doblamos hasta que conseguimos el sonido que buscábamos.
De hecho, en el videoclip se miran varias trompetas, ¿no?
¡Sí, para darle más multitud! Ese video lo grabamos con mi casa productora, Nómada Música, y lo trabajamos de la mano con Rec Again Films, de Toño Inzú, un talentazo que ha grabado videos de Banda MS, Julión Álvarez y un chingo de artistas. Juntamos fuerzas y grabamos en Pueblo Nuevo (en Mexicali), esta colonia donde hay un coliseo de lucha libre.
¿Cómo es la experiencia de componer para otros artistas? ¿Te ha costado soltar tus composiciones?
A veces sí, a veces no. A veces no es algo de mi preferencia musical, pero es un trabajo que me pidieron, y en otras ocasiones, cuando es algo que sí me gusta, como que sí cuesta, porque son historias, creaciones a las que les dedicas tiempo… pero estoy trabajando en ser más desapegado.
Y bueno, la verdad es que me ha tocado trabajar de todo, proyectos con disqueras multinacionales, me he ganado discos de oro o de platino por un proyecto de una Boy Band que produje que se llamaba CD9, y también me ha tocado amateurs, ahora sí que en estos 15 años he trabajado de todo.
¿Antes tenías tu proyecto de música electrónica bajo el nombre de “Miguel Pacheco”, cierto? Leí que tenías un show titulado Mikes Will, ¿nos puedes platicar un poco sobre esos proyectos, y de cómo se da esta transición de esos géneros a un proyecto más acústico, más minimalista?
He tenido varios proyectos previos, y la verdad me gusta de todo, hacer ambiente, pop, electrónica. Siempre estoy de curioso. Incluso antes del de música electrónica tuve un proyecto de música pop que se llamaba Mike Zanetti, en el que estuve firmado con EMI (una disquera trasnacional), girando por la república y saliendo en programas de radio y televisión. Y es lo que me gusta, hacer de todo: dirección creativa, grabar, mezclar, componer.
Yo creo que, de toda la cadena, lo que menos me llama la atención es ser performer, me gusta más la parte del proceso creativo, de componer, de pensar qué armar, la ingeniería del audio. Y bueno, hablando de Pacheco, esto salió de querer inventarme un proyecto más acústico.
¿Qué le recomendarías a quienes van incursionando en la producción musical?
Que hagan un chingo de canciones, que experimenten, que se diviertan y que traten siempre de sorprenderse, de hacer algo que no están acostumbrados a hacer, y en el mismo camino van a salir vertientes, y ahí van a ir aprendiendo. Hay una frase muy chida de Pharrel Williams, que dice que los acordes (chords en inglés) son coordenadas para llegar a una emoción, y eso se me hace muy cierto: tocas un acorde menor, te suena triste, y te van llevando por la emoción, y ya la lírica te cuenta la historia.
¿Para ti qué es la música?
Es una necesidad, una forma de desahogarme, de sacar frustraciones, de trabajar emociones, de querer sacar algo que tengo dentro. Se me hace el arte más profundo, en lo personal.
Si Pacheco fuera una película, ¿de qué trataría la trama y de qué genero sería?
Sería sobre un pistolero sombrerudo en un Datsun viejito viviendo en el desierto, en una película tipo Tarantino
¿Qué viene para Pacheco?
Sacar canciones y seguir expresándome en los diferentes medios: foto, video y música. No es mucho de mi interés armar presentaciones en vivo, sino armar películas y crear canciones.
A mí me inspira mucho la carrera de El David Aguilar, él casi ni toca, y es un gran compositor y siempre está compartiendo música. Los Beatles también son un gran ejemplo, con el disco Revolver fue la última vez que tocaron en vivo, y de ahí en adelante ya no volvieron a tourerar, pura música de estudio. Eso es lo que mí me gusta: crear pieza tras pieza.
Músicos que te han influenciado o te inspiren o quieras recomendar…
Para el proyecto de Pacheco, yo creo que serían Ramón Ayala y Manu Chao, y todo el universo que hay en medio de ellos dos, como Pedro Infante, Control Machete, todo lo que hay entre las esquinas regionales y alternativas… de Manu me gusta mucho como adorna su música con samples, que es muy colorida, sonidos de radio, que no necesariamente son musicales pero que le dan un toque cinemático. Y bueno, de música electrónica, mi gallo de hace años es Nicolas Jaar.
¿Dónde ves el proyecto de Pacheco en 5 años?
Lo veo con muchas canciones, unas 30 canciones publicada, y lo veo como una herramienta para poder convivir y colaborar con otros artistas, no le pido más.
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Grand Bantam y los peligros del amor en “CTRL”
Grand Bantam es un proyecto de Indie Pop e influencias de Dark Synth Pop del cantautor y productor Fernando Aguirre, establecido en la ciudad de Tijuana, que nos presenta su reciente sencillo doble titulado “CTRL”, una canción que aborda el dolor de aferrarse a un amor perdido, canción que estará disponible a partir del 17 de marzo en todas las plataformas de streaming de música.
“Siento que pierdo el CTRL” es la primera línea, que nos da un adelanto de lo que se aborda en la canción: lo doloroso y caótico que puede ser aferrarse a un amor que ya no es correspondido. Con un enfoque crudo y honesto, la letra se adentra en los peligros de seguir cautivo a un pasado que ya no existe, mostrando los aspectos más oscuros y tóxicos de una relación fallida.
La atmósfera melódica de la canción está hecha para hipnotizar desde los primeros segundos, con sintetizadores y arpegios que crean un ambiente neo-futurista y oscuro, casi de ciencia ficción, una voz profunda y enigmática que te sumerge aún más en esta experiencia emocional y unas guitarras que irrumpen con fuerza, aportando la energía y el caos mientras se cuela un Dembow en la pista.
Espera el lanzamiento de “CTRL” del Grand Bantam este 17 de marzo. Puedes seguir al Grand Bantam en redes sociales para estar al tanto de las últimas noticias y actualizaciones sobre su música.
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¡Préndanle fuego a Lázaro Cristobal! Diseccionando el Belmont, mezcal a mezcal
Por Iván Gutiérrez
Lázaro Cristóbal Comala, compositor de contradicciones, desdichas y presagios. Hace unas semanas fuimos a buscarlo a Durango, para documentar la presentación de su álbum Belmont en el Teatro Victoria. Días antes de tocar en su ciudad natal tras casi cuatro años de ausencia, nos encontramos en el Belmont, cantina bohemia de gente triste donde los mezcales se disfrutan mejor en soledad. Entre sorbo y sorbo fuimos explorando las aristas de este complejo músico, en una entrevista marcada por tres grandes temas: el Belmont, su más reciente (¿y último?) álbum; parte de su biografía (eventos y etapas de su vida) y persona (escritores favoritos, angustias, esperanzas); y de paso, su perspectiva sobre Durango (escena cultural y su alarmante cantidad de suicidios).
Si bien intentamos ordenar por tópicos el resultado, Lázaro nos demostró que cada una de estas aristas retroalimenta a la otra, dando como resultado un texto que refleja cómo se interrelaciona la cosmovisión lazariana. En fin, aquí el lector encontrará datos sobre algunos de los versos e instrumentos más poderosos del Belmont, su opinión sobre la escena musical de Durango, su perspectiva sobre la existencia (o inexistencia) de Dios, su vínculo con Nacho Vegas, su visión a contracorriente sobre la industria musical contemporánea, sus procesos de composición y claro, abundantes datos sobre este músico duranguense. Sin más, dele play y sea bienvenido a este grandioso paseo de la mano de Lázaro Cristóbal Comala.
DISECCIONANDO EL BELMONT, MEZCAL A MEZCAL
Estás por dar un concierto en la ciudad que te ha visto crecer. Sin embargo, en Belmont, tu último álbum, dices que “te quieren más afuera que en tu propia ciudad”, ¿sigues pensando eso?
Bueno, es el primer concierto que doy en Durango tras casi cuatro años. El último que di acá fue también en el Teatro Victoria, cuando presenté Samuel, en marzo de 2019. Este concierto es muy importante para mí, además del tiempo, porque siempre es más difícil jalar gente en tu propia ciudad, al menos así ha sido para mí…
Lo que pasa es que a mí me tocó… un tiempo muy difícil para empezar, no por falta de espacios, sino por ataques que tuve hacia mi persona. Lázaro salió en un tiempo en que todo era punk y todo mundo escribía en inglés: toda la escena andaba en modo anglosajón. Y pues de repente un wey empieza a hacer canciones con guitarra y cantar en español… yo era el extraño, el raro.
Además de eso era un tiempo en el que había mucha competencia, mucha mala vibra, y tocaba un género que no le gustaba a las bandas; a la gente le empezó a gustar, pero a las bandas no… entonces llegó un momento en el que llegué a recibir amenazas de muerte; de hecho la canción de Préndanle Fuego viene de eso.
¿En qué sentido?
A mitad del paseo Constitución (una calle peatonal) hay una placa que le dedicaron a un payaso de camiones, muy popular en la ciudad. Se llamaba Bogar, se subía a los camiones y contaba chistes. Se volvió noticia porque se metía sus drogas, y en una madrugada tuvo un pedo con uno de sus amigos, creo por pedos de droga, entonces le arrojó gasolina y le prendió fuego (ambos eran escupe-fuegos).
Entonces, en una de esas que los músicos de bandas locales me andaban tirando mierda en una publicación de Facebook, alguien comentó “deberían prenderle fuego, como a Bogar”; por el estado emocional y mental en el que yo estaba, me afectó mucho que me dijeran eso, y me llevó a querer cerrar mis redes y dejar ya todo el proyecto musical. Por suerte, en ese momento el manager de Nacho Vegas me contactó, dijo que había escuchado mis canciones y que quería que le abriera un concierto en Guadalajara. Y eso me salvó. Entonces “Préndale Fuego” viene de eso, de que no me querían en la escena musical de Durango, no tanto de la gente.
Todos los inicios de Lázaro fueron eso: mucha crítica, mucha mierda, y una persona como yo, sensible a ese pedo, pues te llega más. Siempre me he sentido como un exiliado, soy una persona a la que le cuesta mucho tocar aquí, porque de estar, estoy: aquí vivo y trabajo. Siento que este concierto va a ser para sanar. Lo que pasa es que cuando uno lidia con estas depresiones, angustias y ansiedades, es el estado natural el enfocarse en todo lo malo. El mejor ejemplo es que si hay diez personas, y ocho te quieren, pero dos te tiran mierda, tú te enfocas en esas dos, en lugar de escuchar a las que te quieren.
Y ese ha sido mi error en todos estos años en Durango, que siempre me he enfocado en esos que me tiran mierda, en vez de los que me quieren y les gusta mi música. Es una lucha con tu mente, porque tu mente se enfoca siempre en lo malo. No significa que nadie me quiera o me sienta perseguido, sino que es mi cabeza. Pero ahora, después de cuatro años, va a estar precioso, porque el Teatro Victorio es increíble, o sea, no es un bar donde la gente anda cotorreando, sino que ahí van al silencio y a escucharte.
Hay dos canciones en el Belmont que hablan de otros creadores, Reynaldo Arenas y Pablo Perro, y pareciera que con estas canciones buscaras restituirles un poco de… ¿reconocimiento? ¿Cómo nacen estos dos temas?
Reynaldo Arenas es de las primeras canciones que compuse, iba a entrar en el primer disco, pero no quedó. El sample que viene en esa rola es de un documental de cubanos exiliados. Compuse ese tema en ukulele, pero finalmente se terminó grabando con Daniel Vadillo, uno de los mejores pianistas de México, con quien también grabé Fin de Año y Líbano.
Lo que pasa con escritores como Reynaldo Arenas o Roberto Bolaño es que admiro mucho su trabajo, pero admiro mucho más su vida, me llama mucho más lo tortuoso, lo perseguido, lo exiliado. Y bueno, Pablo Perro es un amigo de hace muchos años, ya tenía esa canción por ahí, y se la debía.
¿Pablo Perra está muerto?
No… está vivo. No me gusta mucho hablar de su vida actual, por respeto a la persona, pero puedo comentar que renunció totalmente a la música y anda dedicada a otras cosas.
Pusiste un pedazo de una canción de Nacho Vegas, Monomanía, al inicio de Faisanes, en lo que pareciera un homenaje a este compositor español…
Sí, extendí algo que ya había hecho Nacho Vegas. Monomanía es una canción en la que Nacho agarró la melodía de otra parte, que es básicamente lo que yo hice. Entonces mi forma de hacer Faisanes fue extender ese ejercicio. Le escribí a Nacho y le dije “oye, hice una canción robándome la melodía de Monomanía y es ésta, quisiera meter un sample de ahí”, y me dijo “sí, para eso son las canciones, yo también me las robo”. Y hasta cierto punto el tema de la canción es el mismo: es una extensión. Por lo mismo siempre que canto Faisanes le pego Monomanía.
Un ejemplo de lo que te comentó es que Nacho hizo lo mismo en Ciudad Vampira: tomó prestada la melodía de Devil Town, de Daniel Johnston. De hecho, en la versión del álbum, cuando empieza Ciudad Vampira, tiene al principio a una mujer cantando la canción de Johnston en catalán.
¿Qué dirías que es lo que más te conecta con compositores como Nacho?
La necesidad de hacer canciones. Es una necesidad, no hacemos discos para publicarlos, vender o que nos escuchen. Hacemos canciones por la necesidad de hacer canciones. En Nacho encontré un alma afín. Es un sueño haberlo conocido y tener este vínculo con él.
¿Por qué la frase de “este andar masturbando el ano de Dios” en Te Dije Cilantro?
No sé (se ríe), no tiene sentido. Santiago, el productor de Pedro y El Lobo, fue el que le sacó el significado, dijo que él lo entendía como que adoramos una especie de canal por donde sale caca, como que Dios hace mierda el mundo, no hace las cosas bien, y nosotros le tenemos un culto a eso, bueno él lo interpretó así, y creo que es válido.
De esa canción me gusta mucho el verso de “esta lyrica me va a divorciar”…
Sí, le menciono por el medicamento. De hecho Nacho Vegas también tiene una canción que se llama Lírica. Cuando le abrí el concierto, canté una que se llama Canción al Bupropion, y le gustó a Nacho, y ya cuando terminó el concierto, que estábamos en los camerinos, me dijo (ya Nacho bien pedo y marihuano) “me gustó la canción del Bupropion, yo tengo una canción que le compuse a la Lyrica”, y bueno dio la coincidencia de que coincidimos mucho en medicamentos, y justo lyrica es la que tomaba mucho en la pandemia. Se toma como antidepresivo y como analgésico.
El instrumento de viento que se escucha en Líbano, ¿qué es, un clarinete? ¿Quién lo toca?
No, es un saxofón tenor, que toca Adrián Terrazas, el saxofonista de Mars Volta, que ha grabado un chingo de álbumes con ellos y con Omar Rodríguez; cumplí otro sueño al grabar con él. Toca en Líbano y en La Inundación de 1905.
En la canción de tu hijo, Cristóbal, le llamas Meteorito, ¿por qué? Además, recitas al final como un poema, ¿de quién es?
Porque su llegada fue como un Meteorito, una fuerza de cambio, de impacto. El poema es de Roberto Bolaño, que le compuso a su hijo. Son dos poemas en uno solo, que se llaman “Dos poemas para Lautaro” (ese es el nombre de su hijo); el que recito es uno, que habla sobre los libros como compañeros de vida.
¿Por qué lanzar un álbum de tantas rolas, siendo que ahora la tendencia es publicar sencillo por sencillo?
Un disco se hace… a merced del proceso que llevas, como se hace un libro. Lo que pasa ahora es que Spotify y las redes hacen que todos se vayan por lo inmediato y rápido.
Pero yo prefiero los álbumes, son un pretexto genial para compilar… y un disco tiene el mismo argumento que un libro, unes las canciones y tienes un libro. Belmont se hizo no para publicarse, sino como parte de una necesidad y un proceso personal de composición. Belmont es una crónica de parte mi vida: tiene un hilo conductor.
Lo que pasa es que ahora con las plataformas digitales quieren que saques un sencillo y luego otro. Muchos caen en esto de sacar diez sencillos que no tienen nada que ver entre sí y compilarlos en un álbum, pero no, los álbumes son otra cosa, son un proceso de principio a fin, al menos para mí.
Yo no soy mucho de podcast o de audios, pero, por ejemplo, a los que les dicen YouTubers, tú le dices así porque se encierran en la plataforma de YouTube, pero hay personas que hacen contenido de historia, de literatura, de filosofía —ya vez, dicen que YouTube es la nueva escuela, te enseñan hasta atarte la corbata, a cocinar, historia para tontos y todo eso—. Pero un historiador, que te presenta contenido de la Segunda Guerra, no es un “YouTuber”, es un historiador que hace contenido para YouTube, utiliza la plataforma como medio, mientras que lo que pasa con los YouTubers es que quedan encerrados en eso.
Entonces es como si nos dijeran “Spotifyers” en vez de compositores, cuando Spotify es el medio, no el fin. Yo hago un sencillo que se va a meter en una playlist o algo, pero quien hace canciones, quien hace discos, no los hace para Spotify. Hay gente que saca discos que ni siquiera están publicados. Lo que pasa es que estamos malacostumbrándonos: ya el fin es Spotify.
Platícanos de Fin de Año. Es una canción muy fuerte, que cala bastante, y además dura 10 minutos… ¿Qué te motivó a sacar un tema tan extenso, pensando que la tendencia es publicar temas de tres o cuatro minutos?
Hice Fin de Año en mi casa, divorciándome, con mi hijo llorando arriba y yo abajo. Esta canción se basó en varias canciones de Tom Waits, es otro ejercicio. Como yo vengo de la literatura, en ese arte se prestan mucho esos ejercicios, los epígrafes, un cuento inspirado en la literatura de alguien más. En la canción no se hace mucho, pero Tom Waits tiene varias canciones basadas mucho en ese ejercicio, una de ellas es Christmas Card From a Hooker From Minneapolis, donde la letra es un “fake”, en el sentido de que el narrador miente.
Christmas Card habla de una prostituta que le manda una tarjeta a un conocido, donde le dice que le está yendo muy bien, que tiene un negocio, que se casó con un wey, que está embarazada y le está yendo muy bien. Al final de la canción le dice “estoy mintiéndote, la verdad es que necesito dinero, me está yendo muy mal, no sé quién es el papá y quería ver si me podías mandar algo de dinero”. Entonces es un fake en ese sentido: empieza contando algo al principio y al final revela que está mintiendo. Y la letra empieza como un “Chary estoy embarazada”, y así empieza también Fin de Año, además también tiene una melodía del dominio popular, viene de una canción irlandesa de navidad que se llama No es más que hasta un hasta luego.
Fin de Año es totalmente ese ejercicio fake, es de una persona que descubre que va a ser papá, pero es un patán que ni siquiera se aparece a los estudios ni a nada, ni siquiera al funeral. Cuando publiqué esa canción, empecé a recibir muchos comentarios de preocupación, como si yo fuera el de la historia. Yo me divertí mucho, me dio risa, pero al mismo tiempo me di cuenta de cómo las personas piensan que solo escribes de ti.
¿Cuál es la mayor lección (musical o existencial) que te ha dejado Belmont?
Hay muchos niveles. A nivel personal fueron muchos sueños cumplidos, por ejemplo, el que Nacho Vegas escuchara mi canción y me dejara samplearlo. También el hacer canciones con gente que admiro desde hace mucho, desde adolescente, como Adrián Terrazas, los discos de Mars Volta son de los primeros que compré. Igual con Aarón Cruz, que participó como bajista en el Belmont, que está entre los dos mejores bajistas de México (por no decir el primero), y luego el hecho de que se haya grabado el disco (las maquetas) en dos días, es algo monumental.
También a los niveles familiares, no sólo por el hecho de que mi hijo sea un tema, sino porque mi hijo también participa: cuando se acaba el tema de Cristobal se escucha un pianito como al fondo, es él tocando.
Igual, creo que Belmont es quizás el último disco…
¿Cómo? ¿El último álbum de Lázaro?
Sí… porque ya no estoy componiendo, ni tengo intenciones de componer. Vendí mi guitarra por ahí de abril, y ya solo agarro una guitarra cuando voy a tocar. La última canción que compuse fue He visto demasiadas casas vacías en mi vida, y fue por una mentira, porque… Iba a ir en abril al estudio en Ciudad de México para grabar, y faltaba una canción para completar las veinte.
Entonces le dije a Santiago, el productor, que una había quedado fuera pero que acababa de componer una nueva, que esa es la que íbamos a grabar a guitarra solamente. Yo me iba al otro día, pero era mentira, no había compuesto nada. El avión salía a las doce de la tarde, y la compuse como de tres a cinco de la mañana, y la grabé en el celular, y llegué a grabarla. Es una canción que le compuse a mi hermano. Fueron dos horas de composición, pero ya estaba todo cargado, ya la tenía como dándome vueltas. Y pues fue mentira, en el sentido de decir que ya tenía la canción, cuando en realidad la compuse esa noche.
¿Por qué decidiste dejar esa canción totalmente acústica?
Pues así tenía que ser.
Hay ciertos elementos en la portada del Belmont, algunos de ellos muy católicos, algo que ya se había visto previamente en otros de tus álbumes, ¿de dónde nace esa afición por los íconos religiosos?
Es muy curioso, porque todo ha sido coincidencia. Lo que pasa es que Belmont es un disco muy hermano de Canciones del Ancla, pero sin planearlo, simplemente así salió. Ambos son discos dobles y las portadas llevan aspectos religiosos, y son los únicos discos donde salgo yo en la portada. Esos elementos son coincidencia, nada estaba planeado, ni yo en la portada, ni el crucifijo del Ancla, ni la virgen ni nada… ahora pienso que tenía que ser así, discos que son como muy hermanos, también coincidieron en la portada. Y bueno, la portada del Belmont la sacamos en una hora, al día siguiente de que grabamos el video de Te Dije Cilantro, en la misma casa. Sí tiene elementos religiosos, una casa, una pared y yo, pero fue sin planearlo, sólo así salió.
En Un Manhattan dices que estás hecho de cristianos pendejos, en Líbano hablas del Dios de tus padres, y desde el arranque del álbum mencionas “El diablo ha hecho más por mí que Dios”, ¿de dónde nace este interés por el tema religioso?
Viene de que crecí en una familia cristiana, de cristianos protestantes. Lo de “el diablo ha hecho más por mí que Dios” es una metáfora, lo que pasa es que el cristianismo protestante de Durango está muy basado en el cristianismo gringo, que es muy capitalista, basado en algo que se conoce como el “Evangelio de la Prosperidad”, que te enseña que Dios te quiere con dinero, Dios te quiere sano, Dios te quiere con estudios, una casa, una familia, es el “American Dream”.
Cuando me separé de la iglesia, lo hice porque yo era toda la antítesis de eso: Dios me quería con una familia y mis padres estaban divorciados; Dios me quería sano y yo estaba enfermo; Dios me quería con trabajo y yo estaba desempleado. Era todo lo que no debería haber sido. Eso implicaba que yo estaba haciendo algo mal, que yo era lo que estaba mal. Y por eso me alejé.
Entonces El Diablo ha hecho más por mí que Dios es una metáfora de que… ya en recapitulación, no tener trabajo, en lugar de tener trabajo, te da más, porque te hace crecer; tener papás divorciados en lugar de una buena familia, te hace más maduro; de ahí va que todo lo malo te da más, que uno aprende más de los malos ratos que de los buenos: uno no aprende nada de estar feliz, uno no aprende nada de estar sano.
Y bueno, Líbano tampoco es religiosa, es más bien familiar, por eso dice “el Dios de mis padres”, porque una cosa es Dios y otra lo que te enseñan a ti. Líbano y Manhattan son canciones familiares, de antepasados. Y de cristianos pendejos pues sí, porque toda mi vida estuve rodeado de ellos.
¿A qué edad dejaste de ser cristiano?
A los 15 años me salí de la iglesia. Mis papás eran cristianos, mi papá trabajaba con Marcos Witt, un músico gringo que vivió mucho tiempo en Durango, un Luis Miguel de la música cristiana que tiene muchos discos y fundó una disquera. Mi papá trabajaba en esa disquera, y mis hermanos trabajaban en estudios musicales. Entonces yo crecí en un ambiente musical, de música cristiana. Mi papá manejaba una camioneta de sonido, se iba de gira con Marcos Witt, era el que llevaba el sonido a muchas ciudades de México.
En varias de tus canciones de Belmont se asoma una visión medio nihilista de la vida… incluso tienes una canción titulada Ciorán…
Sí, es necesario hablarlo. Durango es de los estados donde más suicidios hay en todo el país, es enfermizo la cantidad de personas que se suicidan aquí, es un tabú… y es dolorosísimo. Y una de las cosas más tristes que se me hacen es que… una vez, en el trabajo que tenía, una de las chambas era revisar notas del periódico, y en una ocasión uno de mis compañeros que era diseñador, que casi nunca se expresaba para nada, me dijo sobre una nota, “lo que tiene que pasar por la cabeza y la vida un niño de 10 años para tomar la decisión de suicidarse…”.
El hecho de yo escribir esta clase de cosas, no es ni siquiera por una cuestión pasajera, sino que es un tema del estado, como hay músicos o compositores de Colombia que hablan sobre lo que pasa en sus entidades, el narco… una persona como Nacho Vegas que escribe sobre el contexto en el que vive, en su caso sobre cómo expulsan a la gente de sus casas.
Entonces ya el pedo de No me da la gana ser feliz, no viene tanto de una cuestión punk o una persona depresiva, tiene más que ver con el entorno, y el mío es el suicidio. No tiene nada que ver conmigo, sino el estado en el que vive el Estado. Y ya no estamos hablando solo de adolescencia o juventud, sino que llega un punto tan mierda en el que estamos hablando de infancia.
Este tema de No me da la gana ser feliz era una burla al lema de cierto alcalde, que decía “Durango Te Quiero Feliz”, siendo que es de los estados con más suicidios.
Entonces esta canción ya no es un tema emo, es un tema social. Por eso reniego tanto de la escena en Durango y de los temas a los que las demás personas de rock les interesan, porque pareciera que les da igual.
Una de las razones por la que más me deprimí fue cuando saqué Niños tristes de Durango, que salió cuando un amigo se suicidó: se quitó la vida y era parte de la estadística. Publiqué la composición, no como canción, sino como video, y fue muy criticado, muy atacado, porque era la crónica de una fiesta en Durango equis, de adolescentes que toman 4 loko y se meten cristal, y para las bandas de Durango se les hizo algo de burla, y me sorprendió, no porque se burlaran, sino porque la escena musical, que se supone que son resistencia, se estuvieran riendo de gente que estaba literalmente luchando por sobrevivir. Por eso para mí la escena de Durango no tiene sentido, no es contracultura. Los que hacen punk o rock y que se creen la gran verga pegándole a una batería o rasgando una guitarra, pero se están burlando de eso, se me hace pura mierda, no porque no haya talento, sino en el sentido del discurso que manejan.
¿Qué es para ti Dios?
No sé… la mayor parte de mi vida creí que era real, pero desde hace una década pienso que no existe: nada, cero. Como dice Nick Cave, “no creo en un Dios intervencionista”. Lo que pasa con Dios es que si no es intervencionista, no es nada, porque, ¿de qué sirve un Dios que no interviene? Digamos que sí existe, pero no interviene, ¿entonces para qué existe? Creo que Dios es una consolación: al final te da cáncer y sabes que te vas a morir, y acudes a él. Por eso mi Dios es el de Líbano, no es “el Dios”, sino el Dios de mis padres, con el que te educan.
¿Hay alguna canción que sea tu favorita en el Belmont, en lo que a tocar en vivo se refiere?
Sí… me gustó mucho haber compuesto La Inundación de 1905, cantarla y escucharla, se me hace una bonita letra, y Faisanes… lo que pasa es que la toco y me duele mucho, me pasó como a Sixto Rodríguez con “Causa”, una canción que se volvió premonición, en ella canta “perdí mi trabajo dos semanas antes de Navidad”, luego Sixto publica el disco en noviembre, y fue un fracaso absoluto, nadie lo compró, y la disquera lo corrió dos semanas antes de navidad; entonces la canción se volvió premonitoria.
Lo mismo pasó con Faisanes, en el coro dice “aunque me tarde y ya no estés…”, y pues eso, me tardé y ya no está. Por eso las canciones son muy lindas, porque están vivas, no sabes qué va a pasar con ellas: las compones por algo y luego se vuelven otra cosa.
En las canciones del Belmont se llega a sentir mucha soledad; sin embargo, es un álbum lleno de colaboraciones con otros músicos. ¿Cómo ves tú esta contradicción? ¿Qué es para ti la soledad?
Lo que pasa es que Belmont no se pudo haber hecho solo, eso lo tenía muy claro desde el principio. Belmont es el único disco, de todos, que tiene un rango de tiempo de producción de tres años; todos los demás tienen un rango de un año. Y es porque La Inundación no es una canción que se pudo haber hecho a pura guitarra, o El Diablo tampoco. Así nacieron, pero las canciones no terminan como nacen: el proceso es escribirlas y luego arreglarlas y producirlas, porque el disco no se hace con la maqueta.
Por ejemplo, en Te Dije Cilantro agregué unas letras, por lo que estaba pasando en el estudio, por eso es que termina con “este coro que me ha dado apoyo y me hace sentir menos solo”, eso se compuso cuando ya estábamos grabando. Las canciones no terminan en el cuarto, sino en el estudio.
¿Cómo y cuándo descubriste el Belmont?
No tiene mucho, yo creo que fue en el 2017 o 2018, por mi hermano Toño, él iba, no mucho, pero me empezó a invitar, y me gustó. Es un ambiente muy tranquilo. No me gusta tanto ir en la noche, porque hay mucho ruido, mucho relajo, mucho borracho, a mí me gusta más ir por la mañana o la tarde, más calmado. Es muy distinto el Belmont de la mañana y el de la noche.
¿Por qué decidiste ponerle así al álbum?
Lo que pasa es que en el Belmont se vive mucha camaradería, empatizas mucho con la gente que va. Ahí pareciera que va más que nada gente solitaria, va más gente sola que acompañada. Muchos llegan solos y se quedan bebiendo solos, otros llegan solos y ahí se encuentran. Ponle que el 80% de los que van se conocen, pero no es como que queden para verse, solo se encuentran. Y muchos de ellos son personas muy solitarias, entonces creo que por eso empatizas, se vuelve una especie de complicidad: ahí me siento en casa. Yo siento que al Belmont van a tristear, no tanto a convivir ni a divertirse. No hay diversión ahí, es gente solitaria, mucho señor solo, mucho wey bronqueado: se les ve en los ojos, que están lidiando con algo.
YO NUNCA ME QUISE QUEDAR, SIN ANTES HALLARME A MÍ
¿Dirías que eres una persona ambiciosa? Tantos álbumes y tantas canciones no es algo que se consigue fácil, menos siendo solista…
No… digo, para mí, sí. Lo que pasa es que ambicioso es un término dañado. Pareciera que es para los demás, o el fruto de lo que quieres lograr. Entonces no en ese sentido, en el sentido personal, quizás sí, porque he cambiado veintes veces una canción, pero para mí. La canción más larga que he escrito es No es cierto que nadie va a Durango, me tomó cuatro o cinco meses hacerla, y la letra estaba constantemente en cambio; pudo haber sido una canción de dos minutos con dos estrofas y un coro, y se volvió algo mucho más grande, eso lo veo como ambición para uno, no para los demás. La ambición es un término personal, de mis propios límites.
¿Te consideras una persona disciplinada?
Ahora sí, antes no. En eso tuvo que ver mucho Yoshi, Adolfo Solis, el baterista de Canciones del Ancla; ese álbum lo grabé sin metrónomo, muy mal de mi parte, y este wey se aventó toda la tarea de adaptarla, entonces eso me obligó y me enseñó a trabajar. A partir de Samuel ya todo ha sido con clic. Entonces en ese sentido sí, creo que he agarrado más disciplina.
Recomiéndanos un par de escritores que te gusten, populares o desconocidos…
Siempre hay que leer a Rosario Castellanos, es de ley, sus poemas, sobre todo. El primer libro que leí en mi vida fue una novela de ella, Balún Canán, que trata la vida de una niña en la época de la esclavitud, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, con las haciendas y los indigenistas. También recomiendo a Ciorán, con él nunca fallan los aforismos, yo siento que te cambian mucho la vida.
Y por último a Fernando Pessoa, sus poemas son increíbles. Él trabaja mucho heterónomos. Conocemos el término de pseudónimo, como que soy escritor y me pongo otro nombre. Pero los heterónimos son autores independientes, es decir, yo Pessoa tengo un heterónimo, y éste escribe totalmente distinto a mí, son personalidades distintas. Esa es la gran aportación de Pessoa a la literatura, que tuvo como cuatro o cinco heterónimos, entonces fue cuatro o cinco escritores distintos. Y bueno Lázaro es eso, porque Daniel y Lázaro somos muy distintos.
¿Has pensado cómo te gustaría morir?
No… no pienso en eso porque… no me quiero morir, pero… sí, colgado, eso… o un balazo, pero ahorita no tenemos acceso a pistolas, aunque sería lo más rápido.
Medicamentos no, sí lo he intentado, pero con ellos me da ansiedad… o sea, si me aviento veinte pastillas, primero me aviento a un carro antes de que hagan efecto, por la ansiedad de la espera. Entonces colgado, algo más seguro y definitivo.
¿Qué piensas del suicidio?
Es parte de… desde Canciones del Ancla lo traigo… lo he intentado algunas veces. Pero ahora tengo un hijo, si no lo tuviera seguramente ya no estaría vivo. Pero ahora no puedo. Admiro a la gente que se suicida con hijos; yo no puedo, no lo puedo dejar.
También he pensado que ahora es cuando, ya que mi hijo no tiene conciencia… quizás tendría alguna especie de memoria de su padre, pero… no, no puedo, ya lo hubiera hecho pero con mi hijo no, porque no soy irresponsable. Mi hijo me ha cambiado, y creo que es para bien.
¿Actualmente cómo te llevas con las drogas?
Todo el día estoy… drogado, sí. Es la única forma en la que se puede estar, creo. Ya no fumo mota porque me dispara la ansiedad, al grado de pre-infartos, me da mucha taquicardia. Lo que hago ahora es más bien beber alcohol. Pero es por temporadas. Hace unos cuatro-cinco meses no pisteaba nada, solo fumaba, y ahora es a la inversa; siempre es unas por otras.
Pero generalmente todo el día alcoholizado, porque ese es el estado en el que me siento tranquilo. Si no pisteo no duermo en la noche… o me lleva la verga. No busco inspiración en ello, porque en realidad no busco crear nada. No es de que “ah me voy a poner pedo para componer”, conmigo el alcohol y las drogas es más bien para aguantarla.
¿Cómo lidias con la ansiedad?
Con el alcohol… que no debería, porque hace daño a la larga. Lo que pasa es que es muy caro medicarse. Yo me medicaba, pero ahora que renuncié a mi trabajo y que tengo un hijo, llegó un punto en el que… la terapia y el medicamento, me costaban más que lo que pagaba de renta, entonces el alcohol… te baja. Yo no tomo para estar pedo, lo hago más bien para llegar a estos niveles de alcohol en la sangre, en los que sigo siendo muy funcional, pero estoy más relajado. Me tomo una media y dos o tres mezcales y es como chocomilk, te da para seguirle, incluso me siento mejor persona. No para huir de problemas o terminar pedo y caerte, sino como una especie de apoyo.
¿Tus libros de cabecera, a los que vuelves sin necesidad de releerlos?
Balún Calán, de Rosario. Ficciones, de Borges. Los Detectives Salvajes, de Bolaño. Antes que Anochezca, de Reynaldo Arenas. Los Crímenes, de Jorge Ibargüengoitia
La poesía/el acto poético, ¿dónde está?
En el cotidiano. Para mí el acto poético no es crear. Como tengo toda mi vida trabajando, desde los 14 años me relacioné más con la costumbre que con la ideología. Siempre estuve cerca de albañiles, guardaespaldas, reporteros, conserjes, pastores. Me siento más cómodo con la raza chambeadora que con artistas. No estoy diciendo que la poesía esté más en la cotidianidad de un empleado, más que en un pintor o un poeta, pero yo me rodeé de otro tipo de gente, entonces me siento más cercano y cómodo con ellos: siempre me han interesado más los trabajadores, como que entre ellos la poesía ocurre por sí sola.
¿Qué te da esperanza?
Mi hijo, nada más, con todo lo que implica: platicar con él, acompañarlo y verlo crecer, un paso a la vez.
NO ES CIERTO QUE HAY MEJORES QUE DE SANTIAGO
¿Qué opinas de Durango, en qué momento se encuentra la ciudad?
Creo que es una ciudad muy manejada por el narco, por su proximidad con Sinaloa. El crecimiento de Durango depende en mucho de las finanzas del narco, ellos han financiado malls, plazas, todo, los gobiernos reciben dinero del narco; han financiado calles turísticas, el centro histórico. Durango siempre va a ser una ciudad y un estado muy ajeno a la república, donde pareciera que su movimiento fuera estar pausado, detenido, y también hay belleza en eso.
Pregunto porque siento que tú, con tu música, de alguna manera estás posicionando al Estado a nivel nacional, por ejemplo, con la canción de No es cierto que Nadie va a Durango
Sí bueno, yo no siento que haya descubierto el hilo negro con esa canción. Más bien, mi sorpresa fue por qué en 20 años nadie le contestó a Jaime López. En todos estos años la gente se quejaba de los músicos que venían a festivales, como Yuri, Edith Márquez, que siempre eran los mismos, y había una queja de que nunca traían a buenos músicos, a buenos artistas, cuando la idea no era esa, sino que saliera de aquí algo bueno.
También siento que en la escena musical había mucha pereza, es decir, cuando yo empecé, había muchas bandas, que tocaban desde hace años y que son instituciones aquí, pero no sé si tenían pereza de grabar, porque eran bandas que tocaban y ya; ahora siento que eso ha cambiado. A lo mejor no somos más talentosos, pero creo que ahora hay una necesidad de grabar, cosa que te da más presencia y duración.
Sí siento muy bonito, esto de cómo las canciones generan algo, en este caso escribir No es cierto que nadie va a Durango, contestarle a Jaime López, y que la gente venga a escuchar la música que se hace aquí, creo que ese es el valor, la reacción que hacen las canciones, van más allá de lo que uno piensa. Al componerla solo era un ejercicio de contestarle a Jaime López, y solo la mitad, ya después la canción se va por otro lado.
Y bueno, Jaime López es una persona que viene mucho a Durango. Enfrente del Belmont está el Teatro Ricardo, y al lado estaba La Peña, una cantina que ahora está cerrada. La Peña era un bar donde Jaime López iba seguido, yo llegué a tocar ahí. De hecho, Jaime no solo tiene Nadie va a Durango, tiene muchas canciones de aquí; él tiene muchos amigos aquí.
¿Lo conoces?
No, no lo conozco en persona, hemos intercambiado mensajes, e hicimos una entrevista juntos hace unos meses, sobre eso, de contestarle su canción con la mía, de Durango.
¿Dos cosas que te gusten de Durango?
Las cantinas y las calles. Yo soy mucho de caminar, me gusta caminar la ciudad. Si voy por mi hijo o a un mandado, en vez de tomar un taxi o algo, prefiero ir caminando.
¿Dos cosas que no te gusten de aquí?
La concepción que los artistas tienen del arte, bueno, el arte es una palabra que nunca me ha gustado, pero como la visión de los artistas. Y su índice tan alto de suicidios, es una enfermedad que existe en Durango.
¿Dirías que es un Estado triste?
Sí, total, porque es un estado… que se siente separado, todos nos sentimos así, como aislados, y eso lleva a la depresión, y a su naturalidad con el suicidio. Durango es un estado triste.
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Un ceviche con Diles que no me maten
Producción y foto por Iván Gutiérrez
Tuvimos una entrevista con los amigos de Diles que no me maten mientras se aventaban unas tostadas de ceviche vegano en Seta Rosa, un cotorreo de compas en el que exploramos su sonido, el origen de algunas de sus canciones, qué los motiva a levantarse por las mañanas, su experiencia en Baja California, entre otros temas aderezados con buenas risas. Pásenle a escuchar a estos maestros del sonido en el nuevo episodio de Odisea Independiente.
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Chicano Batman, buscando la voz que no se escuchó en el Tecate Península 2022
Redacción y Fotos por Iván Gutiérrez
Esto empezó como una cobertura “común” de un festival musical, pero en el camino se convirtió en una crónica gonzo sin quererlo. El detonador: un gallo y un show de Chicano Batman donde no pudimos disfrutar la voz de Bardo. Pero vamos al inicio.
INTRO
Tras una noche en la que no dormimos mucho pero sí disfrutamos bastante, mi amigo Alex y yo nos lanzamos de nuevo a la carretera. En Tecate habíamos visto a Mi Banda El Mexicano la noche anterior, en un show un tanto extraño, pues si bien los trajes dorados lucían espectaculares, la energía actual del vocalista no es la que uno esperaría de la potencia festiva de esta banda.
Por igual el hijo del vocalista tiene bello rostro, muchas fans quedaron encantadas con las fotos que se tomaron con él cuando bajaba del escenario para entregarse a ellas, pero unas clases de canto no le vendrían mal, si es que, como aparenta, pretende reemplazar a su padre al frente de esta icónica banda dentro de poco. En fin, creo que a pesar de la calidad intermdia del show, la gente quedó complacida con esta 1era edición del Festem, un festival musical organizado por el municipio de Tecate donde días antes también tocó Café Tacvba.
Mi Banda El Mexicano en el FESTEM. Foto por CNR Tecate De vuelta al presente. Omeprazol, agua, un gallo, cargadores, cámara, memoria, dos lucky strikes y stickers de Ay Gregorio! son el equipaje para hoy. Tras una hora aproximada de viaje llegamos a Playas de Tijuana, poco antes de las 3pm. Arriba del Escenario Tecate toca The Warning y no suena para nada mal. Me lamento por no haber alcanzado a escuchar a las Margaritas Podridas, pero pienso que ya llegará el momento de verlas en acción. Damos una ronda general por la Plaza de Toros, ubicamos escenarios, área de comida, baños y área de prensa, justo donde está por iniciar una entrevista con Bruses.
Tras un par de minutos empieza el cuestionario en vivo con la joven compositora, quien este año fue nominada a dos Grammys tras 11 años de carrera artística independiente. Su maquillaje está impresionante, me recuerda al David Bowie del Aladdin Sane. “Estamos muy contentos por estas nominaciones. Es difícil mantenerse independiente, pero se siente genial no tener que vender tu alma a una disquera por un adelanto mediocre, y sentimos que esto es prueba de que hay otros caminos para los artistas. Hace poco logré empezar a apoyar a mis padres económicamente, eso para mí es un verdadero éxito, porque mi familia es de clase trabajadora, y me siento muy contenta de poder regresarles un poco de todo lo que me han dado”.
Bruses comparte que se siente muy feliz de regresar a Tijuana, su ciudad natal, y comenta que a su parecer la industria musical se encuentra en un punto muy interesante para quienes crean música en su cuarto, pues las plataformas digitales y redes como TikTok permiten que uno conecte y construya una comunidad en línea como nunca se había podido hacer: “Con Internet las oportunidades están ahí. Nosotros como Bruses no seríamos nada sin el fandom. Gracias a ellos estamos donde estamos”, concluye la joven tijuanense.
Bruses, de las pocas artistas del Tecate que se dignó a dar entrevista a la prensa GONDWANA Y CAMILO SÉPTIMO: RECUERDOS DE OTROS TIEMPOS
Gondwana empieza y me llegan recuerdos de cuando los vi hace años en el Parque Morelos de Tijuana, en una ocasión en que un amigo metió un gallo gigante entre sus rastas, mismo que roló entre decenas de asistentes. Armonía de amor sale de los speakers y es coreada por el público. Cae algo de neblina que refresca la tarde. La gente ondula. Morras con los ojos cerrados bailan con “Felicidad” de fondo y cantan “ya no estoy triste”.
Terminan los argentinos y a los 10 segundos se escuchan los gritos de “¡Camilo!, ¡Camilo!, ¡Camilo!” en el Escenario Tecate. El público clama por una de las bandas de indie pop mexicano que más seguidores han conseguido en los últimos años, y la respuesta llega pronto. Se encienden luces y sale a escena la voz impresionante de Manuel Coe, vocalista de Camilo Séptimo.
Manuel Coe, de Camilo Séptimo, “vibrando alto” en el Escenario Tecate Cuando inicia “No Confíes en Mí” vuelven algunos recuerdos de cierta aventura amorosa muy caótica, por allá del 2017, en aquellos tiempos cuando tendía a vincularme con personas conflictivas sin pensar mucho en las consecuencias, muy ad hoc con el tema de Séptimo: “No confíes en mí, aún puedes escapar, aún puedes librarte, de conocerme más”.
Manuel se desenvuelve muy bien en el escenario, juega con el deseo que despierta en el público: los hace aplaudir y gritar. Los visuales también están chidos, y los bajos se escuchan potentes, con una base funky que te pone a mover las caderas. Pienso que es música para coger y enamorarse, para dejarse llevar un rato por las energías intensas del amor.
Terminan los Camilos y me encamino a la rueda de prensa con Chicano Batman. Las áreas de la Plaza de Toros antes vacías comienzan a llenarse poco a poco. La tendencia es clara: esto va a reventar en las próximas horas.
SEN SENRA Y CALIGARIS: UN POCO DE LO BUENO NUEVO Y LO BUENO VIEJO
Al llegar al área de prensa se nos revela que fue cancelada la entrevista con Chicano. Pregunto por qué, pero no encuentro muchas respuestas. Saludo a una colega cachanilla que viene cubriendo el evento para Revista Machin y platicamos un rato de esto y aquello. Nos vamos juntos a ver el show de Sen Senra, músico español que me recuerda a compositores como Rosalía y C. Tangana (con quien ya tiene una colaboración), esa nueva ola de músicos ibéricos que están creando (y exportando) sonidos pop que se nutren del R&B, el trap, el Hip Hop, la canción de autor y demás géneros varios.
El Escenario Monumental es el más pequeño de los tres. Tiene forma circular y está rodeado por gradas. Empieza el show y Sen Senra se adentra al escenario caminando lentamente. Empieza un beat sensual y una guitarra con delay que le pone una textura espacial a la base armónica. Los gritos de las fans de veintipocos años reflejan que es uno de los músicos que más prenden a esa generación.
Sen Senra dando show en el Escenario Monumental El músico de 26 años se mueve muy bien por el escenario. Baila, toma el stand del micrófono y lo balancea mientras se sujeta el pantalón negro tumbado. Lleva el número diez en la espalda y unas gafas oscuras para ocultar la mirada. Varias chavas que están recargadas sobre la valla metálica bailan y gritan bajo las luces guindas.
Termina el segundo tema (Baby no me sueltes más) y al fondo gritan con euforia “¡Sen Senra, Sen Senra!”. Lo acompaña una batería con una caja de beats que le dan ese toque hiphopero-trapero a la música, y una guitarra que toca acordes de un solo rasgueo prolongado con su necesario delay, poniéndole el toque seductor a la música. En cierto momento el músico se avineta un solo vocal imitando una trompeta, que con el autotune suena bastante bien. Me despido del español tras un par de canciones más, decidido a encontrar un buen lugar para ver a la banda que más me emociona de este festival: Chicano Batman.
Camino al Escenario Tecate me toca escuchar unas buenas rolitas de Los Caligaris, justo cuando un rayo de luz logra filtrarse entre la nubosidad de los últimos días, coincidiendo perfecto con la música festiva de la banda argentina. El público que está frente a los banda está en pleno éxtasis.
“Vos sos esa simple razón, por la que volví a sonreír, por la que levanto la vista y veo lindo el cielo, aunque esté todo gris…”. Para terminar de hacer más cursi la imagen hay un arcoíris atravesando el cielo. “Queremos que todos cierren los ojos, respiren y piensen en esa razón que los hace estar acá”, dice Martín Pampiglione por el micro. “¡Estos son los recuerdos que no se olvidan nunca! ¡Gracias por este enorme regalo, a cambio les vamos a dejar este hermoso momento!”, dicen los pibes con la cara pintada de payaso, antes de reventar la fiesta como solo ellos saben. La raza agita camisetas en el aire, baila y disfruta como nunca.
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CHICANO BATMAN: LA DESILUSIÓNEl resto del show de Los Caligaris lo presencio desde el Escenario Tecate, pues he decidido adelantarme para agarrar buen espacio en el show de Chicano Batman. Por acá la emoción se siente en el aire. Todo show en vivo de un artista que uno admira siempre condensa la magia de todas esas veces que lo escuchaste en diferentes momentos, planos y estados emocionales de tu día a día, instantes en que estuvieron contigo a través de tus oídos. Y bueno, si se trata de Chicano Batman, es bien sabido que escucharlos en vivo es otro pedo… o al menos eso imaginaba.
Se prenden las luces (yo prendo un gallo) y salen a escena los Chicanos. El público grita de emoción. Camarógrafos nos aventamos frente al escenario para hacer nuestro trabajo. Entonces inicia la catástrofe. Hay fallas en el audio y la voz no se escucha para nada como debería. Pareciera que algo falla, que el micro o las bocinas o el auto-tune fallan, dando como resultado un efecto muy raro en la voz: un auto-tune mal ajustado que sube y baja el volumen de la voz de Bardo y que no permite que se entienda nada de lo que dice. El resultado es un sonido terrible, ininteligible, como un idioma extraño y confuso.
Termina la primera canción y tanto público como prensa le intentamos avisar a Bardo de la situación, pero trae puesto un earphone y no capta nuestros mensajes (o eso parece). Considero la opción de arrojarle una botella de agua que traigo en la mochila para avisarle que no se escucha, pero pienso que por ello podrían sacarme del concierto antes de alcanzar a decirle algo.
Bardo cantando sin que podamos escucharlo Pasan tres canciones igual. Inconforme con lo que pasa le digo a un sujeto que está en el backstage que no se escucha el vocalista. Asiente, como saliendo de la esterilidad de no saber si esa falla en la voz era real o venía de su imaginación. Dice que irá a avisar. Bardo sigue entregándolo todo, a pesar de que en los speakers delanteros no se escucha absolutamente nada, solo gritos ahogados. Me pregunto si en los speakers de atrás se escuchará igual.
Empieza el bajeo característico de Freedom is Free y todos gritamos de emoción, pero parece que no podremos disfrutar el tema como quisiéramos, pues el problema de la voz persiste, si bien Bardo se mueve en guitarra y piano con toda la actitud: es un verdadero rockstar, como demostrará dentro de poco cuando se quite la camisa, a pesar del tremendo frío que debe hacer allá arriba. De fondo se escucha la voz de la otra vocalista, quien rescata un poco (pero muy poco) la situación.
Bardo pregunta entonces “Do you hear me?”, a lo que la gente a mi alrededor grita que no, luego le pregunta a los del otro lado y todos gritamos que no, entonces dice: “Les dije que subieran el volumen del micro, pero no hacen caso, ¡pero vamos a seguir este show!”. Los californianos prosiguen con Run, y es una verdadera lástima porque la música es realmente buena, la batería, la guitarra, los synthes, todo se escucha estupendo, pero necesitamos la voz que falta para que nos acaricie el alma.
Revienta la parte final de Run y los synthes nos perforan el corazón. Empieza a llover y Bardo dice que tiene algo que compartimos. Se sienta al borde y empieza “Invisible People”, una canción de resistencia al sistema con esa vibe nostálgica muy Chicano Batman. No sé si soy yo proyectando mi interior alrededor, pero siento que en el ambiente hay una emoción de tristeza, obvio por el vibe de la rola, pero también por la desilusión de no escuchar ni entender nada de lo que dice el amigo del micrófono.
Bardo sin camisa… ¿y sin voz? Empieza Itotiani y no nos queda más que cantar todos juntos a pesar de que nos falta la guía, pues con esta canción es imposible no navegar por la chicano-vibe. “¡Ella tiene aire a Teotihuacán, su piel tiene el color del mazapán!”. Bardo toma los synthes, checa que el amplificador esté bien modulado y empieza a improvisar en la parte final de la canción mientras sube el ritmo, ¡esto es un Jamm y ahora sí se siente la música llegar hasta el fondo del alma! Se acaba la rola y el grito del público se siente diferente, más vivo.
“¿Quieren una canción en español?”, pregunta Bardo por el micro. El guitarrista pasa al frente para iniciar “Manzanita” y milagrosamente sí se escucha su voz al cantar. Bardo se queda al fondo tocando el bajo de espaldas al público al lado de la batería. “¿Significa esto que todo este tiempo Bardo no tuvo voz y solo fingieron una falla técnica?”, me pregunto, pensando en el por qué no intentaron cambiarle de micrófono. desde el inicio Me siento confundido ante la incógnita, y pensarla solo me llena de coraje por la posibilidad de que sea cierta. “Quizás se enfermó de último momento… y por lo mismo fue que cancelaron la rueda de prensa”, medito mientras el show continúa.
Bardo se quita la camiseta y empiezan los teclados de Black Lipstick. “This is our favorite song! Are you having a good time over there?”, consulta Bardo al público. “Can we have some fucking volume on this microphone over here?!”, exclama, conectando nuestros sentires con el suyo. Empieza la música y nuevamente la falla técnica. Hay un sentimiento que quiere salir y conectar, pero no está el puente: la voz. Es como algo muy bello que pudo ser, pero no fue; otra desilusión más a la lista. En ese momento Bardo hace un último intento por hacernos vivir una gran experiencia: baja del escenario y se entrega al público, que lo abraza sin dudarlo.
Tras un minuto el vocal chicano sube de nuevo al escenario y dice “we have a last song for you and its called Magma!”. Bardo comienza a cantar y el sonido de nuevo es una enorme decepción. Estamos a un paso del éxtasis, pero nos quedamos a eso, a una voz de distancia. Chicano Batman cierra con un jamm potente, destructivo, performático. Dicen algo como “¡Adiós Tijuana!” y concluyen. Después, el silencio.
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EN BUSCA DE RESPUESTAS
Concluido el show sólo puedo pensar que, a mi manera de ver, Chicano Batman nos debe un concierto. No sé si por culpa del Tecate Península, por culpa de la banda o por culpa de algún ingeniero. Lo que sí sé es que mi pulso periodístico está ávido de descubrir la verdad y que no me sentiré cómodo hasta saber qué chingados pasó.
Mis amigos no conocen a la banda y me comentan que pensaron que se escuchaba de esa manera porque así era el estilo. Caminando en búsqueda de respuestas me encuentro a un colega de Ensenada, quien me comenta que Chicano no traía ingeniero de sonido, que él lo conoce (porque es de Ensenada) y nunca lo vio al lado de los ingenieros.
Me acerco a los ingenieros del festival en una base ubicada en la parte trasera de la zona VIP. Me dicen que el ingeniero de chicano no está chido, que ahí estuvo la bronca (ah caray, ¿no que no había estado presente?). Otro dice que solo yo escuché las fallas, que para ellos todo se escuchó perfecto. Empiezo a sentir que se quieren desentender de la responsabilidad porque olfatean que soy reportero y no quieren meterse en problemas. Al salir de la zona VIP un morro dice que allá sí se escuchaba la voz, pero que a ratos se le bajaba el volumen. En el otro escenario Justin Quiles empieza a cantar sobre culear y fumar marihuana en un trap latino sabroso. Yo sigo aferrado: ¿Qué carajo pasó con Chicano Batman?
Pienso que es hora de ir a prensa. Nadar por el mar de gente comienza a ser una experiencia turbulenta; se siente subir la afluencia de público ante la proximidad de los Fabulosos Cadillacs en escena. En el área de prensa platico con una colega y me comenta que en la parte trasera sí se escuchó Chicano bien. “Solo adelante no había sonido… pero traen un cagadero con los ingenieros en todo el festival”. Otro colega periodista me dice que también traen un desmadre con las ruedas de prensa, pues aparte de Chicano, también canceló Camilo, y Sublime va tarde.
“Chicano Batman no quiso rueda de prensa, que mejor hacían una prueba de sonido”, dice una morra del staff luego de preguntarle sobre por qué no hubo entrevista con los californianos. Bueno, ¿entonces qué pasó con esa prueba de sonido? ¿Qué pasó en Chicano?
Bueno, ahora sé que adelante hubo sonido bueno, enfrente nada. Pero la duda persiste, ¿de quién fue la maldita culpa de que cientos no disfrutáramos este concierto? Todo apunta a que hubo un ingeniero que no hizo bien su trabajo. Se empiezan a agotar las fuentes informativas al alcance para encontrar respuestas, pero me niego a quedarme con la duda. Se me ocurre entonces una idea.
Me meto a los baños de prensa, me lavo la cara y me veo al espejo: me siento seguro de quien soy. Me quito el gafete de prensa. Me recuerdo músico. Salgo del baño y entro con total normalidad al área de los artistas. Traigo el outfit. Traigo la energía. Traigo la vibe. Me mezclo. Soy uno de ellos y ellos son de los míos.
Pido lumbre para un cigarro. Hablo con el guitarrista de Bruses un momento. A la sorda busco la carpa de Chicano Batman. Paso al lado de Sen Senra, quien está platicando con algunos de sus compas. El guitarrista de no sé qué banda dice que se irá a practicar unas rolas antes de salir a escena. Me acerco a un par de músicos jóvenes que están por ahí, pero no conocen a Chicano, no saben quiénes son. Otro sujeto me apunta en cierta dirección, diciendo que por allá está su carpa.
Paso lado de la carpa de Siddhartha. Escucho que ya es hora, que faltan diez minutos para el show. No encuentro la carpa chicana por más que busco y busco. Me resigno un momento y me siento. No quiero parecer desesperado y que alguien me identifique como prensa. A fin de cuentas, traigo cargando la mochila de mi cámara en el costado y una pulsera color rosa que me identifica como tal.
Me paro y sigo. Me hago pendejo cerca de Sen Senra. Veo de nuevo al tipo que antes me indicó donde estaba Chicano y le pregunto de nuevo, me apunta la dirección otra vez, pero ahora la veo bien, le digo bromeando que me disculpe, que estoy ciego, a lo que se ríe y se va. Por fin llego y ahí está Bardo afuera de su carpa, platicando con un wey de los Caligaris que lleva rastas; la voz de Bardo se escucha impecable, así que descarto aquella idea de que estuviera enfermo. El músico de la banda argentina dice que mañana tendrán otro show en Guadalajara de dos horas, que ahí sí van a desquitar.
Terminan su conversación y me preguntan si les puedo ayudar tomándoles una foto. Les digo que claro que sí. Tras la foto llega el momento de improvisar. Le digo a Barto que soy guitarrista de otro proyecto que tocó más temprano, uno que se llama Sen Senra, de España, pero que yo soy de aquí de Tijuana, y que también tengo un proyecto solista que se llama Ay Gregorio! Le doy un sticker del Otro Caguamón a Bardo. “Es de folk, indie folk-punk. ¿Conoces a Juan Cirerol?”. Y así vamos platicando hasta que llegamos al “¿andan de gira ahorita? ¿Cómo viste este show? Yo los vi desde enfrente, y como que no se escuchaba muy bien fíjate…”, le comento.
“Pues no paré, no paré, a veces uno no siente a la gente, pero uno tiene que seguirle” …, dice Bardo.
“¿No crees que haya sido por lo del sonido?, le pregunto.
“Puede ser, puede ser…”, dice, “¿no se escuchaba la voz?”, me pregunta curioso.
En eso el wey que anteriormente me apuntó donde estaba la carpa de Chicano aparece y yo siento que ya se dio cuenta de que soy prensa y me cago porque estoy a un paso de descubrir que pasó. Para mi suerte el tipo dice “Bueno, ya que te dije donde estaban estos cabrones, ¿nos puedes tomar una foto?”, y pues va la foto con su celular. Sigo la plática con Bardo; todo apunta a que fue culpa del ingeniero de sonido del festival, o esa será la versión chicana.
“Ah te decía, no se escuchaba nada, se subía y bajaba el volumen, no se entendía… hasta pensé que estabas enfermo de la garganta”, le comento.
“Jajajaja, no para nada. Sí me di cuenta después, de hecho sí te vi desde el escenario, que me hacías señas, y la gente me lo dijo, y yo dije en el micrófono que le subieran al volumen, pero los cicles (o algo así, ininteligible en el audio que grabé) no estaban conectados, y pues ya arriba en medio del show no había mucho que hacer”.
Siento una especie de éxtasis correr por mi columna. Comprendo que el error fue técnico, aunque no me queda del todo claro si fue responsabilidad del equipo del festival o de la banda. Seguimos platicando un rato más. Bardo me cuenta que ahora están dando shows grandes en Nueva York, para 5000-10,000 personas. En eso recuerdo que traigo los restos del gallo que prendí cuando comenzaron a tocar y le pregunto si quiere un poco. Me dice que él no, pero quizás su bajista sí. Pasamos dentro de su carpa y les ofrece a los chicos y ellos dicen que simón. Nos saludamos y de nuevo me presento como el guitarrista de Sen Senra, con sede aquí en Tijuana. Fumamos el bajista, una morra con sombrero y yo.
“¿Cómo están, cansados?”, les pregunto para romper el hielo. “Pues una madre”, dicen. Empiezan a hablar de cuanto han dormido. Uno de ellos me ofrece unas uvas, “recién lavadas, bro”. Las acepto con agradecimiento. Hablamos en español. Les digo que el show que (en teoría) di con Sen Senra estuvo chido, que el escenario es más pequeño, “más íntimo”, dice el bajista, y yo digo que simón, que se siente la gente más cerca. “Claro, allá en los otros es como un mar de gente”, comenta.
Decido que es momento de partir: ya tengo lo que buscaba. Antes de eso les regalo un par de stickers del Otro Caguamón y los invito a escuchar las rolas gregorianas en Spotify. Nos despedimos y me siento liberado, esa libertad que te ofrece la verdad, o por lo menos, la idea de se que tiene la verdad.
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SIDDHARTHA Y LOS FABULOSOS: YA ES HORA DE CERRAR
Salgo a la multitud y me siento algo abrumado, en parte por la desvelada y toda la energía que implica cubrir un festival como éste, en parte por tanta gente, en parte por el psicoactivo circulando en mi cabeza. Pienso que lugares como los festivales musicales son perfectos para perderse en el caos: es una experiencia de perderse, buscarse y encontrarse en la música, en los escenarios, en la fila del baño, en el “ya me cansé pero aquí voy a seguir hasta que salgan los cadillacs alv”.
Me dirijo al Escenario Tecate a ver lo que resta del show de Siddhartha, a quien ya he visto en dos ocasiones previas (publicando en su momento una crónica de ello acá), y pienso que es interesante ver cómo va madurando y envejeciendo un músico, y uno con él, por supuesto.
Cuando Siddhartha conquistó Ensenada
Empieza “Ser Parte” y una chica se pone a bailar frente a uno de los puntos de venta de Tecate, fluyendo al ritmo de Siddhartha. Me sonríe y se da otra vuelta. Ya es esa hora de la noche al parecer. La cerveza y la música han hecho su efecto.
“¡Esta noche estamos aquí para pasarla bien, están todos invitados a bailar con nosotros!”, nos dice Jorge Ibarra, quien siempre logra hacerte sentir que estás en una noche especial. Me pregunto por dónde estarán mis amigos, pero bueno, tratar de encontrar a alguien en el mar de gente sin una mediación digital es toda una odisea. Pienso entonces que la forma más fácil de medir la energía de un concierto es a través de la dificultad para internarse entre el público hacia la parte delantera; en esta ocasión, está bastante complicado el asunto. “¡Gracias Tijuana, sean felices, nos vemos hasta la próxima!”, concluye el músico jalisciense.
Entre la conversación con un par de compas descubro que al parecer Snow Tha Product reventó, que subieron gente al escenario y la pusieron a bailar, y que la vocalista le escupió brandy o whisky o algo de una botella a la gente. Otros compas me comentan que para ellos Los Caligaris se robaron el festival. “Esa madre con el sol y el pinche arcoíris fue otro pedo wey”, dice uno ellos.
En el Escenario Viva Aerobús toca Sublime With Rome, mientras miles aguardan la presentación de Los Fabulosos en el Escenario Tecate. Pienso que es interesante como un proyecto puede resurgir con otro vocalista. Supongo que crea muchos sentimientos encontrados entre los seguidores, pero de acuerdo a lo que leí en prensa, si bien se trata de las mismas canciones de Sublime, Rome Ramírez le mete un estilo totalmente diferente.
Termina Santeria y se empieza a sentir la efervescencia por Cadillacs. Hay gritos que convocan a pasarla bien todos juntos. El festival está a reventar. Pienso que también me hubiera gustado ver a Sabino en vivo, pero bueno, uno no puede partirse en dos: hay que saber decidir.
Vicentico dándonos cátedra musical en el Escenario Tecate Empiezan los Fabulosos y la música nos absorbe. Ver de tan cerca a artistas tan legendarios siempre me recuerda que, a fin de cuentas, se trata de seres humanos como nosotros. Claro, seres humanos con mucha magia y talento en el espíritu, pero seres humanos.
Empieza Siguiendo la Luna bajo la lluvia y se desliza el sentimiento Cadillac por los acordes menores. El coro es un llanto impresionante, liberador como las gotas que nos arropan. Me acuerdo entonces de la vez que terminé en la cárcel por fumarme un gallo afuera del Paris de Noche con un compa. Me acuerdo mucho de las strippers bailando Siguiendo la Luna al compás de Vicentico. Pero esa es otra historia.
Ondulando al ritmo de la canción decido internarme de nuevo a la marea de gente y sentir esa bella experiencia de conectar en vivo con desconocidos a través de un sentimiento musical en común. Porque si algo saben hacer los Cadillacs es crear comunión. Corrección: si algo saben hacer los músicos al tocar en vivo, es conectarnos. Me siento agradecido de estar aquí, y me voy, siguiendo la luna.
“Siguiendo la Luna no llegaré lejos
Tan lejos como se pueda llegar
Son casi las cuatro de la madrugada
Mi casa brillaba
Cruzando ese mar”
Locura al estilo Cadillacs .
PUNTO FINAL
Cubrir un festival implica prepararse para ir en busca de lo que ese día será excepcional. A veces es una adivinanza: no puedes saber con certeza quien dará EL show. Pero puedes informarte sobre quienes están sonando en ese momento, preguntarte en qué punto de su carrera está el artista. En esta ocasión, mi visión se centró en Chicano Batman por la expectativa que tenía, y finalmente el asunto resultó como resultó. Entiendo que no todos los shows serán buenos, y así como yo no pude disfrutar su show, seguro las personas en la parte trasera sí lo hicieron; a fin de cuentas, esta crónica fue sólo una de miles de perspectivas que se vivieron en este evento masivo.
El Tecate Península me parece un festival que es nuestro, de los bajacalifornianos, donde podemos escuchar bandas que de otra manera no llegarían a la península. Por lo mismo se agradece todo el esfuerzo que hay detrás. Dicho esto, también hay que apuntar que, según lo que pudimos investigar, hubo un problema técnico que fue responsabilidad del festival, que como podrá haber figurado el lector, no permitió vivir la experiencia chicano como se esperaba.
El vocalista suele ser el alma de muchas bandas, es el que refleja cómo está la energía vital de la agrupación; cuando ya no funciona como antes el instrumento vocal, es difícil disimularlo, mucho menos reemplazarlo, porque cada voz es única (claro, hay excepciones en que se logra una adaptación del grupo, ejemplo que pudimos ver con Sublime). Por eso cuando quitas la voz dejas sin cabeza a bandas como Mi Banda El Mexicano, los Fabulosos Cadillacs o, en este caso, Chicano Batman.
Somos de la idea de que un periodismo musical crítico debe hacer un análisis del show e ir más allá del fanatismo (algo que no es fácil y que en realidad seguimos trabajando). Para ello siempre sirven las preguntas. ¿Cómo se siente el show? ¿Qué transmite la banda? ¿Están bien ensayados? ¿Cómo se escucha la voz? ¿Cómo está cantando el vocal? ¿Y los demás instrumentos? ¿Cómo es la interacción con el público? Para la ocasión pusimos algunas de estas incógnitas en marcha, y aquí tienen el resultado.
Esperamos que esta pequeña aventura sirva para cuidar más los detalles de futuros festivales y que los organizadores no se lo tomen a mal, sino por el contrario, se motiven a seguir creando estas grandiosas experiencias para los miles de amantes de la música en vivo. ¡Hasta pronto y nos vemos en el siguiente!
POSDATA
Un par de semanas después de este festival tuve la oportunidad de conversar con una amiga del DF, quien también asistió en esta ciudad a un concierto de Chicano Batman. Su testimonio fue muy parecido, por no decir igual al que aquí compartimos, lo que me lleva a pensar que, o el problema técnico no fue responsabilidad del Tecate (ups), o Bardo está teniendo complicaciones con los efectos que le ponen a su voz, o quizás, sólo quizás (y citando a mi amiga), “al vocalista le quedaron grandes los músicos”. ¿Ustedes qué piensan? ¡Los leo!
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En el camino con Ay Gregorio!
Ay Gregorio! lleva toda la vida soñando que muere: ha perdido la vida de un millón de maneras, sintiendo el vértigo de ser arrojado al vacío del que todos venimos y en el que todos terminaremos. Un día despierta de un sueño en el que está sobre un escenario cantando una canción, un sueño en el que por igual muere, pero despierta en paz. Al regresar al mundo lúcido percibe cómo está viviendo a contratiempo en un mundo que se evapora, una realidad que se hunde en la peste, el capitalismo hetero-normativo, el COVID, la rutina, la falta (y exceso) de emociones y la incapacidad de vivir fuera de uno mismo.
Decide entonces que no se va a morir sin dar un grito de resistencia contra los demonios que habitan fuera y dentro de él. Toma el instrumento que había dejado olvidado hace años, su arma para luchar contra la muerte lenta, y empieza a contar las historias y relatos que lo atraviesan, con la visión de tener un preludio que valga la pena experimentar y compartir, antes de que su cuerpo y su memoria agoten la poca existencia que les ha otorgado el universo.
Compositor porteño forjado por relatos reales e irreales, les presentamos a Ay Gregorio!
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Noches de Cantinas y Folk en San Luis Río Colorado
Redacción por Iván Gutiérrez (Ay Gregorio!)
“Todo viaje es una danza”, nos canta Juan Carlos Bon esta noche en Rock & Steaks, restaurante de carnes y vinos en San Luis Río Colorado cuyo segundo piso posee un escenario que músicos locales y foráneos llenan de música; en este caso, recibiendo el Otro Caguamón Tour en el evento “Ruta del Folk”, con un line-up integrado por Juan Carlos Bon, Walter Buratti (ambos oriundos de SLRC), Medio Volumen (Mexicali) y quien esto escribe firmando como Ay Gregorio (Ensenada).
En la mesa que ocupamos se encuentra un amigo del músico en escena, de nombre Felipe, quien comenta ser aficionado al arte contemporáneo. Desde que llegó (ya con algo de alcohol en la sangre) ha mostrado un sentido del humor muy divertido. Aferrado a su caguama escucha a Bon cantar sobre cómo se va en bicicleta a trabajar, y con ello la mala vibra se le va; su estilo me recuerda bastante al de Rubén Albarrán (Café Tacvba).
Juan Carlos Bon en una presentación en Plaza Artesanal (Ensenada, 2017) Andar de gira es una experiencia musical que me ha gustado bastante. Vives mucho en el camino, y la cantidad de aprendizaje es invaluable: conoces gente impresionante, cada escenario es distinto, cada voz tiene un mensaje que dar, cada carretera te regala cientos de pensamientos nuevos y te presenta personajes con historias fascinantes.
El concierto de anoche en Cine Curto (Mexicali) estuvo genial por igual, compartiendo escenario con los cachanillas Medio Volumen (con quienes hoy vamos a repetir show), Raúl Díaz y Los Shangris. Ya al terminar llegamos a Malgro Cervecería para escuchar a Frnce en su Serendipia Tour. Muy chido poder cotorrear con tanto músico en este espacio, disfrutando cerveza de la casa mientras nos arropaba el talento cachanilla.
Ya en casa con Héctor escuchamos algunas canciones de Nacho Vegas, y por una foto en su pared tomada en el concierto que este músico español dio en Tijuana en marzo pasado, descubrimos que su mano aparece sosteniendo una cámara Polaroid en una foto que yo tomé en el mismo concierto. Me hizo pensar que nuestros caminos ya estaban destinados a cruzarse.
Entre el Dolor y la Nada, elegí a Nacho Vegas
Bon ahora se avienta un remix de “Aquí no hay novedad”, muy buena la adaptación a su estilo, muy pasional, y de ahí le sigue una canción con sonidos de 8bits inspirada en la música de Game Boy. Continua con una versión del bolero clásico “Gema” en Ukulele que nos hace cantar juntos. En el intermedio Felipe empieza a preguntar a gritos quién tiene su tablet; tras un momento de tensión uno de los meseros le dice que la dejó en uno de los bancos y se la alcanza.
Un wey a mi derecha me habla de que intentó darle a la música en su momento, pero luego se casó y tuvo un hijo y vendió sus instrumentos y ahora está divorciado, aunque todavía le quedan un par de guitarras empolvadas en casa. Felipe, a punto de quedarse dormido, deja caer su tablet y ésta da un fuerte golpe en el suelo que desvía la atención de todos hacia allá.
Sigue el turno de Walter Buratti, a quien más tengo ganas de escuchar esta noche, ganas que se incrementaron tras nuestra reciente entrevista en el piso de abajo. “Yo también me voy, como mi guitarra, que algún día se irá”, nos canta este maestrazo argentino-mexicano del folk sonorense; que haya pegado un sticker del Otro Caguama en su guitarra me llena de orgullo.
Walter Buratti, ¡folk acelerado Entre Mundos!
Las letras de Walter y el swing con el que rasguea su guitarra es impresionante, tiene una vibe de rocanrol que me hace percibirlo como un mago del desierto. Es el canto de alguien que se ha arriesgado, que ha viajado, que ha vivido: alguien que canta con el corazón desnudo sobre el tiempo y espacio que le rodea. “Tec-no-logía… sin igual, puedes digitalizar todos tus sueños”, canta Walter.
Desde mi punto de vista, esta noche nos hemos reunido puros locos en medio de esta cantina desolada para escuchar nuestras historias. Walter toca una tras otra. Dice pocas palabras entre canción y canción, todo lo dice con música. Su tono de voz me recuerda a la fusión de dos músicos, uno argentino y el otro de tierras sonorenses: Andrés Calamaro y Chino Marcial. “No eres lo que tienes, eres lo que das”, recuerda Buratti, quien a pesar de haber tenido una operación hace dos días, aquí está, firme, listo para cantar hasta el final.
Hablando con Bon pienso que San Luis Río Colorado es una ciudad muy rara, pues al parecer aquí la raza sale a cotorrear a partir las once de la noche, dinámica que me recuerda a la vida nocturna de Buenos Aires, donde la vida nocturna en los boliches se daba hasta las doce o una de la noche.
Es el turno de los compas de Medio Volumen, con quienes también compartimos escenario ayer en Cine Curto. “Duele más cuando no puedes decir lo que sientes”, arrancan los cachanillas con su sonido folk de tintes countrys. Las letras de Héctor te llevan por un viaje introspectivo, mientras que el sonido de la armónica y el requinto de Benjamín te transportan a una visión del viejo oeste, y entonces se vuelve preciso encender un cigarrillo, porque hoy esta cantina es para echar un whiskey y saborear que, contra todo, estamos aquí, respirando música.
El armonizador de voz de Héctor le da una atmósfera surreal a los cantos de estos perros de cantina. Felipe baila como puede en su silla, ya poseído por el poder de las sustancias etílicas circulando por la sangre, el ritmo lo lleva a querer danzar el blues: “…de este pobre soñador (…) sabes le dicen el Señor Galante”. Al fondo se ve a un morro recargado en el balcón de afuera, pensando en quién sabe qué cosa.
Me parece muy genial que tanto Héctor como Ben se metan de lleno en la canción: en este momento los dos tocan y cantan con los ojos cerrados, sumergidos en el universo western que los habita y que esta noche se manifiesta en estas “Cantinas de Fiar”. Canciones de amores trágicos y otros vicios, de las lecciones que nos arroja la vida.
Ahora Héctor activa una función de su armonizador que le pone una voz paralela a la suya, pero una octava (o dos) más arriba, creando un efecto de coro grandioso; eso y los requintos de Ben, que sube y baja haciendo escalas limpias, te envuelven en una emoción que refleja a un personaje (El Bandolero) sentado en una cantina en medio del desierto, pensando con melancolía en ese pasado que se fue. Algo así como lo que hacen los pescadores en El Pirata (Ensenada) o los hombres solitarios en El Belmont (Durango), personas que se hermanan por llevar la experiencia del sufrimiento de toda una vida en los ojos.
“Uno puede imaginar muchas cosas cuando está en la locura”, dice Héctor con acierto antes de empezar su último tema, mencionando que dentro de poco lanzarán un EP de 7 canciones donde contarán la caída y levantamiento de un peculiar personaje.
San Luis Río Colorado es una ciudad muy extraña, pues si bien está a unos cuarenta minutos (o menos) de Mexicali, aquí los relojes marcan una hora más. Pero es sorprendente cómo el público se aferra, pues aquí sigue firme, escuchando a estos músicos vagabundos a pesar de que ya son la 1:40 de la mañana. Ha llegado el momento para que el Ay Gregorio comparta sus cantos gregorianos. Momento de cambiar libreta por cuerdas: estamos listos para dar show.
POSDATA CULINARIA DESDE LOS PRIMOS EN SAN LUIS RÍO COLORADO
Caminar una ciudad te permite sentir el pulso de su urbanidad, ver con calma sus edificios, sentir cómo se desenvuelve la gente. “De pronto yo te vi”, cantan los Alameños de la Sierra, al interior de Taquería Los Primos. “Cuántos le damos pariente”, pregunta el taquero. “Écheme uno de cada uno por favor”, le respondo.
Viajar también es una forma de mantenerte presente, es un presente constante, un estar enfocado en la aventura de explorar y descubrir nuevos caminos. El taquito de tripa está poderoso. Pero sí, hay que conocer la calle, hablar con la banda, mezclarse, perderse un rato para en medio de esas transformaciones encontrar qué es lo que permanece , qué es lo que no desaparece: eso es lo que eres.
San Luis Río Colorado me recuerda mucho a Guerrero Negro, un pueblo que pude visitar a mediados de año, ambos de muy poca gente, lo que puede implicar mucho hermetismo o mucha familiaridad. “¿Le pongo verdura pariente?”. “Sí, si es tan amable”. Los tres tacos tienen su buen sabor, pero creo que el de tripa se mantiene como el favorito, luego le sigue el de asada y al final el de adobada. Los parientes despachan estómago tras estómago. De fondo la televisión pasa música norteña y cumbias. Afuera también hay personas comiendo en la barra donde cada tarde se sienta el sol. Casi todos venimos solos y comemos en silencio.
De vuelta a la calle pienso en el doble impacto que puede tener la soledad: por un lado representa una libertad absoluta, sin ataduras, pero eso mismo puede llevarte a sentir un profundo vacío, un ilusorio “no le importo a nadie”. Creo que lo prudente es el equilibrio: piérdete un rato, y ya que te encuentres, acá te esperamos.
Ya se siente el viento helado llegar. El sol está por ocultarse. Regresa la noche. Mirando lo desolado de las calles pienso que San Luis tiene el aire de esos poblados desérticos que luego aparecen en series como Breaking Bad. Su gente muy honrada, muy buena onda. Espero regresar pronto. De momento vamos de vuelta al puerto: nos espera otro show en casa.
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Walter Buratti, ¡folk acelerado Entre Mundos!
Trotamundos que ha viajado por varios rincones del planeta con su guitarra y una gran pasión por experimentar la vida, Walter Buratti es un compositor argentino-mexicano que lleva en su voz grandes historias de folk, relatos que te harán disfrutar la libertad de estar al lado del camino.
En este episodio de Odisea Independiente tuvimos una entrevista con Walter sobre la vez que vio a Los Ramones en vivo, sobre su amor y entrega por los animales, sus procesos de composición, su álbum “Entre Mundos”, sus músicos favoritos, su visión social y algunos consejos que ha aprendido como vagabundo del mundo.
¡Desde San Luis Río Colorado llega a tus oídos Walter Buratti!
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