Redacción por Iván Gutiérrez
Fotos por Mexicali Music Magazine
PRIMERA PARTE: http://perralternativa.com/cronicas-portamerica-nidia-gongora-y-carlos-sadness/
Tras una moderada espera Drexler arranca su show hablando de la evolución del amor en una voz femenina. Sale a escena y arranca El Plan Maestro hablando del Mesoproterozoico, la palabra arriesgada de Drexler. El músico uruguayo lleva traje blanco y una actitud de mucha emoción, al igual que los espectadores: “buenas noches tapatíos y tapatías”, comparte y arranca el intro de su nuevo disco, Tinta y Tiempo, y la gente no espera nada para empezar a cantar a la par. Los celulares graban a lo loco. Recuerdo lo que leí hace poco, de que el 75% de la gente que graba pedazos de conciertos nunca los vuelve a ver.
Entre canción y canción Drexler comparte un poco de su experiencia en Guadalajara: “Estuvimos en la biblioteca, donde encontré un libro de copérnico, recordándonos que no somos el planeta solar, que no somos el centro del universo; en la misma biblioteca había un archivo de las cien lenguas indígenas que hay en México… ¡Felicidades por el patrimonio que tienen, Viva Guadalajara!”.
Llega el “Transporte” y el músico blanco nos arrulla con su romanticismo: “Digo que esta vida es llevadera, solo porque sientes tú, lo que yo siento…”. Lo de Drexler es un canto de amor, de amor a la vida, a la naturaleza, a la ciencia, a la humanidad, un canto muy necesario en esta época de tanto odio, guerra y desprecio por la vida humana.
Para la siguiente canción Drexler nos recuerda que “siempre estamos aprendiendo, siempre con el cinturón blanco de los principiantes”, y empiezan los teclados característicos de “Cinturón Blanco”. A continuación Drexler suelta guitarra y saco blanco y empieza a cantar con entrega, usando manos como extensión de la expresión de su voz. Sigue entonces “Universos Paralelos”, una de mis personales favoritas, que habla de los deseos, de cómo nos guían y nos llevan a contrarianos, a generar tensiones al empujar en diferentes direcciones.
“Esta canción tiene algo de ironía, no suelo usar mucho ese recurso, pero en ésta sí va, tiene un estribillo doble, me van a ver rapear en inglés, que esto quede entre nosotros e instagram, el segundo estribillo dice ‘dime qué debo cantar, oh algoritmo, sé que lo sabes mejor incluso que yo mismo‘”. Drexler comprende que se mueve en una industria de algoritmos, y demostrando su alta suspicacia, lo utiliza a su favor. Una canción sobre el libre albedrío, la voluntad, el algoritmo de Spotify que sutilmente somete nuestra libertad; detrás la pantalla proyecta un logo verde parecido al de Spotify.
Si bien los músicos que acompañan a Jorge le ponen mayor textura y atmósfera sonora a sus temas, es notable que sus letras siguen siendo la materia prima de sus composiciones, la que conecta directo con todos sus fans. Claro que Drexler no presta mucha atención a este pensamiento y menciona que la agrupación que lo acompaña se está despidiendo cada concierto, pues es la agrupación que lo ayudó a grabar su último disco. Empieza a agradecer a cada uno de sus músicos. También dice estar muy feliz de arrancar su gira mexicana en Guadalajara.
“Les quiero contar una canción que empecé a escribir en México, por lo que tiene una vibra medio ranchera”, comenta el uruguayo y el público grita de emoción. “La voy a cantar con Miriam, de Barcelona, un aplauso enorme para ella”, y arranca la noche de Asilo, ese momento de profunda conexión e intimidad compartida entre los que gustamos de llenar las noches con sueños despiertos. “Prefiero lamer después mis heridas a que tu amor pierda filo”, nos canta con enjundia Drexler, haciendo que el público se mesa al ritmo de esta bella balada ranchera.
Para el siguiente tema va Drexler solo con su guitarra, y empiezan los rasgueos la declaración de paz que es Milonga del moro judío: “no hay una piedra en el mundo que valga lo que una vida […] no sé que Dios es el mío, ni cuales son mis hermanos […] no hay un muerto que no me duela, no hay un bando ganador”, un tema que cala hondo y que se canta con mucha fuerza, ante el actual genocidio del ejército de Israel contra el pueblo palestino.
A Drexler la poesía le brota a cascadas, como demuestra al cantar “la yerba, el mate, y la bombilla… estás conmigo, estamos cantando a la sombra de nuestra parra una canción que dice que uno solo conserva lo que no amarra”, un tema llena de objetos, imágenes visuales y juegos retóricos que van cayendo sobre el alma una tras otro, canción en la que terminamos cantando todos en acapela “mi guitarra y vos”.
La voz de Drexler es sinónimo de “Calma”, una luz brillando en medio de tanta oscuridad, pero también induce el contacto de humano a humano con “Tocarte”, una canción sumamente sensual, ejemplo de la versatilidad de Drexler, ese tema que habla de cómo un sólo roce puede encender chispas gigantes. Ambas canciones me hacen reflexionar sobre cómo su show en verdad está lleno de una diversidad de géneros y emociones. Y es que el concierto del uruguayo está tan bien planeado que a continuación sigue una canción de mucha sazón, dedicada a los que emigran buscando una vida mejor en otro país: “Bolivia”.
Cuando pensamos que ya no podríamos alcanzar mayor sentimiento de euforia y libertad, Drexler pasa a demostrarnos con su “Silencio” que todavía trae varios trucos bajo la manga. En su momento el músico nos advierte que todos debemos guardar y sostener un silencio después del coro, y cuando llega el momento es impresionante cómo los oídos respiran por un segundo en medio del frenesí de miles de personas. La experiencia es impresionante.
Llega la “Telefonía”, esa bella oda a las telecomunicaciones que nos permite enlazarnos a un corazón al otro lado del Atlántico, y el siguiente platillo es “Movimiento”, un tema que hace justicia a su nombre y pone a temblar las caderas de los miles de asistentes del festival, “yo no soy de aquí, pero tú tampoco”…
El músico está en la última vuelta de su show, pero no está dispuesto a retirarse, sin antes recordarnos “que sea lo que sea”, una canción que dedica a Mercedez Sosa, con quien tuvo el honor de cantar hace unos años. “No creo en la eternidad de las peleas, ni en las recetas de la felicidad…”
Ha llegado el momento de la despedida, Drexler se muestra emocionado por el resultado del concierto, todos hemos vibrado de forma muy bella gracias a su música, y ahora toca seguir adelante, es el cruce de caminos. Para hacer menos doloroso el adiós, Jorge nos recuerda que, a fin de cuentas, “Todo se Transforma”.
LA POTENCIA DEL SON ROMPE PERA
Acabado el show de Drexler sigue el turno de Caloncho, músico sonorense cuya propuesta de indie pop-tropical está lista para poner a bailar más de una tapatía. Sin embargo, las necesidades fisiológicas dictan que es momento de distanciarse un momento del frente del escenario, pues la vejiga apremia, la panza ruge y como la salud es primero, es momento de explorar las propuestas culinarias del festival. Recargamos tarjeta y después de un rápido paseo por el festival, decidimos ahorrarnos la fila de treinta minutos que representa probar las propuestas del “Showfood”, decisión que nos pesa ya que las tostadas se veían deliciosas. Sin embargo, los tacos Don Gogo nos llenan el paladar y hacen renacer el alma justo a tiempo para el show de Son Rompe Pera.
Salidos de la mismísima Naucalpan, Estado de México, los marimberos exóticos ponen a bailar a todos los paisanos en su primera canción. La imagen me resulta fantástica, y para un extranjero seguramente sería una aproximación muy real del espíritu festivo que tanto distingue a la música popular mexicana. En todas partes hay gente bailando, son miles de pasos dejándose llevar por el sabor cumbiero, siguiendo los impresionantes ritmos de la marimba.
Mientras escucho al Son pienso en las horas largas en que, trabajando jornadas extensas en la maquila, estos ritmos eran los que me mantenían andando: me aferraba al resonar de esta música en mi pecho. Es una cualidad muy especial de la música, el darnos aliento para seguir resistiendo.
Los Rompe Pera anuncian que están muy contentos con el gran recibimiento que ha tenido su proyecto, y comparten que están por irse de gira por varios puntos del mundo, entre ellos el Festival Coachella (EEUU), Australia y Nueva Zelanda: “¡estamos muy emocionados por estas oportunidades para representar a México, por llevar la cumbia al mundo entero!”.
La gozadera posee a los cuerpos sin clemencia alguna. Entonces sucede lo inimaginable. Truenan un par de gritos de una canción defeña que reconozco como fundamento de mi parte destructiva: “¡Oh Shit Oh Fuck!”, arremeten con este poderoso coro punk de Belafonte Sensacional. Estalla la energía de la fusión de géneros que, en apariencia contrarios, son una mezcla perfecta de violencia y sabrosura. El slam se manifiesta y la espiral de un huracán empieza a mover fuerzas humanas que rebotan, golpean y patean con gran entusiasmo. Son Rompe Pera acelera, nos suben el ritmo, después nos hacen frenar y bam y volvemos a la sabrosura psicodélica.
La cantidad de emociones es indescriptible. Solo puedo pensar en cómo la música interpretada en vivo siempre le da vida a la composición: en ello siempre hay una manifestación del estado anímico del artista, del músico intérprete, que se siente, se percibe, se VIVE, se vive la música, el momento en que esa música está viva en ese espacio-tiempo efímero.
Son Rompe Pera continúa llevando la cumbia psicodélica a cada célula de nuestro organismo, llenando de marimba nuestros corazones. Por doquier hay gritos de entusiasmo, hipnotizados por la magia que brota de la marimba, que nos lleva a un camino de paz tropical, de amor a la tierra, de mar, y cuando estamos en el éxtasis se detienen los demás instrumentos, quedando una sola marimba al aire en lo que es una improvisación de maestría incendiaria, todos estamos sorprendidos, asombrados, literalmente boquiabiertos y fascinados por el talento de un sonido que suena a casa, los gritos de mariachi no paran, el público está en éxtasis y entonces llega el grito de “Jalisco no te rajes”, y REVIENTA el concierto de forma bestial, con un cantante invitado a escena para interpretar una cumbia dedicada a Celso Piña.
En el baile nos mandan para abajo, para abajo, para abajo, y nos hacen aguantar y aguantar (el mexicano sabe aguantar) y tras 10 segundos inmensos saltamos hasta el cielo y empezamos a volar y cantar ¡Cumbiaaaaaa reina de cumbia, cumbiaaaaa de mi región!
La camiseta de la chica que dice “cumbia is the new punk” sintetiza todo este momento, observación que me llega justo cuando empieza un punk cochinote al final del tema actual y el slam se vuelve a soltar llenando de furia al éxtasis de la cumbia tronadora de hace tan solo un segundo. Mientras me preparo para internarme de nuevo en el frenesí de un buen slam concluyo para mis adentros que sí, Son Rompe Pera va seguir rompiéndola.