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  • Love of Lesbian, crónica de una Noche Reversible en Tijuana

    Love of Lesbian, crónica de una Noche Reversible en Tijuana

    Fotos por Mexicali Music Magazine
    Redacción por Iván Gutiérrez

    Sábado 29 de abril. Esta noche centenas de bajacalifornianos nos hemos congregado cual Fanáticos de John Boy para recibir nuestro regalo del día del niño en el segundo piso del Black Box. En lo personal nunca pensé que esta banda de Indie-Pop llegaría hasta nuestra frontera, pero hoy, dispuestos a desafiar nuestra incredulidad, Love of Lesbian está listos para hacernos temblar de emoción.

    Llegan las 9:50pm y arranca el concierto con la euforia de quien está por primera vez frente a alguien que ya conoce: “¡Ésta es nuestra primera vez en Tijuana! ¡Estamos muy emocionados y vemos que ustedes tan bien, les advertimos que van a llorar y van a gritar, pero prometemos tratarlos con cariño!”, nos dice con mucho amor Santi Balmes, vocalista de la agrupación.

    Noches Reversibles inunda el recinto y los coros del público resuenan tan fuerte como bocinas y amplificadores. Los españoles tocan a continuación un tema de su nuevo álbum “Viaje Épico Hacia la Nada”, y luego se van por “Domingos Astromáticos”, un clásico muy nostálgico y en lo personal, una de mis favoritas. A los alrededores se percibe que la gente ha venido a este concierto a sentir, llorar, recordar, ondular y deslizarse como si fueran de viento.

    Si bien todo fluye con mucha belleza, a ratos pareciera que a la voz de Santi le hace falta un poco más de volumen, quizás porque en varios pasajes canta en tonos graves y el resto de los instrumentos crean una capa sonora que sumerge sus líricas; por igual, el concierto se disfruta de maravilla porque pareciera que todos los asistentes nos sabemos la mayoría de las canciones de pi a pa.

    Empieza “Manifiesto Delirista” y descubro en ella una nueva pieza del rompecabezas de amor lésbico que pasa a integrarse a mis coordenadas emocionales. Unas canciones más adelante da inicio “Incendios de Nieve” y el éxtasis es puro, al punto que en cierto momento Santi logra organizar al público para que una parte cante “incendios de nieve y calor” y la otra haga un “ooooh, oooh ooh ooh”, integrándonos de lleno como parte de la agrupación.

    Otra gran canción empieza cuando los teclados característicos de “Los Toros en la Wii” se hacen presentes, una gran obra poética llena de referencias literarias y desveladas donde el cielo escucha carcajadas enormes. A mi parecer, una de las canciones que más distinguen a este grupo español, recomendada para quienes apenas están por internarse en estos universos infinitos/inestables.

    “Todos los raros fuimos al concierto, del gran telepata de Dublín, media hora antes invadimos el metro, yo iba obligado y tú en éxtasis”, arranca la letra magnífica y metatextual de “El Club de fans de John Boy”, otro gran himno de la banda.

    Al concluir El Club de Fans Santi dice, con mucha sinceridad, que en las últimas dos décadas han vivido grandes experiencias con Love of Lesbian, y que hoy miran con mucho cariño y nostalgia aquel año de 1999, cuando iba arrancando el éxito de la agrupación, invocando con esto la canción de nombre homónimo cuyo coro es imposible no cantarlo: “Ya no hay ganas de seguir el show, ni de continuar fingiendo, solo quiero ser espectador, relax entretainement. Me pregunto quien pensó el guion, debe estar bastante enfermo, fue el estreno de un gran director, le caerán mil premios”.

    La armonía final de esta canción se acopla perfecto con un homenaje a manera de coro de “La Llorona” y “Por qué Te Vas”, sorpresa que nos hacen aplaudir con tanto ímpetu que casi se nos caen las manos.

    Nos hacen pedir otra a gritos y tras unos minutos de descanso los españoles regresan al escenario para complacernos: “Esta canción nos hace regresar a aquella época donde se forjó el sonido de la banda, tocar este tema es regresar Allí Donde Solíamos Gritar”, y empieza otro gran clásico de la banda, con ese primer verso tan bello: “A que no sabes donde he vuelto hoy… donde solíamos gritar”.

    Tras esta explosión de texturas nostálgicas la despedida definitiva arranca con un descenso energético. Inicia la suavidad de “Oniria Contra Insomnia”, perfecta canción para cerrar los ojos y ponerse a recordar los bellos momentos al lado de alguien especial. El sueño se puede manifestar una vez más esta noche: “y en el bar la bohemia fue la primera y tercera vez…”. Como los grandiosos músicos que son, Love of Lesbian nos han dejado enamorados en un solo repertorio.  

  • ¡Death Ritual Night, ¡dósis de metal en el subterráneo porteño!

    ¡Death Ritual Night, ¡dósis de metal en el subterráneo porteño!

    Fotografías y redacción por Victor Plissken

    “Que Dios todo poderoso cubra de luz todo vuestro camino,

    que el destino que sufrirás está lleno de dolor y muerte.

    Maldad oscura y obscena.”

    Queridos lectores, sean bienvenidos a otra foto crónica periodística por parte de su audaz fotógrafo “amarillista” de confianza. Esta vez nos adentramos a unos parajes desolados y siniestros para poder retratar las diferentes bandas que se presentaron en el tokin “DEAD RITUAL NIGHT”, un evento lleno de blasfemia, ruidajo, aguas locas y demás sustancias ilícitas. ¡Acompáñeme y sea testigo de lo que acontece en la ciudad cuando cae el sol y las criaturas de la noche salen a rockear!

    En esta ocasión la cita fue en la colonia ex ejido Chapultepec y no en los lugares ya conocidos por la chaviza metalera. Éste se podría tratar de un nuevo spot para eventos extremos de metal, donde no hay que preocuparse por un cover injusto o la compra de cheve a precios ridículamente elevados. ¡Sin más demora la primera banda se acomoda en el escenario y comienza el wateke! Y comenzamos con la poderosa dupla de: ¡Sacrificio Barbárico!

     

    Comienza la velada metalera con esta banda que ni tardes ni perezosos comienzan a interrumpir la tranquilidad nocturna con su poderoso set list de puro pinche power violence, el cual hace retumbar el escenario. Breve y conciso, pero gozando de una brutalidad auditiva de unos duros baquetazos, riffs pesados y unos buenos guturales, este dúo prepara la noche para todo el ritual que se avecina.

    https://www.youtube.com/watch?v=cl_mzUNTBsY

    Después de un breve intermedio, la siguiente banda se prepara en el escenario, personalmente no había tenido oportunidad de escuchar este grupo, pero su propuesta musical fue un respiro fresco de la ya acostumbrada brutalidad musical ya bien conocida. ¡Nos referimos a los Condenados al Punk!

    https://www.youtube.com/watch?v=G2oWBuNEJjo

    Con canciones que evocan a la rebeldía juvenil y el hastío hacia las fuerzas del orden, como, por ejemplo: Policías Criminales, Mierda Educativa y unas más jocosas como “Lágrimas de mi chorizo”, esta banda de chavos animó a la raza a iniciar un pequeño slam. Todo era risas y diversión, hasta que terminaron su set list. Algo malévolo y ominoso se instalaba en el escenario, ¡el horror cósmico de Soulgazer!

    ¡Ahh! Una banda de mis gustos musicales: poderosos riffs, guturales intensos, letras asfixiantes y desesperanzadoras. ¡Mi tipo predilecto de música amigos! ¡Este grupo puso a los asistentes en un estado de frenesí bestial en donde el mosh pit se encendió como un portal al mismísimo averno! Después de tocar algunas rolas de su set list personal, continuaron su presentación con algunos covers de la banda “DEATH” y la chaviza no pudo estar más que contenta. Empujones, botes de cheve volando y alaridos demoníacos, soulgazer sí que sabe cómo encender los tokines.

    https://www.youtube.com/watch?v=ariRYzPYqbU&t=482s

    Para el siguiente acto, las bandas estaban confundidas sobre cuál sería la siguiente en subir al escenario, cuando de repente unos vatos se comenzaron a acomodar en el escenario. La mayoría de los asistentes estaban confundidos y se preguntaban entre sí cual era esa banda.

    ¡Sin presentación ni misericordia alguna comenzaron a tocar y todo lo que recuerda su perplejo fotógrafo fue un torbellino de greñudos locos gritando y corriendo hacia el mosh pit para hacer un desmadre de proporciones épicas! El vocalista estaba visiblemente devastado, apenas cantando algo casi comprensible, pero eso no detuvo a la banda en comenzar un relajo auditivo bastante sabrosón donde la warapeta fue ominosa y destructiva.

    El nombre de la banda culpable de todo este escándalo auditivo es la banda Perdición y así como su nombre lo dice, fue una perdición para todo aquel se atrevió a entrar a ese mosh pit endiablado donde lentes, zapatos, celulares y de más objetos de valor salieron volando por los santos chingadazos que se daban entre los asistentes.

    https://www.youtube.com/watch?v=NUtDGqbgKFw

    Sin duda alguna una de las sorpresas de la noche, pero el ritual estaba lejos de terminar. Después del buen desmadre que se armó, ¡los asistentes se tomaron un descanso para recuperar el aliento y seguir adelante, pues la noche era joven y aún quedaban muchas paganerías auditivas por disfrutar!

    Después de todo el borlote que se armó con la banda anterior, los expectantes asistentes esperaban a la siguiente banda para continuar con el tokin. Fue cuando Corpus Crusifix hizo su aparición en el escenario. Ya por el puro nombre pueden darse una idea del genero toca esta agrupación, ¡puro malévolo black metal!

     El vocalista vestía una indumentaria digna de cualquier película de terror con tintes satánicos. Sin duda los asistentes quedaron absortos por las canciones que tocaban esta banda, riffs lentos, pesados y guturales densos que se podía escuchar cuadras a la redonda. Para cerrar con broche de oro la presentación de este grupo, tocaron un cover de la banda MAYHEMLife Eternal” la cual fue altamente celebrada por el público presente.

    Pero aún había más y la noche pagana aún no terminaba, ya que después de la presentación de la banda anterior, subió otra del mismo género musical llamada “Ritualistic Cult”. Ahora sí, queridos lectores, nos encontramos frente a un culto, que ya las altas horas de la noche parecía invocar a fuerzas demoniacas por medio de melodías instrumentales y guturales que parecían alaridos de algún ser siniestro.

    La mayoría de los asistentes ya se encontraban en un trance hipnótico, ya sea por la ingesta de bebidas embriagantes o de alguna sustancia ilícita, pero todos estaban en el mismo trip directo al averno de mano con este culto que parecía que nos llevaría directo al reino de las sombras.

    Pero si pensaban que ya había terminado el tokin por las altas horas de la noche están muy equivocados, ya que faltaba la banda que daría fin a este profano ritual musical, me refiero a “Iron Dicks”, una banda que trae artillería pesada al más puro estilo de “heavy machinegun”: ¡ráfagas de despiadados riffs disparadas al público sobreviviente, puro thrash metal del bueno para salir del trance hipnótico o tal vez debería decir del sueño, porque para el momento que tocaba esta banda ya eran las 2:00 am! Woa!

    Y ningún cerdo patrullero a la vista o vecinos chismosos que le marcaran a la placa para que le bajaran a la música, nada de eso, ¡aquí es tierra de nadie! Sin duda la banda de los chicos thrashers se lució y saco lo mejor de su repertorio. Si aún no ha tenido oportunidad de oírlos en vivo, se los recomiendo, no quedará decepcionado. 

    Y es así como este wateke llegó a su fin, parece que este nuevo “venue” se quedará para rato ya que se anunciaron próximos tokines en la misma locación, así que le recomiendo que se lleve un buen abrigo, unas chelas de su gusto y disfrute del show por que como dijo un gran hombre una vez:  

    “When it’s cold and when it’s dark the freezing moon can obsess you.”

    ¿O debería decir un gran cadáver?

    Solo los muertos saben…

    ¡Nos leemos a la próxima criaturas de la noche!

  • Más Allá del Agua se encuentra Durango

    Más Allá del Agua se encuentra Durango

    Fotos y Redacción por Iván Gutiérrez

    Esta crónica musical aborda una exploración efímera de la ciudad de Durango, una entrevista en el Belmont con Lázaro Cristobal, una cobertura narrativa de su concierto en el Teatro Victoria y la persecución del cuestionamiento que plantea a esta entidad como un destino triste donde los suicidos son constantes.

    POR EL BOULEVARD FRANCISCO VILLA. “CUANDO ME VINE DE PUEBLA”

    “De Durango salió Guadalupe Victoria, el primer presidente de México, y también Pancho Villa; ahora que andes por acá lo vas a ver por toda la ciudad”. Así el conductor del taxi colectivo que va del aeropuerto a la capital de Durango. Los alacranes, el mezcal, la infraestructura colonial y los suicidios son algunos de los distintivos más populares de este lado de la república, un estado con aires del viejo oeste que mezcla lo mejor (¿y lo peor?) del centro y el norte del país.

    El motivo que nos trae hasta acá lleva por nombre Lázaro Cristobal Comala, compositor que desmiente a Jaime López al cantar que No es cierto que nadie va a Durango. Quienes ya conocen a este músico duranguense saben que no requiere mucha introducción: sus letras son la total transparencia de su persona. Para quienes no lo conocen, les comento que se trata de un compositor de la estirpe de Johnny Cash, Bob Dylan, Nick Cave, Chavela Vargas y Tom Waits, asiduo lector de Bolaño, Pessoa, Borges y Castellanos. 

    La amargura de Lázaro Cristóbal

    En junio 2022 Lázaro partió el año en dos cuando publicó su más reciente álbum “Belmont”, un disco doble de 20 canciones donde ha plasmado las emociones e historias que lo habitan en una desgarradora crónica musical sobre un momento fundamental de su vida. Ahora, tras cuatro años de no tocar en su ciudad natal (y afirmar que lo quieren más afuera que en su propia ciudad), está por presentar este disco en formato de banda completa en el Teatro Victoria, un lugar que se dice, es de los escenarios más importantes de Durango, sino el que más. Para documentarlo tenemos cámara y pluma listas. 

    Durango no es un estado que haga mucho ruido en el contexto nacional por atraer gran turismo. Al contrario, es más común escuchar a la gente preguntarse “¿Qué hay en Durango? ¿Dónde queda”. En el camino a este rancho me invaden algunas reflexiones al respecto, pues Lázaro ha construido toda una mitología personal de su estado a través personajes y espacios que menciona en sus canciones: la Catedral, el Casablanca Hotel, el Café Madrid, el Paseo del Viejo Oeste y, por supuesto, el Bar Belmont, por no decir que los contenidos visuales de sus obras —portadas, videoclips, live-sessions— también aportan a la creación de una visión lazaraina de esta entidad. 

    A partir de este campo semántico de tintes geográficos asoman algunas preguntas: ¿cuál es el aura y los detalles que distinguen a esta ciudad, y que forman parte de la inspiración de este compositor? ¿Qué tanto ha influido este lugar en la obra del autor? Y, sobre todo, ¿es este un estado tan triste, desolado y abandonado como afirma Lázaro en el subtexto de sus canciones, o será que más bien la angustia, melancolía y soledad habitan dentro del compositor?

    Este viaje es emocionante no sólo por responder éstas y otras preguntas en entrevista directa con Lázaro Cristobal, sino porque implica visitar el lugar donde se viven las historias que este músico nos comparte en sus canciones: uno se imagina que hay destinos y gente extraordinaria en este pueblo olvidado por Dios. Nosotros, claro, estamos listos para comprobarlo. 

    POR LA 20 DE NOVIEMBRE. “FAISANES”. 

    27 grados marca el termostato. “No se ha sentido el frío todavía, ha estado calientito”, dice el chofer. “Tacos de barbacoa, de asada, al pastor”, comenta ya entrada la plática de las recomendaciones culinarias. 

    Por la carretera que te lleva al centro de Durango se divisan parcelas amarillas que seguramente en primavera resplandecen de verdor. Al aproximarnos a la mancha urbana aparecen varias agencias automovilísticas, también muchos puestos de gorditas, y se siente una vibra que me recuerda a mi natal Ensenada, muy de esas ciudades que conservan ciertos gestos de pueblo, con sus plazas, sus walmart, hombres con sombreros en la terminal de autobuses, misceláneas y tiendas pequeñitas, hoteles viejos, canciones de José Alfredo Jiménez en la estación de La Lupe. El contraste me viene más bien de las colonias habitacionales hechas de calles angostas de un solo sentido. El cielo es sorprendente y las nubes parecen de pintura. 

    Caminando por las avenidas se siente el espíritu popular. La gente se ve sencilla. En el Mercado Gómez Palacios hay lo que uno busca en todo tianguis: alacranes dentro de botellas de mezcal, llaveros de objetos referentes a Durango y comedores mexicanos de precios accesibles. Me detengo en el “Comedor La Popis y los Iguales” (iguales son los hijos de La Popis) y pido un Caldo de Pollo, que sirven muy bien reportado con guarnición de arroz y abundantes tortillas de maíz: el platillo es increíble, sin mucha grasa, pero sí mucho sabor. 

    De vuelta a las calles sigo observando cada rincón de la ciudad. El aspecto de los edificios es totalmente colonial. Las tiendas de curious, librerías, taquerías y demás están integradas a los edificios de otra época, como en muchas ciudades del centro de México. Por la cantidad de rosticerías diría que también les fascinan los pollos. La palabra “fascinar” me recuerda a “Faisán”, que en plural es una canción del Belmont que retoma la melodía y un sample de Monomanía, tema grandioso de Nacho Vegas. 

    La tecnología hace lo suyo y esta canción empieza a reproducirse al retomar la calle 20 de noviembre, una de las principales de la ciudad. El match es perfecto, no solo por las escenas que nos canta Lázaro y que pueden imaginarse manifestándose en estas calles (“salimos del Juan, y fuimos al Belmont”), sino porque la misma melodía conecta bien con el bullicio urbano del centro. Los siguientes temas tendrán el mismo efecto de sincronía. 

    Avanzadas unas cuadras con los temas belmontianos de Manhattan, Cioran, Cristobal y Líbano, llega la potencia acústica de Te Dije Cilantro, a mi parecer uno de los mejores temas de todo el álbum, mismo que empieza mientras atravieso el parque frente a catedral (aquí debió nacer el verso de “y este blunt que armaste frente a catedral”), y en medio de los adornos navideños y las familias tomándose fotos empiezo a entender (o a creer entender) el rechazo de Lázaro a Dios y la iglesia, pues como la mayoría de los estados en el centro de la república, se respira un aire muy… como decirlo… muy “Guadalupano”, muy de los santos, muy de que las culturas alternativas no son tan bien recibidas por estas bellas familias católicas. 

    Pienso esto porque en el breve trayecto que llevo a pie se han presentado ya un aproximado de cinco iglesias gigantescas y muy bien iluminadas, concordando con lo que había encontrado en internet, sobre que Durango llega a ser un estado muy atractivo para el turismo religioso. Horas más tarde, al encontrarme con Lázaro en el Belmont para nuestra entrevista, comprenderé que este rechazo de “lo cristiano” posee un origen más bien familiar que citadino. 

    POR LAS PUERTAS DEL CASABLANCA HOTEL. “QUIÉN TE HA MANDADO A INTENTAR SER FELIZ”.

    Unas cuadras más enfrente de Catedral se presenta el Casablanca Hotel, un hotel que se mira viejo, gastado, pero que transmite esa sensación de tener mucha historia detrás. De diseño Art-Deco (un diseño que prendió mucho en Durango por allá de los 50s), fundado por Don Eugenio Durán Vázquez, estas habitaciones alojaron en su momento a Lázaro Cristobal para la producción de su EP en vivo “Cinco años con Sed”. 

    Dentro del lugar, a unos pasos de la puerta, hay una foto del Hotel tomada en 1945; el edificio luce casi igual, solo la pintura ha perdido algo de brillo. En otra pared hay retratos de artistas que se han hospedado en el Casablanca: Aleks Syntek, Gonzalo Vega, Damián Alcaráz, Alfonso Aran (“para el Hotel Casablanca, tan bueno como la película”). Al fondo se oyen canciones navideñas de estilo Sinatra. 

    Leyendo un periódico del 2001 colgado en la pared del Hotel descubro que aquí fue donde se inventó el “Caldillo Duranguense” —uno de los platillos típicos de Durango—, por la cocinera María Rios, además de ser el primer lugar de primera categoría que tuvo el estado, después del desaparecido Hotel Richeliu. 

    Estoy a punto de irme del Hotel cuando la música de fondo se para y un detalle que me había pasado desapercibido se manifiesta: un señor de unos 60 años se ha sentado en un piano al lado de las escaleras y empieza a tocar una armonía por la que va improvisando, hasta llegar a la melodía de Blanca Navidad, misma que interpreta con maestría y mucho sentimiento. Lleva guardados un par de lentes oscuros en uno de los bolsillos de su camiseta y una cajetilla de cigarros Pall Mall azules en el otro.

    Cuando me acerco a tomarle una foto al pianista éste voltea y sonríe, después regresa a tocar con total atención las teclas de su piano, mismo que lleva tres años haciendo suyo. “Antes del Señor Chavita estuvo el Señor Rocha, quien tocó durante 30 años esas teclas, hasta que falleció”, me comparte la recepcionista. Pienso que en realidad así pasa con los instrumentos y las canciones: van pasando de mano en mano, de corazón en corazón, viajando entre las almas del mundo. 

    El Señor Chavita empieza a tocar Quizás, quizás, quizás, mientras sigo leyendo la entrevista del periódico hecha a Panchito Durán Alba, nieto del fundador, quien comenta que el Hotel Casablanca también fue la sede de muchas noches bohemias. Empieza una versión melancólica de “Cuando calienta el sol” y decido que es momento de partir; ya mero toca encontrarse con Lázaro en el Belmont. 

    POR EL BAR BELMONT. “CIORÁN”

    “Esta tristeza camina y va a un bar…”, canta Lázaro en Ciorán. Lo imagino caminando justo como hago en este momento por las calles de Durango, envuelto por una bruma espesa que hay dentro de su cabeza. Al llegar al Belmont, Lázaro está sentado con su soledad en una mesa junto a la pared. Lleva unas ojeras enormes y bebe una cerveza junto con su mezcal. “Me la paso drogado todo el día… en cierto punto de embriaguez… es la única forma de soportar todo esto”, me dirá más adelante. Viene todo de negro: camiseta, chamarra, pantalón y botas oscuras empolvadas.

    Aquí también habita un Chavita (“de 7 a 10 Chavita es…), se trata del músico invidente que ha salido en varias de las canciones y videos de Cristóbal. Para la ocasión toca una canción de los Cadetes de Linares. El Belmont tiene ese aire nostálgico y bohemio que uno siempre busca en las cantinas: hay fotos de personajes viejos en las paredes, una barra donde borrachos comparten historias, y claro, muchas botellas de licor. 

    Me siento con Lázaro y pido un mezcal, para ir calentando motores. Empezamos a conversar de Roberto Bolaño, de su reciente presentación en Xalapa en el Serendipia Fest (donde también estuvieron bandas como Diles que no me maten), y de cierto documental biográfico que actualmente Carlos Sosa está preparando sobre su vida. Tras unos minutos de hablar de esto y aquello empezamos una entrevista que se prolongará por una hora y media. Pueden leerla completa AQUÍ, de momento les comparto un fragmento. 

    ¡Préndanle fuego a Lázaro Cristobal! Diseccionando el Belmont, mezcal a mezcal

    —¿Qué es para ti Dios? 

    —No sé… la mayor parte de mi vida como cristiano creí que era real, pero desde hace una década pienso que no existe: nada, cero. Como dice Nick Cave, “no creo en un Dios intervencionista”. Lo que pasa con Dios es que, si no es intervencionista, no es nada, porque, ¿de qué sirve un Dios que no interviene? Digamos que sí existe, pero no interviene, ¿entonces para qué existe? Creo que Dios es una consolación: al final te da cáncer y sabes que te vas a morir, y acudes a él. Por eso mi Dios es el de Líbano, no es “el Dios”, sino el Dios de mis padres, con el que te educan.

    —¿Qué piensas del suicidio?

    —Es parte de… desde Canciones del Ancla lo traigo… lo he intentado algunas veces. Pero ahora tengo un hijo, si no lo tuviera seguramente ya no estaría vivo. Pero ahora no puedo. Admiro a la gente que se suicida con hijos; yo no puedo, no lo puedo dejar, aunque también he pensado que ahora es cuando, ya que mi hijo no tiene conciencia… quizás tendría alguna especie de memoria de su padre, pero… no, no puedo, ya lo hubiera hecho pero con mi hijo no, porque no soy irresponsable. 

    —¿Cómo y cuándo descubriste el Bar Belmont?

    —No tiene mucho, yo creo que fue en el 2017 o 2018, por mi hermano Toño, él venía al Belmont, no mucho, pero me empezó a invitar y me gustó. Es un ambiente muy tranquilo. No me gusta venir de noche, porque hay mucho ruido, mucho relajo, mucho borracho, a mí me gusta más ir por la mañana o la tarde, más calmado. Es muy distinto el Belmont de la mañana y el de la noche. Yo siento que la gente que llega al Belmont a esas horas lo hace para tristear, no tanto a convivir ni a divertirse. No hay diversión a esas horas, es gente solitaria, mucho señor solo, mucho wey bronqueado: se les ve en los ojos, que están lidiando con algo.

    —¿Por qué decidiste ponerle así al álbum?

    —Lo que pasa es que en el Belmont se vive mucha camaradería, empatizas mucho con la gente que va. Pareciera que viene más que nada gente solitaria,viene va más gente sola que acompañada. Muchos llegan solos y se quedan bebiendo solos, otros llegan solos y ahí se encuentran. Ponle que el 80% de los que van se conocen, pero no es como que queden para verse, solo se encuentran. Y muchos de ellos son personas muy solitarias, entonces creo que por eso empatizas: se vuelve una especie de complicidad. En el Belmont me siento en casa.

    —¿Dirías que Durango es un Estado triste?

    —Sí, total, porque es un estado… que se siente separado, todos nos sentimos así, como aislados, y eso lleva a la depresión, y a su naturalidad con el suicidio. Durango es un estado triste.

    —En varias de tus canciones de Belmont se asoma una visión medio nihilista de la vida… incluso tienes una canción titulada Ciorán…

    —Sí, es necesario hablarlo. Durango es de los estados donde más suicidios hay en todo el país, es enfermizo la cantidad de personas que se suicidan aquí, es un tabú… y es dolorosísimo. Y una de las cosas más tristes que se me hacen es que… una vez, en el trabajo que tenía, una de las chambas era revisar notas del periódico, y en una ocasión uno de mis compañeros que era diseñador, que casi nunca se expresaba para nada, me dijo sobre una nota, “lo que tiene que pasar por la cabeza y la vida un niño de 10 años para tomar la decisión de suicidarse…”.

    El hecho de yo escribir sobre clase de temas… no es ni siquiera por una cuestión pasajera, sino que es un tema del estado, como hay músicos o compositores de Colombia que hablan sobre lo que pasa en sus entidades con el narco… o una persona como Nacho Vegas que escribe sobre el contexto en el que vive, en su caso sobre cómo expulsan a la gente de sus casas. 

    Entonces ya el pedo de No me da la gana ser feliz, no viene tanto de una cuestión punk o una persona depresiva, tiene más que ver con el entorno, y el mío es el suicidio. No tiene nada que ver conmigo, sino el estado en el que vive el Estado. Y ya no estamos hablando solo de adolescencia o juventud, sino que llega un punto tan mierda en el que estamos hablando de infancia.

    Este tema de No me da la gana ser feliz era una burla al lema de cierto alcalde, que decía “Durango Te Quiero Feliz”, siendo que es de los estados con más suicidios. Entonces esta canción ya no es un tema emo, es un tema social. Una de las razones por la que más me deprimí hace años fue cuando saqué Niños tristes de Durango, que salió cuando un amigo se suicidó: se quitó la vida, se hizo parte de la estadística

    […]

    —Estás por dar un concierto en la ciudad que te ha visto crecer. Sin embargo, en Belmont, tu último álbum, dices “me quieren más afuera que en mi propia ciudad”, ¿sigues pensando eso?

    —Bueno, es el primer concierto que doy en Durango tras casi cuatro años. El último que di acá fue también en el Teatro Victoria, cuando presenté al álbum de Samuel, en marzo de 2019. Este concierto es muy importante para mí, además del tiempo, porque siempre es más difícil jalar gente en tu propia ciudad, al menos así ha sido para mí. Lo que pasa es que a mí me tocó… un tiempo muy difícil para empezar, no por falta de espacios, sino por ataques que tuve hacia mi persona. 

    Lázaro salió en un tiempo en que todo era punk y todo mundo escribía en inglés: toda la escena andaba en modo anglosajón. Y pues de repente un wey empieza a hacer canciones con guitarra y cantar en español… yo era el extraño, el raro. Además de eso era un tiempo en el que había mucha competencia, mucha mala vibra, y tocaba un género que no le gustaba a las bandas; a la gente le empezó a gustar, pero a las bandas no… entonces llegó un momento en el que llegué a recibir amenazas de muerte; de hecho la canción de Préndanle Fuego viene de eso.

    —¿En qué sentido?

    —A mitad del paseo Constitución (una calle peatonal) hay una placa que le dedicaron a un payaso de camiones, muy popular en la ciudad. Se llamaba Bogar, se subía a los camiones y contaba chistes. Se volvió noticia porque se metía sus drogas, y en una madrugada tuvo un pedo con uno de sus amigos, creo por pedos de droga, entonces le arrojó gasolina y le prendió fuego (ambos eran escupe-fuegos).

    Entonces, en una de esas que los músicos de bandas locales me andaban tirando mierda en una publicación de Facebook, alguien comentó “deberían prenderle fuego, como a Bogar”; por el estado emocional y mental en el que yo estaba, me afectó mucho que me dijeran eso, y me llevó a querer cerrar mis redes y dejar ya todo el proyecto musical. Por suerte, en ese momento el manager de Nacho Vegas me contactó, dijo que había escuchado mis canciones y que quería que le abriera un concierto en Guadalajara. Y eso me salvó. Entonces “Préndale Fuego” viene de eso, de que no me querían en la escena musical de Durango, no tanto de la gente.

    Todos los inicios de Lázaro fueron eso: mucha crítica, mucha mierda, y una persona como yo, sensible a ese pedo, pues te llega más. Siempre me he sentido como un exiliado, soy una persona a la que le cuesta mucho tocar aquí, porque de estar, estoy… aquí vivo y trabajo. Siento que este concierto va a ser para sanar. Lo que pasa es que cuando uno lidia con estas depresiones, angustias y ansiedades, es el estado natural el enfocarse en todo lo malo. El mejor ejemplo es que si hay diez personas, y ocho te quieren, pero dos te tiran mierda, tú te enfocas en esas dos, en lugar de escuchar a las que te quieren.

    Y ese ha sido mi error en todos estos años en Durango, que siempre me he enfocado en esos que me tiran mierda, en vez de los que me quieren y les gusta mi música. Es una lucha con tu mente, porque tu mente se enfoca siempre en lo malo. No significa que nadie me quiera o me sienta perseguido, sino que es mi cabeza. Pero ahora, después de cuatro años de no tocar aquí, va a estar precioso, porque el Teatro Victorio es increíble, o sea, no es un bar donde la gente anda cotorreando, sino que ahí van al silencio y a escucharte. Va a estar muy chingón.

    POR EL TEATRO VICTORIA. “TE DIJE CILANTRO”

    8:05pm del jueves 8 de diciembre. Llego al teatro justo a la hora precisa. Como dijo Lázaro, el Teatro Victoria es sorprendente desde su entrada. Tiene esa arquitectura que dota a todo lo que ocurre en su interior con un aura de gloria y elegancia, muy adhoc al concierto de hoy. En ambos lados del escenario hay columnas dóricas gigantes y los barandales y butacas te transportan a la época de mediados de siglo. 

    Accedo al backstage justo cuando los músicos van entrando al escenario acompañados por el equipo que está grabando el documental de Lázaro. Tomo un vaso de whiskey que dejaron por ahí y me lo bebo de un trago mientras preparo mi cámara. La banda se abraza al centro del lugar, se dicen lo que se tienen que decir, se van a sus puestos y se abren las cortinas para que empiece la función.

    Lázaro nos sorprende iniciando con Cuando te canses de mí, una obra maestra de Nacho Vegas, ídolo de ídolos para quienes amamos las tormentas musicales (del vínculo de Lázaro con este compositor español también hablamos en la entrevista en el Belmont). La versión de Lázaro es precisa y preciosa. Al lado de sí tiene tres vasos de whiskey, combustible para hígado y garganta.

    Al concluir el primer tema Lázaro deja guitarra de lado y de inmediato arranca la experiencia Gin con Full Band, con ese sonido shoegaze y el coro poderoso que es inevitable no cantar. “¡Gracias por lo dado, por el gallo, el gin y este error de vivir sin ti!”. Termina y viene un “Gracias a todos por estar aquí, les voy a cantar unas canciones y pues nada, un abrazo”, dice Lázaro antes de arrancar el swing de Cuando te hagan mierda. El sonido del full band es impresionante, dotan a Lázaro de un fondo increíble que llevan su música a otro nivel. Si a eso le agregamos las notas altas inesperadas de Lázaro en ciertas partes de la canción tenemos como resultado una experiencia folk-rock fantástica.

    Cristóbal nos dice entonces que admira mucho a las personas que hacen canciones con buenas letras, pues logran plasmar lo que la gente siente de una manera extraordinaria, y arranca La inundación de 1905, tema que cita a los grandes de la canción: desde Sixto Rodríguez a Nick Cave, pasando por Tom Waits, Roberto Carlos, Bob Dylan, Palito Ortega, Jorge Drexler y demás.

    A esta canción le sigue un solo magnífico del guitarrista “Güero”, primo de Daniel, y de ahí arrancan Todas las Aguas, una dedicatoria a esa felicidad contradictoria que puede representar un amor terrible. Los gritos que hace la tecladista Gabi Garza en la parte del coro me hacen vibrar con intensidad.

    “Vamos con una canción que nunca hemos tocado en Durango… me da miedo jaja, ahí les va, esto es Manhattan”, y empieza una dedicatoria furiosa hacia una ciudad que se ama y se odia: “estoy hecho, de todo lo que mi padre no pudo lograr, de todo lo que mi madre nos juró que estuvo mal, estoy hecho… de cristianos pendejos”.

    Concluye el trago clásico sonorizado y Lázaro pasa a formato acústico. Como si estuviera aferrado a sorprendernos una y otra vez esta noche, el músico empieza a cantar un tema que mi generación entera conoce desde su infancia: “Por galaxias navegar, más allá del sol / En barco de plata, el sueño terminó / Y por fin ya comprendí / Quien soy y lo que hago aquí…”.

    El homenaje tremendo a este tema de Toy Story hace entonces una transición que parece creada por Pixar, aterrizando en Te Dije Cilantro, con ese primer acorde que ya es tan clásico como la intro de Cuando te canses de mí. Se abre el paso a ese ritmo de vals con el que te dan ganas de llorar mientras Lázaro grita “este año me voy a matar”, haciendo un pequeño ajuste de lírica para sentir todo el dolor y dejar que caiga una o varias lágrimas, porque para eso es la música de Lázaro Cristóbal.

    Acaba y se escucha el apregeo de Estar sobrio. Avanzados unos segundos Lázaro detiene la armonía y con una sonrisa (la primera que le he visto por estos días) dice “por aquí está mi mamá”, y retoma el tema con esa lírica donde canta sobre como “su psiquiatra engulle su quincena” y como éste cree vanamente que de aquí a abril le darán ganas de ser feliz, y bang, corta la rola de forma inesperada en un acorde y se va con el ritmo folk de No me da la ganas ser feliz, una canción inspirada en la cantidad terrible de suicidios que ocurren en Durango.

    Me salgo del backstage y me lanzo a las escaleras para tomar fotos desde un ángulo superior justo cuando empieza La Sed (Nos volvimos laberintos), un himno para muchos seguidores del músico duranguense. Lázaro le imprime fuego a su interpretación y desde el público muchos nos subimos a la ola y empezamos a desgarrar la garganta en el coro que dice “y en mi vida esto ha ocurrido, nos volvimos laberintos. Porque te tengo, pero yo no a mí”. Lázaro se nota en trance, le dan algunos espamos a ratos, como si la emoción quisiera sobrepasarlo, pero la amarra, la domina; es justo lo que, en palabras de un amigo de Mexicali, este poeta maldito ha logrado en su nuevo álbum: domar y llevar a su máxima expresión las emociones de angustia y desdicha.

    Minutos después, al interpretar Reynaldo Arenas, Lázaro se desgarra al gritar la parte final del tema: “Pienso lo mismo en ti, que en araaaaaar”. Al concluir el músico nos comenta: “Esta canción que sigue también viene en el nuevo álbum”, y empiezan los arpegios de Cuanto abismo nos ha unido, un relato huracanado cuyos versos son para fumarse un cigarro: “Hace 100 Gin & Tonis que no estás / haces bien en cogerte a alguien más / fue un ciclón y varios ciclos de terror / fue el mezcal que lo jodió para variar”. 

    Le sigue ese canto country sobre la historia de Un hombre llamado Sue, un homenaje a Johnny Cash, mismo que cuenta la historia de un sujeto al que su padre lo bautizó como Sue. El público se sabe la letra completa y cuando llega el momento del encuentro del padre con el hijo dicen a coro “¡Yo soy Sue, buenas tardes, vengo a matarte!”, y letra por letra van acompañando a Lázaro en este relato cómico.

    “Me siento muy contento de estar aquí… No iba a tocar ésta, pero como aquí está mi mamá, ahí les va… no sé bien dónde está porque no veo nada, pero sé que ahí anda”, dice el duranguense para introducir el folk de Martha Huracán, una rola compuesta para su jefita. Se prenden las luces del lugar como para que Lázaro busque a su jefa, pero momentos después éste deja de tocar y dice “¿para qué las prendieron?”; la raza se ríe, da unas palabras de agradecimiento y retoma. 

    Llegada la segunda mitad de la canción mete un fragmento de “Quiero que sepas”, de los Cardenales de Nuevo León: “Quiero que sepas que yo reconozco que tuve la culpa al perder tus amores, quiero también escuchar de tus labios que si no hay cariño que no haya rencores” y de ahí se avienta sobre el último coro en el que parece que va a romperse, se encierra sobre su guitarra y saca lo mejor de sí. Aparece un estruendoso aplauso del público y empieza una versión lenta de Silo y Pararrayos, que de nuevo es acompañada por el público: “esto es igual que sufrir para después cantar”. Se siente un ambiente muy chido, como que los que estamos aquí sabemos a lo que venimos: a escuchar y cantar estas historias nihilistas, suicidas, existenciales y reales. 

    “Esta canción no es mía… me hubiera gustado escribirla, pero bueno ahí les va”, nos cuenta Lázaro antes de empezar a tocar Estertor, una composición increíble de Iván García, un lamento del vacío que se queda cuando llega el abandono: “Dejaste lo nuestro por la paz… y a mí atrincherado en un rincón. Dejaste un libro a la mitad y a la mitad el cadáver de una flor”.

    Lázaro concluye el cover conectándolo con The Ballad of Bono Coronado, otro himno lazariano, una oda a esas ganas de desaparecer cuando los ansiolíticos no bastan y los domingos duran demasiado y apenas el licor ayuda un poco a paliar el dolor; eso y unas rolas del Lázaro, para ir acompañado la soledad. Previo al coro el músico sube la intensidad con que golpea su guitarra, como dando unos últimos latidos desde su corazón deshecho y de ahí todos a cantar lo que ya es un coro emblemático del músico: “¿Quién decide el derrumbe? ¿Quién decide quien puede dormir y quien no? Un domingo aburrido que huele a suicidio / Una oportunidad para no ser tú mismo”.

    Recuerdo entonces lo que dijo una amiga que conocí anoche, sobre cómo tuvo depresión durante varios años y cada día pensaba en quitarse la vida. Luego de llevar tratamiento logró salir de ahí, y desde entonces ha procurado no volver. 

    Músicos entran de nuevo a escena y toman instrumentos. “Esta canción se la compuse a un wey que quiero mucho. Me hubiera gustado que estuviera aquí, pero de seguro andaría corriendo, gritando y eso”, comenta Lázaro para darle fuego al tema de Cristobal, escrito para su hijo. “Meteorito, tu padre no sabe bailar, es un niño que solo va a trabajar, es muy frío vivir en un Durango sin Dios”.

    Tras un par de risas tímidas el duranguense dice “Esta canción que sigue se la compuse a la bandita de Durango”, a lo que la raza responde con aplausos, pero luego agrega “no, pero en mal plan jajaja”, y arranca el estruendo de Préndanle Fuego: “Me quieren más afuera / que en mi propia ciudad”. 

    Lo peor de mí, otro tema clásico que el compositor grabó con el músico michoacano Walter Esaú, empieza a tronar con la banda acompañando y se disfruta a lo grande cantar ese primer y último verso: “Cuando al fin todo esto acabe, y te dé por hablar mal de mí…”. 

    “A ver si me sale ésta”, comparte Lázaro antes de empezar a cantar en acústico el clásico de Elvis Presley Can’t Help Falling in Love, y de ahí a darle con todo al rocanrol de Faisanes (tributo a Monomanía de Nacho Vegas), lo que me lleva a pensar lo grandioso de que para este concierto Lázaro haya integrado composiciones de tantos de sus autores predilectos. Casi como si leyera mi pensamiento, Lázaro concluye Faisanes tocando en acústico el principio de Monomanía: “necesito andar… en movimiento…”. 

    El show está por concluir, pero no sin antes disfrutar de Mira si no es un Buen Día para Naufragar, ese tema en dueto con Pablo Perro que me trae a la mente imágenes de un videoclipo de un par de amantes sangrantes entre los árboles. El coro revienta con todo: ¡Y aaaaaahoraaa, siento que estoy a deshoras, y aaaaaahoraaaa, vivo para naufragar!”. 

    “¡Gracias a todos por venir!”, cierra Lázaro mientras los músicos se retiran y va de nuevo solo contra el mundo a cantarnos un último Adiós, que abras más ventanas. Mientras ocurre esto pienso en Lázaro tomándose un mezcal en la mesa del Belmont, en el tramo que nos aventamos caminando por la noche fría a tomar el taxi en la 20 de noviembre, en los terribles momentos de mi vida en que esta voz ha estado a mi lado, en Daniel sentado en la barra del Club Verde bebiéndose una cheve a solas para calmar la ansiedad (“y si aun sigo en pié / es porque abrigo un poder no mío, me hice un laberinto y una sed / que nunca sacié…”), en las risas con los compas en El Pirata Bar, en un cigarro a medianoche acompañando el parpadeo de las luces de la ciudad, en un abrazo y otro y otro más y en la gente que llega y la gente que se va y en que al final la vida es esto: una canción de despedida, una voz rota que nos comparte un último canto.

    Lázaro se despide, pero la gente clama por otra. Detrás del escenario Lázaro dice a sus compas “sí pero es que no sé cuál”, le da un trago a su whisky y en el camino encuentra la respuesta: “esta canción se la compuse a un hermano”, dice Lázaro antes de iniciar He visto demasiadas casas vacías en mi vida, el canto más limpio de Belmont, también uno de los más crudos, o mejor dicho, la voz de un alma que “nunca de los nuncas fue feliz”. 

    POR EL PASEO CONSTITUCIÓN Y EL CAFÉ MADRID. “NO ME DA LA GANA SER FELIZ”.

    El Centro de Durango es increíble. En sus museos hay pinturas de creadoras jóvenes con gran dominio conceptual y técnico; en sus calles encuentras librerías con joyitas a precios increíbles; en sus esquinas ves mujeres saxofonistas tocando improvisaciones. Pasan tantas cosas en lugares como éste los viernes por la tarde: una banda de música sube a un autobús hacia Zacatecas mientras un chico de 11 años le dice a su amigo “7 datos curiosos sobre Zacatecas: aquí matan gente”; un hombre que vende elotes pide un encendedor y luego le regala un vaso a quien se lo prestó; un guitarrista trata de parar un taxi para llevar una bocina a quien sabe dónde; un par de señores viejos platican en una banca sobre alguien que les hace falta; un señor repleto de collares y Tonayán lanza profecías; chicas con tatuajes en las piernas secretan algo al pasar frente a Catedral. ¡Es la vida manifestándose en su perpetuo caos!

    Como bien me comentaron algunos de los nuevos amigos, el Café Madrid es un lugar muy curioso por el hecho de que no venden café, sino cerveza. El lugar tiene pinturas muy chidas en sus muros, un escenario bastante alto, rayones punks y un letrero parpadeante de Tecate. En el escenario un músico solista empieza a tocar temas clásicos de Los Beatles, The Who y de repente aparece The Man Who Sold The World en una versión impresionante por el parentesco de la voz que renace la canción del músico británico. 

    Pienso entonces en cómo Lázaro seguramente ha encontrado mucha inspiración en este bar, que ubicado en el centro del Paseo Constitución (una calle peatonal llena de vida y movimiento), permite sentir el pulso del centro de Durango. O quizás todo eso le viene en madres y solo le gusta venir a echarse un trago en soledad y pensar sus cosas: el suicidio, la muerte, su hijo, la música, la angustia, la nada.

    Mientras bebo mi corona y escucho al intérprete en el escenario vuelvo a las reflexiones con las que inicié este viaje. Tras varios días de navegar por esta ciudad, de conocer a algunos de sus actores culturales, rincones gastronómicos, músicos, museos y demás, me voy con la impresión de que Durango es una ciudad tranquila, plana, en apariencia sencilla, pero en el fondo compleja, que contiene esa contradicción de ser un lugar donde a la vez se puede tener mucho movimiento y mucha calma. Su ubicación geográfica lo hace a la par una ciudad “asilada” pero también un estado interseccional, con varias entidades de la república alrededor; punto para Lázaro cuando dice “No es cierto que una ciudad se ha alejado de otra tanto…”. 

    La realidad es que mi experiencia como foráneo-turista hasta ahora, si bien efímera, ha sido muy grata. Siento como si se tratase de una ciudad que te recibe con los brazos abiertos, donde puedes caminar a las dos de la mañana por las calles del centro borrachísimo sin ningún problema, comer rico en cada esquina, echarte un par de mezcales a precios super accesibles y escuchar bandas independientes en varios bares locales. Cotorreando con la gente he escuchado todo tipo de historias; una que se me viene a la mente es la que me comentó Samuel Herrera anoche, sobre los rancheros haciendo disparos al aire en las quinceañeras y bautizos. 

    En la entidad parece haber una creciente escena musical, festivales de cine y pueblitos en los alrededores para visitar (por ejemplo, Nombre de Dios). Y bueno, también se dice por ahí que el crecimiento de la ciudad proviene del financiamiento del narco, que hay mucha raza loca que le pega al criko, que la cultura buchona está cada vez más presente, que el gobierno no apoya como debería a la cultura y al arte, que esto y aquello.

    Como muchas ciudades con décadas detrás, Durango tiene la nostálgica integrada en varios lugares comunes como taxis, restaurantes, cantinas, parques y edificios viejos. También es verdad que es uno de los estados con mayor índice de suicidios. Tan solo en 2022 fueron más de 140, lo que equivaldría a por lo menos 10 suicidios por mes, la mayoría de jóvenes entre los 18 y 29 años. Según Lázaro, esto tiene que ver con una grave crisis de salud mental entre las juventudes, que desde temprana edad caen en vicios como el cristal. 

    Otros datos que rondan por el dicho popular es que el aislamiento no permite que entren tan fácilmente nuevas corrientes ideológicas, identidades y formas de ser, lo que mantiene una fuerte presencia de costumbres y estructuras conservadoras-tradicionales (por no decir cultos religiosos) que facilitan los abusos y represiones de todo tipo, abonando con ella a la crisis que atraviesan las juventudes. En fin, puede que las razones de tanto suicidio no las tengamos del todo claras, pero lo dicho por Lázaro en nuestra entrevista se sostiene: el entorno duranguense tiene a los suicidios como parte del ecosistema diario. 

    Traigo de vuelta las reflexiones con las que empecé esta crónica. ¿Qué tanto ha influido este lugar en la obra del autor? ¿Es este un estado tan triste, desolado y abandonado como Lázaro manifiesta, o más bien la angustia, melancolía y soledad habitan dentro del compositor? La verdad es que me voy con más dudas que respuestas, pero igual me atrevo a dejar por escrito algunas ideas. 

    Lo que sí podemos notar es que Durango tiene varios aspectos que fácilmente le pueden dar la categoría de ser un estado triste, una entidad donde se llegan a manifestar con gran profundidad los estados depresivos que llevan al suicidio. Sin embargo, también pienso que los sentimientos de soledad, aislamiento, melancolía, vacío y angustia existencial, tan presentes en la música de Lázaro, van más allá de este lugar, y son más bien el resultado de la propia biografía del autor, sumado a un modus existencial que los compositores de folk desarrollan tras mirar tan frecuentemente en el abismo. 

    La influencia recíproca entre Lázaro y Durango es clara, es un escenario de aires western que los vinculan de inmediato con autores como Johnny Cash, un lugar donde el suicidio está igual de presente en las noticias diarias como en la vida del compositor. 

    Sin embargo, pienso que Lázaro pudo haber nacido en algún otro rincón de México y seguiría manteniendo la esencia melancólica de su música: de una u otra manera habría encontrado su Belmont, ese destino donde las soledades se reúnen para beber y matar el tiempo. O quizás no, quizás, de haber nacido en Mérida o en Los Cabos, el autor nunca se habría enfrentado por tanto tiempo al abismo, y ahora no tendríamos tan buenas canciones para hacernos compañía en el día a día.

    A Daniel Azdar le tocó nacer y forjarse aquí, en el triste estado de Durango. Ahora, queriéndolo o no, su música es una excusa perfecta para que los foráneos visitemos su ciudad que, al menos vista desde fuera, nos ha resultado un lugar no tan triste, sino lleno de vida, movimiento, fraternidad. Entiendo que “el pedo no es quien viene, sino quienes vamos”, pero bueno, mi estimado Lázaro, aquí andamos, dando un último trago de mezcal en tu honor, para confirmar que No es cierto que nadie va a Durango. 

    Posdata: si usted quiere descubrir de primera mano cómo es este estado mexicano y formar su opinión al respecto, dese una vuelta cuando pueda por este bello destino mexicano; si no sabe por dónde empezar, pues empiece escuchando a Lázaro Cristobal.

    Un agradecimiento especial a César Reséndiz, sin quien este trabajo no habría sido posible. Gracias por darnos la oportunidad de hacer periodismo musical de calidad. Y también gracias a ti si llegaste hasta aquí, en estos tiempos donde todo es tan efímero que somos pocos los que nos aferramos a la lectura.

  • ¡Road to Wacken, metal brutal en el centro de Ensenada!

    ¡Road to Wacken, metal brutal en el centro de Ensenada!

    Fotografías y redacción por: Victor Plissken

    El pasado viernes 24 de marzo tuvimos un evento musical para toda la familia en Casa Verde Brew Pub, en el cual un grupo de bandas nos deleitaron con un frenesí musical para todos los gustos y sabores. Este tokin se realizó con la finalidad de recaudar fondos para los 2 grupos seleccionados para participar en la guerra de bandas que se llevara a cabo en el Dragón Rojo Bar en nuestra ciudad vecina de Tijuana.

    Sin duda fue un evento en el cual no se suscitó ningún percance como los ya conocidos por la escena local como: ¿y los amplis? Quien los va a poner o el clásico, ¿we? ¿Dónde está la pinche pila? No, nada de eso queridos lectores, en todo el wateke hubo camaradería, apoyo y buen cotorreo. A continuación un recuento de este wateke.

    Las 2 bandas que estarán concursando en el Dragón Rojo son: B.E.E.R. Y TYRIAN, las cuales ya son viejas conocidas de la escena. Una combinación de buen thrash y de melódico black metal. Estas 2 bandas tendrán la oportunidad de concursar por una oportunidad de llegar a las finales y, Satán quiera, ganar la inigualable experiencia de tocar en el gran escenario, ¡el mismísimo WACKEN!

    Pero la misión no será sencilla, ya que se deberán medir con otras grandes bandas de la región, pero eso no los pone nerviosos, están preparados para tocar hasta el final y hacer girar las melenas metaleras. Acompañados de los chicos de KABRANTULA —que a donde van a tocar la raza se acelera— y no se queda atrás SOULGAZER, unos muchachos que tocan bastante rudo.

    Como ya había mencionado antes, la cita fue en Casa Verde Brew Pub, un spot cervecero bastante chévere donde se pueden disfrutar de unas frías bastantes sabrosas en la compañía de buenos amigos, o si es como yo, un enajenado anti social, pues también se vale tomarse unos tragos coketos a solas. En fin, el evento comenzó de manera puntual a las 8:00 P.M. , ya con todo el equipo instalado para que la primera banda se instalara en el escenario.

    “Algo que rara vez sucede en los tokines, ¡la puntualidad no es cosa de rockstars!”

    SOULGAZER, UNA BANDA DE HORRORES CÓSMICOS

    La primera banda en iniciar el evento fue Soulgazer, un grupo de muchachos los cuales hicieron voltear a los desconcertados asistentes con sus poderosos riffs y ominosos guturales.

    En lo personal no había tenido oportunidad de escucharlos en vivo y debo decir ¡HOT DAMN! Sus canciones se sienten asfixiantes y pesadas como una pesadilla sacada directo de una historia de H.P. Lovecraft. En cuanto terminaron su setlist, fui de volada a comprarles su demo y un poster muy cool para tenerlo en mi colección.

    ¡Si desean escuchar el demo de esta banda aquí les dejo el link! https://www.youtube.com/watch?v=ariRYzPYqbU&t=482s

    ¡Kabrantula toma el escenario!

    La velada continuó y los asistentes, ya con unas cheves en la cabeza, se sentían con más confianza de acercarse al stage para disfrutar de la siguiente banda: ¡Kabrantula! En cuanto comenzaron a tocar, la raza comenzó a agitar la greña y hasta había un loquito del centro que estaba bailando en un estado de frenesí, que probablemente haya sido por el “rush” de alguna sustancia ilegal. En fin, el público no paraba de apoyar a la banda y al loquito hacía lo propio con ovaciones y gritos.

    Ese tekolin traía buen cotorreo, hasta que se armó el mosh y fue envestido como locomotora por un infame thrasher ya conocido de la escena musical, pero eso no fue suficiente para mermar los ánimos del malandrín y el tokin siguió su curso sin ningún contratiempo. Puro acelere y buen cotorreo, sin duda Kabrantula sabe cómo agitar el público con su roleo y actitud en el escenario. ¡Aquí les dejo el link para que escuchen la rolitas de esta banda muy locochona chavos!

    https://www.youtube.com/watch?v=tJrT2ezEBNk&list=OLAK5uy_ky6Rsm5Ri00DE7xcso32g28HCyIJ3wpsY

    ¡LOS B.E.E.R. MANIACO COMIENZAN EL DISTURBIO MUSICAL!

    Ah, pero la noche era joven y la siguiente banda en subir al escenario fue la pandilla de B.E.E.R. Siendo una de las bandas seleccionadas para concursar por un pase al WACKEN, ¡ya se sentía en el ambiente que seríamos testigos de una noche de glorioso y ruidoso thrash metal! Ni tardes ni perezosos, comenzaron a tocar lo mejor de su repertorio para que la gente se alocara al ritmo de la cerveza y de sus excelsas piezas musicales.

    Sin duda uno de los pesos pesados de esa noche de metal y rock and roll, pero cuando los chicos de B.E.E.R. terminaron de tocar, ¡una misteriosa niebla purpura se apoderaba del escenario y los asistentes se reunían más cerca del escenario para atestiguar el ritual de la última banda que cerraría el evento, hablamos de Tyrian!

    Antes de pasar a la banda que cerraría la noche, aquí les dejo el disco que los chicos de B.E.E.R. lanzaron hace 2 años. Gran disco con rolas aceleradas con una portada bastante cool diseñada por el buen Harry Lizzard. ¡No pierda el tiempo y vaya por su copia pero ya!

    https://www.youtube.com/watch?v=DVBlOA_xtUQ

    Tyrian, el segundo grupo seleccionado para concursar en la guerra de bandas se apoderó del escenario para cerrar la noche con su poderoso y despiadado set list de canciones, finamente ejecutadas como una despiadada guillotina que toma por sorpresa a sus víctimas.

    Los asistentes al ritual musical quedaron expectantes cuando la banda terminó de tocar la primera canción, y de repente con un intenso headbanging del diablo comenzaron de nuevo el acelere black metalero. Vaya manera de cerrar la noche con invocaciones malignas y riffs infernales. Aquí les dejo el link al material de esta gran banda: https://www.youtube.com/watch?v=o64NT85GacE&list=OLAK5uy_ktfFaStas22uhm56kkMfNuy2San9_0B1E

    Sin duda alguna Casa Verde Brew Pub tiene gran potencial de convertirse en el nuevo spot para este tipo de eventos metaleros, ya que con el paso del tiempo los “venues” musicales han ido escaseando drásticamente y dando solo cupo a “tributos” dejando de lado a las nuevas bandas emergentes en la escena underground.

    Independientemente de quien sea el ganador de estas eliminatorias, esto es un evento sin precedentes, ya que la “escena underground musical” de este lado del país nunca se le había prestado mucha atención, ni mucho menos se había hecho notar.

    Con este tipo de eventos se da un mensaje, la escena sigue más fuerte que nunca y hay bandas como Tyrian o B.E.E.R, que tienen suficiente potencial para representar a la Baja y llevar la warapeta y wakanroll a otros lugares y oídos fuera de estado.

    Para concluir mis queridos lectores, apoyen a las bandas locales, comprenles merch y también asistan a los nuevos venues, solo así se mantendrá la escena encendida como una antorcha en el oscuro abismo del Hades.

    ¡Nos leemos a la próxima Criaturas De La Noche!

  • LNG/SHT: Aprendiendo a ser un buen adulto

    LNG/SHT: Aprendiendo a ser un buen adulto

    Redacción y fotos por Iván Gutiérrez

    Conocido a nivel a nacional por la sinceridad de sus letras, sus rimas que conectan directo con la cotidianidad de miles y la transparencia de un artista que se muestra siempre tal cual es, LNG/SHT es un músico mexicano que ha logrado posicionarse en las playlist de muchísimos de nosotros desde hace un par de años. Hace poco lanzó su nuevo álbum titulado “IV. Buenos Adultos“, con un total de 18 nuevas canciones donde nos va compartiendo su experiencia en este torrente demencial llamados “los 30s”.

    Hablando de buenos y malos adultos, siento que en particular este último álbum trae toda una narrativa acerca del crecer, de chavorukear y demás, ¿cómo empezó toda esta idea de crear un álbum con esta temática? ¿Es la continuidad de Malos Jóvenes?

    Realmente se escribieron juntos, cuando empecé a escribir canciones para el nuevo disco tenía muy claro que quería que fuera un disco actual, que no fuera un disco de “ah voy a escribir cosas que ya no vivo porque es lo que mi público espera de mí”, sino de cosas reales para mí. Empecé con No voy a salir de casa, luego Caja de Madera… y me di cuenta de que había dos vertientes: canciones que hablaban de lo que estaba viviendo ahorita y canciones que ya había vivido pero con una vez actual, como Caja de Madera.

    Ahí fue cuando dije “voy a dividirlo en un EP que se llame Malos Jóvenes, que sean puras historias de cosas que viví de morro contadas desde una voz adulta, y canciones que sean de una voz adulta de mi actualidad”. Así le dimos este camino, de que el EP, más nostálgico, fuera la antesala al Buenos Adultos.

    ¿Tienes algún tema que sea tu favorito en este nuevo álbum?

    Un chingo. Es difícil ser objetivo, porque hay rolas que llevamos cantando cuatro años, que son parte de este disco, como La Marcha de los Tristes, y rolas que acabamos de empezar a tocar como puede ser Pronóstico o Cuando Regreses. La verdad es un disco que me tiene muy contento.


    Hablando de La Marcha de los Tristes es una canción fuerte, ¿cómo fue el proceso de composición, cuánto tiempo tardó en salir?

    La escribí toda de jalón, nada más me faltaron como seis líneas, que es toda la parte de “dime cómo pudiste intentarlo”, todo eso quedó en el aire. Repasaba la rola y me quedaba ese hueco, y luego de tres semanas dije ya es hora de terminarla, y salió todo lo que faltaba.

    La canción de “Sobrio y Confundido” habla mucho de estar en sobriedad y mantener los vicios a raya, algo que a ratos es complicado, ¿qué te ha servido a ti para sobrellevar ese tipo de cambios?

    Yo siempre he sido de épocas en mi vida, hay veces que me gusta estar hasta el pito todos los días y otras en las que me gusta estar sobrio. Ahorita llevo sobrio desde hace 70 días, y estoy muy feliz, creo que lo que me mantiene a raya es que tengo muchos proyectos y quiero lograrlos, y que esto de cierta manera me trae paz interior. Y cuando no tienes paz interior, el alcohol se vuelve un escape, igual que el perico, el sexo promiscuo, todo.

    ¿Cuál fue el mayor reto en el proceso de creación de Buenos Adultos?

    Que soy una persona muy inconstante, soy muy dado a que hago algo, me emociono, lo hago tres días y de ahí como que me empiezo a distraer. Si nos vamos al tiempo que se invirtió en hacer el disco ha de haber sido como un año, pero tardó siete en salir, pero porque no pudimos avanzar a la velocidad que queríamos. A mi papá le dio cáncer durante el proceso, luego salió el COVID, pero a fin de cuentas el disco le ganó a todo, entonces es como una victoria sobre todo eso.

    Incluso, cuando falleció mi papá el disco estaba a punto de salir, y recuerdo que pensé “no tengo la cabeza para dedicarle la energía que quiero a la promoción del disco, voy a aguantarla un rato más”, pero luego reflexioné y pensé “no mames, si algo me tiene que dejar la muerte de mi papá es que no puedes esperar a que todo esté perfecto para hacer las cosas”, y me aferré y sacamos el disco, que es el más largo que hemos hecho hasta ahora.


    ¿Cuál es el mayor consejo que podrías darle a la banda que anda en esta transición hacia la adultez?

    Ser congruentes consigo mismos. Todos sabemos qué es lo que queremos de esta vida, no siempre podemos lograrlo, no siempre podemos obtener todo lo que queremos, pero creo que hay formas de ser más feliz siempre y cuando seas honesto con la vida que quieres llevar. Y meterle huevos, la neta es que vivimos en una época que, de cierta forma, está muy peleada con la meritocracia, y en efecto, creo que la meritocracia es un error, pero tampoco podemos omitir que, cuando le chingas, por lo general ves resultados.

    Y hay mucha gente que no le gusta el trabajo duro, que dicen “ya lo hice, ya tiene que pasar”, y la verdad es que nosotros venimos de una época en la que nos dijeron “no van a salir las cosas, chíngale un chingo y tal vez tengas suerte”. Y no sé, a mí me gusta mucho mi trabajo y me gusta mucho trabajar, y todavía no creo que esta sea mi puta vida, así que enhorabuena.

    ¿Alguna vez haz tenido problemas en tus relaciones interpersonales por la sinceridad de tus letras?

    En el Me Too. Salí en el Me Too por la canción del Club de los 27, por hacer mención de una chica con la que tenía relaciones, se lo tomó a mal, y pues sí fue muy patán de mi parte, y pues me hice responsable. Eso me bajó mucho de webos… cuando el proyecto empezó era muy dado a buscar la controversia, pero ahora creo que ya no me interesa el shockvalue, me interesa hacer música que conecte con la gente… no quiero decir que busco hacer sentir mejor a alguien, porque al final del día yo no escribo para nadie más que para mí mismo, pero está bien vergas cuando tu música ayuda a alguien en un momento.

    En esta etapa de tu vida, y mirando en retrospectiva, ¿habrías hecho algo diferente en tu carrera musical?

    Chingo de cosas. Creo que me tardé demasiado tiempo en hacer cosas que pude haber hecho si hubiera sido más decidido, pero bueno, el hubiera es una tumba muy profunda, es mejor decir “bueno, en este momento estoy aquí, qué quiero hacer todavía”.

    ¿Te das cuenta de qué tanto impacto tienes en la gente? (pregunta de Erick Castañeda)

    Creo que es algo muy subjetivo… pero sobre todo con la Marcha, hay un chingo de raza que me ha compartido el impacto positivo que ha tenido la canción, y al mismo tiempo yo digo “wey, es una canción que tiene 20 millones de reproducciones”, mientras que una rola de Santa Fe Klan tiene 20 veces eso, y nada más habla de ser un cholo… ojo, no le estoy faltando el respeto a este wey, está bien verga que tenga ese poder de conectar con su audiencia… pero luego digo, “wey, qué puto círculo de fuego tengo que atravesar para poder tener el alcance que un chingo de raza famosa tiene…”

    El hecho de que pueda vivir de esto desde hace casi diez años es un sueño hecho realidad, pero también es esta realidad donde digo “en el DF toco para dos mil personas, y aquí estoy tocando para 60”… pero me gusta eso, adaptarnos, tenemos raíces en el punk rock y me gusta honrar eso.

    Creo que dentro de la escena nacional tú eres un estandarte de cómo llevar una carrera musical de forma independiente. Esa forma de hacer las cosas me imagino que te ha dejado una gran experiencia, ¿qué le recomendarías a quienes están tratando de seguir el mismo camino que tú?

    Que se eduquen en el punk rock. Yo siempre lo he dicho, que el punk rock es la mejor escuela y el peor trabajo, creo que el hecho de haber crecido en provincia, en una ciudad que no tenía una escena musical fuerte cuando yo era un adolescente, el hecho de haberme leído las biografías de todas las bandas de punk de los 80s y 90s me dio esta noción, y el no ser penoso, el acercarse, el hacer comunidad, el vamos a hacerlo por diversión y todo el DIY, el crear conexiones y lazos y darte cuenta de que el mundo son un chingo de amigos esperando conocerse.

    ¿En este momento hay algún músico, banda o artista que te inspire, que nos quieras recomendar?

    Hipogrifos Punk Rock, de aquí de Ensenada. Me emociona mucho lo que está haciendo Son Rompepera, de Ciudad de México, que tocan cumbia con punk y están toureando todo el mundo.

    Hoy en la mañana estuve oyendo Rock Steady y Ska… como que el Ska llegó a mi vida desde la adolescencia, pero jamás me había inmiscuido realmente en los orígenes, y ahorita me emociona mucho lo que está ocurriendo, se me hace muy chido seguir creciendo y llegar a conocer nuevas escenas y darte cuenta de que hay tanta escena y tanta historia que te falta por descubrir.

    ¿Cuál fue tu último tatuaje y qué representa?

    Me tatué una muerte en la espalda cuando se murió mi papá, justamente porque me quedaron muchos trips de eso, y es como este recordatorio constante de que esta mamada se va a acabar así que sácale jugo a los días padrino. Creo que vivo de esa forma y mi equipo te dirá que soy un maldito neurótico y que todo el día estoy metido en 400 planes a la vez, y me encanta trabajar, y regresando a la conversación de hace un rato, eso me ha empujado a dejar de tomar, porque me vuelvo muy disfuncional cuando tomo o cuando me drogo.

    Si LNG/SHT fuera una película, ¿de qué trataría la trama?

    Yo creo que sería una película hecha por Judd Apatow y tendría elementos de Funny People, amo a Judd Apatow, creo que las dos mayores influencias que he tenido ha sido NOFX y Kevin Smith, pero en esta época de mi vida definitivamente Judd Apatow

    ¿Cuál es tu fin de semana ideal?

    Un fin de semana perfecto para mí sería pararme como a las ochos de la mañana, irme a correr un rato, regresar, bañarme, desayunar con mi jaina, ponerme a chambear hasta la hora de la comida, de ahí ponerme a ver películas por la tarde y en la noche ir a show con mis amigos, regresar, quedarme dormido viendo tele con mi jaina, pararme, coger, comer algo rico en la calle y pasar todo el domingo comiendo helado y viendo tele, volver a coger en la noche y dormirme diez horas, ese sería mi fin de semana perfecto: que haya música, comida chatarra, sexo lleno de amor, televisión, gente que me quiere, amigos y música en vivo, eso es para mí la vida.

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  • Surfeando por los sueños de Ola Magenta

    Surfeando por los sueños de Ola Magenta

    Redacción por Iván Gutiérrez

    Es sabido que Mexicali posee un carácter bastante contradictorio, pues a pesar de ser un terreno desértico en sus tierras florecen todo tipo de propuestas llenas de talento. Uno de los proyectos musicales que recientemente ha ido ganándose el gusto del público (y el nuestro por supuesto) es Ola Magenta, una propuesta de influencias Indie-DreamPop-Noise-Surf fundada por la cachanilla Carolina Yee, con quien conversamos para conocer más a fondo el origen de sus ondas sonoras.

    ¿Cómo nace el proyecto de Ola Magenta?

    Nace en abril de 2020, durante la cuarentena. Formaba parte de otro proyecto que se llamaba Mijo Mija, pero en la pandemia se complicó todo, se cancelaron eventos al grado de que ya no se hacía nada. Estando meses encerrada tomé mis instrumentos, mi equipo para gabar maquetas, y empecé a hacer canciones. Cuando ya junté suficientes para hacer un EP, se me ocurre publicarlo como solista. Nunca había tenido un proyecto solista, éste es el primero; empecé a formar parte de bandas en 2016, cuando estaba en una banda que se llama Malos Vecinos, pero nunca algo en solitario.

    ¿Por qué el nombre de Ola Magenta?

    Es una onda medio poética, empecé a hacer lluvia de ideas y salieron palabras. Hay veces que cuando escucho música, lo que me hace sentir una canción me recuerda a un color, el azul es algo triste, el amarillo es algo feliz, y siento que las melodías que en ese momento estaba sacando se me hacían cálidas y dulces, me recordó al color magenta, y el “Ola” era como recibir ese color, como si fuera una marea.

    ¿Cómo se les ocurrió el cover de La Gata bajo la lluvia, de donde la inquietud por tocar esta rola?

    Es una canción que me gusta mucho, y que en las fiestas caseras… en cierto momento de la noche, siempre la poníamos y la cantábamos a todo pulmón, se me ocurrió un día solo por diversión sacar el cover. La voz de Rocío Dúrcal está difícil, ese día estuve todo el día sentada con mis instrumentos en la compu y salió eso, se lo compartí amigos y recibí buen feedback, y ya más adelante se me ocurrió grabarlo y publicarlo.

    Platícanos de la colaboración que tienes con Niño Viejo, Luces

    También fue en pandemia, él me escribió, también estaba lanzando su proyecto, y me mandó varios demos y pedaceros que tenía, me dijo “escúchalo” y si algo te gusta le puedes poner algo encima y me lo mandas de regreso y así lo hacemos, a la distancia. Y así fue, quedamos muy contentos con el sonido, y luego pasó como un año de eso y me dijo “ya lo estoy grabando bien, que onda”, y ahora sí grabamos voces. Él tuvo la idea de que entre ambos podía salir algo padre.  

    ¿Qué gato inspiró tu más reciente sencillo Space Cat?

    Un amigo me decía hace poco, que interpretaba la canción como la soledad de una persona. La verdad es que estaba queriendo componer algo nuevo, y tenía una pluma con gatos, me acordé de la historia de la perrita Laika que mandan al espacio, luego me enteré que también hubo gatitos que enviaron al espacio, entonces es de ambas cosas, literal de un gato que va al espacio, pero también de la soledad, y como inevitablemente necesitamos la compañía de otros.

    Más que hablar de influencias, quisiera saber qué artistas te inspiran en lo referente a tu sonido

    Para el EP de “estamos perdidas” estaba clavada en lo dreamy pop, pero ruidoso a la vez, estaba escuchando mucho a Juana Molina, una morra argentina que loopea con pedales, a veces se presenta ella con un montón de equipo y toca todo y es increíble lo que hace; como estaba pensando en hacer algo sola me inspiré un poco en ella, luego mutó y ahora toco con full band, con bajo y batería. También estaba escuchando una banda noventera que se llama Lush, un shoegaze noventero muy bonito.

    Y bueno tengo muchos años siendo super fan de los Pixies y de Kim Deal, la ex bajista de los Pixies, ella también toca en The Breeders. Siempre he sido muy fan de ellos, y a veces me quiero asomar a su sonido.

     

    Platícanos de Llorando sin Limo, ¿qué significa esta expresión?

    Es un chiste, se me hace bien curioso que en YouTube hay comentarios de gente cuyo idioma es el inglés y se sacan de onda con el título de la canción. C Tangana tiene una canción que se llama “Llorando en la Limo”, luego hay una banda española que se llama “Cariño”, que le hizo un cover a esa rola, y mis amigas y yo siempre la poníamos en las fiestas, entonces una vez una compa dijo “somos nosotros, llorando pero sin limo”, y se nos hizo bien chido y ya le pedí permiso para usar la frase en la rola y dijo que sí.

    ¿Si Ola Magenta fuera una película, de qué género sería y de qué trataría la trama?

    Creo que sería una comedia romántica (Romcom), pero de esta bolita donde sale Seth Rodgen y Paul Rudd, como muy goofy y ácida pero cheesy, creo que tiene algo de eso, una comedia con marihuana de fondo.

    ¿Qué planes vienen en camino para Ola Magenta?

    Seguir tocando, seguir presentándonos en donde se pueda, darnos a conocer y sacar un disco, yo creo para finales de este año ya estará listo para publicarlo.

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  • Los caminos compositivos de Pacheco

    Los caminos compositivos de Pacheco

    Redacción por Iván Gutiérrez

    Compositor diestro en la creación de relatos líricos y musicales, Miguel Pacheco lleva puestas botas y sombrero para cabalgar en el desierto acompañando por las canciones que suenan en su cabeza, las mismas melodías que expresa en las cantinas del viejo oeste valiéndose de su voz y guitarra para transportar a los presentes a los relatos de romances y besos de medianoche. Decididos a explorar más de cerca la pasión, creatividad e inspiración de este compositor, tuvimos una entrevista con este músico de origen cachanilla.

    Platícanos de Pacheco, ¿cómo empezó este proyecto?

    Pacheco empieza en marzo de 2022, pero es algo que ya venía maquilando desde hace dos años. Ya tenía varias canciones compuestas y quería armar un proyecto para darles salida. Parte de mi trabajo como compositor es componer para otros artistas, pero a veces también hay canciones que quiero expresar por mi cuenta. Entonces el proyecto nace de una necesidad de expresarme contando historias, haciendo canciones.

    La canción de María, ¿cómo nace?

    Amanecí un día y traía una tonada en mi cabeza, y me la imaginaba con trompetas, con un mood arrabalero-mexicano, como viejón pero darketón, y así salió. Llegó así nada más, del inconsciente yo creo, y pues es la historia de una morra que está en un bar, que vive en la frontera y es cocainómana.

    Las trompetas, ¿las grabaron en vivo?

    Las grabó un camarada trompetista cubano muy pesado, su nombre es Andy González. Estuvimos grabando varias capas. Él grabó una vez, pero las doblamos hasta que conseguimos el sonido que buscábamos.

    De hecho, en el videoclip se miran varias trompetas, ¿no?

    ¡Sí, para darle más multitud! Ese video lo grabamos con mi casa productora, Nómada Música, y lo trabajamos de la mano con Rec Again Films, de Toño Inzú, un talentazo que ha grabado videos de Banda MS, Julión Álvarez y un chingo de artistas. Juntamos fuerzas y grabamos en Pueblo Nuevo (en Mexicali), esta colonia donde hay un coliseo de lucha libre.

    ¿Cómo es la experiencia de componer para otros artistas? ¿Te ha costado soltar tus composiciones?

    A veces sí, a veces no. A veces no es algo de mi preferencia musical, pero es un trabajo que me pidieron, y en otras ocasiones, cuando es algo que sí me gusta, como que sí cuesta, porque son historias, creaciones a las que les dedicas tiempo… pero estoy trabajando en ser más desapegado.

    Y bueno, la verdad es que me ha tocado trabajar de todo, proyectos con disqueras multinacionales, me he ganado discos de oro o de platino por un proyecto de una Boy Band que produje que se llamaba CD9, y también me ha tocado amateurs, ahora sí que en estos 15 años he trabajado de todo.

    ¿Antes tenías tu proyecto de música electrónica bajo el nombre de “Miguel Pacheco”, cierto? Leí que tenías un show titulado Mikes Will, ¿nos puedes platicar un poco sobre esos proyectos, y de cómo se da esta transición de esos géneros a un proyecto más acústico, más minimalista?

    He tenido varios proyectos previos, y la verdad me gusta de todo, hacer ambiente, pop, electrónica. Siempre estoy de curioso. Incluso antes del de música electrónica tuve un proyecto de música pop que se llamaba Mike Zanetti, en el que estuve firmado con EMI (una disquera trasnacional), girando por la república y saliendo en programas de radio y televisión. Y es lo que me gusta, hacer de todo: dirección creativa, grabar, mezclar, componer.

    Yo creo que, de toda la cadena, lo que menos me llama la atención es ser performer, me gusta más la parte del proceso creativo, de componer, de pensar qué armar, la ingeniería del audio. Y bueno, hablando de Pacheco, esto salió de querer inventarme un proyecto más acústico.

    ¿Qué le recomendarías a quienes van incursionando en la producción musical?

    Que hagan un chingo de canciones, que experimenten, que se diviertan y que traten siempre de sorprenderse, de hacer algo que no están acostumbrados a hacer, y en el mismo camino van a salir vertientes, y ahí van a ir aprendiendo. Hay una frase muy chida de Pharrel Williams, que dice que los acordes (chords en inglés) son coordenadas para llegar a una emoción, y eso se me hace muy cierto: tocas un acorde menor, te suena triste, y te van llevando por la emoción, y ya la lírica te cuenta la historia.

    ¿Para ti qué es la música?

    Es una necesidad, una forma de desahogarme, de sacar frustraciones, de trabajar emociones, de querer sacar algo que tengo dentro. Se me hace el arte más profundo, en lo personal.

    Si Pacheco fuera una película, ¿de qué trataría la trama y de qué genero sería?

    Sería sobre un pistolero sombrerudo en un Datsun viejito viviendo en el desierto, en una película tipo Tarantino

    ¿Qué viene para Pacheco?

    Sacar canciones y seguir expresándome en los diferentes medios: foto, video y música. No es mucho de mi interés armar presentaciones en vivo, sino armar películas y crear canciones.

    A mí me inspira mucho la carrera de El David Aguilar, él casi ni toca, y es un gran compositor y siempre está compartiendo música. Los Beatles también son un gran ejemplo, con el disco Revolver fue la última vez que tocaron en vivo, y de ahí en adelante ya no volvieron a tourerar, pura música de estudio. Eso es lo que mí me gusta: crear pieza tras pieza.

    Músicos que te han influenciado o te inspiren o quieras recomendar…

    Para el proyecto de Pacheco, yo creo que serían Ramón Ayala y Manu Chao, y todo el universo que hay en medio de ellos dos, como Pedro Infante, Control Machete, todo lo que hay entre las esquinas regionales y alternativas… de Manu me gusta mucho como adorna su música con samples, que es muy colorida, sonidos de radio, que no necesariamente son musicales pero que le dan un toque cinemático. Y bueno, de música electrónica, mi gallo de hace años es Nicolas Jaar.  

    ¿Dónde ves el proyecto de Pacheco en 5 años?

    Lo veo con muchas canciones, unas 30 canciones publicada, y lo veo como una herramienta para poder convivir y colaborar con otros artistas, no le pido más.  

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  • Los Choclok, madurando la fusión de sonidos

    Los Choclok, madurando la fusión de sonidos

    Redacción y fotos por Iván Gutiérrez

    El pasado viernes 17 de febrero los ensenadenses tuvimos la oportunidad de disfrutar de un show impresionante a cargo de Los Choclok, banda de música fusión cuyo sonido tiene influencias del son jarocho, reggae, cumbia, blues, rock y ska. Oriundos de Veracruz, sus canciones han viajado por todo México y más allá en los últimos años. Aprovechando su visita por el puerto de Ensenada, nos dimos a la tarea de explorar más a detalle su propuesta musical, conversando con Jacobo Grajales (alias El Nipón, vocalista), Oscar Ruiz (saxofonista) y Azael ___ ( __ ).

    ¿Cómo nacen Los Choclok?

    JG: Nace hace ya catorce años, realmente nunca tuvimos la idea de forma una banda, pero en una guerra de bandas nos invitaron a participar, y pues nos atrevimos a entrar, tocando por primera vez en la región un poquito de géneros completamente diferentes: cumbia, reggae, ska. Afortunadamente ganamos ese concurso y de ahí las cosas siguieron dándose para que la banda se fuera consolidando de forma orgánica.

    ¿Me comentaban antes de la entrevista que es hace 7 años cuando ya empiezan a desarrollar el proyecto de forma más profesional?

    JG: El hecho fue que cuando empezamos a tener esa hambre de más escenarios, de escenarios más grandes y otras ciudades, de hacer otro disco, tuvimos que exigirnos la otra parte, de empezar a crecer como músicos, y eso nos fue llevando a aterrizar lo que queríamos hacer y darle realmente un contexto a la banda.

    ¿Cuál fue la primera canción que nació de los Choclok?

    OR: Yo creo que Cumbia de Vacaciones… esa canción ni siquiera es cumbia, es como surf, pero la empezamos a sacar justamente para la guerra de bandas, la escribieron Adrián y Chopo (el acordeonista).

    JG: Estuvo bien interesante, porque desde que empezamos a ensayar todos (y varios de los que ya no están aquí, por temas de chamba, familia, etc.) se fueron integrando elementos de las influencias de todos. Cuando llegó lo de la guerra de banda, nos preguntamos “¿qué rola llevamos, un cover?”, y nosotros de que “ya estamos hasta la madre de covers, hay que hacer algo nosotros”, y así se fueron dando las primeras rolas, que realmente no tenían una estructura fija, a veces la tocábamos de una forma, a veces de otra; de ahí fueron tomando forma algunas canciones, que eran las que creíamos que era más importantes, y esas se fueron quedando. Pero todavía está esta onda con algunas rolas que no grabamos de “wey hay que volverlas a tocar”.

    OR: Justo, creo que la vamos a volver a tocar en algún momento, quizás ahora sí como cumbia (jajaja)

    JG: Eso fue lo que pasó con rolas que acaban de salir, como Chale, que, aunque estuvo desde el inicio, apenas estamos compartiendo tras… 13 o 14 años. Yo creo que tenía que madurar, para que llegara su mejor expresión.

    ¿Por qué se llama Choclok?

    La palabra Choclok no es una onomatopeya, no es algo tangible, sino que hace referencia al sonido del acto sexual, de una forma muy burda. Cuando fuimos a la guerra de banda no teníamos un nombre pensado, y fue de “wey de qué forma los presento”, y un compa que estaba ahí dijo “no pues Choclok”, haciendo referencia a esto que habíamos platicado horas antes, siendo jóvenes ilustres (jajaja), y la raza nos empezó a denominar así. Ya cuando agarramos con más seriedad el hecho de hacer música dijimos “ay que buscar otro nombre” pero ya era imposible, ya toda la raza nos identificaba así.

    Tienen varias rolas con un ritmo muy cumbiero, pero en particular me gusta mucho la de Caminera, cuya letra aborda la problemática social de la violencia

    AZ: Sí, es una rola con contenido social, que la escribí con unos versos que había hecho de Son Jarocho, y aparte se acopló mucho a una situación que estaba pasando un amigo… pasó que le mataron a su abuelitaen la comunidad de donde es, en Coacotla, entonces él hizo unos versos y también los acoplamos.

    Lo que se me hace curioso es que es una canción con un ritmo muy festivo, pero que de alguna manera integran la crítica…

    JG: Claro, es que si te das cuenta sí es una cumbia, pero que tiene como un peso muy oscuro. Escuchas la caminera y el ritmo está sabroso, pero sí tiene cierta oscuridad en su melodía, en las figuras que se están haciendo y en la historia que está contando.

    OR: Y creo que también influye mucho en como compone Azael y Eliel, porque ellos son soneros, siempre tienen un ritmo peculiar para interpretar una letra; Azael, por ejemplo, versa como si fuera sonero, y al momento de ejecutar hace un ritmo muy de Son Jarocho, al que solo es cuestión de subirle la velocidad para que suene como cumbia.

    JG: También se trata mucho de cómo canalizamos nuestra energía en las composiciones, porque normalmente estamos acostumbrados a que si es una cumbia, es para bailar, pero también puede llevar esa fuerza motriz que te motiva a desarrollar una fuerza interior. Cuando tocamos la Caminera en el escenario estamos bailando, pero también es una vía para sacar el enojo, es parte del lenguaje de la banda.

    La influencia de la música veracruzana está directa o indirectamente en su música

    Azael: Claro, al menos de mi parte, como te comentaba, yo me crié escribiendo Son Jarocho, entonces lo que escribo son versos jarochos, con estructura de una décima, una cuarteta jarocha. Son sones jarochos disfrazados de reggae (jajaja).

    Tienen un álbum y un EP publicados, ¿qué dirían que distingue a uno de otro, en lo referente al sonido?

    JG: Su madurez, yo creo. El primer álbum, Sonido Místico, es alusivo a Choclok, nosotros le decíamos El sonido del amor, que de hecho habíamos pensado en ponerle así pero ya existía un álbum así. Este disco fue completamente hecho por nosotros, nos enseñó muchísimo porque no sabíamos lo que era un trabajo de producción, la forma de las canciones, etc. Mientras que Toctli, en náhuatl significa “germinando” o “floreciendo”, y eso fue precisamente lo que nos llevó a conciliar ese nombre. Ese EP nos llevó un año y medio, porque no estábamos nosotros en el nivel que el disco nos exigía, y tuvimos que estar chambeando mucho para alcanzarlo.

    OR: Justo, tuvimos que trabajar mucho en el nivel mental, en el nivel de ejecución, en el nivel de vocalización, todo. Fue un disco importante porque nos cambió la mentalidad a todos. Y ya cuando lo escuchamos terminado se vio el resultado, incluso nuestros seguidores nos dijeron que se escuchaba más maduro.

    ¿Ese también lo produjeron ustedes?

    OR: No, ese lo produjimos con José Arturo y Conan Contreras, ellos trabajan en los Aguas Aguas, son muy amigos nuestros y nos dijeron que les gustaba mucho el grupo y querían ver qué podrían hacer para enriquecer todavía más el sonido que tenemos.

    ¿Qué planes tienen en puerta?

    OR: Justamente en marzo vamos a lanzar un sencillo nuevo, de nombre Ariles, escrita por Azael.

    Azael: Sí, es una palabra que asemeja una añoranza, un anhelo, una esperanza, algo improbable que no sabes si va a pasar. La usaban mucho los marineros cuando iban mar adentro, era una palabra para referirse a ver si regresaban, “me voy con los ariles del viento y a ver qué pasa”.

    OR: También vamos a lanzar nuevo álbum en abril.

    ¿Qué nombre tiene este nuevo álbum?

    JG: Todavía no sabemos, igual que pasó con la banda, esta madre se decide hasta el final, cuando escuchamos y vemos de qué tiene cara el chamaco.

    ¿Encuentran inspiración en entrar en estados de conciencia alterados?

    JG: No. Sí existe esa parte, sí la hemos vivido y la entendemos, y podemos interpretar algunas vivencias a raíz de eso y direccionarlas a algo que queremos decir, pero la mayoría de las canciones que componemos, sobre todo en la parte lírica, son más bien vivencias y el cómo vemos nosotros la vida, las problemáticas que encontramos, la denuncia de hechos que hace falta señalar y que luego se ignoran: tocar otras fibras que no se abordan usualmente en la música.

    Si Choclok fuera una película, ¿de qué trataría la trama?

    JG: Se queda pendejo Tarantino (jajaja). Yo creo que sería una comedia un tanto oscura, al mismo tiempo emotiva, y con unos dinosaurios por ahí.

    Bandas independientes que nos quieran recomendar de Veracruz

    JG: Del sur de Veracruz están Tercera Raíz, Señor Pecado, La Cartera de Mamá, Los Toros Negros, Los Black Rola, Lefter Crab, Jade. Hay muchas bandas en todo el estado, afortunadamente la música del estado está moviéndose y empezando a salir, hay bandas en Xalapa como Los Tianguis, Los Aguas Aguas, Sonex, grupos de Son Jarocho como Los Cojolites.

  • Grand Bantam y los peligros del amor en “CTRL”

    Grand Bantam y los peligros del amor en “CTRL”

    Grand Bantam es un proyecto de Indie Pop e influencias de Dark Synth Pop del cantautor y productor Fernando Aguirre, establecido en la ciudad de Tijuana, que nos presenta su reciente sencillo doble titulado “CTRL”, una canción que aborda el dolor de aferrarse a un amor perdido, canción que estará disponible a partir del 17 de marzo en todas las plataformas de streaming de música.

    “Siento que pierdo el CTRL” es la primera línea, que nos da un adelanto de lo que se aborda en la canción: lo doloroso y caótico que puede ser aferrarse a un amor que ya no es correspondido. Con un enfoque crudo y honesto, la letra se adentra en los peligros de seguir cautivo a un pasado que ya no existe, mostrando los aspectos más oscuros y tóxicos de una relación fallida.

    La atmósfera melódica de la canción está hecha para hipnotizar desde los primeros segundos, con sintetizadores y arpegios que crean un ambiente neo-futurista y oscuro, casi de ciencia ficción, una voz profunda y enigmática que te sumerge aún más en esta experiencia emocional y unas guitarras que irrumpen con fuerza, aportando la energía y el caos mientras se cuela un Dembow en la pista.

    Espera el lanzamiento de “CTRL” del Grand Bantam este 17 de marzo. Puedes seguir al Grand Bantam en redes sociales para estar al tanto de las últimas noticias y actualizaciones sobre su música.

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  • ¡Préndanle fuego a Lázaro Cristobal! Diseccionando el Belmont, mezcal a mezcal

    ¡Préndanle fuego a Lázaro Cristobal! Diseccionando el Belmont, mezcal a mezcal

    Por Iván Gutiérrez

    Lázaro Cristóbal Comala, compositor de contradicciones, desdichas y presagios. Hace unas semanas fuimos a buscarlo a Durango, para documentar la presentación de su álbum Belmont en el Teatro Victoria. Días antes de tocar en su ciudad natal tras casi cuatro años de ausencia, nos encontramos en el Belmont, cantina bohemia de gente triste donde los mezcales se disfrutan mejor en soledad. Entre sorbo y sorbo fuimos explorando las aristas de este complejo músico, en una entrevista marcada por tres grandes temas: el Belmont, su más reciente (¿y último?) álbum; parte de su biografía (eventos y etapas de su vida) y persona (escritores favoritos, angustias, esperanzas); y de paso, su perspectiva sobre Durango (escena cultural y su alarmante cantidad de suicidios).

    Si bien intentamos ordenar por tópicos el resultado, Lázaro nos demostró que cada una de estas aristas retroalimenta a la otra, dando como resultado un texto que refleja cómo se interrelaciona la cosmovisión lazariana. En fin, aquí el lector encontrará datos sobre algunos de los versos e instrumentos más poderosos del Belmont, su opinión sobre la escena musical de Durango, su perspectiva sobre la existencia (o inexistencia) de Dios, su vínculo con Nacho Vegas, su visión a contracorriente sobre la industria musical contemporánea, sus procesos de composición y claro, abundantes datos sobre este músico duranguense. Sin más, dele play y sea bienvenido a este grandioso paseo de la mano de Lázaro Cristóbal Comala.

    DISECCIONANDO EL BELMONT, MEZCAL A MEZCAL

    Estás por dar un concierto en la ciudad que te ha visto crecer. Sin embargo, en Belmont, tu último álbum, dices que “te quieren más afuera que en tu propia ciudad”, ¿sigues pensando eso?

    Bueno, es el primer concierto que doy en Durango tras casi cuatro años. El último que di acá fue también en el Teatro Victoria, cuando presenté Samuel, en marzo de 2019. Este concierto es muy importante para mí, además del tiempo, porque siempre es más difícil jalar gente en tu propia ciudad, al menos así ha sido para mí…

    Lo que pasa es que a mí me tocó… un tiempo muy difícil para empezar, no por falta de espacios, sino por ataques que tuve hacia mi persona. Lázaro salió en un tiempo en que todo era punk y todo mundo escribía en inglés: toda la escena andaba en modo anglosajón. Y pues de repente un wey empieza a hacer canciones con guitarra y cantar en español… yo era el extraño, el raro.

    Además de eso era un tiempo en el que había mucha competencia, mucha mala vibra, y tocaba un género que no le gustaba a las bandas; a la gente le empezó a gustar, pero a las bandas no… entonces llegó un momento en el que llegué a recibir amenazas de muerte; de hecho la canción de Préndanle Fuego viene de eso.

    ¿En qué sentido?

    A mitad del paseo Constitución (una calle peatonal) hay una placa que le dedicaron a un payaso de camiones, muy popular en la ciudad. Se llamaba Bogar, se subía a los camiones y contaba chistes. Se volvió noticia porque se metía sus drogas, y en una madrugada tuvo un pedo con uno de sus amigos, creo por pedos de droga, entonces le arrojó gasolina y le prendió fuego (ambos eran escupe-fuegos).

    Entonces, en una de esas que los músicos de bandas locales me andaban tirando mierda en una publicación de Facebook, alguien comentó “deberían prenderle fuego, como a Bogar”; por el estado emocional y mental en el que yo estaba, me afectó mucho que me dijeran eso, y me llevó a querer cerrar mis redes y dejar ya todo el proyecto musical. Por suerte, en ese momento el manager de Nacho Vegas me contactó, dijo que había escuchado mis canciones y que quería que le abriera un concierto en Guadalajara. Y eso me salvó. Entonces “Préndale Fuego” viene de eso, de que no me querían en la escena musical de Durango, no tanto de la gente.

    Todos los inicios de Lázaro fueron eso: mucha crítica, mucha mierda, y una persona como yo, sensible a ese pedo, pues te llega más. Siempre me he sentido como un exiliado, soy una persona a la que le cuesta mucho tocar aquí, porque de estar, estoy: aquí vivo y trabajo. Siento que este concierto va a ser para sanar. Lo que pasa es que cuando uno lidia con estas depresiones, angustias y ansiedades, es el estado natural el enfocarse en todo lo malo. El mejor ejemplo es que si hay diez personas, y ocho te quieren, pero dos te tiran mierda, tú te enfocas en esas dos, en lugar de escuchar a las que te quieren.

    Y ese ha sido mi error en todos estos años en Durango, que siempre me he enfocado en esos que me tiran mierda, en vez de los que me quieren y les gusta mi música. Es una lucha con tu mente, porque tu mente se enfoca siempre en lo malo. No significa que nadie me quiera o me sienta perseguido, sino que es mi cabeza. Pero ahora, después de cuatro años, va a estar precioso, porque el Teatro Victorio es increíble, o sea, no es un bar donde la gente anda cotorreando, sino que ahí van al silencio y a escucharte.

    Hay dos canciones en el Belmont que hablan de otros creadores, Reynaldo Arenas y Pablo Perro, y pareciera que con estas canciones buscaras restituirles un poco de… ¿reconocimiento? ¿Cómo nacen estos dos temas?

    Reynaldo Arenas es de las primeras canciones que compuse, iba a entrar en el primer disco, pero no quedó. El sample que viene en esa rola es de un documental de cubanos exiliados. Compuse ese tema en ukulele, pero finalmente se terminó grabando con Daniel Vadillo, uno de los mejores pianistas de México, con quien también grabé Fin de Año y Líbano.

    Lo que pasa con escritores como Reynaldo Arenas o Roberto Bolaño es que admiro mucho su trabajo, pero admiro mucho más su vida, me llama mucho más lo tortuoso, lo perseguido, lo exiliado. Y bueno, Pablo Perro es un amigo de hace muchos años, ya tenía esa canción por ahí, y se la debía.

    ¿Pablo Perra está muerto?

    No… está vivo. No me gusta mucho hablar de su vida actual, por respeto a la persona, pero puedo comentar que renunció totalmente a la música y anda dedicada a otras cosas.

    Pusiste un pedazo de una canción de Nacho Vegas, Monomanía, al inicio de Faisanes, en lo que pareciera un homenaje a este compositor español…

    Sí, extendí algo que ya había hecho Nacho Vegas. Monomanía es una canción en la que Nacho agarró la melodía de otra parte, que es básicamente lo que yo hice. Entonces mi forma de hacer Faisanes fue extender ese ejercicio. Le escribí a Nacho y le dije “oye, hice una canción robándome la melodía de Monomanía y es ésta, quisiera meter un sample de ahí”, y me dijo “sí, para eso son las canciones, yo también me las robo”. Y hasta cierto punto el tema de la canción es el mismo: es una extensión. Por lo mismo siempre que canto Faisanes le pego Monomanía.

    Un ejemplo de lo que te comentó es que Nacho hizo lo mismo en Ciudad Vampira: tomó prestada la melodía de Devil Town, de Daniel Johnston. De hecho, en la versión del álbum, cuando empieza Ciudad Vampira, tiene al principio a una mujer cantando la canción de Johnston en catalán.

    ¿Qué dirías que es lo que más te conecta con compositores como Nacho?

    La necesidad de hacer canciones. Es una necesidad, no hacemos discos para publicarlos, vender o que nos escuchen. Hacemos canciones por la necesidad de hacer canciones. En Nacho encontré un alma afín. Es un sueño haberlo conocido y tener este vínculo con él.

    ¿Por qué la frase de “este andar masturbando el ano de Dios” en Te Dije Cilantro?

    No sé (se ríe), no tiene sentido. Santiago, el productor de Pedro y El Lobo, fue el que le sacó el significado, dijo que él lo entendía como que adoramos una especie de canal por donde sale caca, como que Dios hace mierda el mundo, no hace las cosas bien, y nosotros le tenemos un culto a eso, bueno él lo interpretó así, y creo que es válido.

    De esa canción me gusta mucho el verso de “esta lyrica me va a divorciar”…

    Sí, le menciono por el medicamento. De hecho Nacho Vegas también tiene una canción que se llama Lírica. Cuando le abrí el concierto, canté una que se llama Canción al Bupropion, y le gustó a Nacho, y ya cuando terminó el concierto, que estábamos en los camerinos, me dijo (ya Nacho bien pedo y marihuano) “me gustó la canción del Bupropion, yo tengo una canción que le compuse a la Lyrica”, y bueno dio la coincidencia de que coincidimos mucho en medicamentos, y justo lyrica es la que tomaba mucho en la pandemia. Se toma como antidepresivo y como analgésico.

    El instrumento de viento que se escucha en Líbano, ¿qué es, un clarinete? ¿Quién lo toca?

    No, es un saxofón tenor, que toca Adrián Terrazas, el saxofonista de Mars Volta, que ha grabado un chingo de álbumes con ellos y con Omar Rodríguez; cumplí otro sueño al grabar con él. Toca en Líbano y en La Inundación de 1905.

    En la canción de tu hijo, Cristóbal, le llamas Meteorito, ¿por qué? Además, recitas al final como un poema, ¿de quién es?

    Porque su llegada fue como un Meteorito, una fuerza de cambio, de impacto. El poema es de Roberto Bolaño, que le compuso a su hijo. Son dos poemas en uno solo, que se llaman “Dos poemas para Lautaro” (ese es el nombre de su hijo); el que recito es uno, que habla sobre los libros como compañeros de vida.

    ¿Por qué lanzar un álbum de tantas rolas, siendo que ahora la tendencia es publicar sencillo por sencillo?

    Un disco se hace… a merced del proceso que llevas, como se hace un libro. Lo que pasa ahora es que Spotify y las redes hacen que todos se vayan por lo inmediato y rápido.

    Pero yo prefiero los álbumes, son un pretexto genial para compilar… y un disco tiene el mismo argumento que un libro, unes las canciones y tienes un libro. Belmont se hizo no para publicarse, sino como parte de una necesidad y un proceso personal de composición. Belmont es una crónica de parte mi vida: tiene un hilo conductor.

    Lo que pasa es que ahora con las plataformas digitales quieren que saques un sencillo y luego otro. Muchos caen en esto de sacar diez sencillos que no tienen nada que ver entre sí y compilarlos en un álbum, pero no, los álbumes son otra cosa, son un proceso de principio a fin, al menos para mí.

    Yo no soy mucho de podcast o de audios, pero, por ejemplo, a los que les dicen YouTubers, tú le dices así porque se encierran en la plataforma de YouTube, pero hay personas que hacen contenido de historia, de literatura, de filosofía —ya vez, dicen que YouTube es la nueva escuela, te enseñan hasta atarte la corbata, a cocinar, historia para tontos y todo eso—. Pero un historiador, que te presenta contenido de la Segunda Guerra, no es un “YouTuber”, es un historiador que hace contenido para YouTube, utiliza la plataforma como medio, mientras que lo que pasa con los YouTubers es que quedan encerrados en eso.

    Entonces es como si nos dijeran “Spotifyers” en vez de compositores, cuando Spotify es el medio, no el fin. Yo hago un sencillo que se va a meter en una playlist o algo, pero quien hace canciones, quien hace discos, no los hace para Spotify. Hay gente que saca discos que ni siquiera están publicados. Lo que pasa es que estamos malacostumbrándonos: ya el fin es Spotify.

    Platícanos de Fin de Año. Es una canción muy fuerte, que cala bastante, y además dura 10 minutos… ¿Qué te motivó a sacar un tema tan extenso, pensando que la tendencia es publicar temas de tres o cuatro minutos?

    Hice Fin de Año en mi casa, divorciándome, con mi hijo llorando arriba y yo abajo. Esta canción se basó en varias canciones de Tom Waits, es otro ejercicio. Como yo vengo de la literatura, en ese arte se prestan mucho esos ejercicios, los epígrafes, un cuento inspirado en la literatura de alguien más. En la canción no se hace mucho, pero Tom Waits tiene varias canciones basadas mucho en ese ejercicio, una de ellas es Christmas Card From a Hooker From Minneapolis, donde la letra es un “fake”, en el sentido de que el narrador miente.

    Christmas Card habla de una prostituta que le manda una tarjeta a un conocido, donde le dice que le está yendo muy bien, que tiene un negocio, que se casó con un wey, que está embarazada y le está yendo muy bien. Al final de la canción le dice “estoy mintiéndote, la verdad es que necesito dinero, me está yendo muy mal, no sé quién es el papá y quería ver si me podías mandar algo de dinero”. Entonces es un fake en ese sentido: empieza contando algo al principio y al final revela que está mintiendo. Y la letra empieza como un “Chary estoy embarazada”, y así empieza también Fin de Año, además también tiene una melodía del dominio popular, viene de una canción irlandesa de navidad que se llama No es más que hasta un hasta luego.

    Fin de Año es totalmente ese ejercicio fake, es de una persona que descubre que va a ser papá, pero es un patán que ni siquiera se aparece a los estudios ni a nada, ni siquiera al funeral. Cuando publiqué esa canción, empecé a recibir muchos comentarios de preocupación, como si yo fuera el de la historia. Yo me divertí mucho, me dio risa, pero al mismo tiempo me di cuenta de cómo las personas piensan que solo escribes de ti.

    ¿Cuál es la mayor lección (musical o existencial) que te ha dejado Belmont?

    Hay muchos niveles. A nivel personal fueron muchos sueños cumplidos, por ejemplo, el que Nacho Vegas escuchara mi canción y me dejara samplearlo. También el hacer canciones con gente que admiro desde hace mucho, desde adolescente, como Adrián Terrazas, los discos de Mars Volta son de los primeros que compré. Igual con Aarón Cruz, que participó como bajista en el Belmont, que está entre los dos mejores bajistas de México (por no decir el primero), y luego el hecho de que se haya grabado el disco (las maquetas) en dos días, es algo monumental.

    También a los niveles familiares, no sólo por el hecho de que mi hijo sea un tema, sino porque mi hijo también participa: cuando se acaba el tema de Cristobal se escucha un pianito como al fondo, es él tocando.

    Igual, creo que Belmont es quizás el último disco…

    ¿Cómo? ¿El último álbum de Lázaro?

    Sí… porque ya no estoy componiendo, ni tengo intenciones de componer. Vendí mi guitarra por ahí de abril, y ya solo agarro una guitarra cuando voy a tocar. La última canción que compuse fue He visto demasiadas casas vacías en mi vida, y fue por una mentira, porque… Iba a ir en abril al estudio en Ciudad de México para grabar, y faltaba una canción para completar las veinte.

    Entonces le dije a Santiago, el productor, que una había quedado fuera pero que acababa de componer una nueva, que esa es la que íbamos a grabar a guitarra solamente. Yo me iba al otro día, pero era mentira, no había compuesto nada. El avión salía a las doce de la tarde, y la compuse como de tres a cinco de la mañana, y la grabé en el celular, y llegué a grabarla. Es una canción que le compuse a mi hermano. Fueron dos horas de composición, pero ya estaba todo cargado, ya la tenía como dándome vueltas. Y pues fue mentira, en el sentido de decir que ya tenía la canción, cuando en realidad la compuse esa noche.

    ¿Por qué decidiste dejar esa canción totalmente acústica?

    Pues así tenía que ser.

    Hay ciertos elementos en la portada del Belmont, algunos de ellos muy católicos, algo que ya se había visto previamente en otros de tus álbumes, ¿de dónde nace esa afición por los íconos religiosos?

    Es muy curioso, porque todo ha sido coincidencia. Lo que pasa es que Belmont es un disco muy hermano de Canciones del Ancla, pero sin planearlo, simplemente así salió. Ambos son discos dobles y las portadas llevan aspectos religiosos, y son los únicos discos donde salgo yo en la portada. Esos elementos son coincidencia, nada estaba planeado, ni yo en la portada, ni el crucifijo del Ancla, ni la virgen ni nada… ahora pienso que tenía que ser así, discos que son como muy hermanos, también coincidieron en la portada. Y bueno, la portada del Belmont la sacamos en una hora, al día siguiente de que grabamos el video de Te Dije Cilantro, en la misma casa. Sí tiene elementos religiosos, una casa, una pared y yo, pero fue sin planearlo, sólo así salió.

    En Un Manhattan dices que estás hecho de cristianos pendejos, en Líbano hablas del Dios de tus padres, y desde el arranque del álbum mencionas “El diablo ha hecho más por mí que Dios”, ¿de dónde nace este interés por el tema religioso?

    Viene de que crecí en una familia cristiana, de cristianos protestantes. Lo de “el diablo ha hecho más por mí que Dios” es una metáfora, lo que pasa es que el cristianismo protestante de Durango está muy basado en el cristianismo gringo, que es muy capitalista, basado en algo que se conoce como el “Evangelio de la Prosperidad”, que te enseña que Dios te quiere con dinero, Dios te quiere sano, Dios te quiere con estudios, una casa, una familia, es el “American Dream”.

    Cuando me separé de la iglesia, lo hice porque yo era toda la antítesis de eso: Dios me quería con una familia y mis padres estaban divorciados; Dios me quería sano y yo estaba enfermo; Dios me quería con trabajo y yo estaba desempleado. Era todo lo que no debería haber sido. Eso implicaba que yo estaba haciendo algo mal, que yo era lo que estaba mal. Y por eso me alejé.

    Entonces El Diablo ha hecho más por mí que Dios es una metáfora de que… ya en recapitulación, no tener trabajo, en lugar de tener trabajo, te da más, porque te hace crecer; tener papás divorciados en lugar de una buena familia, te hace más maduro; de ahí va que todo lo malo te da más, que uno aprende más de los malos ratos que de los buenos: uno no aprende nada de estar feliz, uno no aprende nada de estar sano.

    Y bueno, Líbano tampoco es religiosa, es más bien familiar, por eso dice “el Dios de mis padres”, porque una cosa es Dios y otra lo que te enseñan a ti. Líbano y Manhattan son canciones familiares, de antepasados. Y de cristianos pendejos pues sí, porque toda mi vida estuve rodeado de ellos.

    ¿A qué edad dejaste de ser cristiano?

    A los 15 años me salí de la iglesia. Mis papás eran cristianos, mi papá trabajaba con Marcos Witt, un músico gringo que vivió mucho tiempo en Durango, un Luis Miguel de la música cristiana que tiene muchos discos y fundó una disquera. Mi papá trabajaba en esa disquera, y mis hermanos trabajaban en estudios musicales. Entonces yo crecí en un ambiente musical, de música cristiana. Mi papá manejaba una camioneta de sonido, se iba de gira con Marcos Witt, era el que llevaba el sonido a muchas ciudades de México.

    En varias de tus canciones de Belmont se asoma una visión medio nihilista de la vida… incluso tienes una canción titulada Ciorán…

    Sí, es necesario hablarlo. Durango es de los estados donde más suicidios hay en todo el país, es enfermizo la cantidad de personas que se suicidan aquí, es un tabú… y es dolorosísimo. Y una de las cosas más tristes que se me hacen es que… una vez, en el trabajo que tenía, una de las chambas era revisar notas del periódico, y en una ocasión uno de mis compañeros que era diseñador, que casi nunca se expresaba para nada, me dijo sobre una nota, “lo que tiene que pasar por la cabeza y la vida un niño de 10 años para tomar la decisión de suicidarse…”.

    El hecho de yo escribir esta clase de cosas, no es ni siquiera por una cuestión pasajera, sino que es un tema del estado, como hay músicos o compositores de Colombia que hablan sobre lo que pasa en sus entidades, el narco… una persona como Nacho Vegas que escribe sobre el contexto en el que vive, en su caso sobre cómo expulsan a la gente de sus casas.

    Entonces ya el pedo de No me da la gana ser feliz, no viene tanto de una cuestión punk o una persona depresiva, tiene más que ver con el entorno, y el mío es el suicidio. No tiene nada que ver conmigo, sino el estado en el que vive el Estado. Y ya no estamos hablando solo de adolescencia o juventud, sino que llega un punto tan mierda en el que estamos hablando de infancia.

    Este tema de No me da la gana ser feliz era una burla al lema de cierto alcalde, que decía “Durango Te Quiero Feliz”, siendo que es de los estados con más suicidios.

    Entonces esta canción ya no es un tema emo, es un tema social. Por eso reniego tanto de la escena en Durango y de los temas a los que las demás personas de rock les interesan, porque pareciera que les da igual.

    Una de las razones por la que más me deprimí fue cuando saqué Niños tristes de Durango, que salió cuando un amigo se suicidó: se quitó la vida y era parte de la estadística. Publiqué la composición, no como canción, sino como video, y fue muy criticado, muy atacado, porque era la crónica de una fiesta en Durango equis, de adolescentes que toman 4 loko y se meten cristal, y para las bandas de Durango se les hizo algo de burla, y me sorprendió, no porque se burlaran, sino porque la escena musical, que se supone que son resistencia, se estuvieran riendo de gente que estaba literalmente luchando por sobrevivir. Por eso para mí la escena de Durango no tiene sentido, no es contracultura. Los que hacen punk o rock y que se creen la gran verga pegándole a una batería o rasgando una guitarra, pero se están burlando de eso, se me hace pura mierda, no porque no haya talento, sino en el sentido del discurso que manejan.

    ¿Qué es para ti Dios?

    No sé… la mayor parte de mi vida creí que era real, pero desde hace una década pienso que no existe: nada, cero. Como dice Nick Cave, “no creo en un Dios intervencionista”. Lo que pasa con Dios es que si no es intervencionista, no es nada, porque, ¿de qué sirve un Dios que no interviene? Digamos que sí existe, pero no interviene, ¿entonces para qué existe? Creo que Dios es una consolación: al final te da cáncer y sabes que te vas a morir, y acudes a él. Por eso mi Dios es el de Líbano, no es “el Dios”, sino el Dios de mis padres, con el que te educan.

    ¿Hay alguna canción que sea tu favorita en el Belmont, en lo que a tocar en vivo se refiere?

    Sí… me gustó mucho haber compuesto La Inundación de 1905, cantarla y escucharla, se me hace una bonita letra, y Faisanes… lo que pasa es que la toco y me duele mucho, me pasó como a Sixto Rodríguez con “Causa”, una canción que se volvió premonición, en ella canta “perdí mi trabajo dos semanas antes de Navidad”, luego Sixto publica el disco en noviembre, y fue un fracaso absoluto, nadie lo compró, y la disquera lo corrió dos semanas antes de navidad; entonces la canción se volvió premonitoria.

    Lo mismo pasó con Faisanes, en el coro dice “aunque me tarde y ya no estés…”, y pues eso, me tardé y ya no está. Por eso las canciones son muy lindas, porque están vivas, no sabes qué va a pasar con ellas: las compones por algo y luego se vuelven otra cosa.

    En las canciones del Belmont se llega a sentir mucha soledad; sin embargo, es un álbum lleno de colaboraciones con otros músicos. ¿Cómo ves tú esta contradicción? ¿Qué es para ti la soledad?

    Lo que pasa es que Belmont no se pudo haber hecho solo, eso lo tenía muy claro desde el principio. Belmont es el único disco, de todos, que tiene un rango de tiempo de producción de tres años; todos los demás tienen un rango de un año. Y es porque La Inundación no es una canción que se pudo haber hecho a pura guitarra, o El Diablo tampoco. Así nacieron, pero las canciones no terminan como nacen: el proceso es escribirlas y luego arreglarlas y producirlas, porque el disco no se hace con la maqueta.

    Por ejemplo, en Te Dije Cilantro agregué unas letras, por lo que estaba pasando en el estudio, por eso es que termina con “este coro que me ha dado apoyo y me hace sentir menos solo”, eso se compuso cuando ya estábamos grabando. Las canciones no terminan en el cuarto, sino en el estudio.

    ¿Cómo y cuándo descubriste el Belmont?

    No tiene mucho, yo creo que fue en el 2017 o 2018, por mi hermano Toño, él iba, no mucho, pero me empezó a invitar, y me gustó. Es un ambiente muy tranquilo. No me gusta tanto ir en la noche, porque hay mucho ruido, mucho relajo, mucho borracho, a mí me gusta más ir por la mañana o la tarde, más calmado. Es muy distinto el Belmont de la mañana y el de la noche.

    ¿Por qué decidiste ponerle así al álbum?

    Lo que pasa es que en el Belmont se vive mucha camaradería, empatizas mucho con la gente que va. Ahí pareciera que va más que nada gente solitaria, va más gente sola que acompañada. Muchos llegan solos y se quedan bebiendo solos, otros llegan solos y ahí se encuentran. Ponle que el 80% de los que van se conocen, pero no es como que queden para verse, solo se encuentran. Y muchos de ellos son personas muy solitarias, entonces creo que por eso empatizas, se vuelve una especie de complicidad: ahí me siento en casa. Yo siento que al Belmont van a tristear, no tanto a convivir ni a divertirse. No hay diversión ahí, es gente solitaria, mucho señor solo, mucho wey bronqueado: se les ve en los ojos, que están lidiando con algo.

    YO NUNCA ME QUISE QUEDAR, SIN ANTES HALLARME A MÍ

    ¿Dirías que eres una persona ambiciosa? Tantos álbumes y tantas canciones no es algo que se consigue fácil, menos siendo solista…

    No… digo, para mí, sí. Lo que pasa es que ambicioso es un término dañado. Pareciera que es para los demás, o el fruto de lo que quieres lograr. Entonces no en ese sentido, en el sentido personal, quizás sí, porque he cambiado veintes veces una canción, pero para mí. La canción más larga que he escrito es No es cierto que nadie va a Durango, me tomó cuatro o cinco meses hacerla, y la letra estaba constantemente en cambio; pudo haber sido una canción de dos minutos con dos estrofas y un coro, y se volvió algo mucho más grande, eso lo veo como ambición para uno, no para los demás. La ambición es un término personal, de mis propios límites.

    ¿Te consideras una persona disciplinada?

    Ahora sí, antes no. En eso tuvo que ver mucho Yoshi, Adolfo Solis, el baterista de Canciones del Ancla; ese álbum lo grabé sin metrónomo, muy mal de mi parte, y este wey se aventó toda la tarea de adaptarla, entonces eso me obligó y me enseñó a trabajar. A partir de Samuel ya todo ha sido con clic. Entonces en ese sentido sí, creo que he agarrado más disciplina.

    Recomiéndanos un par de escritores que te gusten, populares o desconocidos…

    Siempre hay que leer a Rosario Castellanos, es de ley, sus poemas, sobre todo. El primer libro que leí en mi vida fue una novela de ella, Balún Canán, que trata la vida de una niña en la época de la esclavitud, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, con las haciendas y los indigenistas. También recomiendo a Ciorán, con él nunca fallan los aforismos, yo siento que te cambian mucho la vida.

    Y por último a Fernando Pessoa, sus poemas son increíbles. Él trabaja mucho heterónomos. Conocemos el término de pseudónimo, como que soy escritor y me pongo otro nombre. Pero los heterónimos son autores independientes, es decir, yo Pessoa tengo un heterónimo, y éste escribe totalmente distinto a mí, son personalidades distintas. Esa es la gran aportación de Pessoa a la literatura, que tuvo como cuatro o cinco heterónimos, entonces fue cuatro o cinco escritores distintos. Y bueno Lázaro es eso, porque Daniel y Lázaro somos muy distintos.

    ¿Has pensado cómo te gustaría morir?

    No… no pienso en eso porque… no me quiero morir, pero… sí, colgado, eso… o un balazo, pero ahorita no tenemos acceso a pistolas, aunque sería lo más rápido.

    Medicamentos no, sí lo he intentado, pero con ellos me da ansiedad… o sea, si me aviento veinte pastillas, primero me aviento a un carro antes de que hagan efecto, por la ansiedad de la espera. Entonces colgado, algo más seguro y definitivo.

    ¿Qué piensas del suicidio?

    Es parte de… desde Canciones del Ancla lo traigo… lo he intentado algunas veces. Pero ahora tengo un hijo, si no lo tuviera seguramente ya no estaría vivo. Pero ahora no puedo. Admiro a la gente que se suicida con hijos; yo no puedo, no lo puedo dejar.

    También he pensado que ahora es cuando, ya que mi hijo no tiene conciencia… quizás tendría alguna especie de memoria de su padre, pero… no, no puedo, ya lo hubiera hecho pero con mi hijo no, porque no soy irresponsable. Mi hijo me ha cambiado, y creo que es para bien.

    ¿Actualmente cómo te llevas con las drogas?

    Todo el día estoy… drogado, sí. Es la única forma en la que se puede estar, creo. Ya no fumo mota porque me dispara la ansiedad, al grado de pre-infartos, me da mucha taquicardia. Lo que hago ahora es más bien beber alcohol. Pero es por temporadas. Hace unos cuatro-cinco meses no pisteaba nada, solo fumaba, y ahora es a la inversa; siempre es unas por otras.

    Pero generalmente todo el día alcoholizado, porque ese es el estado en el que me siento tranquilo. Si no pisteo no duermo en la noche… o me lleva la verga. No busco inspiración en ello, porque en realidad no busco crear nada. No es de que “ah me voy a poner pedo para componer”, conmigo el alcohol y las drogas es más bien para aguantarla.

    ¿Cómo lidias con la ansiedad?

    Con el alcohol… que no debería, porque hace daño a la larga. Lo que pasa es que es muy caro medicarse. Yo me medicaba, pero ahora que renuncié a mi trabajo y que tengo un hijo, llegó un punto en el que… la terapia y el medicamento, me costaban más que lo que pagaba de renta, entonces el alcohol… te baja. Yo no tomo para estar pedo, lo hago más bien para llegar a estos niveles de alcohol en la sangre, en los que sigo siendo muy funcional, pero estoy más relajado. Me tomo una media y dos o tres mezcales y es como chocomilk, te da para seguirle, incluso me siento mejor persona. No para huir de problemas o terminar pedo y caerte, sino como una especie de apoyo.

    ¿Tus libros de cabecera, a los que vuelves sin necesidad de releerlos?

    Balún Calán, de Rosario. Ficciones, de Borges. Los Detectives Salvajes, de Bolaño. Antes que Anochezca, de Reynaldo Arenas. Los Crímenes, de Jorge Ibargüengoitia

    La poesía/el acto poético, ¿dónde está?

    En el cotidiano. Para mí el acto poético no es crear. Como tengo toda mi vida trabajando, desde los 14 años me relacioné más con la costumbre que con la ideología. Siempre estuve cerca de albañiles, guardaespaldas, reporteros, conserjes, pastores. Me siento más cómodo con la raza chambeadora que con artistas. No estoy diciendo que la poesía esté más en la cotidianidad de un empleado, más que en un pintor o un poeta, pero yo me rodeé de otro tipo de gente, entonces me siento más cercano y cómodo con ellos: siempre me han interesado más los trabajadores, como que entre ellos la poesía ocurre por sí sola.

    ¿Qué te da esperanza?

    Mi hijo, nada más, con todo lo que implica: platicar con él, acompañarlo y verlo crecer, un paso a la vez.

    NO ES CIERTO QUE HAY MEJORES QUE DE SANTIAGO

    ¿Qué opinas de Durango, en qué momento se encuentra la ciudad?

    Creo que es una ciudad muy manejada por el narco, por su proximidad con Sinaloa. El crecimiento de Durango depende en mucho de las finanzas del narco, ellos han financiado malls, plazas, todo, los gobiernos reciben dinero del narco; han financiado calles turísticas, el centro histórico. Durango siempre va a ser una ciudad y un estado muy ajeno a la república, donde pareciera que su movimiento fuera estar pausado, detenido, y también hay belleza en eso.

    Pregunto porque siento que tú, con tu música, de alguna manera estás posicionando al Estado a nivel nacional, por ejemplo, con la canción de No es cierto que Nadie va a Durango

    Sí bueno, yo no siento que haya descubierto el hilo negro con esa canción. Más bien, mi sorpresa fue por qué en 20 años nadie le contestó a Jaime López. En todos estos años la gente se quejaba de los músicos que venían a festivales, como Yuri, Edith Márquez, que siempre eran los mismos, y había una queja de que nunca traían a buenos músicos, a buenos artistas, cuando la idea no era esa, sino que saliera de aquí algo bueno.

    También siento que en la escena musical había mucha pereza, es decir, cuando yo empecé, había muchas bandas, que tocaban desde hace años y que son instituciones aquí, pero no sé si tenían pereza de grabar, porque eran bandas que tocaban y ya; ahora siento que eso ha cambiado. A lo mejor no somos más talentosos, pero creo que ahora hay una necesidad de grabar, cosa que te da más presencia y duración.

    Sí siento muy bonito, esto de cómo las canciones generan algo, en este caso escribir No es cierto que nadie va a Durango, contestarle a Jaime López, y que la gente venga a escuchar la música que se hace aquí, creo que ese es el valor, la reacción que hacen las canciones, van más allá de lo que uno piensa. Al componerla solo era un ejercicio de contestarle a Jaime López, y solo la mitad, ya después la canción se va por otro lado.

    Y bueno, Jaime López es una persona que viene mucho a Durango. Enfrente del Belmont está el Teatro Ricardo, y al lado estaba La Peña, una cantina que ahora está cerrada. La Peña era un bar donde Jaime López iba seguido, yo llegué a tocar ahí. De hecho, Jaime no solo tiene Nadie va a Durango, tiene muchas canciones de aquí; él tiene muchos amigos aquí.

    ¿Lo conoces?

    No, no lo conozco en persona, hemos intercambiado mensajes, e hicimos una entrevista juntos hace unos meses, sobre eso, de contestarle su canción con la mía, de Durango.

    ¿Dos cosas que te gusten de Durango?

    Las cantinas y las calles. Yo soy mucho de caminar, me gusta caminar la ciudad. Si voy por mi hijo o a un mandado, en vez de tomar un taxi o algo, prefiero ir caminando.

    ¿Dos cosas que no te gusten de aquí?

    La concepción que los artistas tienen del arte, bueno, el arte es una palabra que nunca me ha gustado, pero como la visión de los artistas. Y su índice tan alto de suicidios, es una enfermedad que existe en Durango.

    ¿Dirías que es un Estado triste?

    Sí, total, porque es un estado… que se siente separado, todos nos sentimos así, como aislados, y eso lleva a la depresión, y a su naturalidad con el suicidio. Durango es un estado triste.